Mi pequeña diva-Albalia

By AlbaYNat235

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Esta historia no es mia Adaptacion a la historia camren de @AngyePlata More

No eres bienvenida
¿Quien es Natalia Lacunza?
La mía es Natalia
Soy tu fan
Nueva York
Fiebre
Desayuno
Películas y comida China
Una cálida noche
Feliz cumpleaños, pequeña diva
Siempre, Albi
Noches Mágicas
Días Grises
No dejes que haya una segunda vez
Crudos, burdos y versátiles celos
¿Cobardes? Cobardes
Feliz Cumpleaños Nata Bebe
Friends shouldn't kiss me like you do
Am I Asleep?
Noche de Kabuki
Ella es maravillosa
Ese es el plan
Hay demasiada vida en ella
Epílogo
Nota 2

Princesa Rosa

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By AlbaYNat235

El tiempo vuela, no es solamente algo que dice por decir, porque en realidad lo hacía. Hace un mes, Alba era mi amiga. Hoy, nosotras éramos cualquier cosa que quisiéramos pero siempre algo más que simplemente amigas.

Finalmente había tocado la canción completa para mí misma, grabándome para saber que me gustaba, que era perfecta. Entonces fui donde el señor en el parque de Retiro y le pedí que hiciera un gran lienzo, un dibujo de la pequeña diva a partir de las fotos que le había tomado aquella mañana. En un simple lienzo blanco yo quería que se viera su figura y la sabana que cubría hasta la mitad de su espalda. Él estuvo complacido de hacerlo, nos sentamos juntos, él a dibujar y yo a hablarle sobre ella. Según él, entre más cariño le pusiera al dibujo, mas real quedaría.

Pasé prácticamente toda la tarde ahí, sentada al lado del señor, viendo como cada línea de la foto que yo había capturado era reproducido en el lienzo, pero más que eso era hablarle y ver como el dibujo se llenaba de vida, de ese sentimiento que yo había tenido esa mañana.

Cuando finalmente estuvo listo eran casi las siete. Avisé que no iría al club, porque tenía que ir a casa y no tenía energías para cambiarme y luego ir. Alba estaba en medio de la promoción de su película por lo que tampoco podía ir con ella. Así que conduje directo a mi apartamento, mañana tendría que llevar el lienzo a otro lugar para que grabaran lo que faltaba, la canción.

Después de ver lo que había en los medios sobre Alba y hablar por mensajes con ella. Dormí tranquilamente esa noche, levantándome ansiosa al día siguiente para terminar el cuadro.

"¿Puedes venir? Tengo la mañana libre. C"

Yo ya estaba saliendo de casa, llevando el lienzo conmigo. Solo era cuestión de que grabaran la canción en la forma en que yo quería y luego fuese puesto sobre lo que sea que ponen los dibujos para hacer los cuadros, y yo lo tendría listo. Era un regalo para mí misma, a decir verdad, pero a sorpresa se la quería dar a ella, cuando lo viera. Respondí su mensaje asegurándole que iría dentro de un rato.

Llegué a la tienda y di las indicaciones de lo que necesitaba, yo no quería que las letras resaltaran sobre el dibujo, quería que se leyera, sí, pero yo quería que el dibujo fuese lo primordial. La chica que me atendió anotó cada una de mis peticiones y me aseguró que me enviarían un avance de cómo estaba quedando cuando empezaran. Y estaba bien con eso, lo inquietante en mis pensamientos es que arruinaran el dibujo, porque era demasiado perfecto para que fuese arruinado, pero más que perfecto, era único.

Me pasé por una tienda para comprar un paquete de chocolates que amábamos. Luego solo hice mi camino hacía la casa de Alba. Consiguiendo el portón abierto tan pronto como le avisé que estaba ahí. Estacioné y bajé, lista para ir a su encuentro.

Tuve un flash back de la primera vez que vine a su casa, aquella en que yo estaba dispuesta a gritar verdades en su cara por haber llevado su fama a mi club, ella vestida con un pijama adorable de pie, muy cansada, en el umbral de su casa. Ahora que mis ojos se posaban en la entrada de nuevo en aquella entrada, estaba ella, con un pijama rosa y el rostro cansado, con una hermosa sonrisa y yo no tenía intenciones de gritar hacía ella o acusarla.

—Tú pijama rosa no va con tu imagen de diva, Albi—dije mientras subía las escaleras para reunirme a su lado.

