—¿Para qué son esas armas? —pregunta Jimin, encarándolos. Los mayores se sobresaltan e intentan esconder miserablemente dichos objetos bajo algunos cojines que había en los muebles cercanos a ellos.
—Jimin-ah... —NamJoon balbucea, sin saber qué decir, volteando a mirar a Jin, esperando que éste tuviera una respuesta adecuada.
Los ojos de Jimin se humedecen ante la vaga idea que cruzó por su mente del por qué las habían comprado. Siente una fuerte opresión en el pecho y, su respiración se vuelve sonora y errática.
—Jimin, no... —Jin intenta aclarar las cosas pero nada sale de su garganta. JungKook da dos pasos al frente, también a punto de llorar, lleno de ira y temor.
—¡Respondan! —exige, alterado. Los dos mayores se miran resignados.
—Pasada la media noche había uno de ellos en el pórtico, Nam y yo nos asustamos y ésta mañana decidimos ir a comprar armas por si acaso. Como un método de defensa —la habitación se queda en silencio. Jimin no ha apartado la mirada de su hermano y aprieta sus puños con fuerza.
—¿Uno de ellos? —Su tono de voz era profundo y rasposo, fue casi un susurro que estuvo lleno de ira—. ¿Por si acaso...? —por fin, dos lágrimas caen de sus ojos y todos se exaltan, entendiendo a la perfección que las palabras dichas por Jin, no habían sido las correctas.