Unforgettable [Frerard]

Tylerthepunkie által

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¿Cuántas veces se hace algo con una intención y termina al revés? Con él no fue la excepción. Nadie contaba c... Több

I. Brain Damage
II. Skulls
III. Nervous Breakdown
IV. People Are Strange
V. What A Wonderful World
VI. Dream A Little Dream Of Me
VII. The Killing Moon
VIII. Faithfully
X. Miserable Lie
XI. I Sometimes Wish I Was Dead
XII. The Final Countdown
XIII. I Want To Break Free
XIV. At Night
XV. Day Of The Lords

IX. Let Me Put My Love Into You

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Tylerthepunkie által

Contrario a todo pronóstico, luego de que Bert y yo cavaramos un hueco en el patio trasero de la enorme casa y nos deshicieramos de los tres cadáveres, nos habíamos vuelto más unidos.

Los secretos habían culminado entre nosotros, e incluso con mi secreto más profundo y oscuro él no se fue de mi lado. Los primeros días había estado un tanto molesto y frío, pero luego nos decíamos absolutamente todo e incluso le confesé que no era la primera vez. Juró que me ayudaría con toda mi mierda y andaba más tiempo conmigo, incluso comenzó a llevarme todas las tardes a mi casa para asegurarse de que no hubiesen problemas, aunque tuviese que desviarse un poco; realmente era adorable, y cada vez que habían discusiones en mi casa, sabía que podía ir con él, en especial porque sus padres eran bastante amables conmigo y estaban enterados de mis problemas familiares.

- Es un placer tenerte aquí, lo sabes - dijo la madre de Bert - Pasa, te traeré ropa de Bertie, estás empapado - Asentí y crucé el pórtico. Ella ya sabía que no debía preguntar por qué estaba allí, de igual manera cuando era una visita sorpresiva siempre tenía el mismo origen familiar.

- Demonios - dijo Bert al verme literalmente escurriendo agua en la entrada de su casa. Pese a esto se acercó a darme un abrazo - Sabes que adoro tenerte en casa pero realmente me encantaría poder hacer algo para que todo lo que estás pasando cambiara  -

- Haces mucho dejándome estar aquí siempre que ocurre algo - me encogí de hombros y llegó su madre.

- Toma - dijo tendiéndome una camisa blanca y un pantalón azul claro ancho -  Lo siento, fue lo primero que encontré. Pon tu ropa a secar en la cocina... saldré esta noche con mi esposo y llegaremos tarde, será mejor que no vayas a tu casa hasta mañana y de paso le haces compañía a mi hijo -

- Con gusto - Bert y yo sonreímos ampliamente y ella tomando un abrigo rojo del perchero, abandonó la casa, siendo seguida de quien sería, mi suegro.

El azabache se abalanzó a mis labios y su mano comenzó a deslizarse hasta llegar a mi espalda baja, a lo que reaccioné separándome bruscamente.

- Lo siento - musitó apenado y se dirigió a la cocina - Voy a extender el tendedero para que cuelgues eso, por favor cambiate que no quiero que te de un resfriado -

Rápidamente subí al segundo piso, pero en vez de entrar al baño ingresé al cuarto de Bert y cerré la puerta. Me cambié lo más rápido que pude y me quedé revisando el lugar. Puesto que siempre que entraba estaba oscuro o desordenado, no había podido analizar bien el muro gris azulado que quedaba justo detrás de su cama de madera oscura, ni que los demás muros blancos no se veían pálidos debido a que estaban llenos de pósters y fotos de él con sus padres.

- Andas de curioso, ¿ah? - Dijo Bert al ingresar, haciéndome sobresaltar.

- Lo siento. La ropa estaba medianamente más seca y no se hizo un desorden - Él tomó la ropa y salió de la habitación. Iba a seguirle pero me detuve en el pasillo en una pequeña foto donde se podía ver al naturalmente rubio de aproximadamente 7 años sin dos dientes extremadamente sonriente con un trajesito de vaquero.