—¿Entonces?—preguntó.

—Eres como, mi princesa rosa—dije finalmente llegando a su lado, de pie frente a ella, yo era un poco mas alta que ella, pero ademas ella iba descalza y yo usando botas, le sacaba mucho más en ese momento.

—Vaya, nunca espere oír algo como eso de ti—dijo, engreída.

—Y ahí está mi pequeña y egocéntrica diva—dije acercándome para besar su mejilla.

—Eso no es apropiado—murmuró.

—No, vamos dentro—dije riendo y tomando su mano para llevarnos adentro.

Nos llevé directo hacía el sofá, soltando su mano al sentarme.

—¿Qué hiciste ayer? Al final no me dijiste—dijo ubicándose a mi lado.

—Primero, ten—le ofrecí el paquete de chocolates que había comprado. Sus ojos se iluminaron.

—Gracias, Nat—sonrió.

—Bien, ahora. Ayer, estuve casi todo el día en el Retiro—dije, sonriendo, ella se había recostado hacia atrás al brazo del sofá y sus piernas caían a un lado de las mías. Me incliné un poco hacía ella.

—¿Por qué?—frunció el ceño. —¿Qué estabas haciendo?—preguntó.

—No es asunto tuyo pequeña diva—ella abrió la boca y me miró horrorizada, como si mis palabras fuesen un golpe completo y lleno de indignación. Pero rápidamente lo cambio a un puchero en el que su labio inferior sobresalía y sus ojos me miraban demasiado adorables. Terminé de inclinarme apoyando mi mano a un lado de su cabeza. —Es un regalo para mí y una sorpresa para ti—dije sobre sus labios antes de inclinarme y tomar el labio inferior que sobresalía en el puchero, entre los míos. Ella sonrió en mi boca y reclamé la suyo por unos instantes, hasta que el aire se hizo escaso y me alejé, solo lo suficiente para colocar mi nariz contra su mejilla. —Hola—murmuré ahí.

—Eso si es apropiado—dijo.

—Siempre es muy apropiado, Albi. Te he extrañado—deje caer mi peso a su lado, agradeciendo que el sofá sea grande, ella pequeña y ajustable a mis brazos.

—¿Me crees si digo que yo también lo he hecho?—giró un poco su cabeza para mirarme, yo podía ver la verdad en sus ojos, así que solo puse mis labios sobre los suyos, sin besarla, solo tocándola, como sentir el roce de la vida en un gesto tan sencillo.

—Yo te creo—murmuré, rozándola mientras hablaba.

—No has olvidado que en dos días es mi estreno ¿No?—preguntó, sin alejarse. Mis ojos se mantenían en los suyos.

—No lo he hecho, tú no me has dejado hacerlo—sonreí, sonreír en su boca era de lejos, la mejor sensación. —No hemos hablado sobre eso, pero sabes que toda la atención estará sobre ti, así que sin saber que tienes en mente, me arriesgo a pensar y decir, que debes permanecer alejada de mi ¿No es así?—por más que era una pregunta seria, no me alejé, yo nunca quería alejarme de la suavidad de sus labios.

—Lo sé, Nat. Yo tampoco lo he pensado. El protocolo... es lo de menos, de cualquier manera tengo que caminar la alfombra con Joan, o al menos verme con él en ella, para las fotos, debo dar entrevistas, tú pasaras con María y África y mis padres. Luego dentro del teatro, no me dejaran acercarme a ti, ni a nadie, yo voy a estar en la fila del elenco y luego subiremos para el agradecimiento, luego hay una fiesta de celebración. Asumí que estarías ahí, pero nunca lo pregunte ¿Iras?—preguntó. Asumí cada parte de lo que ella estaba relatando para mí.

—Así que... ¿Tus  padres estarán ahí?—pregunté.

—Si—suspiró y su exhalación emboto mis sentidos haciéndome cerra los ojos por un instante y empujarme un poco contra su boca, haciendo un movimiento y provocando entre el roce de su boca y la mía, un sonido que aturdió mis sentido.

—Yo probablemente iré a la fiesta, de esa manera me aseguro de robar a la protagonista en algún momento. Tal vez así, puedo enseñarle lo que es mi regalo y su sorpresa. Tenía pensado enseñártelo mañana, cuando estuviese listo, pero considerando que de seguro mañana será un día agitado, creo que es mejor hacerlo de esa manera—dije. Esta vez fue su turno para reír un poco en mi boca.

