La música y la rivalidad

By Abrazosdepanda

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Brianna Collewe y Daniel McFare. Dos adolescentes que forman parte de dos grupos de música muy distintos. Se... More

El primer día
La vuelta al instituto y el reencuentro
Una nueva chica y un antiguo enemigo
La primera pelea y un nuevo pero, antiguo chico
Una noticia y un chico inesperados
Un día... ¿diferente?
La reportera, un ensayo diferente y un trabajo encontrado por casualidad
Sucesos imprevistos
Una noche y una mañana muy divertidas
La casa del bosque esconde sorpresas
Él... ¿me quiere?
Sentimientos extraños
Una confesión espontánea
A veces, Cupido acierta de lleno
Si la quieres, demuéstraselo
Enamora... ¿qué?
Lo tenía delante de mi nariz
Las estrellas nos guían
Quizás solo fue una pesadilla... ¿o un sueño?
La última tarde
El héroe de la tarde
La vuelta a la rutina
¿Casualidad? ¡Tiene que ser una broma!
Un sin sentido con sentido
¿Quién ganará?
No puede ser real
Una gran cena
Un caos tras otro
Disfrutar apostando y enamorarse jugando
Una skater poco profesional
Verdades y algo más
El plan EON
¿Y ahora?
Del odio al amor
¿Una gran idea?
Ensayos, nervios y Navidad
¿Locuras por amor o amor por locuras?
Los deseos se cumplen en Navidad
Un concurso inolvidable
Epílogo - Nuestro final feliz
Agradecimientos
Hola de nuevo :D

El pasado te recuerda cómo llegaste hasta aquí

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By Abrazosdepanda

*Narra Dani*

Estábamos yendo a ver a nuestros abuelos en el coche rojo de papá.

Hoy hacía mucho frío y había nevado.

Todos íbamos escuchando la radio. Siempre era una cadena de música pop. Los Beatles cantaban: 'Let it be, let it be, let it be'.

Mientras papá conducía, mamá hablaba con él. Papá apartó un momento la vista de la carretera y de repente un trozo enorme de nieve congelada cayó a la carretera. Papá intentó esquivarlo, pero acabamos cayendo por la cuneta dando vueltas de campana hasta que el coche por fin se quedó quieto boca abajo.

- ¿Estáis bien chicos? - nos preguntó papá desde delante.

- Sí - respondimos Laia y yo al unísono aunque los dos nos miráramos con mucho miedo.

- ¿Y tú Carolina? - le preguntó a mamá.

- Creo que sí - respondió respirando muy rápido.

Pero un hilo de sangre le recorría la frente  y eso me asustó aún más.

- Entonces sal del coche con cuidado y luego saca a los niños, ¿vale cariño? - habló papá.

Ella asintió.

Se desató el cinturón y se revolvió dándole una patada al cristal para romperlo y poder salir. Pero entonces el coche se movió y mamá gritó mucho más asustada que nosotros.

- Tranquila cariño, respira hondo - intentó tranquilizarle papá.

Asintió y respiró hondo.

Como mi ventana estaba rota, mamá me desató y desató a Laia intentando no mover mucho el coche. Salí primero pudiendo observar por qué había gritado mamá. El coche estaba al borde de un acantilado y solo lo sujetaba una pequeña rama que no parecía muy resistente.

- Óscar tienes que salir ya, no creo que esa rama aguante más - dijo mamá desesperada.

Papá se movió intentando salir, pero el coche también.

- Cariño cuida de los niños - empezó a decir como si estuviera despidiéndose.

- No, no, no, por favor Óscar, no - le suplicó mamá mientras las lágrimas le caían como cascadas por sus mejillas.

- Niños cuidad de mamá - ninguno pudo responder porque los dos estábamos llorando sin entender lo que estaba sucediendo.

Laia lloraba desesperadamente al igual que mamá. Me acerqué al coche mientras me limpiaba las lágrimas que no dejaban de caer.

- Papá por favor, sal ya, sal de una vez, por favor - le supliqué llorando como nunca antes.

