Recuerdos de las Sombras Tomo...

By LyanMoon

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Con un pasado confuso y un presente lleno de secretos, la cazadora de demonios Adalid se vera envuelta en una... More

De la autora para el lector
Prologo
Capitulo 1 Nuestro primer encuentro
Capitulo 2: "Lo que pareció un sueño"
Capitulo 3: Viajero perdido
Capitulo 4: Recuerdos
Capítulo 5: los libros hablan
Capítulo 6: Sarem
Capitulo 7: Cristales humanos
Capitulo 8: Verdades a medias
Capitulo 9: ¿Nuevos amigos?
Capitulo 10: brillo solar, maldición lunar
Capítulo 11: Sueños
Capitulo 12: encontrando viejos amigos, atrayendo nuevos enemigos
Capitulo 13: mentiras verdaderas
Capitulo 14: Tormentas
Capitulo 15: el espejo del río
Capitulo 16: al otro lado del espejo
Epílogo

Capitulo 17: Búsqueda

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By LyanMoon

Todo había sucedido muy rápido...

Hacia solo momentos antes Adalid y Arurak se encontraban peleando por el desayuno como niñas pequeñas mientras Michaela y Odrac bromeaban acerca de la grasa corporal que les haría engordar en los próximos días.

Todo parecía normal casi como cualquier mañana, hasta que llamaron a la puerta.

-Iré a ver quién es-dijo Adalid

Cuando la chica se dirigió a la puerta y abrió por primera vez, por un segundo, un silencio sepulcral reino en la casa, un silencio cargado de tensión.

-¡¿Qué?!

-¿Así es como recibes a tus invitados?-pregunto una voz femenina

--¿¡Que haces aquí?!-grito Adalid con tal fuerza que todos en casa escucharon el bullicio en la entrada

-No soy quien tú piensas-dijo la mujer lagarto sin alterar la voz

-¡Como si fuera a tragarme eso!

Arurak sintió como los vellos de la nuca se le erizaban, se volvió hacia Michaela para confirmar su preocupación y ella, de modo silencioso asintió.

-¿Cree que todo esté bien señora Michaela?-pregunto Arurak en un susurro

La mujer meneo ligeramente la cabeza afirmando de modo negativo y con total sigilo las dos féminas se acercaron lentamente hacia la sala de estar para contemplar mejor lo que sucedía en la entrada principal.

Arurak fue la primera en asomar la cabeza desde un extremo del estante de libros que separaba a la sala del comedor, al ver que nadie advertía su presencia, se acerco mas a la sala de estar, con Michaela siguiéndola muy de cerca

Lo único que la chica contemplo fue a su amiga en posición defensiva delante de una mujer de mediana edad con camiseta de tirantes color lavanda y un pantalón de mezclilla.

-¿Que sucede?-pregunto Arurak asomando la cabeza desde la sala

-¡Vuelve adentro!-Ordeno Adalid

Sorprendida ante la firmeza de sus palabras, Arurak retrocedió un unos cuantos pasos hasta donde se encontraba Michaela

-¿Que sucede?-pregunto la mujer

Arurak estaba temblorosa.

-¡Niña mírame!-ordeno Michaela- ¿Qué es lo que ocurre allá?

Antes de que Arurak pudiera responderle, una brisa fresca comenzó a invadir la sala, primero de forma tenue hasta aumentar de manera gradual su intensidad.

Sin pensarlo dos veces, Michaela se dirigió a la entrada seguida Arurak, sin embargo su paso fue frenado al contemplar como su hija quedaba envuelta en un torbellino de energía generado por una mujer de ojos azules con pupilas reptiles que yacía en el marco de la puerta principal.

-¡Adalid!

-¿Que...que sucede?-pregunto la chica adormecida

-No te preocupes, volverás pronto-aseguro la mujer con ternura

Michaela se acerco hacia el torbellino con desesperación, sin embargo, antes de que ella pudiera siquiera rozar aquella energía, su hija y la extraña mujer desaparecieron cual polvo arrastrado por el viento, todo quedo en silencio.

