-Ron, haznos el favor y termina con Lavender de una vez -pidió Annie cansada- todos los días nos atosiga a mi y a Hermione.
-Ya.. pero no es tan fácil -se excusó.
-Sólo inténtalo, ¿de acuerdo? Nos da dolor de cabeza -dijo Harry levantándose de su asiento y tomando su saeta de fuego. Annie se levantó y besó la mejilla de Ron.
-Nos vemos después.
-Annie tú.. ¿sabes si Daphne vendrá antes del partido? -preguntó Ron. Annie sonrió internamente.
-No lo creo. La vi bajar junto a Hermione hace rato.
Ron trató de no poner cara de decepción, fallando. Harry y Annie compartieron una mirada divertida. Ambos se despidieron del pelirrojo y salieron de la enfermería, andando por los corredores para llegar al campo de quidditch.
No quedaba ni un estudiante en el colegio: todos estaban fuera, sentados ya en el estadio o dirigiéndose hacia él. Unos pasos resonaron frente a ellos haciéndolos detenerse.
Era Malfoy, que caminaba hacia él acompañado por dos chicas que ponían morritos. Al verlo, Malfoy se detuvo, pero luego soltó una risa forzada y siguió andando.
-¿A dónde vas? -le preguntó Harry.
-A ti te lo voy a decir. ¡Como si fuera asunto tuyo, Potter! -se burló Malfoy-. Date prisa, todo el mundo está esperando al «capitán elegido», al «niño que marcó» o como sea que te llamen últimamente.
Annie frunció el ceño contrariada al ver que Malfoy no se habia quedado para discutir.
A una de las chicas se le escapó una risita tonta. Harry la miró a los ojos y ella se ruborizó. Malfoy lo apartó de un empujón y prosiguió su camino; las dos muchachas lo siguieron al trote hasta que el grupo se perdió de vista tras un recodo.
-Harry, el partido -le recordó Annie. Este asintió distraído y siguieron caminando. Al llegar al exterior, Annie le deseó suerte y fue directo a las gradas, esperando encontrarse a sus amigos. Los encontró cuando Hermione y Daphne le hacían señas. Se disculpó con varias personas por golpearlas por accidente, hasta que pudo llegar a sus amigas.
El equipo de Gryffindor salió al campo de juego entre vitoreos y aplausos. Cuando el narrador comenzó a hablar, Annie sonrió y negó al reconocer la voz de Luna.
-Allá va Smith, de Hufflepuff, con la quaffle -informó una voz suave por los altavoces-. Smith hizo de comentarista en el último partido y Ginny Weasley chocó contra él (yo diría que a propósito, o al menos eso pareció). Smith se despachó a gusto con Gryffindor; espero que lo lamente ahora que tiene que jugar contra ellos… ¡Oh, miren, ha perdido la quaffle! Se la ha arrebatado Ginny. Esta chica me cae bien, es muy simpática…
La profesora McGonagall, que estaba al lado de Luna, parecía un tanto incómoda, como si dudase que la muchacha fuera la más indicada para hacer de comentarista.
-… pero ahora ese gordo de Hufflepuff le ha quitado la quaffle a Ginny; no recuerdo su nombre, se llama Bibble o algo así… No, Buggins…
-¡Es Cadwallader! -la corrigió la profesora McGonagall a voz en grito, y provocó las risas del público. Annie rio y siguió observando el partido.
Annie observaba con el ceño fruncido como McLaggen les gritaba a todos los del equipo y casi le da algo cuando una bludger pasa rozando a Harry.
-Y ahora Harry Potter se ha puesto a discutir con su guardián -dijo Luna con calma mientras los seguidores de Hufflepuff y Slytherin lanzaban vítores y silbidos desde las gradas-. No creo que eso lo ayude a encontrar la snitch, pero quizá sea una hábil estratagema…
Harry se dio la vuelta de nuevo, soltando improperios, y volvió a describir círculos por el campo escudriñando el cielo en busca de alguna señal de la pelotita dorada y con alas. Ginny y Demelza marcaron un gol cada una, y los seguidores ataviados de rojo y dorado que ocupaban el sector de las gradas reservado a Gryffindor tuvieron algo de que alegrarse. Entonces Cadwallader volvió a marcar y consiguió el empate, pero Luna no pareció darse cuenta; por lo visto, no tenía el menor interés por algo tan trivial como el tanteo del partido y trataba de dirigir la atención del público hacia otras cosas, como las caprichosas formas de las nubes o la posibilidad de que
Zacharias Smith, que hasta ese momento no había logrado conservar la quaffle más
de un minuto, sufriera algo llamado «peste del perdedor».