—Gracias—dijo una vez paro de reír.

—¿Por qué?—pregunté, buscando respuestas en sus ojos.

—Por mezclarte en lo que hago, incluso cuando no te gusta—explicó.

—Estas equivocada—deje sus labios, solo para rozar los míos justo en el borde, luego un centímetro más alejados hasta hacer un camino hacia su cuello. —Estas equivocada, Albi. Porque todo lo que tiene que ver contigo, siempre me ha importado. Incluso cuando te decía que no—aspire su aroma.

—¡Albita!—ambas escuchamos el gritó de María y por eso la tensión de nuestros cuerpos. Las opciones eran limitadas, pero incluso cuando debía separarme, para seguir con nuestra treta, yo quería quedarme.

—Solo di algo y me muevo—pedí, sin sacar mi cabeza del hueco de su cuello. La sentí tragar, relajarse y exhalar. Mis brazos nunca aflojaron su agarre y ella nunca intentó moverse.

—Tal vez no quiero que te muevas—dijo. Y yo me hice amante de su tal vez. Coloqué mis labios justo donde su pulso se sentía más fuerte y reí, porque era maravilloso tenerla y, en esta vida, hay que reír de cada cosa maravillosa que podamos conseguir.

—¡Alba!—la voz de María estaba más cerca y mi boca muy entretenida con el cuello de Alba. —¿Qué estas...? ¡Oh!—podía imaginar la reacción, la conmoción, incluso sentí el calor de Alba, su latidos acelerándose y mi risa siendo sofocada por su piel.

—Hola, María—dije, finalmente sacando mi cabeza del cuello de Alba, quien me sonrió, sonrojada y demasiado tierna, ella giró completamente su rostro para enterrarse en mi pecho, como la tenía muy abrazada, solo hice un poco por estrecharla más. Finalmente miré a la chica que esperaba, con las manos inquietas y el rostro sorprendido, sonrojado, asombrado. Me reí de ella.

—Tú... ustedes... Albita... Yo—empezó.

—¡Vaya! ¿Repaso de pronombres?—bromeé.

—Eres una idiota—dijo. Pero parecía estar saliendo del aturdimiento.

—¿Alba?—preguntó. Afloje un poco mi agarre cuando la pequeña diva decidió salir de su escondite.

—Hola, María China—dijo mi pequeña diva, haciéndome reír.

—Vale, necesito sentarme—dijo a chica. —Es decir, yo lo sabía—ella murmuraba, Albi y o empezamos a reír, sentándonos mejor pero nunca deje ir mis brazos de su alrededor. —Pero... yo esperaba que ella me lo dijera, y bueno... ¡Mierda! ¡Reche!—exclamó.

—Ugh. Bien, lo siento María. Tal vez no quería decirlo a nadie a propósito, nosotras no estábamos queriendo decirlo a alguien—dijo ella.

—Ella tiene razón, María. Sé que eres su mejor amiga y yo voy a tener mi propia medicina de eso cuando Marta lo sepa, aunque sé que ya tiene suficientes sospechas. Pero nosotras, habíamos decidido mantenerlo por un tiempo para nosotras—apoyé a la chica en mis brazos.

—¿Desde cuándo?—preguntó la chica, yo sabía que ella realmente no estaba enojada.

—Casi un mes—dijimos nosotras al unísono. El mes sería el día siguiente del estreno de la película.

—Te odio, Reche—acusó. —Siempre supe que ustedes se dirigirían a esto—dijo ahora sonriendo, ella era bipolar o algo así, me reí. —Sí, ríete Natalia. Pero no es justo que yo que siempre lo supe, me entere hasta ahora. También te odio un poquito—

—Oye, a ella un poco y a mi simplemente me odias ¿No eres mi mejor amiga?—protestó Alba.

—Bueno, ella tiene lindos ojos marrones y tú no me contaste, así que...—finalmente María rompió a reír. —Ustedes son condenadamente adorables juntas—dijo.

—Soy yo, soy la adorabilidad en persona—

—Eh, calma ahí, pequeña diva. Calma tu ego, Ni siquiera sé si puedes usar la palabra adorable de esa manera—

—Bueno si se puede, si yo la uso—giró un poco el rostro haciendo un típico puchero.

—Ugh—miré sus labios. —Sí, tú puedes—

Eso fue suficiente para que María estallara en carcajadas, seguidas de Alba y yo me limitara a besar su mejilla.

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