Unforgettable [Frerard]

By Tylerthepunkie

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¿Cuántas veces se hace algo con una intención y termina al revés? Con él no fue la excepción. Nadie contaba c... More

I. Brain Damage
II. Skulls
III. Nervous Breakdown
IV. People Are Strange
V. What A Wonderful World
VI. Dream A Little Dream Of Me
VII. The Killing Moon
IX. Let Me Put My Love Into You
X. Miserable Lie
XI. I Sometimes Wish I Was Dead
XII. The Final Countdown
XIII. I Want To Break Free
XIV. At Night
XV. Day Of The Lords

VIII. Faithfully

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By Tylerthepunkie

- Buen día, pequeño bastardo - dijo Donald cuando bajé a desayunar.

- Igualmente - musité.

- Creo que tenemos un tema pendiente -  claro que no lo olvidaría.

- Como sea - dije restregándome los ojos y preguntándome por qué no podían ser como aquella tarde con Bert. Era realmente molesto que solo viviesen de apariencias y aún más molesto es que se empeñaran en amargarme la vida.

- ¿Por qué mierda pintaste a ese muchachito? - exclamó con rabia bajando el periódico de su rostro y aprentando fuertemente su taza de café.

- Creo que tengo derecho a pintar lo que me pegue en gana - dije con veneno en mi tono de voz - lo pinté hace tiempo y quería darselo de cumpleaños. Sí revisas ya no hay rastro de ese lienzo en esta casa, no entiendo el drama - me levanté y entré a la cocina donde Donna ni se inmutó y luego de un momento me tendió unos panqueques con fresas.

- Gracias - dije pero no respondió siquiera. Tomé dos tazas y serví café, colocándole un poco más de leche al de mi hermano y se la tendí recién entró a la cocina.

Estaba acomodándose los lentes y me sonrió ampliamente antes de recibir la taza y dirigirse a Donna, quien le tendió su plato con una sonrisa. No entendía qué tenían esa mañana.

- Asco - susurré y antes de siquiera poder reaccionar ya tenía a Donna frente a mí y su palma de mi mano en mi mejilla, dejando una marca.

Fruncí el ceño, me retiré con mi desayuno a mi cuarto y al finalizar me alisté para luego salir a la calle con un destino fijo, las clases de guitarra dónde rogaba encontrarme a Bert, ya que cada vez que podía iba a saludarme.

- ¿Qué te ocurrió? - fue lo primero que salió de los labios de Frank al verme aquel día.

- No molestes - dije sentándome en un asiento, pero él se acercó y tomó mi mejilla con suavidad.

- Al rato ven a mi casa, solía salir en patineta todo el tiempo, pero era malo y me caía... - arrugó su nariz y juro que nunca olvidaré ese gesto, era extremadamente adorable - Lo dejé cuando me torcí mis tobillos - hice una mueca de confusión y él rió divertido - El punto es que tengo una buena crema para golpes y raspones - se encogió de hombros y como sí fuese suya, sacó mi guitarra de su estuche y empezó a tocar unos acordes.

- Suena precioso - dije anonadado - No había escuchado esa melodía antes -

- La escribí - se detuvo en seco - no tengo más - rió nervioso - no es mucho, con suerte es un minuto -

- Yo hice esto y son como treinta segundos - dije desdoblando la hojita convenientemente abandonada en esa chamarra. Le tendí la hoja y él tocó eso antes de proseguir con lo que tenía.

- Pensé que sonaría bonito - rió ante el desastre hecho.

- Pero sí... - Tomé la guitarra y empecé a tocar una melodía que tenía pegada. Saltandome unas partes de la canción, agregando acordes al azar y reacomodando otras. Finalmente quedaron aproximadamente otros veinte segundos pero que ayudaban a completamentar las melodías.