Cuando las dos mujeres desaparecieron, Arurak comenzó a sentir ardor en la palma de su mano. En un principio la chica pensó que se debía a la tensión que sus puños habían generado al contemplar como su amiga se desvanecía frente a ella y su madre, sin embargo, mientras Arurak movía su mano para que la sangre fluyera de manera normal el ardor se intensifico y comenzó a extenderse hacia su brazo hasta alcanzar su hombro lo cual conllevo a que su garganta y pulmones se desgarraran debido a los gritos que ya no era capaz de contener.

-¡Quema! ¡Quema!-gritaba Arurak colapsando en el suelo y sujetando su brazo.

Michaela corrió de inmediato a su lado e intento inmovilizarla, pero los movimientos de la chica eran demasiado bruscos para contenerla por si sola.

-¡Odrac!

El monje apareció como un rayo en la sala e inmediatamente reviso a la chica con la mirada para encontrar el origen del problema.

-Suéltala-ordeno a Michaela

La mujer obedeció y soltó las muñecas de Arurak, dejándola que nuevamente usara su mano libre para intentar apartar el ardor que invadía su brazo.

A pesar de los movimientos desesperados de Arurak por desaparecer el dolor y ardor, Odrac se percato de que la extremidad de donde aparentemente provenían sus molestias, había un punto de luz multicolor que sobresalía de la palma de la mano de Arurak.

Con calma, Odrac se acerco a ella mientras hacía que su aura inundara la habitación seguido del relajante aroma de la albahaca.

-Necesito tomar tu mano para revisarla más de cerca-dijo Odrac con calma mientras miraba a Arurak a los ojos

La joven asintió y extendió su mano con dificultad, el monje sujeto su muñeca con delicadeza y la reviso con sumo cuidado.

El punto multicolor en su palma no parecía ser una creación de energía pues no se notaba el diminuto espacio de aquella esencia áurica y la piel de Arurak.

Con cuidado, Odrac posa su dedo índice en el punto de energía multicolor, es extraño pues hay una superficie solida y fría en lugar del tejido cutáneo de la joven.

Al hacer contacto, Odrac se percata del ligero gesto de dolor dibujado en el rostro de Arurak por lo cual envuelve su mano en las suyas y deja fluir su energía verde pasto hasta crear un vendaje similar a la seda.

Al sentir como la energía del monje mitiga el ardor en su brazo, Arurak suspira de alivio

-Interesante.-dice Odrac sin dirigirse a nadie en particular

Sin embargo, cuando el monje golpea suavemente aquella superficie fría y solida, los ojos de la chica se iluminan de la misma manera multicolor que dicha superficie

-"Encuentren el Espejo y derroten a la Guardiana"-dice de pronto Arurak

Odrac y Michaela se miran el uno al otro y arquean las cejas a modo de pregunta silenciosa, sin embargo, antes de que alguno de ellos se atreva a articular en voz alta es Arurak quien habla primero

-Eso fue lo que Jarabe me dijo

-¿Jarabe?-pregunta la pareja al unisonó

-Es...bueno, supongo que es el nombre de la criatura que me dio esto-dice Arurak extendiendo su mano donde yace la perla que ha recuperado su típico color blanco

-Jovencita-comenzó Odrac con calma- ¿Te importaría decirnos que es lo que sabes respecto a lo que acaba de suceder?

-Sí. No. Bueno, es largo de contar y, la verdad no estoy segura de que sea buena idea contárselos-admitió la chica con timidez

Al escuchar esas palabras, la tez pálida de Michaela se volvió tan roja como un tomate fresco y en menos de un segundo, Arurak salió disparada del suelo al techo y viceversa y del suelo a estar de espaldas a la pared más cercana de la habitación con Michaela sujetándola del cuello

-¡Escucha bien maldita mocosa, sino comienzas a hablar te arrancare esa perla con todo y tu mano! ¡¿Has entendido?!

-Por favor...Tiene que entender- dijo Arurak mientras tosía

Michaela hace presión en el cuello de la chica provocando que su rostro se vuelva tan rojo como el ketchup y sus ojos estén al borde de salirse de sus órbitas

-¡Suficiente!

