Suspiró, soltando la lapicera y hoja en el escritorio. - Ay wey...
Estaba exhausto, faltaba menos de un mes para ascender a potencia y faltaban dos días para ir a la casa de su amado después de años. Lo estaba haciendo bien, demasiado para ser él y le sorprendía, pero sabía porqué lo hacía: su hijo.
- Jalisco - Dijo al ser atendido por el celular. - ¿Te falta? Neta quiero que esté para el nueve... Si si, Ariquito se queda con Chihua y Yucatán - Sólo oyó quejas. - Ya Jalisco, neta me pones de los nervios. Si ya, adiós - Y colgó.
Miró su pequeña oficina en casa, se levantó (dejando todo desordenado en la mesa de madera) y salió de allí. Caminó poco hasta llegar a la sala y ver a su hijo con la tv encendida y haciendo sus dibujos de siempre.
- Chamaco, ya terminó la tarea? - Preguntó "serio", haciendo que su niño voltee y asienta dos veces. - Lavese las manos, vamos por unas enchiladas va? - Le sonrió.
- ¡Sí! - Dijo animado, dejando su desorden en la mesa ratona, así como lo hizo México con anterioridad. - ¡Y unos tacos picosos picosos! - Pidió animado, corriendo hasta el baño.
- Si si, pero no me hago responsable si te enfermas, a rezarle a Guadalupe eh! - Tomó el control del sofá, vió lo que estaba oyendo su hijo: una película Disney, para terminar apagando la televisión. - ¡Apurate o me voy Arico! - Gritó, apenas tomando su chaqueta gris del respaldo del sofá y sus llaves de casa.
- ¡Ya voy! - Alargó la última palabra, hasta llegar donde su padre y tomar su mano. - ¿Vamos con doña Lupe? Sabes que sus tacos son los mejores, no lo niegues! - Lo señaló con una sonrisa.
México amaba demasiado a su hijo, estaba haciendo todo para que él estuviera bien y que puedan pasar tiempo juntos. Era complicado siendo que Argentina no tenía contacto alguno con ellos, tenía apoyo, bastante! Pero se sentía solo por no tener cerca a su solcito.
- Papi~ otra vez te fuiste a la luna - Sacó Arico a su padre de la laguna en la que se encontraba. - ¿En qué pensabas? - Lo miró con sus ojitos.
Para México, los ojos de Arico eran tan grandes como los de él, pero tenían algo... Algo que le hacía verse como Argentina. Una llama, una que podía descifrar hasta tu más oscuro secreto. Era como si supiera lo que pasaba por tu mente al instante, algo aterrador al pensarlo demasiado.
- Nada, sólo una sorpresa para cuando sea el evento - Dijo animado, aún caminando de la mano con su pequeño.
- ¡Una pista! - Sabía que si insistía no conseguiría nada.
- Te vas a poner a llorar como nena, así como Finia, o Baja Austria - Bromeó, haciendo un momento divertido.
- Finia se pone muy roja cuando se acerca Runia, la ví en las clases conjuntas del señor ONU - Habló el niño recordando la reacción de la jovencita.
- Estoy seguro que le gusta - Dijo viendo a los lados de la calle para cruzar. - Runia es un muchacho muy lindo para su edad, y sé perfectamente que las niñas, que son muy jovencitas aún, están muertas por él - Afirmó, haciendo pensar al menor.
- ¿Tú dices que a Runia le guste? Son lindos juntos - Sonrió animado.
- Chamaco otaku me salió - Pensó México al ver de reojo a su hijo. - A ver... ¿Y por qué tanta charla sobre Runia eh? ¿Qué pasó en casa de Alemania? - Preguntó, deteniendo su caminata en medio de la vereda.
- Nos hicimos amigos - Sonrió feliz Arico. - Incluso quiere ayudarme con lo del señor Unidos - Señaló a su parche, sorprendido al país. - Pero le dije que no, que todo es asunto nuestro - Habló de forma firme, inflando levemente sus mejillas.
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- Es un asunto nuestro, dejate de joder - Infló levemente sus mejillas, mirando otra vez la carpeta que tenía en manos.
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- Papá - Llamó otra vez el menor.
- Ah, qué? - Agitó su cabeza, viendo a su hijo quien tironeaba su abrigo.