- Joder, eres un genio - me revolvió el cabello y luego miró el reloj - Supongo que el pequeño clasudo no vino hoy - yo me limité a asentir y Frank esta vez tomó su guitarra y anotó su melodía en un papel - A trabajar -

Cada uno buscaba melodías, Frank sabía lo que hacía, yo solo me dedicaba a tocar notas y rogar por que sonaran bien. El tiempo transcurrió con rapidez y luego de culminar la sesión salí con Frank.

No vi a Bert en el lugar, entonces no hubo problema cuando salí con el oji avellana.

No ocurrió nada fuera de lo común, me dio la crema, bebimos café y charlamos un buen rato. Al volver a lo que llamaba hogar, el lugar era un caos.

- ¿Qué haces? - dijo Donna con furia - ¿qué son estas horas de aparecerte por acá? Sí ya no avisas donde te metes y no sigues reglas, ten la decencia de no volver - me tiró la puerta en la cara y tuve que trepar por una ventana abierta hacía el interior del lugar.

Habían unos vidrios rotos y Donald estaba en el sofá aparentemente ebrio. Era claro que había dejado caer la copa y Donna hacía un escándalo por ello.

- Lárgate, no me sirve que te quedes parado mirando - dijo al empujarme con brusquedad.

- Como quieras - me encogí de hombros y cuando llegué a mi cuarto me tiré a la cama a dormir a pesar de que no era muy tarde.

Luego de ese día todo fue muy diferente.

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Luego de un par de semanas noté que Donald llegaba a casa ebrio casi a diario y que eso era extremadamente tóxico para nuestra rota familia, especialmente porque esto elevaba sus niveles de agresividad y enloquecía a Donna, lo que hacía que Mikey y yo empezáramos a vivir un infierno; nos hicieron dar cuenta que antes estabamos en el purgatorio para luego caer profundamente al noveno círculo del infierno.

Recuerdo ese día como sí fuese ayer. Iba caminando bastante molesto por los pasillos de la escuela y mi Walkman no se dignaba a reproducir la cinta de Journey que tenía.

- Maldición, Bert - musité cuando el mencionado llegó y me abrazó por la espalda sorpresivamente.

- ¿Qué tienes, mi amor? - preguntó con preocupación y yo solo negué con la cabeza - ¿Lo mismo de siempre? - yo solo asentí. Él sabía perfectamente cómo se había vuelto todo en esa pequeña casa - Juro que mataré a ese hijo de - le corté con un casto beso en los labios.

- Ya se me pasará, a lo mejor le da una embolia o le echo cianuro en su café - reímos, pero esa necesidad de hacerle daño físico a alguien volvió tan fuerte que inmediatamente tuve que girarme a golpear un muro - Carajo - Solté cuando vi que tenía los nudillos de mi mano derecha con sangre.

- Amor, cálmate - Claro que él no sabía que su tierno novio no era tan dulce como él creía - Estás respirando raro. Toma asiento e inhala y exhala... Estoy aquí ¿si? -

Hice lo que él me dijo, y aunque tomé su mano estaba teniendo un ataque de ansiedad. Jamás podré explicar con exactitud qué era lo que sentía, no eran voces pero para que me entendieran recurrí a llamarles así, pero nunca escuché nada, con suerte escuchaba a veces ser llamado pero eso es diferente, a todos nos sucede eso. Eran más como ráfagas de imágenes que no salían de mi mente y me empezaba a arder la piel por la desesperación de no poder sacarlas de allí y de no poder hacerles caso. Incluso a veces me daba un dolor muscular bastante peculiar que solo me da bajo niveles extremos de estrés.

Tiré con rabia el Walkman y Bert lo recogió. Suspiró pesadamente para luego guardarlo en su mochila.

- Lamento ponerme así - dije con sinceridad - No quiero fastidiarte... Solo estoy estresado - Me levanté y le di un abrazo para luego comenzar a caminar hacía la salida de aquel lugar con paso apresurado.

