Annie y el Misterio del Prínc...

By -luxtomlinson

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La guerra ha comenzado y eso Annie lo tiene muy claro. Tiempos oscuros aproximándose, dejar la niñez atrás, p... More

C A S T
1. ¡¿Qué quien le dio un qué a Annie?!
2. Misión de rescate
3. Hola, razón de mi existencia
4. Te extrañé mucho, lobita.
5. You're the best brother in the world
6. Callejón Diagon
7. La mano de Dumbledore
8. No hace falta que me llame "señor", profesor.
9. Propiedad del Príncipe Mestizo
10. ¿Por qué Harry no puede ser feo?
12. Eres un estúpido Ron
13. Estúpidos filtros de amor
14. ¡No ocupen la sala de menesteres!
15. El mini infarto
16. El bezoar
17. Las clases de aparición
18. Ron fue envenenado
19. El desastroso partido
20. La deducción de Harry
21. Los fantasmas son transparentes
22. Felix sabe lo que hace
23. Sea valiente, profesor
24. Por las miles de veces que pienso en ti
25. Deberían besarse para romper la tensión
26. Dumbledore está muerto
27. R.A.B
28. El funeral y el final

11. El collar maldito

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By -luxtomlinson

-... ¡y entonces se produjo otro destello y volví a aterrizar en la cama! -concluyó Ron sonriendo mientras se servía unas salchichas.

Hermione los miraba con el ceño fruncido.

-¿Te quedaste hasta la madrugada leyendo un libro? Wow -dijo Annie alzando las cejas sorprendida.

-Gracias, amor -dijo Harry entrecerrando los ojos.

-¿No sería ese hechizo, por casualidad, otro de los de ese libro de pociones? -le preguntó Hermione.

-Siempre piensas lo peor, ¿eh? -respondió él, ceñudo.

-¿Lo era?

-Bueno... Sí, lo era, ¿y qué?

-¿Estás diciéndome que decidiste probar un conjuro desconocido que encontraste escrito a mano y ver qué pasaba?

-¿Por qué importa tanto que estuviera escrito a mano? -replicó Harry, sin contestar al resto de la pregunta.

-Porque seguramente no está aprobado por el Ministerio de Magia -contestó Hermione-. Y también -añadió mientras sus amigos ponían los ojos en blanco- porque estoy empezando a pensar que ese príncipe no era de fiar.

-¡Fue una broma! -dijo Ron mientras ponía boca abajo una botella de ketchup encima de su plato de salchichas-. ¡Sólo nos divertíamos un poco, Hermione!

-¿Colgar a la gente del tobillo es divertido? -comentó ella-. ¿Quién invierte tiempo y energía en realizar hechizos como ése?

-Fred y George -contestó Ron encogiéndose de hombros-. Es propio de ellos. Y de...

-Mi padre -dijo Harry. Annie lo miró.

-¿Cómo dices? -preguntaron Ron y Hermione a la vez.

-Mi padre usaba ese hechizo. Me lo contó Sirius. -Esto último no era verdad; Annie sabía que Harry los habia visto en el pensadero de Snape.

-Quizá tu padre lo utilizó, Harry -dijo Hermione-, pero no es el único. Hemos visto a un montón de gente emplearlo, por si no te acuerdas. Colgar a la gente en el aire... Hacerlos flotar dormidos, indefensos...

-Harry nunca haría nada así, Hermione -dijo Annie cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

-A ti no te gusta el príncipe, Hermione -añadió Ron apuntándola con una salchicha-, porque Harry es mejor que tú en Pociones.

-¡No es por eso! -se defendió ella con las mejillas encendidas-. Lo que pasa es que considero muy irresponsable realizar hechizos cuando ni siquiera sabes para qué sirven. ¡Y deja de hablar del «príncipe» como si fuera un título, seguro que sólo es un apodo absurdo! Además, no me parece que fuera una persona muy agradable.

-No sé de dónde sacas eso -replicó Harry acaloradamente-. Si hubiera sido un mortífago en ciernes no habría ido por ahí alardeando de ser mestizo, ¿no te parece?

Annie sólo los miraba de uno a otro.

-Todos los mortífagos no pueden ser sangre limpia, no quedan suficientes magos de sangre limpia -se empecinó Hermione-. Supongo que la mayoría de ellos son sangre mestiza que se hacen pasar por sangre limpia. Sólo odian a los hijos de muggles, pero a ustedes dos los aceptarían sin problemas.

-¡A mí jamás me dejarían ser mortífago! -saltó Ron, indignado, y un trozo de salchicha se le desprendió del tenedor que blandía y fue a parar a la cabeza de Ernie Macmillan-. ¡Toda mi familia se compone de traidores a la sangre! ¡Para los mortífagos, eso es tan grave como ser hijo de muggles!