El aura de Odrac se torna de un verde oscuro que cubre sus brazos y rostro como venas luminiscentes similares a los colores neón de las luces de discoteca y el aroma de albahaca es reemplazado por el nauseabundo olor de fruta podrida que va aumentando conforme Michaela intenta hacer más presión en el cuello de Arurak, sin embargo la mujer no es capaz de ignorar por más tiempo aquella peste por lo cual genera una leve onda expansiva con su aura provocando que las ventanas de la residencia se abran y dejen entrar el aire fresco

-¡Suéltala!-ordena Odrac mientras su aura cobra un color aun más oscuro y el olor se vuelve insoportable

Un silencio sepulcral seguido de una fuerte tensión se hace presente en la habitación.

-Michaela. Si quieres encontrar a tu hija, es mejor que sueltes a Arurak

-Mm ¿Por qué debería hacerte caso?-pregunta la mujer en tono altanero

-Adalid no te perdonaría dañar a más de sus seres queridos-responde Odrac de modo gélido

Sus palabras han sido como un golpe para su orgullo.

Michaela contempla a la joven que está entre sus manos al borde de la asfixia y luego al monje que yace a sus espaldas de modo imparcial, listo para hacer lo que sea necesario para frenar su ira.

La mujer siente como su flujo sanguíneo arde en sus venas y el corazón le martillea la caja torácica. Sabe que Odrac tiene razón.

-De acuerdo. La dejare hablar-dice mientras retira sus manos del cuello de la chica

Arurak se desploma en el suelo e inhala y exhala grandes bocanadas de forma desenfrenada en un vago intento para recuperar el aliento, mientras Odrac toma a Michaela por los hombros y la aleja de ella con cuidado hasta sentarla en el sofá blanco que yace cerca de la entrada principal de la residencia.

-Muy bien pequeña. Te escuchamos-dice Odrac con amabilidad

Arurak nerviosa se recarga en la pared color hueso cerca de la ventana con los brazos cruzados se aclara la garganta y contempla a la pareja durante un instante.

-Supongo que debo comenzar por el inicio ¿verdad?-pregunta Arurak de forma meditabunda

-Solo dinos lo que sabes de esto pequeña-dice Odrac de manera dulce

Arurak deja escapar un pesado suspiro y medita las palabras del monje durante un instante

-¿Lo que yo sé?

-Así es.

-Creo que ha tenido algo que ver con esto-dice mostrando la palma de su mano donde yace la blanca perla

-Explícate-exige Michaela

-Le seré honesta señora, no sé quien sería la mujer que se llevo a mi amiga, pero sé que no es coincidencia su aparición pues esta madrugada en el Reino de los Sueños me advirtieron de que un peligro estaría próximo a nosotros.

De pronto la tierna voz de Jarabe llega a los oídos de la chica, rogándole que no diga una palabra más pues ha hecho un juramento sobre no hablar de la perla y la charla que entablaron horas antes.

-Lo lamento Jarabe, pero ellos deben saberlo-Pensó Arurak

Sin embargo, antes de que el ente pueda responder a la secreta charla mental, la joven es sacada de su ensimismamiento

-Oh, ¿Lo sabías y no te tomaste la molestia de decírnoslo? ¡Vaya amigas que tiene mi hija!

-Michaela déjala hablar.-dice Odrac con tono autoritario

Arurak asiente como respuesta ante la intervención del monje y prosigue con su explicación.

La pareja permanece atenta a cada una de sus palabras, pero les es imposible ocultar su sorpresa ante el hecho de que alguien tan joven como ella ha conseguido materializar un objeto que había permanecido en el Reino de los Sueños y más aun que lograra mantenerlo como un objeto del mundo real, pero lo que más les extraño fue aquella criatura con el nombre de postre le había dicho a la joven horas antes del incidente.

