- ¡ARICO! - Gritó, deteniendose unos momentos para ver alrededor.
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- ¡Señor España! - El adulto volteó al oir aquel grito.
- ¿Qué pasa hombre? ¿Qué os sucede? ¿Porqué correis? - Los miró curioso y preocupado, pues al terminar el receso él estaría a cargo de los niños.
- ¡Arico huyó! - Gritó Venebia al recuperar algo de aire.
- ¡¿QUÉ?!
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- ¡Arico! - Volvió a gritar, pensando lo peor. - ¡Por favor responde! ¡Arico! - Miró a todos lados, presentía que allí iba a estar.
Comenzó a caminar, mirando a todos lados, girando su cabeza cada segundo...
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- ¡Quédaos aquí! - Sacó su celular, haciendo una llamada rapidísima. - ¡OEA, Arico se ha ido! Saldré a buscarlo, que los niños se que- ¡No! ¡Es mi nieto joder! ... ¡Jodete! - Colgó molesto, y volteó a los niños. - Saldré, quedense en el salón junto con los demás - Ordenó, y se alejó para salir del lugar.
- Venebia... - Llamó Boguay, temeroso.
- Lo sé Bo... - Suspiró, volteandose para ir a por sus cosas y decirle a los demás lo ocurrido.
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El joven se detuvo, respirando lentamente, mirando su objetivo, quieto. Se acercó con paso lento, cada vez oyendo más fuerte los sollozos y el llanto de su amigo.
- Arico - Llamó, haciendo que el niño se asuste y lo vea con su carita empapada de lágrimas.
- R-Runia - Soltó, asustado. No quería que lo vea así, ¡tampoco esperaba que lo encuentre!
El más alto se agachó, arrodillandose, sólo para abrazarlo y volver a escuchar el llanto del niño. Ambos se aferraron al otro, y Arico se soltó más ante el llanto.
- Me lo ocultaron Runia, todos! Venebia y Boguay igual, nadie me *sniff* nadie me iba a hablar de mi padre, d-de Argentina - Se aferró aún más al abrigo del ruso, haciendo que el abrazo sea más fuerte.
- Shh... Estoy aquí - Comenzó a acariciar su cabeza, acomodandose en el árbol donde se estaba apoyando el niño y dejandolo encima de él. - ¿Quieres contarme? - Preguntó en un tono bajo.
- Mi otro papá es Argentina... Me lo dijo papá anoche y, y todos sabían... Y nunca me lo dijeron, no me lo iban a decir - Seguía derramando lágrimas, bajo los brazos de Runia. - Venebia lo sabía, mi mejor amigo lo sabía y no me lo dijo, entiendes? - Levantó un poco la mirada, para después acostarse en el pecho de su amigo.
- No sé que decirte, pero... Creo que hay algo bueno - Sonrió un poco, aunque Arico no lo veía. - Eres un latino, no? - Hizo su cabeza a un lado, para ver la expresión del de 4 colores.
- Tienes, razón... P-pero eso no quita que me hayan ocultado todo - Quejó, limpiando sus lágrimas al sentarse encima de Runia, mirándolo.
- ¿Estarás enojado con ellos? - Preguntó curioso el mayor.
- ¿Porqué no debería? Runia eres mayor que yo, ya sabes cómo son éstas cosas - Dijo Arico mirandolo.
Runia sonrió. - La verdad no, ERÚ es muy idiota, pero nunca nos hemos ocultado nada y con Chipon todo es, real - Miró las hojas unos segundos, y luego volvió su vista al niño. - ¿Estás bien con todo eso? - Preguntó, limpiando una lágrima que había caído por la mejilla de Arico.
Arico no respondió, pues no lo estaba. Miró la tierra, el poco césped que había en las raíces que sobresalían del suelo y luego se decidió a hablar.
- ¿Cómo me encontraste? - Levantó la mirada, con sus ojitos grandes y cristalinos, parpadeando dos veces, pues era algo que hacía cuando tenía curiosidad.