- Otra vez te fuiste a la luna, deja de pensar y vamos a comer - Animó sonriendo. - Hace tiempo no comemos así, trabajas mucho, vamos - Comenzó a tirar del brazo de su padre para poder llegar al puesto de la señora Lupita, a la cual le decían Lupe por que sonaba bonito.
Mientras caminaban, charlaban sobre las clases del niño y sus amigos. Arico era feliz, eso era lo que le importaba al mayor, pero el tema cambió a algo personal antes de llegar con doña Lupe.
- Papá - Llamó el niño, recibiendo un "diga" del adulto. - ¿Por qué no tengo una mamá u otro papá? - Los nervios comenzaron a salir, haciendo que mire al pequeño y le devuelva la mirada. - Quiero que seas feliz, así como el señor Rusia y el señor Alemania - Los ojitos de Arico se clavaron en él.
México alzó al niño en brazos, retomando camino. - Ariquito... ¿Recuerdas el cuento? - El niño asintió. - Todo es verdad, dime... ¿Has llegado a contarle a tus amigos hasta lo del gringo y latino? - Preguntó mirandolo, sorprendiendo a la isla.
- ¿Cómo lo...
- Alemania - Interrumpió para responder. - Responde chamaco - Pidió con calma.
Arico asintió. - Ayer - Respondió simple. - Nos juntamos en receso en el patio y le conté a todos, incluso los mayores me escucharon - Dijo mirando el camino, abrazando a su padre por el cuello.
- ¿El lunes les contarás más? - Arico negó.
- No me lo sé...
Mex rió por lo bajo. - El martes sin falta voy y les digo lo que sigue, va? - El de 4 colores se alejó un poco para mirarlo.
- ¿Por qué no el lunes? ¡Papá! - Quejó el niño con un puchero.
- Por que papito tiene un asunto que atender. La sorpresa para el evento - Besó la mejilla de su hijo, haciendolo sonreír.
- ¡Está bien! - Miró a lo lejos el puesto de la señora mayor. - Pero dime, el señor Canadá te ha dado flores? Una ves los ví juntos y te abrazó - Guadalupana si estás ahí ¡ayuda a México!
- A ver, y usted qué hacía de metiche? - Lo bajó de sus brazos para que caminara. - Canadá sólo es un socio, un compa de trabajo - Explicó con un poco de neutralidad. - Ese no quita el lugar a mi amorcito - Calló y miró a su hijo, había hablado de más.
- ¿Amorcito? - Preguntó burlón.
- Tú Ariquito, eres mi niño precioso - Le hizo cosquillas, finalmente llegando al puesto. - ¡Hey doña Lupe! - Saludó animado el mexicano.
- ¡México! - Miró al niño diciendo un "Holaaaa". - Arico, mis niños - Los saludó como una madre. - Diganme qué quieren comer - Sonrió la mujer.
Lupe era algo gordita, bajita y morena, con algunas arrugas pero una sonrisa que te hacía sentir en calma. Los conocía desde hace mucho, pues México se paseaba por allí y comía de su comida casi siempre.
Charlaron sobre trivialidades, escuela y trabajo, el clima y los políticos. Lupe también aprovechó y burló a Arico con las niñas que le mencionaba de sus clases, haciendolo sonrojar y ponerse nervioso.
- ¡Ni siquiera hablo con Madaque! - Quejó el niño, intentando "ocultarse" en su taco.
- Claro claro Arico - Dijo burlona la doña, haciendo una orden para unos humanos.
- ¿Y cómo es eso de que Jegug te mira? - Arico lo miró feo, molesto y nervioso igual. - Ya ya - Tomó algo de agua que le ofreció Lupe, aún sonriendo. - Andale, termina tu taco que yo quiero enchiladas - Apuró, pagandole a la señora lo que se había comido su hijo: tres tacos.
- Puedo ir comiendo - Dijo con la boca llena.
- Bien - Le sonrió y volteó a la señora. - Muchas gracias Lupe, nos vemos otro día - Saludó como siempre.
- Hasta otra, cuidense - Dijo algo rápido, pues tenía otro pedido.
Padre e hijo pasaron de largo, llendo camino a otro puesto para comprar las benditas enchiladas del país.
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Nota:
-Los horarios de publicación van a cambiar, pues debo comenzar a cambiar el sueño antes del comienzo de las clases :/
-¿Soy sólo yo o Wattpad no avisa nada? Diganme :c