Amando la Muerte ✓

By gabbycrys

870K 76K 17.5K

Cuando sus mundos colisionan, la rareza de un ángel con alas negras y una humana que ve a los muertos se vuel... More

Advertencia
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
Seduciendo la Rebelión

25

16.1K 1.6K 273
By gabbycrys


SCOTT

Drac conduce un Jeep negro con River de copiloto. Ambos permanecen en completo silencio, con la mirada perdida en la carretera. Por otro lado, Raisa continúa inconsciente sobre mis piernas. Tan solo duerme profundamente.

No pude negarme a venir con ellos, no cuando no poseo la fuerza requerida para pelear. Sigo preguntándome si acaso alguien de arriba vendrá a buscarme. Arielle, mi ángel guía, ¿estará observándome? ¿Qué será del enérgico Neron, el único ángel que me hablaba aún después de tener las alas negras? ¿Habrá conseguido ascender? Sinceramente no lo creo, se preocupaba más por el resto que de sí mismo.

¿Qué es lo que esperan de mí habiéndome enviado a cuidar a la luz de Dios sin poder alguno? Todavía no lo entiendo.

Además, hay algo que no deja de inquietarme...

—¿Por qué trajeron al gato? —pregunto, contemplando al moribundo recostado sobre las piernas de River. Se escuchan sus gemidos agonizantes. Con honestidad, no creo que resista demasiado—. Ustedes tres, ¿realmente se conocen?

—¿Puedo mostrarle? —River me contempla a través del espejo retrovisor, pero aunque no me lo dice a mí, sus ojos se ligan de toda mi atención, dificultando cualquier intento por apartar la mirada.

—Bueno, tenemos algo de tiempo —accede Drac.

Las pupilas de River se dilatan por completo, convirtiendo las cuencas de sus ojos en un par de oscuros abismos palpitantes.

De inmediato, todo lo demás desaparece.

No me puedo mover, pero puedo verlo todo con total claridad, empezando por mi cuerpo con la apariencia muy similar al muñeco que Raisa encontró en su casillero.

No me encuentro solo, algo aprieta mi cintura con fuerza. Es la mano pequeña de un humano, como la de una niña, a juzgar por sus finos dedos. Pronto esos ojos aceituna que reconozco están mirándome. Es Raisa, y tendrá aproximadamente cinco años de edad.

—No puedo tener amigos, ustedes son los únicos —dice desanimada, apretándome contra el pecho junto a otros tres muñecos que no consigo distinguir puesto que la imagen ensombrece.

Consigo pestañear.

Estoy de regreso en el Jeep.

River ha dejado de mirarme a través del reflejo del retrovisor. Él fue quien se introdujo en mi cabeza para mostrarme esas imágenes de Raisa cuando niña. Pero ahora, más bien, contempla hacia su mano. Tiene ese muñeco que Raisa encontró en su casillero. Ellos estaban detrás de eso, después de todo.

—¿Por qué ocultarlo ahí? ¿Por qué mostrárselo de esa manera? —cuestiono.

En lo que River me mostró, Raisa jugaba con esos muñecos de pequeña, pero aparentemente no los recuerda.

—Este, es tan solo una gran imitación. —Guarda el muñeco en la guantera del Jeep—. Su madre le obsequió los originales. Era posible que recordara si acaso lo veía, o por lo menos a Prince, con quien desarrolló un cierto apego a lo largo de estos años, pero no funcionó. —Y realmente parece decepcionado.

—¿Borraron su memoria?

Es difícil de creer, pero tampoco imposible. Raisa no me ha contado nada de su infancia, tan solo que llegó al hotel en compañía de su hermana, y para entonces ya tenía siete años.

—Es lo que ustedes hacen, ¿no? —De nuevo River me vigila a través del retrovisor. Su mirada transmite una señal de profundo aborrecimiento. Está insinuando que los ángeles borraron su memoria.

Y puedo creerlo. También tengo una idea de quiénes pudieron ser, pero no quiero precipitarme con una conclusión.

—Y el dibujo, ¿qué hay de él?

Si acaso fueron ellos los que lo pusieron en su casillero, deben saber a qué dibujo me refiero.