- No se supone que debías ver eso - dijo al regresar chocando su mano con la frente.

- ¡Pero sí eras adorable! - él rió - ¿Qué te ocurrió? - dije con fingida molestia.

- No lo sé - se encogió de hombros - No me pegó bien la adolescencia, supongo - Se acercó y me tomó de la cintura - Pero a ti si - dejó un casto beso en mis labios y prosiguió a su cuarto.

Esta vez le seguí y me recosté en su cama mientras él removía algunas cosas de su armario. Luego de un rato sacó una cobija café.

- Creo que podemos buscar algo en la televisión - yo negué.

- Me exaspera ese intento de familia que tengo y estoy preocupado por Mikey - Confesé. Él suspiró pesadamente y tomó asiento junto a mí con la cobija aún en sus manos.

- Mikey estará bien y si es necesario dile que puede venir contigo cuando quiera, después de todo es un buen amigo - me cubrió con la cobija y se levantó de la cama - Descansa un poco, si necesitas algo estaré en la cocina. Prepararé algo para cenar - Sonrió y yo le correspondí con una gran sonrisa sincera.

- Eres adorable - él negó y comenzó a caminar hacía la puerta más le llamé por el nombre para que no saliera - Quédate aquí, al menos hasta que me duerma, por favor -

Él entonces se recostó junto a mí, de tal manera que nos podíamos ver cara a cara, luego lo tapé con la cobija y nos fundimos en un abrazo.

- ¿Qué día es hoy? - pregunté con temor en mi pecho por el recuerdo que acaba de tener.

- Cuatro de noviembre, ¿por qué? -

- Mierda - susurré - ¿Por qué siempre olvido los cumpleaños? - Frank había cumplido el lunes de esa semana y no le había dedicado ni una llamada - Si bien es cierto que no he hablado mucho con Frank y que me comentaron el anterior fin de semana que no tendría unas clases con él puesto que había enfermado, debí llamarle al menos para preguntarle cómo estaba. Supongo que soy un mal amigo y me sumerjo demasiado en mis propios problemas - choqué mi palma con la frente y Bert me abrazó más fuerte.

- No te preocupes por ello, luego dale algo y excusate. No es algo tan relevante como parece a simple vista - asentí y recordé que cuando Mikey cumplió 14 le di unos chocolates y de resto fue un día común, en cuanto a nuestras actividades diarias.

- Lo siento - Él revolvió mi cabello para luego comenzar un beso suave y lento. No me di cuenta cuando terminé sobre él, sin que nuestros labios se separaran, claro está, y menos cuando nuestras ropas comenzaron a estorbar.

- Carajo, lo siento - me dijo él con un notorio sonrojo en sus mejillas, para luego cubrir su pecho con la cobija que yacía a un costado de la cama.

- No hace falta que hagas eso - le dije aprobatoriamente, de tal manera que él prosiguió con su actividad de deshacerse se nuestras ropas.

Todos sabemos lo que ocurrió después, más considero irrelevante contar a detalle ese encuentro amoroso e íntimo que tuvimos en ese momento, sobreto porque no sentí nada, solo un acelere en el corazón pero no sentí aquello que hacía a todos tan adictos a aquel acto.

Asumí que era por la inexperiencia de ambos y por mi ansiedad de que Bert viese mi terrible figura, pese a que él repitiese constantemente que estaba perfectamente.

- Te amo - dijo él luego de recostarse al terminar.

- Y yo a ti - respondí bastante nervioso girándome para verle al rostro.

- Mejorará, es decir, mejoraremos - susurró él como si hubiese leído mi mente - Solo necesitaremos practicar -

Mi sonrojo fue notable y antes de que pudiese decir algo, Bert se levantó de la cama y se comenzó a vestir, algo muy diferente a lo que contaban todos, ya que se suponía que debía quedarse junto a mí, más tampoco le presté mucha atención y volví a vestirme, para luego levantarme un poco adolorido y bajar a la cocina con él, para proceder a tomar un café con sándwiches en completo silencio.