- No puedo pequeño mío, tengo la pierna atascada entre el volante y el asiento - intentó sonreír sin éxito.

Algo en mi cabeza se movió y sentí muchísimo miedo.

- Hijo prométeme que cuidaras de tu madre y de Laia por mí, que serás el hombre de la casa, que serás simpático con las personas que conozcas y que serás un buen hombre, prométemelo - me susurró.

Tenía la cara empapada de tanto llorar al igual que papá.

- Hijo prométemelo - volvió a susurrarme.

- Te lo prometo papá - le susurré antes de escuchar el 'clac' de la rama y ver como el coche con papá dentro se precipitaba al vacío.

- ¡No! ¡Papá! - grité con todas mis fuerzas sintiendo como se me partía el corazón.

Me desperté sudando.

Miré el reloj, eran las seis de la mañana, pero tenía que ir, necesitaba volver allí. Me vestí a toda prisa con lo primero que encontré, cogí las llaves del coche que compartíamos mamá y yo y bajé en su busca. Me monté en él y conduje lo más rápido que pude hasta llegar al lugar donde perdí a mi padre.

Todo estaba exactamente igual. La rama seguía partida por la mitad.

Los ojos empezaron a picarme, parpadeé y las lágrimas se escaparon sin que pudiera controlarlas. Mis rodillas se chocaron contra el césped ahora lleno de hojas marrones y dejé que las lágrimas salieran como no lo habían hecho en años volviendo a revivir ese mismo momento una y otra vez.

Cuando ya no me quedaron lágrimas, me levanté y volví al coche para ir al lugar donde lo que se encontró de los restos de mi padre descansaban en paz. Llegué, me senté cerca de él y empecé a contarle todo lo que había pasado desde la última vez que fui allí. Hace como unos diez años.

No quería venir, no quería creer nada de lo que pasó, no quería saber nada, pero ese recuerdo, esa misma música me hizo reaccionar. Necesitaba pedirle perdón a mi padre por no venir a verle. Las lágrimas volvieron con más fuerzas y más ganas de recorrer mis mejillas que antes.

- Perdóname papá, siento mucho haber sido un completo idiota, un inmaduro desde que tú no estás aquí, siento todo lo que he hecho mal, siento no haber cumplido nuestra promesa - un nudo se instaló en mi garganta haciendo que mi voz desapareciera y solo pudiera seguir llorando desesperadamente.

Recordé lo que pasó después de ese horrible momento.

No dejé de llorar durante días y noches, no podía dormir y soñaba una y otra vez con lo ocurrido. Me sentí culpable mucho tiempo, estuve semanas llorando cada noche y me olvidé de mi madre y de mi hermana. Ni siquiera les hacía caso cuando las escuchaba llorar y las dejaba solas sin consolarlas. Un dolor inhumano se instaló en mi pecho.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que volví a hablarle.

- Papá perdóname por todo lo digo de corazón, lo siento muchísimo, yo... yo... tengo que irme ya, pero te prometo que no van a pasar diez años para que vuelva a verte y te prometo que voy a cumplir nuestra promesa por nuestra felicidad - me limpié las lágrimas con las mangas de la chaqueta.

- Hasta pronto papá - me despedí de él.

Me levanté, volví andando al coche y conduje hasta casa. A esa hora el sol estaba en su punto más bajo y hacía frío. Al llegué a casa, me bajé del coche y abrí la puerta de casa para entrar. Me encontré con mi madre. Abrió la boca para decir algo, pero no le dio tiempo porque me lancé encima de ella llorando como ese niño de hace doce años.

- Mamá lo siento, lo siento muchísimo, no tenía que haberte dejado sola durante tanto tiempo, siento haber sido un mal hijo, lo siento mamá - intenté decir entre sollozos.

Después de un largo rato, me calmé gracias a sus caricias. Escuché los pasos de mi hermana bajando las escaleras. Cuando nos vio su cara de dormida cambio a una de preocupación.

- Hola Laia - intenté sonreír pero me temblaban demasiado los labios.