—Lo hizo Raisa a sus cinco años, cuando nombró a Prince. —Contempla hacia el gato que respira fuertemente sobre sus muslos—. Ella imaginaba cómo podría verse aquel muñeco si tuviera una forma humana, y entonces lo plasmó en papel.

—¿Estás diciendo que el muñeco y el dibujo son la representación de ese gato? ¿Qué hay de la sangre en el dibujo? Ella jamás plasmaría algo como eso.

—Su padre es Samael, y por lo mismo, vivió durante siete largos años en el infierno, junto con él. Imagina lo que haría una humana sola ahí abajo. Claramente hay ciertas cosas que pudieron transtornarla. Dibujó sangre, y es lo que Prince necesita para vivir. Le dibujó orejas, y ciertamente puede convertirse en un gato.

Recuerdo que Raisa me habló de las tantas veces que Prince la hirió hasta el punto de hacerla sangrar. Además de aquel día en el que juró haberlo visto asesinar a esa mujer, cuyo cuerpo, coincidentemente, no tenía gota alguna de sangre.

También me inquieta preguntarme si acaso Samael la está buscando. Es su hija después de todo. Podría ya haberla encontrado, aunque tiene todo un mundo por recorrer en su búsqueda, y tampoco puede dejar su puesto ahí abajo.

—Lo dices como si Raisa lo hubiera hecho de esa manera, como si hubiera creado a Prince a imagen y semejanza de...

—Su propia imaginación —adelanta—. Esos muñecos, ¿lograste verlos? —pregunta sonriendo, como si algo en aquella cuestión le resultara irónico, casi cómico. Pero en lo personal, esta historia me disgusta casi tanto como me entristece.

Y en efecto, conté cuatro muñecos en total.

—Entonces, Prince no es el único —razono—. Ustedes dos...

Creí. No. Estaba convencido de que ellos habían originado esa herida de gran magnitud en Prince, pero ahora que lo veo, no lo parece. Más bien, desde el momento en el que partimos del hotel, esa herida en su pecho peludo empezó a resultarme conocida, como si la espada de algún ángel hubiera resultado ser el verdadero causante. De ser el caso, no le queda mucho tiempo para desaparecer. No creo que tenga la capacidad para volver al infierno, como sucedería con otros demonios, pues este demonios en particular fue creado por la princesa del infierno.

—Fuimos su única compañía durante siete largos años, fuimos el único obsequio de su madre humana... Y con ese llanto, no sólo los demonios más temibles escaparon del infierno. Nos invocó, nos quería a su lado porque solo con nosotros se sentía segura. —De nuevo ese mismo rastro de advertencia vuelve a fulgurar en sus pupilas.

¿Acaso es una escena de celos?

Pero si es verdad, entonces quiere decir que siempre estuvieron siguiéndola. Y en su defecto, ese gato del infierno no se iba a pesar de que muchas veces lo arrojé a través de la ventana. Del resto, quizá mantuvieron su distancia, pero la vigilaron. Están en su mismo instituto después de todo, aparentando ser personas normales y corrientes. Aunque a decir verdad, todavía falta uno. Tan solo están tres y conté cuatro muñecos. La aparición de ese último todavía me inquieta.

—Ustedes, ¿qué son con exactitud? —cuestiono.

—No somos muy diferentes de ti, Scott.

Insinúa que la resguardan. Eso tiene sentido ahora, pero no me agrada. Soy yo quien debe protegerla de todo, pero en especial, de ellos. Soy su ángel guardián.

Aún no sé si creerles. Los demonios suelen ser manipuladores a su propia conveniencia. ¿Por qué me lo cuentan con total confianza en primer lugar? Seguramente piensen que, como mi trabajo es cuidarla, haré un pacto con ellos. Algo que nunca pasará.

—Llegamos —anuncia Drac.

Contemplo a través de la ventana la casa para nada llamativa que se encuentra detrás de un portón de metal. Parece de alguna escena de terror sacada de alguna película antigua. El Jeep aparca justo en frente de la prudente fachada victoriana.

—Nos trajeron para que Raisa salve a Prince —desentraño.

—Es la luz de Dios, tan solo ella puede —confiesa River mientras sale del Jeep.

—No lo hará —aseguro.