-¡Setenta a cuarenta a favor de Hufflepuff! -gruñó la profesora McGonagall acercándose al megáfono de Luna.
-¿Ya? ¿Tanto? -se extrañó Luna-. ¡Oh, miren! El guardián de Gryffindor le ha agarrado el bate a un golpeador.
Harry giró en pleno vuelo. Era cierto: McLaggen, por algún motivo que sólo él conocía, le había quitado el bate a Peakes y estaba haciéndole una demostración de cómo golpear una bludger para darle a Cadwallader, que volaba hacia ellos.
-McLaggen es un completo estúpido -masculló Annie cruzada de brazos. Daphne y Hermione asintieron de acuerdo.
-¿Quieres devolverle el bate y ponerte en los postes de gol? -gritó Harry lanzándose a toda velocidad hacia McLaggen, que en ese momento intentó golpear la
bludger con todas sus fuerzas y no acertó.
Annie dejó salir un grito de horror y empujó a toda la gente que se le atravesaba en el camino. Juró que le lanzaría a McLaggen cada maldición que Annie ha aprendido en los años que lleva en Hogwarts.
(...)
Annie sintió movimiento en su mano y se giró rápidamente. Harry había despertado y eso la aliviaba enormemente.
-Estás bien -suspiró aliviada tomando la mano del azabache con ambas suyas. Harry algún día le daría un infarto.
-Te agradezco que hayas venido a verme -le sonrió Ron.
-¿Qué pasó? -preguntó Harry.
-Fractura de cráneo -le informó la señora Pomfrey, que se acercó solícita y le hizo apoyar la cabeza en la almohada-. No tienes de qué preocuparte, te lo arreglé enseguida, pero esta noche te quedarás aquí. No conviene que hagas esfuerzos excesivos, al menos durante unas horas.
-No quiero pasar la noche aquí -protestó Harry. Se incorporó y retiró las mantas-. Quiero ir en busca de McLaggen y matarlo.
-Annie ya hizo una parte -dijo Ron sonriendo divertido una vez que Madame Pomfrey se retiró. Ya no hacía esfuerzos por sacar a Annie de la enfermería, era inutil.
Harry la miró curioso.
-¿Qué hiciste?
La castaña carraspeó y jugó con la mano de Harry.
-Digamos que..
-Le lanzó como veinte hechizos -dijo Ron emocionado- nunca había visto a Annie tan enojada, más que la vez que hechizó a Snape.
Ella se encogió de hombros.
-Te mereces un beso -murmuró Harry. Annie rió y se agachó para poder besarlo- ¿por cuanto perdimos?
-Trescientos veinte a sesenta -dijo Ron con una mueca. -He oído los comentarios del partido desde aquí -y esta vez la risa le
hizo temblar la voz-. Espero que Luna siga haciendo de comentarista a partir de ahora… ¿Qué te ha parecido lo de la «peste del perdedor»?
Annie rió y negó. La puerta de la enfermería se abrió y una cabeza rubia se asomó. Annissa.
Al ver que no estaba Madame Pomfrey, cerró la puerta tras ella y corrió hasta la cama del azabache.
-¡Harry! -exclamó abrazándolo. El ojiverde la abrazó de regreso, sintiendo como la niña temblaba un poco, había estado muy asustada.
-Estoy bien -murmuró acariciando su cabello. Issa se separó y le sonrió aliviada. Se acercó a Annie y también la abrazo, saludando a Ron desde lejos.
-¿Cómo no estás preocupada? -le murmuró a Annie.
