Señor Bruce [Terminada]

By Erissaan

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Señor Bruce es una divertida historia donde un profesor se enfrenta a la clase mas intensa de su corta carrer... More

Parte 1: Encuentro
Parte 2: Culpable
Parte 3: Castigo
Parte 5: La Tragedia
Parte 6: Refugio
Parte 7: Mi Enemigo
Parte 8: Librería
Parte 9: La Excursión
Parte 10: Lucía
Parte 11: Luciérnagas
Parte 12: Visitas
Parte 13: Confesiones
Parte 14: Nick
Parte 15: Cosas Extrañas
Parte 16: Hogar
Parte 17: Alta Fiebre
Parte 18: Explicaciones
Parte 19: Luna
Parte 20: Notas
Parte 21: Baile
Parte 22: Sonrisas
Parte 23: Bailar Contigo
Parte 24: Enamorada
Parte 25: Pelea
Parte 26: Primer Beso
Parte 27: Poemas De Amor
Parte 28: Merry
Parte 29: Paseo.
Parte 30: Rosa Azul
Parte 31: Camino A Clases
Parte 32: Dieciséis
Parte 33: Feliz Cumpleaños
Parte 34: Le Gustas
Parte 35: Aventura
Parte 36: Abrazados
Parte 37: Mr. Whiskers
Parte 38: Días Felices
Parte 39: Pesadillas
Parte 40: Lo Nuestro Es...
Parte 41: Cerca Del Fin
No Es Un Adiós
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Tercera parte
Tercera parte

Parte 4: Maldición

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By Erissaan

Habían voces ebrias gritando tonterías. Risas, murmullos... Miró la hora, apenas eran las... 5:06AM... Su madre adoptiva llegó con su nuevo novio, novio al cual Eris le tenía muy poca confianza. Solo sabía que su nombre era Erick y que posiblemente no era una buena persona, ya que estaba saliendo con alguien como su Carmen, así se llamaba la peor desgracia de Eris. En varias ocasiones habían llegado en la madrugada con mucho escándalo, como esa misma madrugada, por ejemplo, eran las 4:12am cuando entraron a casa y desde entonces Eris no había conciliado el sueño. Cubrió su cabeza con la almohada pero el escándalo seguia igual.

-No, Erick, no te vayas, quédate - Era la voz ridícula de la mujer ebria y luego le respondía la voz del supuesto Erick. Mas risas, mas desorden, ¡qué infierno!

-Debo estar maldita-Grunó la joven. Salió de la cama para tomar una ducha fría, eso podría disipar un poco su incomodidad. Al salir de la ducha alguien tocó su puerta:

-Hey, zorrita, ven a prepararnos algo de comer.-Era su madre adoptiva.

El rostro de Eris estaba rojo de ira, mas guardó silencio para que piensen que aún estaba dormida. Se vistió sigilosamente y en la completa oscuridad para no llamar la atención. Si estaban ebrios podría incluso resultar peligroso para ella salir de su habitación. Plan B: Irse al parque por la ventana hasta que sea completamente de día. Su cuarto estaba en un segundo piso, algunas ramas llegaban cerca de su ventana. Más de una vez había escapado sin que nadie lo notara. Se colocó su gorro y abrigo. La puerta empezó a sacudirse:

-Abre, malcriada.-Gritaba Carmen en la puerta- Erick, ve por una llave de reserva que esta en ese closet del pasillo.

Eso fue lo último que escuchó la joven que escapaba, ya que de forma ágil bajó por las ramas y corrió por la calle hasta no escuchar ni ver nada sobre esa casa maldita.

Miró su reloj bajo una de las lámparas de la calle. 5:35am, todo desierto y nublado, haciendo aquella madrugada aún más oscura. Eris empezó a caminar por la solitaria calle, rumbo al parque. No había absolutamente nadie, digo, ¿Quién madruga un domingo sin necesidad? Tenía frío, mucho frío. Metió sus manos en los bolsillos. Sus largas trenzas sobresalian de su gorro.

Habían dos hombres fumando al otro lado de la calle. Pudo identificar por el olor que se trataba de una sustancia... para que rodeos, era marihuana.

-¡Hey!- exclamó uno- Mira, no más . ¿Buscas diversión, nena?- Eris los ignoró mientras trataba de caminar mas rápido. Ellos comenzaron a seguirla. Eso no pintaba nada bien, así que no iba a esperar a averiguar si deseaban preguntar por su nombre, amablemente invitarle un café o violarla. Empezó a correr y ellos de igual modo apresuraron el paso. ¿A dónde podría correr? Al parque, con suerte podría esconderse con facilidad en alguna parte. Uno de los hombres le ordenó :

-Ve por el otro lado, la acorralaremos.

El corazón de Eris quería salir por su garganta pero siquiera podía notarlo. Necesitaba escapar. El parque era enorme y con muchas plantas. Había un pequeño lago a su derecha, lago que dividía, por decirlo así, al parque en dos partes. El agua debía estar muy fría pero era una opción muy aceptable, así que no lo penso mucho. Una mano fuerte y violenta le agarró por el abrigo.

-Te tengo.

Eris le pateo en la entrepirna sacando un grito de dolor de aquel sujeto maloliente y escapó dejándole el abrigo en manos. Entró al lago, el agua le llegaba hasta las rodillas, empezó a sentir temor ya que no sabía nadar. Se ocultó bajo del puente en silencio y escaló con agilidad por los soportes de madera, una ve, arriba del puente se escabulló hasta llegar al otro lado. Miró a su alrededor, pensó estar a salvo cuando una mano le agarró con violencia, era el otro sujeto. Eris gritó y pataleó con todas sus fuerzas. Intentó lanzarse al agua pero aquel sujeto era fuerte. Ambos cayeron al agua, la arrastró hacia la orilla sosteniéndola por sus largas trenzas rojizas.

