Miércoles, octubre 12.
—¿Obtuviste algo?—preguntó Mark desde su teléfono.
—No, sólo a estado las siguientes tres horas charlando con sus amigos—respondió Jungwoo—¿En serio es necesario que haga esto?
—Muy necesario, concentrarte. Donghyuck puede ser muy fácil de perder de vista.
Jungwoo volvió a quejarse.
Ni tenía idea porque si acaso hacía los ridículos favores que su amigo le pedía. Él tenía cosas más importantes que hacer un miércoles por la tarde, como jugar videojuegos por ejemplo.
—Oye pero, ¿qué culpa tengo yo que tú no hayas hecho tú tarea y te castigarán? Parece que yo recibí el castigo real.
Mark soltó un suspiro.
—Lo sé, apesta. Quería estar en la plaza tomándole fotos.
El sensible corazón de su amigo sintió pena entonces.
—Si te sirve de algo le logre tomar muchas fotos.
De inmediato la sonrisa de Mark se ensanchó. Aunque Jungwoo no pudiera verlo, podía imaginarse su expresión.
—Eres el mejor amigo del mundo.
—Ya lo sé—dijo, arrogante—¿Quién espía por tres horas al crush de su mejor amigo? Merezco un regalo.
Mark soltó una risa.
Era cierto, Jungwoo era capaz la única persona que se prestaría a esas locuras que abundaban en su mente. Había tenido suerte al conseguir un amigo tan bueno y fiel como él.
Mucha suerte.