-"La maldad ronda entre ustedes"-repitió Odrac de manera pensativa

-¿Sabes a que pueda referirse?-pregunto una más calmada Michaela

-No. Su cuerpo astral desapareció antes de decirme la respuesta-respondió la chica con irritación

-¡Maldición! ¿Entonces como contactamos con él? No sabemos cómo es su forma física

-Bueno, aun está la opción de buscarlo en el Reino de los Sueños-convino Arurak de manera tímida

-Mm, buscarlo en los sueños. Interesante-dijo Odrac

- ¿Y sabes cómo hacerlo?-pregunto Michaela

Arurak guardo silencio durante unos segundos, como si intentase recordar algo, sin embargo, la  mirada de la mujer no ayudaba mucho para su concentración.

-¿Y bien?-insistió

-Si.- respondió Arurak con firmeza

-De acuerdo, solo dinos que necesitas y comenzaremos de inmediato-convino un aliviado Odrac

-No es tan sencillo. Debo esperar a la noche para poder buscarlo en el Reino de los Sueños

-¿Por qué?-pregunto la pareja

-Primeramente porque no sabemos si su forma física se encontrara dormida ahora o en si lo estará en algún momento del día. Si entro y no esta entonces solo desperdiciaríamos tiempo.

La pareja medito por un momento sus palabras, sin embargo, con solo ver el ceño fruncido de Michaela, podía hacerse a la idea de las palabras que la mujer usaría como desaprobación, pero de algún modo Arurak no se molestaban ante tal hecho pues sabía de antemano que si ella estuviese en su lugar haría todo lo posible e incluso lo imposible con tal de encontrar a su hija.

Pero Odrac era otro asunto. Si bien la chica no conocía tanto al monje como su amiga, Arurak no podía imaginarse en sus cortos años de vida que alguien, fuese monje o no, conservara la calma ante un secuestro normal o paranormal.

Ese hombre era todo un misterio.

-Bueno. Tenemos mucho que hacer mientras la noche cae de nuevo-afirmo Michaela

-¿Cómo qué?-pregunto Odrac

-Entrenaras a los discípulos mientras yo busco pistas. Y tú te quedaras a cuidar la casa-dijo la mujer en tono autoritario mientras señalaba al monje y a la chica de modo simultaneo

-Pero Adalid...

Arurak estuvo a punto de protestar, pero Odrac le indico con la mirada que midiera sus palabras antes de continuar, sin embargo, fue Michaela quien quebranto la breve charla silenciosa entre los presentes

-Adalid puede cuidarse sola. Además no pienso frenar mis planes solo por ella tuvo un desliz -responde la mujer con tono firme

-Entonces...¿Cuáles serán mis obligaciones mientras ustedes se ausentan hasta la noche?-pregunta Arurak con cautela intentando aparentar tranquilidad

-Las mismas que todos los niños humanos. No abras a nadie si llaman a la puerta, cuando prepares comida lava los platos que uses y si llegas a salir a la tienda recuerda llevarte el juego de llaves que están en el escritorio y cerrar bien. Oh y cuando salgas verifica que nadie te siga al ir y venir de la tienda-responde Michaela con calma mientras su mirada yace meditabunda hacia la nada

-¿Es todo?

-Supongo que no-dice Michaela mientras chasquea sus dedos y menos de un segundo sus ropajes humanos, se desvanecen y dan paso a un hermoso vestido de tirantes de color dorado con un cinturón de cuero brillante donde yacen dos dagas de un color similar al cobre.

-Hay algo más-dice Odrac mientras cruza la pequeña sala para reunirse con Michaela en la entrada

-¿Qué cosa?

Odrac chasquea sus dedos provocando que unas motas de colores azules broten de las yemas de estos creando pequeñas esferas de luz, acto seguido, el monje sopla con delicadeza sobre ellas haciendo que estas se disuelvan hasta crear un humillo azul que avanza hacia la pared que divide el baño con el cuarto de trabajo y penetren en la misma.

Durante un segundo no parece ocurrir nada, sin embargo un golpe seco llama la atención de Arurak.

-Sera mejor que retrocedas un poco

Antes de que la chica pudiera articular palabra, Michaela se acerco a ella y la jalo hacia el dintel de la puerta principal

El golpe seco se repite y la pintura blanca comienza a descascararse con rapidez dejando al descubierto el concreto, sin embargo este se derrite hasta convertirse en un liquido burbujeante grisáceo que se extiende un metro y medio de largo y medio metro de ancho hasta crear una puerta de caoba pulida como si esta siempre hubiese estado allí.