Se acercó a nosotros y nos abrazó.

- Por favor Dani cuéntanos qué te ha pasado - me pidió clavando sus ojos en los míos.

No pude responder. Sentía el peso del dolor y la culpabilidad en mi pecho matándome cada segundo que pasaba más que el anterior.

- Tranquilo mi amor cuéntanos qué ha pasado - me pidó mamá esta vez después de darme un beso en la frente.

Les conté todo lo que había pasado desde que me levanté, menos la promesa. Eso era algo entre papá y yo. Las dos se echaron a llorar y las abracé intentando consolarlas.

Cuando se les pasó un poco y nos separamos mientras se limpiaban las lágrimas, mamá me dijo:

- Amor tú nunca has sido un mal hijo, al contrario, eres el mejor hijo que existe, un niño de cuatro años no podía cargar con la pérdida de su padre y ayudarnos a la vez - me dio otro beso en la frente - nunca superaremos la pérdida de papá del todo, siempre le vamos a tener muy presente en nuestras vidas y en nuestros corazones amor mío y claro que acepto tus disculpas - me dio un beso en la mejilla y un abrazo maternal mientras Laia me sonreía dándome las gracias con su mirada llenándome el corazón de nuevo.

Escuché cómo mamá le daba las gracias a papá por seguir aún presente y haber curado la herida que después de tantos años aún seguía abierta.

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*Narra Bri*

El despertador sonó.

Me quejé y lo apagué controlando unas enormes ganas impulsivas de lanzarlo por la ventana. Me levanté, me aseé y cogí la ropa que me iba a poner hoy. Una camisa blanca con un pantalón negro a juego con mis vans de leopardo (tenía una enorme colección de vans) y una chaqueta negra.

Desayuné tostadas con Nesquik y subí a por mí mochila.

Qué raro, no he escuchado ni a mamá ni a papá, pensé.

Me asomé por la puerta a su habitación. Los dos estaban dormidos como bebés.

Voy a dejar que descansen, ellos ya han trabajado suficiente.

Cerré la puerta, bajé y me fui andando a clase.

Las hojas marrones, amarillas y rojas volaban de un lado a otro, formaban un pequeño remolino o caían suavemente sobre el césped. El otoño siempre ha sido mi época favorita porque la naturaleza es preciosa durante esos meses.

Cuando llegué a clase las chicas estaban hablando, así que me acerqué a ellas.

- Buenos días chicas, ¿de qué habláis? - les pregunté.

- Buenos días Bri, de algunas posibles canciones que podéis tocar para el concurso - me explicó Dako.

Ya estaba totalmente recuperada, solo necesitaba dormir una noche entera y algún que otro mimito.

- Genial, ¿cuáles habéis propuesto? - me interesé.

- Change your life de Little Mix - dijo Andra.

- Give me love de Ed Sheeran - dijo Mica.

- They don't know about us de One Direction - dijo Dako.

- Y Superheroes de Script - dijeron Irene y Lucía.

- Vaya, todas son muy buenas, aunque tendremos que consultarlo con los chicos - les sonreí feliz porque pensarán en nuestra banda.

La clase empezó. Todas las clases siguientes fueron igual que las anteriores. No hubo nada especial. Y así pasaron los días. Ir a clases, volver a casa, hacer los deberes, ir al ensayo, ir a la cafetería, volver a casa y dormir.

Hasta que llegó el viernes.

- ¿Quién sale hoy? - preguntó Dako.

- Yo - le contestaron todas menos yo.

- ¿Y tú Bri? - me preguntó.

- No sé si podré, tengo que ir a la cafetería a trabajar - dije triste.

Quería salir con ellas.

- Tranquila, quizás podamos pasarnos por allí - me guiñó un ojo.

- ¿En serio? - ella asintió - ¡Gracias, gracias, gracias! - le di un abrazo escuchando su risa.