Iba caminando frente a un establecimiento de compra y venta de objetos y en el reflejo vi lo demacrado que estaba. Mi cabello había crecido unos centímetros dejando ver la raíz castaña, además mis ojos verdes se veían más oscuros y las ojeras eran prominentes. Rodé los ojos y aceleré aún más el paso hasta que divisé un grupo de niños de entre 7 y 9 años aproximadamente, jugando en la calle con un trompo.

- Estoy cansado - dijo uno de los más pequeños, para mi conveniencia, separándose del grupo y haciendo una seña de despedida a sus amigos.

- Creo que esta vez haré algo diferente - sonreí ampliamente cuando el chico chocó contra mí y saqué una chocolatina de la mochila. Me la había dado Bert en la mañana para subirme el ánimo y si que lo haría - Hola - dije con tono inocente y ante la mirada del niño me apresuré a hablar - No tengas miedo, lamento haberte asustado de esta manera. Tan solo me preocupa que un chico esté vagando sólo ¿podría hacerte compañía? Como ves estoy sólo también - miró con desconfianza y contuve las ganas de soltar una risotada - Mira, es para ti, para que no me temas - tomó el chocolate y de sus ojos desapareció todo rastro de temor. Jamás comprendí por qué los niños son tan fáciles de comprar y engañar.

- Soy Charlie - sonrió quitándole la envoltura al chocolate y luego de darle un mordisco volvió a hablar - ¿Quién eres tú? - Sentí tanta inocencia que me repugnó, pero casi sentí lástima por él.

- ¿Acaso interesa?... Es broma, soy Gerard - sonreí fingiendo amabilidad - ¿Hasta dónde debes caminar? - se encogió de hombros y comenzó a patear una piedrita mientras avanzaba. Yo solo le seguí el paso y pronto llegamos a una casa de amplias ventanas. Casi maldigo en voz alta al ver que era un vecindario adinerado y que podría traerme problemas, pero ya no podía hacer nada al respecto, el pequeño niño de cabellos rizados estaba en mis garras.

Dejarlo ir habría sido una lástima, así que como sí el universo se hubiese puesto a mi favor, el chico levantó el tapete, sacó una llave y abrió la puerta. Claramente no me invitaría a pasar, pero yo ya tenía mi boleto de entrada, incluso volvió a dejarla en el mismo sitio y se giró a verme.

- Gracias, eres muy amable - luego de esto cerró la puerta y reí por lo bajo.

Me encaminé hacía la ventana más cercana y comencé a espiarle, notando así que solo había una nana dándole tetero a un bebé. Volví a la entrada cuando vi que la nana subía las escaleras y entré tratando de hacer el menor ruido posible, tomando tanto las llaves como la chapa de la puerta con las mangas para no dejar huellas.

Me demoré unos pocos minutos en encontrar la cocina y busqué algún cuchillo. No tuve mucha suerte pero en un cajón encontré un martillo.

- Bien, será divertido - susurré para mí mismo.

Escuché las escaleras rechinar y me pegué a la pared. Me asomé cuidadosamente y vi a la nana, quién llevaba un cesto, seguramente con ropa.

Agarré con fuerza el martillo ya que por un momento temí que al golpear fuese a salirse de mis manos por tenerlo sujeto sobre las mangas de la chamarra.

Inspiré hondo por la boca y aferrándome a aquel objeto comencé a caminar con lentitud. Me detuve al lado de la puerta por la que ella había ingresado para esperar a que volviese a salir, y como sí de una película splatstick se tratase, cuando salió, reaccioné dandole un golpe en la cara. La mujer soltó un alarido y cayó al suelo fuertemente, se llevó las manos a la cara y lo que quedaba de ella reflejaba terror puro. Su nariz estaba completamente destrozada y su ojo izquierdo se veía realmente desagradable, más no pensé mucho en ello y luego le propiné otro golpe, esta vez apuntándole directamente a su ojo derecho, por lo que al haber sido propinado con tanta fuerza, podría decirse que reventó, por lo que con un sonido bastante peculiar, todo el rededor quedó lleno de sangre, más no como unos segundos después, ya que comencé a golpear sin piedad toda la cara. Cuando me sentí satisfecho con ello, miré mi obra maestra, jamás podrían identificarla, su cara básicamente ya no estaba, era realmente maravilloso. Agradecía que el pantalón al ser negro no dejara ver las multiples manchas, al igual que mis botas. La pateé y continué mi camino hacia el segundo piso, donde seguramente había un Charlie escondido a causa de los gritos de la mujer a la que alguna vez llamó nana.