-Sí, y les encantaría que yo estuviera en sus filas -ironizó Harry-. Seríamos supercolegas, siempre y cuando no intentaran matarme.

Annie rió un poco.

Esperaban en la fila de revisión de Filch para poder salir a Hogsmeade. Annie saludó a Issa desde lejos. Estaba con unas amigas y Denniss, y por lo que Annie podía ver, tomaba la mano de Denniss, haciendo a Annie sonreír.

El proceso llevó más tiempo del habitual porque el conserje registraba tres veces a todo el mundo con su sensor de ocultamiento.

-¿Qué más le da que saquemos del colegio cosas tenebrosas? -le preguntó Ron mirando con aprensión el largo y delgado aparato-. ¿No cree que lo que debería importarle es lo que podamos entrar?

Su insolencia le valió unos cuantos pinchazos más con el sensor, y el pobre todavía hacía muecas de dolor cuando bajaron los escalones de piedra y salieron al jardín, azotado por el viento y la aguanieve.

Annie se cubrió más con su gorro y su bufanda, pero sentía que resbalaría en cualquier momento, por lo que se agarró del brazo de Harry.

Cuando por fin llegaron a
Hogsmeade y vieron que la tienda de artículos de broma Zonko estaba cerrada con tablones, lo interpretó como una confirmación de que esa excursión no estaba destinada a ser divertida. Con una mano enfundada en un grueso guante Ron señaló hacia Honeydukes, que afortunadamente estaba abierta, y los otros lo siguieron
tambaleándose hasta la abarrotada tienda.

-¡Menos mal! -dijo Ron, tiritando, al verse acogido por un caldeado ambiente que olía a tofee-. Quedémonos toda la tarde aquí.

-¡Harry, amigo mío! -bramó una voz a sus espaldas.

-¡Oh, no! -masculló Harry.

El pelinegro tomó la mano de Annie mientras los cuatro se daban la vuelta.

Vieron al profesor Slughorn, que llevaba un grotesco sombrero de piel y un abrigo con cuello de piel a juego. Sostenía en la mano una gran bolsa de piña confitada y ocupaba al menos una cuarta parte de la tienda.

-¡Ya te has perdido tres de mis cenas, Harry! -rezongó Slughorn, y le dio unos golpecitos amistosos en el pecho-. ¡Pero no te vas a librar, amigo mío, porque me he propuesto tenerte en mi club! A la señorita Granger le encantan nuestras reuniones, ¿no es así?

-Sí -asintió Hermione, obligada-. Son muy...

-¿Por qué no vienes nunca, Harry? -inquirió Slughorn.

-Es que he tenido entrenamientos de quidditch, profesor -se excusó.

-¡Espero que ganes tu primer partido después de tanto esfuerzo! Pero un poco de esparcimiento no le viene mal a nadie. ¿Qué tal el lunes por la noche? No me dirás
que van a entrenar con este tiempo...

-No puedo, profesor. El lunes por la noche tengo... una cita con el profesor Dumbledore.

-¡Nada, no hay manera! -se lamentó Slughorn con gesto teatral-. ¡Está bien, Harry, pero no creas que podrás eludirme eternamente!

El profesor les dedicó un afectado ademán de despedida y salió de la tienda andando como un pato, sin fijarse en Ron ni Annie.

-Bueno.. -dijo Annie mirando el expositor- ¡plumas de azúcar!

La castaña se acercó al expositor y tomó unas cinco plumas de distintos colores. Harry sonrió al verla tan emocionada, le recordaba a cuando eran más pequeños.

Una vez Annie terminó sus compras, se dirigieron a Las Tres Escobas, para tomar algo y resguardarse del frío. El frío les quemaba la cara por lo que apresuraron el paso. En cuanto pasaron por la puerta del local, un ambiente cálido los inundó.

-Iré por las cervezas -dijo Harry aproximándose al mostrador. Annie, Hermione y Ron fueron directo a una mesa desocupada, donde se deshicieron de los abrigos y bufandas.

-El frío está horrible -dijo Annie acomodándose el cabello.

-Se nota. Tu nariz está roja -dijo Ron divertido.

Annie se llevó una mano a su nariz, para calentarla un poco.

-Debimos habernos quedado en el castillo -dijo Harry que acababa de llegar y repartía las cervezas de mantequilla.

-Me hubiera quedado en mi cama -suspiró Annie. Se acercó a su abrigo y extrajo el monedero, contó unas monedas y se las extendió a Harry.

-¿Qué? -preguntó el pelinegro.

-Ten. Por la cerveza.

Harry la miró con ojos entrecerrados.

-No tienes que pagarme nada.

-Claro que sí. Es mí cerveza.