Odrac dejo al descubierto su aura de tonos verdes y azules en todo su cuerpo y la catalizo hacia su mano derecha creando una pequeña esfera de energía de diversos tonos de dichos colores, acto seguido, coloco la esfera justo en medio de la puerta, provocando que esta rechinara un segundo y la fina madera de caoba se viese envuelta en diversas líneas delgadas y a la vez regordetas -cómo las venas de nuestro cuerpo-, al cabo de unos segundos la puerta se abrió y dio paso a un dintel oscuro con un débil titilar en el fondo -Sígueme-ordeno Odrac con tono amable

Arurak se vuelve hacia Michaela intentando articular palabra pero la mujer asiente de manera silenciosa para que siga al monje al interior de aquella puerta

Sin musitar palabra, la chica responde con el mismo gesto y se posiciona detrás de Odrac antes de que este chasquee nuevamente los dedos y cree pequeñas llamas blancas danzarinas en la punta de estos y se internaron en la oscuridad.

A pesar de las flamas del monje iluminan aquel pasillo, por un segundo Arurak sintió que recorrió aquel lugar durante bastante tiempo, pero no fue sino hasta que la momentánea y cegadora luz del final del túnel donde ambos se detuvieron

Ante ellos yacía un viejo sótano donde se encontraba un enorme cilindro de cristal con pequeños ductos secundarios penetrando el cristal -que le proporcionaban el aspecto de una gran telaraña- con Latne inconsciente respirando aquella humareda oscura una y otra vez. Arurak contemplo el lugar durante un momento hasta posar su mirada en el enorme cilindro de cristal donde yacía Latne; su piel estaba pálida, su corta cabellera flotaba en el agua, pero al ver sus ojos cerrados en este conjunto parecía alguien que recién había perdido la vida.

-Así que aquí ha estado-dijo Arurak sin dirigirse a nadie en particular

-Los filtros se cambian de manera automática, así que solo deberás revisar cada dos horas que el agua siga limpia y si hay alguna anomalía recuerda escribirla en la libreta que esta en el escritorio de la sala.

-Claro. ¿Pero que hago si llega a despertar?-dice Arurak de modo meditabundo

Odrac medita durante un momento sus palabras y contempla al joven antes de responder

-Es poco probable que despierte, pequeña. Aunque debo admitir que a diferencia de esta mañana, parece estar mas estable-admite el monje.

Luego de unos instantes de silencio, Odrac aparta a la chica del cristal y la guía hacia la entrada del sótano para volver a la sala de la casa. Ya estando en la habitación, el monje chasquea una vez mas los dedos haciendo que un humillo verde azulado se impregne en el dintel de la puerta de madera, toma el juego de llaves que yace en la esquina del sofá blanco y en un movimiento veloz deja al descubierto su energía para que esta lo envuelva de la misma manera que el aura de Michaela para dejar atrás su pantalón deportivo azul, camiseta y sandalias por una playera de cuello polo de color magenta y unos vaqueros oscuros que hacen juego con sus botas de combate y, desde luego un rosario tibetano de aproximadamente 200 perlas cafés atado a lo largo de su muñeca.

Ya preparado, Michaela se dirige hacia la entrada mientras él se despide de Arurak

-Volveremos cuando anochezca

-Recuerda no abrirle a nadie-dice la mujer alzando ligeramente su tono de voz

En cuanto la pareja llega a la calle y cierran el portón metálico, Arurak se dirige a la entrada y los despide con un gesto de mano para luego cerrar la puerta tras de si.

-Sera mejor que comience si quiero dormir igual que una tabla para encontrar a Jarabe

Hacia mucho frío...

Lo último que Adalid vio, fue la borrosa imagen de una alterada Arurak llamándola con todas sus fuerzas.