Le notaba bastante extraño, más entendía que estuviese así, puesto que yo mismo tenía un sentimiento de incomodidad que trataba de no expresar, pero que mi falta de palabras terminaba demostrando.

- Iré a dormir - finalmente dije al retirarme de la mesa - Estoy cansado - agregué esperando por una respuesta.

- Igualmente. Ya subo, descansa - musitó y pese a mi inconformidad, me fui directamente a la cama y como era de esperarse, caí automáticamente profundo.

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Abrí los ojos bastante desorientado a causa de la luz mañanera que se colaba por la ventana.

- ¿Bert? - Pregunté en medio de un bostezo.

Me senté y estiré los brazos, todo normal, hasta que vi que la cama estaba bastante ordenada como para que hubiesen dormido dos personas.

Bajé descalzo y me encontré a Bert durmiendo profundamente en el sofá, más al desplazarme hacía la cocina para buscar algo de comer, debió de escucharme.

- Agh - lo escuché quejarse y me asomé - Ah, Gerard. Me quedé acá por mis padres - dijo en tono bajo y clari que tenía mucho sentido, puesto que al mirar el perchero, habían dos abrigos colgados, lo que indicaba que ya habían llegado.

Me limité a sonreir y me volví al refrigerador. Desayuné rápidamente ahí mismo y luego me fui a duchar. En todo eso Bert no me dirigió la palabra, siguió en el sofá.

- Buenos días - me dijo su madre al verme con mi ropa ya seca puesta - ¿Ya te vas? -

- Si señora, gracias por todo, no quiero molestar más. Debo ir con mi hermano - Me apresuré a decir y me despedí con un gesto de su esposo.

- Adiós - musitó finalmente Bert al verme en el priner piso nuevamente. Esta vez él tenía un tazón en sus manos y no dirigió su vista hacía mí. Estaba hipnotizado en aquella caja de metal.

- Ugh - Exclamé molesto antes de abandonar la casa.

Comencé a caminar bastante aburrido, hasta que vi un afro relativamente conocido.

- Gerard, ¿verdad? - preguntó al verme también.

- Así es, Ray -

- ¿Qué haces aquí? - inquirió - ¿En casa de Bert? - Me limité a asentir - ¿y te vas tan temprano? - sentía que me atacaba aunque realmente no hacía eso en absoluto - Lo siento - susurró al ver mi cara de molesia.

- No te preocupes. Tan solo estoy molesto con Bert - Ray levantó una ceja pidiendo información - Larga historia y no tiene nada de relevante -

- ¿Vamos por un café? - su propuesta me sorprendió bastante pero acepté sin meditarlo.

Caminamos en silencio por las calles y luego atravesamos un parque hasta llegar a una cafetería - restaursnte bastante elegante, donde sonaba bastante alto el último álbum de AC/DC, Back In Black.

- Es un lugar bastante lindo - admití.

- Amo venir a este lugar. La música que colocan, el lugar en si y la gente que conoces aquí es genial - con nerviosimo me senté en la barra y Ray me imitó, para luego comenzar a charlar de cosas sin importancia como si nos conociéramos de hace tiempo, tanto que el tiempo pasó volando.

- Gracias, Lindsey - dijo Ray a la chica del cajero.

- De nada, Fro fro - la chica sonrió y luego me guiñó el ojo, haciéndome colorar bastante. Sobre todo porque la chica era bastante linda, aunque claro estaba que no era alguien de chicas.

- Vaya, todos te conocen allí - Ray rió un poco y asintió.

- Básicamente me la paso allí - Se encogió de hombros - Gracias por aceptar el café, hombre. Sigo en deuda por lo de la otra vez - solo negué.