Salimos del insti, nos despedimos y me fui a casa. Mientras comía los macarrones con tomate y queso rallado me quedé pensando en el imbécil. Últimamente estaba más callado, aunque su mirada mostraba alegría. Me encogí de hombros. Luego Tomi me vino a la mente y sonreí. En los ensayos y en los recreos había vuelto a ser el mismo bromista-loco-mejor amigo de siempre. Pero ese beso pasó y sé que significó algo para mí, lo que no sé es qué.

Terminé los macarrones y recogí la mesa. Hice los deberes y me fui a ensayar. Cuando llegué Ian llamó la atención de todos nosotros.

- Chicos tenemos que elegir la canción que vamos a cantar, solo quedan unas semanas para el concurso - nos informó.

Andra, Dako y yo les dijimos nuestras canciones y ellos nos dijeron las suyas.

Amnesia de 5SOS, Grenade de Bruno Mars y Por fin de Pablo Alborán.

- Todas son muy buenas y yo soy la primera a la que le gustan todas las canciones, pero quiero una que transmita un mensaje que llegue al público, que tenga ese algo que buscan y me decanto por Superheroes - les di mi opinión.

Todos se tomaron unos minutos en pensar que canción querían. Y cuando Andra empezó a recitar los nombres de las canciones en la única en la que todos levantamos la mano fue en Superheroes.

- Por lo que veo todos sabemos que Bri tiene razón, así que pongámonos a ello - nos dijo Ian de buen humor.

Miramos detenidamente una y otra vez el vídeo oficial de The Script, aunque sabíamos que un chico era el cantante quizás una voz femenina no quedaba mal. Cogieron los instrumentos y empezamos a probar los acordes. Que tono iba mejor con mi voz, si necesitábamos más música o más voz o si ambas por igual... El ensayo se basó en ver cómo sonaba mejor y si necesitábamos retocar algo. Después de ensayar, coger mis cosas y despedirme de todos, caminé hasta la cafetería mientras tarareaba la canción una y otra vez. Era muy pegadiza y el mensaje era preciosa. Estaba enamorada de esa canción.

Cuando llegué hice lo mismo que había hecho durante la semana. Fui a la habitación, dejé mis cosas, me puse el uniforme y salí fuera esperando a que llegasen los clientes. El imbécil estaba en la cocina con Frank y cuando me vio salió a saludarme. Frank es el cocinero. El lunes no pudo venir porque tuvo un problema familiar, pero ahora él se encarga de la cocina y es mucho mejor cocinero que nosotros. Tiene como 20 años y es muy simpático.

- Hola gatita - me sonrió.

Vaya, su humor rarito se ha ido y ha vuelto el insoportable de siempre, pensé.

- Hola imbécil - le miré.

- ¿Qué tal? - me preguntó curioso.

- Muy bien, ¿y tú? - arqueé las cejas.

- Igual - me sonrió.

- Ah, ¿sí? Estos días pasados no parecías estar muy bien precisamente - indagué clavando mi mirada en la suya.

Su rostro se volvió tenso y sus pupilas se volvieron más oscuras. Se dio media vuelta y volvió por donde había venido.

Y ahora se ha enfadado conmigo, genial.

Me crucé de brazos y entonces escuché el sonido de las campanitas moviéndose y chocando entre sí.

- Buenas tardes señorita camarera, ¿me puede decir que hay en la carta? - me preguntó Dako viniendo hacia mí con una enorme sonrisa.

Se me escapó un gritito de felicidad y le di un abrazo. También estaban las demás a las que di dos besos y un abrazo.

- ¡Habéis venido! - grité feliz.

- Pues claro, no íbamos a perdernos como trabajas ni mucho menos a tus compañeros - me guiñó un ojo Irene.

Oh no, mis compañeros.

La sangre se me congeló.

No les había dicho nada del imbécil porque no quería que nadie que me conociese me viera cerca de él. Tenía que hacer algo ya mismo.

Una bombilla se encendió sobre mi cabeza.

- Ahora vuelvo chicas, dadme un segundo - les sonreí.

Entré corriendo en la cocina y observé que el imbécil no estaba, así que me acerqué a Frank y puse en marcha el plan.

- Frank tienes que hacerme un pequeño favor - le pedí susurrando.