Adalid percibió como todo a su alrededor -fuera del torbellino he de aclarar- se desvanecía a una tremenda velocidad, sin embargo ni ella ni la fémina reptil parecían ser afectadas por dicho movimiento centrifugo, quizás se tratara de un movimiento gravitatorio, en cuyo caso de que lo sea, me disculpo- que pareció durar toda una eternidad. Lo que al inicio parecían susurros, se transformaron en gritos, y lo que se mantenía como oscuridad, comenzó a dar paso a siluetas de todas formas y tamaños, poco a poco la borrosa visión de Adalid comenzó a tomar más claridad en aquel extraño lugar; se encontraba recostada en una superficie acuosa de la cual se formaban pequeñas ondas sin embargo no había goteo por ningún lado y en las primeras capas de agua no parecía agitarse ningún tipo de movimiento salvo el de sus pies al intentar percibir de donde provenían aquellas ondas.

Adalid reviso sus ropas y cabello pensando que debería invocar un poco de su aura para secarse, pero extraña fue su sorpresa al percatarse que estaba totalmente seca

Adalid contemplo la infinita oscuridad que parecía caer sobre ella, sin embargo, al mirar su reflejo, se percato de que aquella superficie líquida y cristalina que mostraban su figura se reflejaba de manera muy tenue.

-¿Hola?

No hubo respuesta mas que la de su propio eco en aquellas aguas.

Indecisa, Adalid comenzó a caminar en linea recta con la esperanza de encontrar alguna punto referente que pudiera decirle en donde se encontraba, a los pocos pasos la joven chasqueo sus dedos y dejo que venas luminosas de color lavanda recorrieran su brazo hasta la yema de sus dedos haciendo que en un solo movimiento apareciera ante ella una flama de la misma tonalidad.

-Mejor esto que vagar a oscuras-se dijo a si misma.

Adalid camino y camino durante largo rato sin ubicar alguna salida. Desesperada hizo un nuevo intento por avanzar en aquel lugar pero a pesar de tener su luz para guiarse entre la oscuridad, esta no parecía servirle de nada pues sin importar cuanto caminara, era difícil saber si avanzaba o retrocedía en aquel extraño lugar.

A punto de rendirse y apagar su fuego, un ruido seco perturbo la acuosa superficie

-¡Hola! ¡¿Hay alguien ahí?!- grito Adalid mientras movía la flama lavanda en todas direcciones intentando ubicar el origen del ruido

La única respuesta que obtuvo fue nuevamente su eco en aquellas aguas interminables

La desesperación se hizo presente de nuevo provocando que Adalid corriera hacia adelante,- ¿o era hacia atrás?- desgarrando sus pulmones y garganta esperando que alguien respondiera sus llamados, pero todo lo que obtenía era el eco de su propia voz y el chapotear de sus sandalias mientras corría hacia ningún lugar

Arurak estaba exhausta. Había limpiado toda la casa de arriba a abajo en un intento porque el tiempo pasase volando, pero al mirar el reloj la pobre chica pensó que el universo le jugaba una broma cruel, puesto que había comenzado con las labores hogareñas casi al medio día y termino alrededor de las siete de la tarde, aun faltaba casi una hora para que anocheciera.

-Maldición. ¿Como se supone que esto ayudara?- se pregunto tirándose en el blanco sofá de la sala

Cómoda en el mueble Arurak se acomodo en el mismo hasta estar boca arriba y quedar con la vista hacia el casi blanco techo que sobre ella se alzaba, había tenido la intención de tomar uno de los CD de Adalid para animar un poco el silencioso ambiente, sin embargo el trabajo la había dejado cansada así que declino por quedarse en donde estaba, ademas, con la llegada de Michaela y Odrac seria difícil que alguno de ellos accediera a permitirle tomar alguna de las posesiones de Adalid pues hasta donde Arurak había escuchado, no tenían ninguna pista.

Envuelta por el silencio Arurak podía escuchar sus propios pensamientos con fuerza en su cabeza; las palabras que había tenido con Jarabe aquella mañana, los reclamos de Michaela, la orden de Adalid para que volviese al comedor, y el comentario de aquella mujer que se la había llevado, ¿que sentido podía tener todo eso?, era mas que ilógico, sin embargo, en los pocos años que llevaba bajo la tutela de Adalid, la joven  descubrió de manera irónica que, las cosas mas ilógicas generalmente eran las que tenían un mayor sentido cuando se pensaba bien en la situación, pero, ¿como hacerlo?