- ¿Charlie? - pregunté juguetonamente - Sé que estás ahí, no tengas miedo - empujé la primera puerta y vi que había una cuna y un armario. El armario no tenía nada interesante, pero la cuna si - Encontré las llaves y entré, deberías jugar conmigo - reí por lo bajo y levanté al bebé con incomodidad, sosteniendo el artefacto entre mis piernas - Los gritos fueron por la sorpresa, créeme -  al no obtener respuesta y al comenzar a preocuparme porque el infante hubiese escapado opté por otra manera de hacerlo aparecer - ¿Este es tu hermanito? - reí histéricamente - Sí no apareces tú, da igual, porque lo tengo él... A la cuenta de tres - sacudí al bebé y este comenzó a llorar. Por alguna razón el llanto me generó paz y decidí que podía jugar con él - Ooops - musité al dejar caer al niño cuando Charlie aparecio por la puerta.

- Déjalo - dijo temeroso. Yo sencillamente volví a tomar el martillo entre mis manos y comencé a pasarlo de una mano a otra.

- ¿Qué lo deje? - reí y procedí a pisarle la cabeza sin mucha fuerza. Aquellas botas tenían una suela extremadamente fuerte y estaba seguro que mi sobrepeso serviría de algo por primera vez sí pisaba de forma correcta y tomaba un cierto impulso.

- ¡No! - el rizado comenzó a llorar también - A él no -

- Charlie, ven acá - dije retirando mi bota de la cara del niño. El mencionado tan solo avanzó con pesadez y al tomarle del brazo reí, pensé en mi padre, pensé en lo mucho que le odiaba y en lo mucho que quería que desapareciera de mi vida y con bastante fuerza pisé la cara del niño.

El rizado comenzó a gritar y a llorar aún más fuerte mientras forcejeaba. Claro que no le servía de nada, pero logró que el martillo cayese al suelo.

- ¡No, Gerard, no! - abrí los ojos exageradamente. Sí alguien me había visto llegar y aparte había escuchado mi nombre, estaría muerto, así que con eso en mente empujé al chico, quién tropezó y chocó contra el muro. Le tomé del cabello y lo arrastré hacía el borde de la puerta sin prestarle atención a sus súplicas y gritos de auxilio - No - susurró sin fuerza antes de que su frente fuese a dar con el filo repetidas veces hasta que dejó de moverse.

Solté inmediatamente el cuerpo inerte y me percaté de la existencia de un sonido. Luego de unos segundos supe que estaban forcejeando la puerta y todos los vellos de mi cuerpo se erizaron automáticamente. 

Salí del cuarto y vi que al final del pasillo había un gran espejo, el cual dejaba ver mi terrible persona salpicada de sangre y con el cabello aún más alborotado. Ignorando mi lastimero estado y todo el desastre bajé con lentitud los escalones. 

- Gerard... Dime que no es cierto, dime que estoy equivocado - se hizo una pausa tanto en la voz como en los golpes en la puerta - Dios, sí existes dime que no es mi Gee y que no es lo que creo - 

Mis manos comenzaron a temblar y maldecí haber dejado el martillo en el segundo nivel, o al menos haberme aferrado a él hubiese sido de gran ayuda para controlar los nervios. Por unos segundos comencé a pregutarme sí acaso Robert me vigilaba o sí sencillamente era una mala jugada del universo contra mí. Sin pensar mucho en mis actos, abrí la puerta con las mangas bien puestas y el azabache se tambaleó. Luego de esto se tomó la cabeza y comenzó a sollozar, yo tan solo observaba y rogaba por que no le diese algo ni quisiese delatarme. 