Él me miró.

- Dispara.

Le expliqué lo sucedido y aceptó ayudarme con el plan. En ese instante apareció el imbécil. Le guiñé un ojo a Frank y él me sonrió cómplice.

- Dani necesito ayuda en la cocina, han llegado muchos clientes de repente y yo solo no puedo, ¿me podrías ayudar? - le preguntó Frank amablemente.

Él se lo pensó y asintió.

- Claro.

Se acercó a ayudar a Frank y yo salí fuera mientras le sonreía a Frank a modo de agradecimiento.

Las chicas pidieron tres batidos de plátano y dos de fresa, dos donuts, un trozo de tarta de galleta y dos croissants. Llevé el pedido a la cocina y atendí a los demás clientes. El imbécil se había creído la excusa de Frank y era algo genial, aunque tenía que moverme más rápido y ser más ágil.

Todo porque las chicas no lo vean.

Como dos horas después de servirlas se fueron a dar un paseo y me dijeron que volverían a por mí a las diez. No me parecía una mala idea, así que les sonreí como respuesta. Al entrar para buscar los pedidos le hice una seña a Frank y él me entendió.

- Dani muchas gracias por ayudarme, pero creo que ahora sirves más fuera que dentro - le sonrió.

- De nada Frank, siempre es un placer - le devolvió la sonrisa.

Entre los pedidos, servir a los clientes y tararear la canción que no se iba de mi mente, las siguientes horas se me pasaron volando. Cinco minutos antes de las diez me fui a cambiar a la habitación y a buscar mis cosas. Al salir y dirigirme a la salida, tropecé con el imbécil sin querer.

Me miró con enfado.

- No sé qué mosca te ha picado, pero no hace falta que te enfades conmigo, ¿sabes? - le dije siendo directa.

- Ah claro ahora soy yo el que va diciendo a todo el mundo que le ve raro - subió su tono de voz, pero sin gritar.

- ¿Es por eso? Si llego a saber que te ibas a poner así ni te lo habría dicho - le dije ahora enfadada.

- Hubiera sido mejor porque no he estado raro - achinó los ojos.

- Lo que me faltaba que seas un crío, lo siento pero a diferencia de ti no pienso perder el tiempo en otra inútil discusión, tengo cosas mucho más importantes que hacer - me di la vuelta y salí de la cafetería dejándole con la palabra en la boca.

No me di cuenta de que había andado unas cuantas manzanas hasta que sentí que mi móvil vibraba. Lo saqué del bolsillo y vi un mensaje de Andra.

De: Andrada.

Para: Brianna.

¿Dónde estás? En la cafetería ya no hay luces y no hay nadie por aquí cerca :(.

De: Brianna.

Para: Andrada.

Lo siento mucho, mi madre me llamó antes y tuve que salir, se me olvidó por completo que ibais a buscarme. Lo siento mucho :"(.

De: Andrada.

Para: Brianna.

Vaaaaaaaaale, pero a la próxima te cortamos la cabeza, ¿sí? :D.

De: Brianna.

Para: Andrada.

Sí, diles a todas que lo siento :"(.

Y ya no hubo respuesta.

Odio mentir. Y más a mis amigas por ese maldito imbécil.

- ¿Bri? - escuché esa voz tan conocida detrás de mí.

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Bueeeeeeenas pandas míos :D

Hoy me apetecía subir un capítulo porque mis ídolos han hecho un Live Stream, cortito, pero ay :'), porque otro de mis ídolos ha cantado en directo en un programa y porque tenía ganas de subir este capítulo ;)

Este capítulo y los dos siguientes son de mis favoritos, espero que a vosotros también os gusten ^^

Mi agradecimiento es para todas vosotras: CriaturitadeLou, writingObsessed, raquelilla98, Vero5998 :')

Y muchísimas gracias por leer mi novela, me siento genial escribiendo para que podáis leerlo y os guste, en serio, no sé cómo daros las gracias por estas 1.590 leídas :')

Nos leemos,

Abrazosdepanda ♥.

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