-¿Como encontrarle sentido a algo así?-se pregunto en voz alta

-¿De que hablas?-pregunto una cansada Michaela arribando a la sala

-¿Como es que Adalid y usted logran encontrar el sentido a cosas tan extrañas de este tipo de situaciones?

-Con mucha practica y paciencia.-admitió la mujer con un suspiro

El silencio que hasta hacia poco había prevalecido en aquella habitación comenzó a tornarse incómodo durante varios minutos entre las dos mujeres hasta que Odrac llego a la sala con una taza de cerámica y una tetera del mismo material en una tapadera de un plato para ensaladas como mesita improvisada.

-Debes estar cansada-dijo Odrac colocando la mesita de plástico a un lado del mueble donde descansaba Arurak para que no fuese a derramarse para luego sentarse junto a Michaela en el pequeño sofá frente a la chica

-Un poco- admitió Arurak

El silencio volvió a reinar en la habitación pero esta vez Michaela fue quien lo rompió al inclinarse sobre el percudido cojín blanco clavando su mirada sobre los ojos de Arurak.

-Escucha. Si no quieres hacer esto, lo respeto. Pero en verdad necesito localizar a mi hija y hasta donde se...tú eres la única de nuestros allegados que sabe entrar en el Reino de los Sueños, hablar con otros soñantes y manifestar lo que haya en sus reinos...

Arurak se incorporo hasta quedar frente a frente con Michaela, la tomo de las manos y con ternura respondió

-No diga nada más. Haré todo lo posible, pero necesito que ambos estén atentos a cualquier cosa.

-Dinos.

Arurak le señala al monje el único cajón que había en el escritorio de madera, acto seguido, se incorporo, se acerco hasta el mueble, tomo el pequeño perno negro en forma de S y lo abrió. En su interior yacían un saquito de piel negra regordete.

Antes de que Odrac hiciera la pregunta, la joven respondió que ese era el objeto que necesitaba por lo cual, sin decir más, el monje tomo el saquito, cerro el cajón y se lo entrego a Arurak.

La chica lo abrió y saco una piedra rosada finamente cortada en forma de una gota de agua.

-Cuando duerma necesitare que vigilen mis sueños. Esta piedra les mostrara el interior de mi mente.-dice Arurak al extender la mano de Michaela para que tome el objeto

-De acuerdo ¿y que hacemos si notamos algo anormal?-pregunta la mujer cerrando el puño donde yace la piedra

-Despiértenme.

-Bueno entonces manos a la obra-dice Odrac mientras toma la mesita improvisada y la poza en sus piernas.

-¿Que es eso?-preguntan las presentes al unísono

-Es té de manzanilla. Siempre ayuda a dormir-dice el monje

-¿Y en verdad sirve?-pregunta Arurak mientras toma la taza con el té humeante que Odrac le ofrece.

-Claro. Me ha servido para mis noches de desvelo-admite Michaela

Arurak contempla la taza por un momento y tras un breve suspiro da un gran trago al té, dejando que el agua caliente con sabor a manzanilla recorra su garganta hasta llegar a su estómago. La relajación es casi inmediata

-Estén atentos al cristal-dice la chica entre bostezos

Arurak siente los ojos pesados, su cuerpo siente como la calidez del té surte efecto poco a poco, pues la sensación del frío plástico del sofá se desvanece al igual que los susurros de la pareja, dejando como único sonido ambiental, el ritmo cardíaco y respiratorio de Arurak, sin embargo aquella "música" es reemplazada por el chapoteo del agua y suave viento.

No es sino hasta que su espalda es humedecida por el agua que Arurak se incorpora de un salto y descubre que ya no se encuentra en la sala con Odrac y Michaela.

-¿Pero que diablos? ¿Acaso estoy...?

-¿Dormida?-pregunto una voz

Arurak se incorporo de un salto intentando ubicar al hablante, sin embargo, grande fue su sorpresa mira hacia todos lados con la vaga esperanza de encontrar a su extraño invitado pero todo lo que sus ojos captan es el basto océano, la arena, montañas a lo lejos y un bosque no muy lejos de aquella playa

-¿Quien eres tú?-pregunta la chica de modo desafiante

-Una mejor pregunta seria ¿A quien buscas tú?

