Yoongi llegó en su moto a la cabaña, a primera hora de la madrugada, para estar ya cuando Jungkook despertase. Taehyung le había contado todo lo ocurrido cuando él no estaba y se sintió mal.
Cuando entró, encontró lo esperado: El castaño sentado y amarrado en una de las sillas, con varias heridas en el cuerpo y dormido.
Para sus adentros pronunció un muy pequeño "Lo siento", sólo para sus adentros, obviamente.
En su mano traía un botiquín de primeros auxilios, lo dejó en el colchón y se puso detrás de Jungkook para desamarrarlo, las heridas en sus muñecas debían doler.
El castaño, al sentir el toque del rubio, se estremeció y despertó, cerrando sus ojos a causa de la luz que entraba por única ventana de la habitación.
- ¿Q-qué haces?- se extrañó de que lo estuviera desatando, ya que la noche anterior el Sr. Min había dejado en claro que por nada del mundo le quitasen las cuerdas.
Se había dado cuenta de que era Yoongi por sus manos, tan pálidas pero a la vez hermosas y finas.
- ¿Desatándote?- explicó en un tono obvio el rubio, terminando de soltar las cuerdas.
Jungkook se pasó las manos por la cara y luego se tocó algunas heridas en el estómago.
- ¿No sabes lo que pasó? ¿P-por qué me desatas?- la confusión en el rostro del castaño hizo que Yoongi sonriera en su mente.
- Si se lo que pasó, o mejor dicho lo que hiciste- se retractó- Me llegó a dar risa lo enojado que estaba el Sr. Min, aunque intentar escapar al parecer no fue la mejor elección- le apuntó las heridas.
- Se supone que no deberías desatarme.
- Se supone- Yoongi afirmó con una mueca parecida a una sonrisa- Ahora acuéstate, traje el botiquín- Jungkook abedecio extrañado.
La sensación de confusión se fue completamente al sentir el tacto suave y delicado que usaba su mayor para limpiar y desinfectar las heridas, tenía una precisión increíble.
- ¿Te duele?- accidentalmente Jungkook había movido su cuerpo para que el rubio no subiera su camiseta.
- N-no- Yoongi sonrió intentando contener las ganas de reir con éxito, se había dado cuenta de lo que pasaba con el castaño, pero prefería hacerse el tonto.
Entonces subió la desgastada camiseta color blanco de Jungkook, que antes era nueva y limpia, ya que ahora no tenía más que tierra y sangre.
Sintió que el cuerpo del castaño se estremecía totalmente por sus manos, a lo que hizo el trabajo lo más lento posible para hacer sufrir un poco al menor.
- ¿Y-ya terminaste?- Jungkook estaba desesperado, no tenía conciencia de que la lentitud de Yoongi era para molestarle solamente.
Al sentir esas manos en su cuerpo, por su mente pasaron miles de ideas y situaciones extrañas, que quería dejar de imaginar.
Yoongi solamente era su secuestrador.
Sólo eso.
Su cabeza lo traicionada muchas veces y esta no era la excepción.
- Ya casi termino, sólo deja buscar la venda- Yoongi se levantó de su sitio, la dichosa venda permanecía en la mesa.
Al volver se arrodilló y pensó en que tendría que ponerla al rededor de todo el torso desnudo del castaño.
- Necesito que te levantes un poco- las órdenes fueron rápidamente acatadas por el castaño, quien lo único que quería era tranquilidad en su corazón agitado.
Yoongi se inclinó lo que pudo para poder pasar la venda blanca, en lo que tuvo que acercarse demasiado al menor.
Ya estaba a punto de terminar, pero en un acto de reflejo para ordenar su revoltoso cabello, se topó con los preciosos ojos de Jungkook, que le correspondieron la mirada.
Lo que veía eran unos ojos frágiles y buenos, con dolor, angustia, pero mucho amor por dar.
Sus respiraciones se mezclaban por la cercanía, se podía sentir un aura tranquila y hasta tierna, sus labios sólo estaban a centímetros de distancia.