- Recordé cuando hablamos en mi casa, sabes? - Le sonrió, haciendo confundir aún más al menor.
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- Que genial, yo voy algunas veces a una plaza en casa - Dijo el menor, viendo las fotos de un bosque nevado en la laptop de Runia. - Está a unas manzanas de la cede, por ello a veces vamos con CDMX cuando no tenemos nada que hacer - Carcajeó un poco.
- ¿Plaza? ¿Con muchos juegos? - Preguntó el mayor, comenzando a buscar la cede de la ONU en México. - Muestrame - Le pidió, señalando el mapa en donde estaban.
Arico le mostró el lugar: una plaza con algunos juegos, sanos y rotos, con unos árboles bien verdes y algunas personas pasando.
- Allí vamos a despejarnos, es muy lindo - Dijo mirando la foto, sonriendo tiernamente.
- ¡Luego vamos a ir a jugar! - Afirmó el mayor, sonriendo.
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- ¿Le dijiste a alguien? - Preguntó algo temeroso, pues no quería ver a nadie.
Runia negó y volvió a abrazarlo de forma protectora. - Tranquilo, no pasará nada mientras yo esté aquí Arico - Dijo con seguridad, acariciando la cabeza de la islita. - ¿Quieres que te cante? - El niño asintió. - Muy bien - Besó la cabeza ajena, para transmitir paz y comenzó a cantar.
[Reloj]
- ¡ARICO! - Gritó el tricolor en su desesperación, buscando nuevamente por el edificio. Se detuvo en medio del pasillo: la entrada.
¿Cuántas vueltas habrá dado? Nadie lo había encontrado por los alrededores, no había ido a casa, ni con los Estados, o doña Lupe, ¡nadie sabía qué le había ocurrido!
Por supuesto que habían hablado con Venebia y Boguay, quienes le dijeron todo. Claramente México entendió cómo se sentía su hijito, pero no le quitaba peso al castigo, pues lo estaba preocupando demasiado.
- Calma coño, que debe estar en algún lado - Le dijo España, sosteniendo levemente sus hombros.
- ¡No me calmo nada! ¡Déjate de chingaderas! - Lo empujó, muy nervioso. - Mi hijo está ahí fuera, solo! Vete tú a saber qué le habrá pasado! - Gritó molesto, asustado, no sabría como sentirse con tanta cosa pasando.
Un tricolor parecido llegó, pero con un celular en mano y una cara de pocos amigos en él.
- ¡¿DÓNDE MIERDA ESTÁ MI HIJO MÉXICO?! - Gritó al otro lado de la línea, notablemente molesto.
México miró a Italia, quien sostenía su celular. - Me insistió demasiado, y tampoco lo dejaría sin saber nada - Dijo firme el italiano, dejando en claro estar del lado de su "hijo".
- ¡MÉXICO LA PUTA MADRE DECIME DÓNDE ESTÁ! - Volvió a gritar mientras veía su cara.
- ¡No lo sé chingada madre no lo sé! - Se estiró el cabello, molesto con él mismo y con todos, pero más con él. - Salió después de enterarse que Venebia y Boguay sabían de ti, se enojó! Chamaco malcriado! Igual a ti! Hijo de la chingada - Y siguió insultando al mundo, a él y a sus descuidadas palabras.
- Está muy alterado, no lo he podido calmar - Informó España al lado de Italia, siendo también escuchado por Argentina del otro lado. - Lo hemos buscado en un radio de 10 manzanas, y no lo ubicamos... - Cruzó sus brazos, viendo la rabieta del americano. - Y se supone que los mayorcitos estarían con Irán, pero Runia también desapareció - Dijo, haciendo pensar al instante a Argentina.
- Está con mi hijo - Habló de inmediato. - El pibito está con Runia - Dijo más fuerte, siendo escuchado por los 3.
México se acercó, dejando a Italia en el medio, pues al ser el dueño del celular lo seguía sosteniendo.
- ¿Qué dices? - Preguntó España confuso.
