Capítulo dedicado a GigiDisastro, gracias por darle una oportunidad a Etham y a Agatha 👉👈
ETHAM
Ha pasado más de dos semanas desde aquel encuentro en Downtown, y parece ser que eso alentó a Agatha a construir una muralla conmigo. Me evita siempre que intento acercarme a ella, si la miro hace como que no se ha dado cuenta, incluso he hablado un par de veces con una divertida Serena por la situación. Y para colmo, las miradas que van dirigidas a ella, se malentienden, y otras chicas —que en otro momento no me hubiese importado aquella atención—, se acercan a hablarme y la tarea de hablar con Ag se vuelve cada vez más complicada.
Camino por el pasillo vacío a tan alta horas de la mañana. No soy capaz de quitarme de la cabeza la imagen de ella. De sus ojos marrones y fríos, de su piel oscura y suave, sus labios mullidos que consiguieron volverme un adicto a ellos con solo una caricia. Los primeros días estuve repitiendo el beso todo el tiempo en mi cabeza, me cansé y decidí distraerme con algo. Creo que nunca he tenido una semana tan «entretenida» como la que tuve y, sin embargo, ella sigue metida en mi mente.
Cada vez estoy más cerca de la sala de laboratorio. Los viernes siempre se me hacen muy largos, las horas parecen ralentizarse este día y el tic-tac del reloj es desesperante. Sigo caminando cuando fijo mi mirada en la puerta del laboratorio. Derek está en el marco de esta con su pelo anaranjado y revuelto, vestido con unos pantalones anchos y una sudadera desgastada, está hablando con alguien bastante entusiasmado. Es una chica.
Ella me da la espalda, pero cuanto más me acerco, más reconocible me resulta. Sus largos rizos, su pequeña estatura y su ancho jersey. Desde mi distancia no me entero de lo que están hablando, pero se les ve a los dos bastantes entretenidos con su conversación. Estoy a dos zancadas de llegar a ellos, cuando la chica mira por encima del hombro por algo que le ha dicho Derek.
Sus ojos marrones se quedan fijos en mi persona y aquella sensación que solo Agatha es capaz de instalar, lo hace de nuevo. Su mirada castaña me recorre de pies a cabeza y el nerviosismo que provoca en mí resulta incómodo y frustrante. Me he quedado congelado en el sitio y ahora no sé cómo actuar. Han pasado dos semanas desde que hablamos, ella llevaba dos semanas sin hablarme, sin mirarme... pero si hablaba con Derek.
Un nuevo sentimiento malicioso se cuela por mi cuerpo y lo único que me apetece es llegar a donde se encuentran ellos y besarla. Saborear sus labios de nuevo para que me calme este escozor que estoy sintiendo. Es molesto e incómodo, y sé que ella sigue observándome mientras una batalla de emociones se está liberando dentro de mí.
Lo llaman celos.
Tomo una inspiración profunda, cuadro los hombros y comienzo a andar hacia su dirección. Cuanto más cerca estoy, más me puedo dar cuenta de la cercanía entre ellos dos, en como sus brazos se rozan, en como Agatha tiene el cuerpo girado en su dirección y en como no han dejado de intercambiar miradas. Noto como Agatha traga con dureza y se gira en dirección al aula para entrar. Intento acelerar el paso para alcanzarla cuando alguien burla mi maniobra.
—Déjala en paz —dice Derek, apoyando una mano en mi pecho deteniéndome en el acto, permitiendo que Agatha pueda sentarse lo más lejos que pueda de mí.
Retiro la mirada de por donde se ha marchado Agatha y la centro en mi mejor amigo. Sus ojos verdosos me miran de forma paciente mientras que los celos inexplicables vuelven a resurgir en mí. Aprieto la mandíbula y muerdo mi labio inferior para tragarme todas las respuestas que me gustaría darle en esos momentos, pero serían de forma injustificables porque Agatha y yo, no somos nada.