Jungkook, por su parte no se quería alejar, esa cercanía le hacía sentir protegido y...bien. Las menos de Yoongi seguían en su estómago, haciéndole cosquillas.
Lo único que necesitaba era paz, un corazón tranquilo, ¿Y que tenía en ese momento? Un lío total en el cerebro y un corazón palpitando a mil por hora.
Yoongi no aguantaba más, su mente ya no era la que manejaba la situación.
Se acercó rompiendo barreras y distancias hasta que los labios de los dos jóvenes se tranformaban en uno sólo. Jungkook cerró los ojos disfrutando del toque, de cada roce, de cada segundo.
El rubio soltó la venda solamente para tomar la cintura del castaño entre sus manos, los dos disfrutando de todo.
¿Quién imaginaría todo eso? Sus corazones, tan distintos y rebeldes, se habían juntado en el momento menos esperado para hacer que sus mentes exploten en colores y alegría.
Dos vidas parecidas, con problemas parecidos, pero con sentimientos distintos.
Pero el objetivo de los dos era uno sólo: Escapar de la realidad, y que mejor que con besos simulando drogas y sonrisas verdaderas.
Yoongi recostó con mucho cuidado al castaño para seguir con la sesión de besos, esta vez un poco más desesperada, dejando algunos en su cuello y hombros destapados. Jungkook sentía que sonreía inconscientemente.
El rubio pidió permiso para entrar y recorrer por completo la cavidad bucal del chico debajo de él, siendo concedido al instante. Sus lenguas empezaron una batalla incontrolable, todo el placer acumulado hacía que se disfrute cada minuto, cada segundo de todos los besos.
Se tuvieron que separar luego de un rato, los dos agitados y sin aliento, con el cabello despeinado y los labios totalmente hinchados.
En ese instante Jungkook se puso a pensar en lo que estaba haciendo.
"No debes, no debes, no debes"- le recriminaba su cerebro, pero, ¿Dónde queda lo que él quería?
Y ahí es donde se formuló la pregunta más importante.
¿Jungkook quería a Yoongi y viceversa? ¿O sólo era una pasión pasajera entre dos jóvenes necesitando satisfacer sus necesidades?
- E-esto no está bien- el castaño pronunció con la voz entrecortada, por culpa de sus nervios y su corazón.
Yoongi miró los ojos de Jungkook de nuevo, viendo una mirada diferente.
¿Por qué seguía existiendo el temor? El miedo siempre reduce las acciones de las personas a sólo cenizas, de lo que pudo ser un triunfo.
Ninguno de los dos entendía el mundo donde vivían, despues de todo eran solamente incomprendidos para la sociedad, ¿No?
Ellos tenían todo el derecho entonces a no entender a la gente.
Las críticas, el juzgar, el menosprecio, todos conceptos que no deben existir, aunque siendo los que más se practican.
- Tienes razón- la sonrisa en el rostro de los dos se esfumó por completo. Analizaron todo y se dieron cuenta del error que cometían, pero siempre pensando en que los errores que te sacan sonrisas son bonitos.
Yoongi un secuestrador, Jungkook el rehén de éste, ¿Qué mierda pasaba por sus mentes?
Aún si se querían, aún si tenían muchas diferencias, incluso aún si al castaño lo encontraban, Yoongi seguiría siendo un criminal para el mundo.
Un amor imposible.
Esos eran los sentimientos que albergaba el corazón de ambos.
Yoongi se levantó rápidamente ordenando su ropa, el momento de magia había acabado y el mundo seguía girando en su órbita.
Se miraron una vez más antes de que el rubio hablara.
- Creo que deberíamos olvidar todo- las palabras duras que había usado fueron como un mismísimo balde de agua fría para Jungkook.
- Es lo que debemos hacer- sonrió con desgano el menor.
Es lo que debían hacer, ¿Dónde quedaba, nuevamente, lo que querían?
Nunca lograrían ser libres.
Nunca.
" Esto no está bien "