De pronto las aguas del mar se agitan, el viento sopla con ferocidad provocando que los cielos se oscurezcan, los truenos y relámpagos no se hacen esperar al igual que la ansiedad de las criaturas lejanas que intentan huir del peligro.

Desesperada, Arurak alza la palma de su mano hacia arriba dejando al descubierto la perla que yace en su piel dejando que la gema emita hilos de energía de tonos pasteles y se extiendan hacia el cielo, pero no parece surtir efecto pues la tempestad continua en aquel Mundo de Sueños.

-¡Por favor, alto!-suplica Arurak con el brazo extendido

De pronto su mano emite una fuerte columna de luz blanca hacia el cielo provocando que los nubarrones se desintegren haciendo que los truenos y rayos se desvanezcan, el viento vuelve a su calma habitual al igual que las aguas del vasto mar y los quejidos y lamentos de las criaturas lejanas se vuelvan risas y cantos alegres.

-Buen trabajo. -susurra una voz femenina en su oído

Arurak se sobresalta pero en un movimiento ágil adopta una posición defensiva, similar al de un boxeador, dejando al descubierto la energía de la perla que la envuelve como si fuese una erizada piel de puerco espín

-¿¡Quien eres tú?!

Ante ella yace la oscura silueta de una joven mujer, Arurak intenta verla con detalle; es posible que sea de la edad de Adalid, de un metro setenta de altura quizás, es delgada, la negrura envuelve todo su cuerpo a excepción de sus ojos rojos como el mismo fuego. La chica intenta estudiarla con mayor detalle sin embargo su concentración se ve quebrantada por un grito lejano que clama su nombre con urgencia pero ella intenta ignorarla.

-Vaya parece que se han dado cuenta-dice la mujer mientras dirige su flamante vista hacia la nada

-¿Cuenta de que?-pregunta la chica intentando mantener su voz neutral

Repentinamente la fémina silba una única nota musical y la arena se transforma poco a poco en una masa gelatinosa que hala a la chica hacia el fondo de la misma.

En un esfuerzo por liberarse, Arurak mueve las espinas de energía hacia aquella masa para zafar sus piernas de aquella extraña arena, sin embargo, cuando estas entran en contacto con la extraña masa se desvanecen igual que el humo de un cerillo

La mujer se acerca hasta ella y se inclina haciendo que ambas queden con la mirada al mismo nivel.

-¿Que es esto?-pregunta Arurak furiosa

-Lo que tú y todos esos idiotas se ganaron-responde la fémina de modo sombrío

-¿Nos ganamos? ¿quienes?

La mujer aplaude dos veces, sus palmadas resuenan en el aire tranquilo de la playa hasta convertirse en un eco lejano, pero, cuando este se pierde, repentinamente dos enormes cadenas de cristal aparecen y envuelven los brazos, torso, cuello y piernas de Arurak y comienzan a jalara hacia las profundidades de la arena gelatinosa.

-Bueno, espero que disfrutes de tu estadía querida

Arurak comienza a forcejear en un intento por liberarse pero sus movimientos solo provocan que las cadenas jalen con mayor fuerza hacia el fondo haciendo que sus piernas queden totalmente hundidas

-¡Alto! ¡No puedo quedarme aquí! ¡Debo encontrar a alguien!

-Oh, pues deberías darte prisa en quitarte eso o vas a dejarle esperando un buen rato-responde la fémina con tono divertido

A pesar de que sus piernas ahora se encuentran hundidas en la arena, Arurak hace nuevamente el esfuerzo por liberarse de sus ataduras sin embargo, sus movimientos provocan que las únicas partes libres de su cuerpo, del torso y de sus codos hacia arriba, se hundan bruscamente hasta dejar únicamente a la vista sus hombros, cuello y cabeza.

Antes de ser hundida totalmente por la arena y llevada hacia la oscuridad Arurak contempla el último rayo de luz en el cual se grita de forma lejana su nombre.

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