- E-El pibito, Runia, está con Arico - Explicó, moviendo levemente la cámara. - No sé por qué, pero lo presiento, algo me dice que está con-
- ¡Arico! - Gritó México, alejandose de los más viejos para ir donde Runia, quien iba llegando con el niño en brazos. Mex lo alzó, abrazandolo. - Chamaco pendejo, me preocupaste... - Miró a Runia, quien se tensó. - ¿Dónde estaban? ¿Qué le hiciste a mi bebé? ¡Mira que le diré a tus pa-
- ¡No le hice nada! ¡Lo juro! - Alzó los brazos con nerviosismo, siendo observado por el adulto. - Lo ví correr, lo intenté perseguir pero lo perdí de vista - Comenzó a explicar, bajo la atenta mirada de México. - Estuve un rato largo buscandolo, pero lo encontré en la plaza de aquí cerca, llorando - Miró a Arico, quien dormía placidamente en los brazos del latino. - Simplemente me dijo que se enteró de su otro padre, que sus amigos le "mintieron" y, le canté... Cayó dormido por tantas emociones, pero le juro que no le sucedió nada, señor México - Lo miró a los ojos, con una expresión entre calmada y seria, pues no se dejaría tratar de mentiroso.
México lo acercó y le besó la cabeza, agradeciendole cuidar a su único hijo. Para ese momento, Argentina había cortado la llamada, e Italia se había quedo mirando el nuevo número de su hijo.
España miró calmado a México y el niño, para luego mirar de reojo a un triste Italia. Sabía lo que sentía: extrañaba a Argentina desde el fondo de su corazón.
- Uhm... Hey, Ita - Llamó. Un poco nervioso se comenzó a sobar la nuca. - Con todo esto pasando, no quisieras tomar algo? - Preguntó, mirando al tano a los ojos.
- Sabes que tenemos que dar clases, las niñas me esperan - Dijo, guardando su celular de forma nerviosa y un poco seria (para disimular).
- Ah, vale, pero yo lo decía en plan después de salir de aquí - Bajó el brazo, aún siendo visto por el más bajo.
- No lo sé, no quisiera tener problemas con Portugal, ya sabes, como la última vez - Dijo, mirando a un lado y recordando una casi pelea con Portugal en tierras españolas.
- ¡Hombre! ¿Problemas? ¡Que va! Portugal y yo, hemos, tenido problemillas sabes? - ¿Nervioso él? ¡Para nada! - Anda dolcezza, sabes que lo necesitas - Animó, utilizando aquel viejo apodo de cuando andaban juntos.
Italia abrió los ojos en grande, pues oír aquel apodo después de tantos años le había sorprendido. Sonrió para responder.
- Si insistes de esa forma España - Se hizo el <<importante>> con una pose cual modelo, haciendo soltar una pequeña risa al más alto. - Nos vemos a las seis entonces, angioletto - Saludó con la mano al aire, para luego irse en dirección a su clase.
Al verlo irse, recordó porqué se había enamorado de él: nunca fingía. Era demasiado transparente como para mentir sobre lo que sentía o pensaba, y eso le atrajo.
¿Porqué lo dejó ir? Fue un completo idiota, lo sabía a la perfección. Toda la situación con Argentina los había estresado, intentando solucionarla por separado, se olvidaron de ellos y, pasó lo que pasó. Las peleas comenzaron, la agresividad se apoderó del español y eso alejó al pequeño italiano, rompiendo toda relación con lo que respecta a España.
- Que gilipollas he sido - Dijo en un susurro, viendo el pasillo por donde se había ido su querido italiano. - Joder macho... - Suspiró. Debía dejar eso de lado por ahora e ir a dar su clase.
Sabía que México se había llevado a los pequeños a hablar con OEA, UE y Alemania, pues había estado mal lo que hizo.
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Notas:
- La canción de cuna de la multimedia es la que Runia cantó.
- No sé porqué, pero en este capítulo me imaginé a España con voz de AuronPlay xdxd