- Tranquilo, en verdad, ya quedó en el pasado -

- Bueno, como sea. ¿A dónde te diriges? -

- Voy a ir a mi casa y veré si salgo con mi hermano o algo por el estilo. Realmente no sé, solo sé que no quiero quedarme allí -

- Podrían venir conmigo. Cuando salí justo iba a la casa de mi padre, quién me va a prestar el auto hoy, pues me toman de mandadero y he de llevarle un mueble a su hermano - se encogió de hombros nuevamente - Sé que no suena nada interesante pero supongo que es mejor que quedarte encerrado en casa -

- Definitivamente, pero no quiero ser una molestia -

- No lo serás. Dame tu dirección y los recojo en una hora -

Luego de eso casi que salí corriendo a casa.

Al llegar, me entré por la ventana, avisé a Mikey que saldríamos, me cambié la ropa y a la hora exacta acordada, un automóvil rojo se estacionó frente a nuestra casa.

No tenía idea de dónde estaba mi padre, seguramente luego de discutir se habría ido a un bar y Donna seguía durmiendo en su habitación. Por lo que le dejé un nota en la nevera que indicaba que saldría con Michael.

- No, Gee - Susurró temeroso Mikey a penas cruzó la puerta de la casa.

- Verás que se llevarán bien. Yo tampoco suelo hablar mucho con las personas ni nada, pero Raymond es agradable - afirmé.

- ¿Cómo Bert? - hice una mueca pero asentí.

- Como Bert - le revolví el cabello y me acerqué al auto. Ray bajó de este y me saludó con un choque de puños. - Ray, Mikey; Mikey, Ray -

- Así que tu eres Mikey, que lindo eres - dijo de forma amigable y le invitó a subir al asiento trasero.

- Esto apesta - exclamó Mikey para luego pegarme en la cabeza aprovechando que yo iba de copiloto - Es una mesita pequeña pero me quita espacio - gruñó.

- Lo siento, pequeño Mikey, pero es lo mejor que podemos hacer. Solo acomodate lo mejor que puedas que ya casi llegamos a casa de mi tío -

- Está bien - luego de un rato agregó - ¿podrías subirle a la música? - Ray asintió y automáticamente subió el volúmen de la radio que pasaba una canción con toques electrónicos que no conocía. Eso hizo más ameno el trayecto para todos, de ello estoy seguro.

Pronto llegamos a una casa vieja de madera a las afueras de la ciudad, donde Ray no tardó más de 15 minutos para dejar el mueble, haciendo suspirar de alivio a mi hermano y luego literalmente pisó el acelerador llenándome a mí de nerviosismo.

- ¿A dónde se supone que vamos? -

- ¿Sabes? Tu hermanito es bien tierno, aunque tampoco es muy pequeño. El punto es que me hizo pensar en una gran idea. Les gustará -

Y claro que le encantó a Mikey, y no hablo específicamente del lugar, porque incluso antes de llegar comenzó a hablar de cosas que pasaban en la radio con Raymond, dejándome como la tercera rueda.

- Bueno, aquí es - dijo al parar el auto.

Mikey se quitó los lentes y se los volvió a poner.

- Gee, necesito que aprendas a conducir -

El lugar era una pequeña laguna, bastante hermosa a decir verdad. Aquellos días habían estado lluviosos pero incluso con nubosidad se veía un paisaje asombroso.

- Uy, gracias, Ray. En serio necesitábamos esto -

- No hay de qué. Este lugar es mi favorito, al menos hasta el momento -

Fue algo fabuloso. Jugamos a la orilla de la laguna hasta quedar empapados, hablamos de mil cosas, reímos y lo más importante, Mikey llevaba días sin sonreír y ahí estaba, siendo feliz como se supone que debía ser un chico que comienza la adolescencia.

- Gracias - exclamó entusiasmado mi hermano antes de abrazarlo, dejándome perplejo, pero antes había progresado un poco con Bert, lo que ahora indicaba que Mikey se estaba abriendo a las personas.

Le choqué los puños a Ray y él partió.

- Tengo hambre - dije al aire.

- Dímelo a mí, mi panza gruñe - agregó Mikey dándose palmaditas al nivel del estómago.

Ingresamos por la ventana puesto que olvidé sacar las llaves y juro que se me quitó el hambre, y de seguro a mi hermano también.

Olvasás folytatása

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