-Sí que lo estoy, ¿no ves mis ojos hinchados? -le respondió divertida. Issa negó y rió.
La niña se quedó durante una hora para hacerles compañía e insultar a McLaggen y chocó los cinco con Annie cuando se enteró de los hechizos que la castaña le había lanzado.
Para el día lunes, Ron y Harry salieron de la enfermería ya recuperados. Daphne había ido a verlo todos los días y pasaban mucho más tiempo juntos.
Los cuatro caminaban por el pasillo del séptimo piso mientras Hermione les contaba que Ginny había terminado con Dean.
El pasillo estaba vacío salvo por una niña muy pequeña que examinaba un tapiz de trols con tutú. Al ver que se acercaban unos estudiantes de sexto año, la chiquilla puso cara de miedo y dejó caer la pesada balanza de bronce que sostenía.
-¡No pasa nada! -dijo Hermione con amabilidad, y corrió a ayudarla-. Mira… -Dio unos golpecitos con su varita en la balanza rota y pronunció-:
¡Reparo!
La niña ni siquiera le dio las gracias y se quedó muy quieta cuando ellos pasaron por su lado. Ron volvió la cabeza y la miró.
-Les juro que cada vez son más pequeños -comentó.
-¿Por qué terminaron? -preguntó Annie curiosa.
-Parece ser que Dean se estaba riendo del golpe que le dio McLaggen a Harry con esa bludger.
-Debió de ser gracioso -dijo Ron.
-¡No fue nada gracioso! -saltó Hermione-. ¡Fue horrible, y si Coote y Peakes no hubieran agarrado a Harry, podría haber resultado gravemente herido!
-Sentí que me moría en cuanto ibas cayendo -murmuró Annie.
-¡Hola chicos!
-¡Luna! -exclamaron los cuatro dándose la vuelta.
-He ido a verte a la enfermería -dijo Luna a Harry mientras rebuscaba en su mochila-, pero me han dicho que ya habías salido… -Le fue pasando una serie de extraños objetos a Ron: una especie de cebolla verde, un gran sapo con manchas y una buena cantidad de una cosa que parecía arena higiénica para gatos; por último sacó un rollo de pergamino bastante sucio y se lo tendió a Harry-. Me han pedido que te dé esto.
Era un rollo pequeño que Harry reconoció enseguida: otra invitación para una clase particular con Dumbledore.
-Será esta noche -informó a sus amigos cuando lo hubo leído.
-¡Te felicito por tu comentario del partido! -le dijo Ron a Luna mientras ella recuperaba la cebolla verde, el sapo y la arena higiénica. Luna esbozó una vaga sonrisa.
-Te burlas de mí, ¿verdad? Todos dicen que lo hice muy mal.
-¡No, lo digo en serio! ¡No recuerdo haberlo pasado tan bien con ningún otro comentarista! ¿Qué es eso, por cierto? -añadió, agarrando aquella especie de cebolla. Se la acercó a los ojos.
-Es un gurdirraíz -contestó Luna, y se guardó la arena higiénica y el sapo en la mochila-. Quédatelo si quieres, tengo algunos más. Son excelentes para protegerse contra los plimpys tragones.
Y se marchó. Ron sonrió de oreja a oreja con el gurdirraíz en la mano.
-¿Saben qué les digo? Que Luna empieza a gustarme -dijo mientras los tres echaban a andar hacia el Gran Comedor-. Ya sé que está loca, pero la suya es una locura… -Se calló bruscamente al ver a Lavender Brown plantada al pie de la escalinata de mármol, con aspecto de estar muy enfadada-. ¡Hola! -murmuró con apuro cuando llegaron ante ella.
Annie tomó a sus amigos de la mano y los tres fueron hasta la sala común para hacer sus tareas. Cuando Harry tuvo que irse a el despacho de Dumbledore, Annie le dijo que le diera su redacción para repasarla.
-Te amo -le dijo Harry levantándose y dándole un beso. Se despidió de ambas y salió a toda prisa.
Annie y el Cáliz de Fuego y la Orden del Fénix llegaron a 100K leídas y les juro que iba a ponerme a llorar cuando lo vi
los amo ❤