—Te dije que traerlo a él, no hacía falta. —Está claro que no le agrado a River ni un poco, pero ciertamente me tiene sin cuidado.

—Calma —dice Drac con tranquilidad, bajando del Jeep y abriendo la puerta junto a mí.

—No la toques —le advierto.

—Tranquilo, ángel. —Drac me deja el camino libre.

Bajo y cargo a Raisa entre mis brazos. El cielo empieza a oscurecer, es de un color naranja abominable.

Entramos.

No sé a quién pertenece esta casa, sin embargo está amueblada. Casi podría jurar que una anciana vive en este lugar por los tantos objetos inútiles y arcaicos que todavía conserva, como por ejemplo un televisor enorme, plancha a vapor, máquina de escribir, lámparas de gas, y hasta un horno a carbón. Además, las cortinas y el empapelado en las paredes son de color pastel.

—Impresionante, ¿o no? Recreamos este lugar cuando necesitamos privacidad —aclara Drac.

No existe una segunda planta, tan solo pequeños cuartos que separan el baño, la cocina, la sala y la habitación principal. Es en este último lugar en el que recuesto a Raisa.

Dejan al gato a su lado.

—Despiértala —le dice Drac a River.

—¿Qué les asegura que habrá de curarlo? —pregunto.

—Intuición.

Raisa de repente suelta un gemido y abre los ojos. Pestañea un par de veces, como si intentara adivinar en qué lugar se encuentra. Su mirada repasa la extensión a su alrededor, poco después recae en mí, y cuando los ve a ellos se incorpora sobre el colchón con rapidez, mareándose en el proceso. Puesto que estoy a su lado y soy el más cercano, puedo ayudarla a mantener el equilibrio, sirviéndole de apoyo.

Me resulta difícil de creer que esta pequeña y débil humana sea algo tan grande, y que deba cargar sobre sus hombros tanto peso.

—¿Qué ocurre? —pregunta con voz adormilada. Cuando me mira, noto que tiene los ojos vidriosos, como si hubiera tenido una pesadilla.

—¿Qué fue lo que viste? —pregunto, sin ser capaz de contener mi repentino enfado—. ¿Qué soñaste?

—¿Cómo sabes que soñé algo? —Su voz se quiebra. Todavía parece estar ausente, en una realidad alterna de su memoria.

—Ustedes implantaron algo en su cabeza.

Drac permanece junto a la puerta, con su hombro descansando sobre el umbral, con esa calma que empieza a desquiciarme. Por otro lado, es River quien se mueve a través de la habitación, alejándose de la cama.

—Tan solo la realidad —esclarece—. En el auto, tú viste tan solo un pequeño fragmento de todo lo que le mostré a Raisa.

—¿De qué realidad hablan, Scott? —pregunta ella—. ¿Por qué de pronto siento que los conozco de toda una vida?

—Prince necesita de tu ayuda —interviene Drac, despegándose de la puerta y acercándose a la cama.

—¿Prince? —Parece que la sola mención de su nombre nubla sus ojos, algo que no había ocurrido antes.

Raisa encuentra el cuerpo del gato, y de repente, entre mis brazos empieza a temblar.

—Está desapareciendo —finaliza Drac, llevándose su atención lejos de mí.

—Raisa —la llamo, y cuando voltea a verme contemplo esa expresión que tan solo vi una vez esa noche en la piscina, después que levantara un revuelo por su primer beso. Hay determinación.

Algo me dice que, ante la decisión que acaba de tomar en menos de cinco minutos, no voy a poder oponerme.

Continue Reading

You'll Also Like

13.4K 1.9K 60
Zara acepta el reto de su mejor amigo: invocar a Ashton, el supuesto dueño del circo que se manifestará para reclamarla como suya. *** El Circo de la...
115K 5.5K 45
Cuando la familia es lo más importante y un amor prohibido surge, ¿cómo lograran apagar la llama que cada día arde más fuerte?
80.4K 5.5K 68
"Los Elementer son peligrosos. Habían llegado a la Tierra solamente con varias ideas: destruir, esclavizar o asesinar. No podías con ellos. Una vez...
361K 27.2K 46
Qué pasa cuando tus padres fallecen en un accidente,te quedas a vivir con tu tío paterno porque es el único familiar que te "acepta"..... mas bien po...