-Pero yo quiero comprártela -debatió Harry. No sabía cuántas veces habían tenido aquella discusión a lo largo de los años. Harry siempre pagaba sus bebidas o comidas, alegando que era un regalo y que ella guardara el dinero para algo que le guste. Apreciaba el gesto, pero no quería depender de nadie.

-Harry.. -se quejó Annie.

Ron y Hermione sentían que volvían a segundo año en la heladería del Callejón Diagon.

Después de que Annie insistiera y Harry siguiera sin aceptar el dinero, hablaron un rato en lo que se acababan las bebidas, y caminaron de regreso al castillo.

Frente a ellos, estaban Katie Bell y su amiga, que al parecer estaban discutiendo.

-¡No es asunto tuyo, Leanne! -exclamó Katie, antes de que ambas desaparecieran tras un recodo del camino.

En cuanto doblaron, observaron como Katie y su amiga forcejeaban con el paquete, y al final cayó al suelo.

De inmediato, Katie se elevó por los aires, pero no como había hecho Ron (cómicamente suspendido por un tobillo), sino con gracilidad y con los brazos extendidos, como a punto de echar a volar. Sin embargo, en su postura había algo extraño, algo estremecedor... La ventisca le alborotaba el cabello y tenía los ojos cerrados y el rostro inexpresivo. Annie se detuvo, asustada.

Entonces, cuando estaba a casi dos metros del suelo, Katie soltó un chillido aterrador y abrió los ojos. Sin duda lo que veía o sentía le producía una tremenda angustia. No paraba de chillar. Leanne empezó a gritar también, y la agarró por los tobillos intentando bajarla al suelo. Annie se acercó inmediatamente tratando de ayudar. Al final, Ron y Harry pudieron atrapar a Katie cuando se les vino encima. Se retorcía violentamente y apenas lograban sujetarla. La tumbaron en el suelo, donde la muchacha siguió revolcándose y chillando, como si no reconociera a nadie.
Harry miró alrededor; el lugar parecía desierto.

-¡No se muevan de aquí! -ordenó en medio del viento huracanado-. ¡Voy a pedir ayuda!

Annie se echó al suelo y trataba de contener los espasmos, sin éxito. Esperaba que Harry se apresurara, pues estaba muy asustada.

-¡Apártense! -ordenó el guardabosques-. ¡Déjenme verla!

Hagrid había llegado rápidamente.

-¡Le ha pasado algo! -sollozó Leanne-. No sé qué...

Hagrid miró a Katie y luego, sin decir palabra, se agachó, la levantó en brazos y echó a correr hacia el castillo. A los pocos segundos, los desgarradores gritos de Katie se habían apagado y sólo se oía el bramido del viento. Hermione abrazó a la compungida amiga de Katie.

-Te llamas Leanne, ¿verdad?

La chica asintió con la cabeza.

-¿Ha pasado de repente o...?

-Ha ocurrido cuando se abrió el paquete -gimoteó Leanne, y señaló el empapado envoltorio de papel marrón que había en el suelo; se había abierto un poco y dejaba entrever un destello verdoso.

Ron se agachó para tocarlo, pero Harry le sujetó el brazo.

-¡Ni se te ocurra tocarlo! -le advirtió, y se agachó a su vez junto al paquete: un ornamentado collar de ópalos asomaba por el envoltorio-. Lo he visto antes -comentó. Annie también lo recordó-. Fue expuesto en Borgin y Burkes hace mucho tiempo y la etiqueta ponía que estaba maldito. Katie debe de haberlo tocado. -Miró a Leanne, que había
empezado a temblar-. ¿Cómo llegó a manos de Katie?

-Por eso discutíamos. Volvió del lavabo de Las Tres Escobas trayendo el paquete y dijo que era una sorpresa para alguien de Hogwarts y que tenía que entregárselo. Cuando lo dijo estaba muy rara... ¡Oh, no! ¡Ahora lo entiendo! ¡Le han echado una maldición imperius, y no me di cuenta! -Rompió a sollozar de nuevo.

Annie acarició su espalda, en un intento de consolarla.

-No... no quiso contármelo... Y yo le dije que no fuera estúpida y que no lo llevara al colegio, pero ella se negaba a escucharme y... y entonces intenté quitárselo... y... y... -Emitió un gemido de desesperación.

-Será mejor que vayamos a Hogwarts -propuso Hermione sin dejar de abrazar a la desdichada chica-. Así sabremos cómo se encuentra Katie. Vamos...

(...)

-¿Y bien? -dijo McGonagall con brusquedad-. ¿Qué ha sucedido?