- ¿Qué haces aquí? - pregunté con naturalidad. No sabía cuánto tiempo había transcurrido pero la sangre en mi cara comenzaba a sentirse seca y era una sensación realmente desagradable. 

- Eres un monstruo - dijo sin muchas ganas antes de empujarme hacía el interior de la casa. Acto seguido, él ingresó y con el pie cerró la puerta. Yo solo podía pensar en que se lo estaba tomando bastante bien a como en mis peores sueños había imaginado - Te segí pero te perdí el rastro unas cuadras, por lo que me tardé en dar con esta casa, pero bueno, escuché varios gritos y... tu nombre - él no dejaba de temblar ni de sollozar. 

- No debiste hacerlo - ya había dejado mi nerviosismo a causa de la buena respuesta de mi novio y eso se notaba en la voz, por lo que el anteriormente mencionado me miró con asco.

- A veces decías que eras una mierda y realmente no te creía - se secó las lágrimas con rabia y se dirigió nuevamente a la puerta - Hice mal en no creerte... De todas las posibilidades jamás me imaginé esto - chocó su mano contra la frente y dejó caer su mochila.

Sus palabras realmente calaban en mi mente, pero no quería demostrarlo, así que tan solo suspiré pesadamente y miré hacia el techo como sí fuese interesante, mientras pensaba en que debía hacer algo con el desastre de aquella casa, más teniendo en cuenta que en poco tiempo todo iba a comenzar a oler realmente mal. Gruñí y dirigí mi vista a Bert, quien sostenía aquel Walkman de la mañana, sacó el cassette  y luego de acomodar la cinta le dio reproducir. Se había colocado los audífonos y por la melodía que tarareaba sabía que era Faithfully.

- Through space and time, always another show. Wondering where I am, lost without you - cantó él por lo bajo, captando toda mi atención - And being apart ain't easy on this love affair. Two strangers learn to fall in love again. I get the joy of rediscovering you - subió el tono de voz e hizo contacto visual conmigo - Oh, boy, you stand by me... I'm forever yours, faithfully - cuando cambió el girl por boy  comprendí entonces que me lo cantaba a mí.

- Lo siento - susurré tratando de no desmoronarme. Siempre supe que nadie entendería el hecho de que disfrutaba hacer eso pero que a veces me mataba el remordimiento y que a veces me odiaba por cometer aquellos actos. Con agilidad él botó todo al interior de su mochila y se acomodó, no sin antes sacar unos pañitos y acercarse a limpiarme el rostro - Gracias - me animé a decir.

- Solo limpiemos todo este desastre antes de que cambie de opinión - yo asentí y luego de que él dejó de limpiarme con aquel pañito volvió a hablar - Jamás me harías daño ¿verdad? - 

- Claro que no - dije con sinceridad - Jamás le haría daño a las pocas personas que amo - Bert sonrió ampliamante y nos fundimos en un lento beso. 

- Busca una pala, amor - me guiñó el ojo y se dio media vuelta paara comenzar a subir los escalones, dejándome una linda vista. Negué con la cabeza y comencé a buscar algo con lo que pudiese cavar. 

¿Qué podría ser más perfecto? 

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Como siempre, aquí dejo el fragmento traducido:

A través del espacio y tiempo
Siempre hay otra demostración
Preguntándome donde estoy
Perdido sin ti.

Y el estar separados no es fácil en este asunto del amor
Dos extraños aprenden a caer en amor otra vez
Consigo la alegría de volverte a descubrir
Oh, chica, cuentas conmigo
Soy por siempre tuyo, fielmente

~ Adrenaline Gun ~

Gracias por todo

~ Tyler ~

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