Forelsket » Muke

By AnonymousWriders

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La monarquía forja sus vidas, pero la rebeldía del príncipe Michael lo lleva a conocer mucho más, como la euf... More

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∞👑Saga Almas👑∞
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«Capítulo sexto: Destrucción. »
« Capítulo séptimo: Lo intentaré.»
« Capítulo octavo: Luz de mis ojos.»
« Capítulo noveno: No, Luke »
« Capítulo décimo: Intento fallido»
« Capítulo décimo primero: Simone»
« Capítulo décimo segundo: Responsabilidad»

« Capítulo cuarto »

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By AnonymousWriders

El príncipe Michael sonrió con burla cuando vio, en las puertas del palacio, como su consejero real y a la vez mejor amigo, llegaba jadeante hasta el final de uno de los corredores. Seguramente, fue demasiado tarde cuando notó la ausencia del príncipe en una importante reunión con el arzobispo, algunos condes, duques y marqueses con grandes territorios bajo su poder.

—¡Príncipe! —gritó jadeando Sir Harry, utilizando el poco aliento que aún quedaba en su cuerpo

—¡Quizás nos veamos mañana, Harry! —se despidió con aquella sonrisa llena de burla, para luego darle la orden a su caballo de que continuara con el galope veloz.

Le preocuparía desaparecer en instancias tan importantes como esa cuando su título de heredero legítimo al trono estuviese en peligro, pero la verdad es que con la ausencia de hermanos y primos directos, nadie podría ocupar su lugar, así que su rebeldía dominaba cada una de sus decisiones, pactos y protocolos.

👑

El príncipe Luke sonrió con dulzura a los niños que abrían su camino por las calles del reino. La verdad es que él, a diferencia de su padre y otras figuras reales como su hermana, amaba pasar su tiempo en el reino, con la gente que con completa confianza exponía sus demandas acerca de mejorar su calidad de vida, donde compartían el mismo odio que cargaba él desde su primera coronación.

La iglesia.

La religión lejos de unir al mundo, Luke creía que lo destruía. El cuerpo de arzobispos, cardenales y las figuras que representaban la palabra de Dios, lejos de compartir el buen mensaje de solidaridad, eran cegados por las ansias de conquistar el mundo con la misma creencia, manipulando la corona a su conveniencia porque financiaban la gran mayoría de sus acciones.

Muchos habitantes de sus tierras compartían sus pensamientos. Los impuestos que cobraba la iglesia cada vez eran más extremos y altos, en los consejos reales el arzobispo exigía una expansión del territorio hacia las islas de Nueva Zelanda, idea que Luke rechazaba a toda costa cuando apenas la iglesia donaba dinero para las necesidades del pueblo y querían invertir en hombres que posiblemente morirían, y más tierras de las cuales hacerse responsable.

Calum le había solicitado con amabilidad y la confianza que los unía como amigos, a que por favor fuera responsable y llegara a tiempo a la prueba de su traje para la fiesta de su cumpleaños que se celebraría aquel domingo. Aún quedaban 5 días y todo el palacio era un caos para la fiesta en honor a su hermana y él.

Luego de pasar por algunas de las calles más pobladas del reino, decidió visitar las tierras de agricultura, donde verdes plantaciones lo saludaban. Al príncipe Luke le encantaba como el viento golpeaba su rostro y despeinaba sus rubios cabellos que estaba dejando crecer lentamente. Se sentía fresco, renovado y como todas aquellas negativas energías y pensamientos, abandonaban su cuerpo.

Al atardecer, decidió terminar su camino galopando por una colina llena de árboles, donde conocía que en cierto punto, existiría un río que pasaba por su ladera.

Los rayos de sol golpearon su rostro y sonrió sintiendo la calidez. Sin embargo, un impulso lo hizo bajar su rostro y avistar el río, donde en una de sus orillas se ubicaba una solidaria tienda y había una fogata, además de una figura masculina que le daba las espaldas mientras fileteaba un pescado.

Curioso y porque su corcel estaba sediento, decidió bajar la colina para poder llegar hasta el río. El sonido de las herraduras de Cyrhus, golpeando las piedras húmedas a pesar de su lenta marcha, no pasaban desapercibidas por nadie, así que a medida que se iba acercando, aquel hombre se ponía más alerta y cuando Luke bajó del caballo, finalmente la mirada del hombre se elevó.

Luke observó el cabello negro como la tinta del desconocido, para luego fijarse en el tono pálido de su piel. Sus ojos se detuvieron en aquella mirada verde. Aquel hombre le parecía demasiado familiar y podía notarlo, pues el desconocido tenía su boca un tanto abierta, quizás por la sorpresa de toparse en lo alto de su cabeza una corona de oro, con incrustaciones de diamante.