Resoplo y dejo caer mis hombros. Choco mi puño contra su hombro de forma juguetona, aunque la incertidumbre me carcome por dentro.
—¿Por qué contigo sí? —pregunto a Derek dejándome en evidencia. Noto como me acaloro porque mi amigo puede darse cuenta de ella me afecta más de lo que admitiría en voz alta.
Él se encoge de hombro y me da un puntapié para que entre a la clase, que está a punto de comenzar. El laboratorio está compuesto por largas filas de mesas, de la distinta indumentaria, dos grandes pizarrones blancos están detrás de aquella mujer vestida con una bata y mis compañeros también la visten. Los únicos faltantes es el pelirrojo y yo. No tardamos en sentarnos en una de las sillas libres de la mesa de la primera fila y aunque me hubiese encantado sentarme en la última, muy cerca de la esquina donde se encontraba Agatha, decido aceptar que no me quiere cerca. Ahora sí, no iba a rendirme con tanta facilidad, algo se me tenía que ocurrir.
«¿Montar otra fiesta? ¿Volver a ser su patrocinador?... ¿Crear un grupo de estudios?»
Trago saliva y niego repetidamente, mientras intento sosegarme y prestarle atención a la profesora Domínguez, que no deja de escribir miles de letras y números incomprensibles. Después de unas cuantas cuentas de más, decide girarse sobre sus talones y dirigirnos una mirada curiosa mientras barre la estancia con paciencia. Coge una libreta, anota algo en ella y la vuelve a dejar en la mesa, antes de hablar.
—Tendréis que hacer una exposición para este semestre. Consistirá en una investigación y experimentación que realizareis tanto dentro del laboratorio como por vuestra cuenta —informa de forma decisiva con una sonrisa pintada en su rostro.
Parece ser que la idea le entusiasma. Enciende el pequeño portátil que se encuentra en su lado derecho junto a la pizarra digital. En pocos segundos, varias diapositivas aparecen en la gran pantalla mientras la profesora continúa su explicación sobre el proyecto, señalando los distintos temas de los que podemos tratar, apuntándolo con un puntero.
Mientras explica uno de los apartados, giro mi cuerpo en dirección a Agatha, con su característica mirada parda y glacial que no aparta sus ojos concentrados de la pizarra, aunque puedo notar como ella se percata de que la estoy observando, por el leve temblor de su cuerpo y el repiqueteo que acaba de adquirir su bolígrafo. Una sonrisa traviesa se forma en mi rostro y esta se ensancha más cuando, a pesar de la oscuridad en la que se ha sumido el aula, puedo ver como Agatha me está enseñando el dedo corazón.
La profesora termina su larga explicación, el tic-tac del reloj es más notable en aquel corto silencio y las ganas de salir de clase incrementan en mí.
—El trabajo se realizará en pareja o tríos. Depende de cada uno — termina y con aquello da por finalizada la charla, no sin antes añadir—: Quiero a los pequeños grupos apuntados en este papel y quiénes no tengan parejas, que también se inscriban y los juntaremos con los restantes.
Mi mirada se posa fugazmente en Agatha, antes de centrarla en aquel folio en blanco. Es la excusa perfecta y, aunque la idea no es muy correcta porque no creo que ella este de acuerdo, necesito hablar con ella.
La gente comienza a recoger sus cosas y a acercarse a la mesa de la profesora para escribir sus parejas. Derek va conmigo en espera de con quién me apuntaré, no ha podido disimular la mueca de diversión que lleva pintada en su rostro. Sin ni siquiera tener que decírselo, sabe a la perfección lo que se me está a pasando por la cabeza.
GRUPO Nº8
Etham Sander
Agatha Floros
N/A: Hoy sí que he actualizado en mi día. Me he puesto un recordatorio en el calendario para que no se me olvide más.
Tiene pinta de que esto se va a poner cada vez más intetesante, ¿no?