Con voz entrecortada y haciendo pausas para dominar el llanto, Leanne contó que Katie había vuelto del lavabo de Las Tres Escobas con un paquete en las manos, que a ella le había parecido un poco raro y que habían discutido sobre la conveniencia de prestarse a entregar objetos desconocidos, de modo que al final la discusión había culminado en un forcejeo y el paquete se había abierto. Al llegar a ese punto, Leanne estaba tan abrumada que no hubo manera de sonsacarle una palabra más.

-Está bien -dijo la profesora, comprensiva-. Leanne, sube a la enfermería, y que la señora Pomfrey te dé algo para el susto.

Cuando la muchacha abandonó el despacho, McGonagall se volvió hacia los otros cuatro.

-¿Porqué siempre que pasa algo, tienen que estar ustedes cuatro?

Ninguno respondió por lo que McGonagall negó.

-¿Qué ocurrió cuando Katie tocó el collar?

-Se elevó por los aires -contestó Harry adelantándose a sus amigos-. Luego se puso a chillar y al final se desplomó. Profesora ¿puedo hablar con el profesor
Dumbledore, por favor?

-El director se ha marchado y no volverá hasta el lunes, Potter.

-¿Que se ha marchado?

-¡Sí, Potter, se ha marchado! -repitió la profesora con tono cortante-. Pero cualquier cosa que tengas que decir relacionada con este desagradable incidente puedes confiármela a mí.

-Creo que Draco Malfoy le dio ese collar a Katie, profesora.

Annie miró a Harry, intrigada.

-Ésa es una acusación muy grave, Potter -manifestó la profesora McGonagall tras un momento tenso-. ¿Tienes alguna prueba?

-No, pero... -Y le contó que habían seguido a Malfoy hasta Borgin y Burkes y la conversación que le habían oído mantener con Borgin.
Cuando hubo terminado, McGonagall parecía un tanto desconcertada.

-¿Malfoy llevó algo a Borgin y Burkes para que se lo repararan?

-No, profesora, sólo quería que Borgin le explicara cómo reparar esa cosa. No la llevaba consigo. Pero no se trata de eso; lo que importa es que ese mismo día compró algo en la tienda, y creo que era ese collar.

-¿Vieron a Malfoy salir de la tienda con un paquete parecido?

-No, profesora, él le dijo a Borgin que se lo guardara en la tienda...

-En realidad -lo interrumpió Hermione-, Borgin le preguntó si quería llevárselo, y Malfoy contestó que no...

-¡Pues claro, porque no quería tocarlo! -saltó Harry.

-Lo que dijo fue: «¿Cómo voy a ir por la calle con eso?» -le recordó
Hermione.

-Hombre, habría quedado como un imbécil con un collar puesto -intervino Ron.

-¡Ron! -se desesperó Hermione-. ¡Se lo habría llevado envuelto para no tocarlo, y no le habría costado esconderlo debajo de la capa para que nadie lo viera! Yo creo que esa cosa que reservó en Borgin y Burkes hacía ruido o abultaba mucho; debía de ser algo que habría llamado la atención por la calle. Y de cualquier modo -
insistió, adelantándose a las objeciones de Harry-, yo le pregunté a Borgin acerca del collar, ¿no se acuerdan? Lo vi en la tienda cuando entré para averiguar qué le había pedido Malfoy que le guardara. Y Borgin se limitó a decirme el precio, pero no me dijo que ya estuviera vendido ni nada parecido...

-Ya, pero fuiste muy poco sutil y él se dio cuenta de tus intenciones. Es lógico que no te dijera nada... Además, Malfoy pudo enviar a alguien a buscarlo más
tarde...

-¡Ya basta! -se impuso la profesora cuando Hermione, enfadada, se disponía a replicar-. Potter, te agradezco que me hayas contado esto, pero no es posible acusar al señor Malfoy únicamente porque visitó la tienda donde tal vez se comprara ese collar. Podríamos acusar de lo mismo a centenares de personas.

-Eso mismo dije yo -murmuró Ron.

-Además, este año hemos instalado rigurosas medidas de seguridad. Dudo mucho que ese collar haya entrado en este colegio sin nuestro conocimiento.

-Pero...

-Es más -prosiguió McGonagall, adoptando un tono inapelable-, hoy el señor Malfoy no ha ido a Hogsmeade.

Harry la miró boquiabierto y se desinfló de golpe.

-¿Cómo lo sabe, profesora?

-Porque estaba cumpliendo un castigo conmigo. Ya van dos veces seguidas que no entrega sus deberes de Transformaciones. De modo que gracias por comunicarme tus sospechas, Potter -añadió al pasar por delante de los muchachos-, pero tengo que subir a la enfermería para ver cómo evoluciona Katie Bell. Que tengan un buen día.



capítulo laaargo

este cap es para agradecerles por los 2K de votos en la historia ♡

Asi que

Maratón 1|?

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