—No te espantes, no espero ningún trato especial por el título que  poseo —de inmediato captó quizás cierta incomodidad del desconocido con rasgos familiares.— Soy el príncipe Luke Robert Hemmings del reino de Macquaire. ¿De casualidad nos hemos visto en algún lugar?

El hombre pelinegro se puso de pie y realizó una fugar reverencia, aprovechando el tiempo para inventar una muy buena historia y excusa.

—¿No cree que es peligroso ir como príncipe, sin compañía, por los lugares menos poblados de su reino? —preguntó con curiosidad el pelinegro, intentando ganar tiempo. No quería desilusionarse.

—No. Mi reino debe proteger a quien, algún día, los gobernará —respondió Luke, echándole un vistazo a Cyrhus quien estaba demasiado ocupado en el río hidratándose.— Disculpe a insistencia, pero ¿podría contestar mi inquietud? usted se me hace extrañamente familiar.

—Lo dudo, soy un incomprendido de donde vengo —respondió Michael con una sonrisa, recordando el rostro de Sir Harry cuando lo vio escaparse, una vez más, del palacio. Aquello había sido el día anterior y estaba seguro que habían desplegado ya una brigada de búsqueda, aunque seguramente su padre no estaría ni una pizca de interesado en su paradero.

—¿Entonces es de un reino vecino? Pues por su acento y su apariencia, dudo que provenga de mis tierras. Generalmente aquí la exposición solar es demasiada y los tonos de mis  ciudadanos son más acaramelados, no como su tono que es lechoso. Lamento si le incomoda mi observación, pero me causan curiosidad los visitantes.

Aquel no era el Luke que recordaba Michael. Se había dejado de ver hace 3 años y ya en su sistema no conversaba ni una pizca de timidez. La seguridad en sí mismo era demasiado visible, como también la confianza que entregaba de inmediato. Michael pensaba que ante las exigencias que Luke sufría de su padre, sería un rey que solo se queda en el palacio, ignorando las demandas de la gente. Era una gran sorpresa ver la metamorfosis del niño que alguna vez había conocido y continuaba en contacto a través de correspondencia, que era muy diferente a hablar cara a cara.

Sin embargo, Michael no quería que Luke se enterara de su verdadera identidad. Quería seguir siendo testigo de la personalidad sorprendente de Luke.

—Soy de un reino vecino, del cual no estoy muy conforme con su forma de gobernar. Mi nombre es Harry, lamento no hacer una presentación como debiese ser —se disculpó Michael, elevado su mano para estrecharla con Luke, quien asintió a sus palabras. Para nada mostró una mueca de asco al tocar sus manos con resto de sangre de pescado o que estuvieran viscosas.

—¿Puedo sentarme? He estado cabalgando por una hora y mis piernas están acalambradas —consultó Luke. Michael asintió, dándole un lado del gran tronco donde estaba destripando a su cena. Para ser príncipe, amaba estar al aire libre y valerse por si mismo.— Algunos reinados no pueden gobernar con completa libertad porque los fondos los provee la iglesia, llena de aquellos arzobispos y cardenales que lo único que quieren ver es sangre arder y el Vaticano tapizado en oro a costa de creyentes desesperados por la salvación divina ante la desgracia terrenal.

Michael no pudo ignorar el desprecio con el que Luke se dirigía a la iglesia, opinión muy similar a la de él. Odiaba como el maldito arzobispo le daba un sermón cada vez que lo encontraban con alguna dama de compañía en su habitación luego de una fiesta. Siempre le reprendían que debía cuidar su nombre y que las damas no podían quedarse a dormir, que era una pésima imagen para él como príncipe, ¿pero para las damas? era como desecharlas luego de realizar su cometido, una decisión compartida vale puntualizar. Él no era quien para tratar así a una persona, aunque fuera el mismísimo rey.

—No lo sabía —volvió a mentir Michael, viendo hipnotizado las llamas de su fogata, donde más temprano que tarde, comenzaría a asar su cena.— aunque eso explica muchas cosas.

—La verdad es que la iglesia es la culpable de muchas guerras innecesarias y de la pobreza —confesó Luke, para luego ver como el cielo estaba oscuro. El sol se había escondido por completo y en cualquier momento la luna lo saludaba. Debería marcharse.— Fue un gusto conocerte Harry, pero la verdad es que debo irme. Espero que tu cena y tu estadía en el reino sean de tu agrado.

Luke se puso de pie y caminó hasta el río donde lavó sus manos, mojó su rostro y bebió algo de agua bajo la atención de Michael, cosa que no notó. Se levantó y tomó a Cyrhus para luego montarlo.

—Fue un gusto conocerlo príncipe —le hizo una reverencia Michael.— Si gusta, puede volver mañana. Fue muy interesante esta charla —dijo con sinceridad Michael. Luke asintió con una sonrisa y se puso a cabalgar, subiendo otra vez la colina.

Michael esperaba que la brigada, se demorara días en encontrarlo.

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REENCUENTRO DE LOS BABYS

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