-Sueñélteme, suélteme-gritaba.

-Te callas o te romperé los dientes- le amenazó.

-¿Te gusta violar niñas?- preguntó una voz feroz y unos brazos fuertes sujetaron al agresor por la espalda y lo tiraron al suelo con facilidad. Un perro enorme atacó al sujeto haciendo que éste grite de pavor y dolor, claro está. Eris inmediatamente se alejó de aquel hombre.

-Me mordió la pierna, quítenme esta bestia, auxilio- Gritaba.

-La única bestia aquí eres tú - dijo nuestro héroe- Alto- le ordenó al perro el cual obedeció inmediatamente. El agresor, quién ahora era el agredido, se levantó y echó acorrer cobardemente.

-Síguelo hasta la fuente, Max. Encárgate de que corra como nunca antes lo ha hecho- ordenó fríamente el amo. El perro obedeció y en efecto, aquel hombre corría como nunca.

-No voy a preguntar si estás bien porque se que no lo est... ¿Srta. Glenn?-preguntó sorprendido. El joven Bruce no se había dado cuenta de quién se trataba hasta ahora, Eris le miró y dijo muy bajo:

-Sr. Bruce...

-¿Pero qué estaba haciendo a esta hora en el parque? Es muy peligroso.-Bruce se acercó a la joven, la tomó de la mano y esta dejó escapar un quejido. Tenía un tobillo doblado. Bruce se quitó su abrigo y la envolvió, seguido la tomó en sus brazos como a un bulto. La pobre chica estaba helada y temblando.

-La llevaré a su casa o al hospital- le informó su salvador.

-No- suplicó Eris en voz baja- No, por favor, a casa no.

-Esta bien, esta bien. No iremos a su casa- la voz dulce del joven Bruce inspiraba una calidez indecible, no era el mejor momento para hacer preguntas o regañarla. Eris cerró sus ojos, estaba en una especie de shock nervioso. No podía reaccionar. Escuchó los ladridos de Max a la distancia, escuchó cuando Bruce quitó la alarma de su coche y sintió cuando fue colocada en el asiento delantero.

Ahora ambos estaban en la clínica, en las afueras del pueblo. Una doctora muy amable bendó el tobillo de Eris y le dio algunos calmantes para el dolor.

-¿Qué te pasó, mi niña?

-Unos marihuanos ebrios trataron de hacerle daño-respondió Bruce con bastante disgusto.

-Ahhhh, esos maniáticos. La policía está detrás de ellos hace semanas. Van pueblo por pueblo causando caos. ¿Ya les avisaron?

-Si, he hablado con ellos pero no creo que vayan a hacer mucho. Sólo dijeron que evitemos salir los domingos por la mañana, la cual es la hora menos transitada, donde las víctimas son más bulnerables. - Bruce se movía de un lado a otro. La doctora se despidió de ellos para ir a atender a otros pacientes.

Tras quedarse solos, ninguno de los dos individuos dijo nada. ¿Qué podrían decirse?

La doctora regresó y Bruce salió a atender una llamada.

-Tu novio es muy atento contigo, ha estado muy preocupado toda la mañana. ¿Tus padres no dicen nada de que sea un poco mayor para ti?

Eris miraba al suelo, tratando de acostumbrarse a su pie bendado.

-No es mi novio. - sólo dijo secamente. De verdad que la gente de los pueblos pequeños era bastante desagradable.

-Ah, ya veo. Si fueras mi hija te aseguro que te dejaría salir con alguien como el cuando tengas más edad. Está guapísimo. Si tan solo fuese yo un poco más joven. - Y dicho esto entregó la medicación a la joven.

-Lleva esto a la farmacia. Estas pastillas ayudarán con el dolor y la inflamación. ¿Qué edad tienes? ¿17? - La doctora decía muchas cosas a la vez. Al parecer gustaba charlar con los pacientes.

-15.

-SI eres aún más niña de lo que supuse. Quién lo diría. Te ves muy desarrollada para tu edad.-le comentó señalando los pechos de Eris, quien se cubrió con el abrigo que le facilitó el Sr. Bruce y se sonrojó bastante.

Bruce esperaba afuera y cuando Eris salió fue de inmediato a tratar de ayudarle. Eris tenía la peor de sus caras.

-La vida me odia. - Comentó. Bruce le miró con compasión.

-Temo que sí. - le confirmó.

-Eso no ayuda mucho, sabe. - le regañó Eris.

Bruce se lo tomó a buen humor, ambos salieron mientras Eris se apoyaba su brazo.

Minutos después estaban con rumbo a casa del Sr. Bruce. Definitivamente no pudo convencerla de llevarla a casa, más entendiendo la difícil situación de la joven, no le insistió más. Máx iba tranquilo en el asiento trasero, estaba dormitando pero alzaba la cabeza de vez en cuando para ver por la ventana.

Mientras iban de camino, Eris miraba la nada por la ventana. Sentía ganas de llorar, más no podía hacerlo, no encontraba sus lágrimas en ningún lado. ¿Qué habría pasado si Bruce no hubiese llegado? ¿Por qué le pasan tantas desgracias? ¿A caso estaba maldita? Era el peor año de su vida. Por su parte Bruce iba en silencio y así se mantuvo todo el camino.

Al llegar a casa, Bruce salió del auto y abrió la puerta para ella. Estaban dentro de la cochera, cochera en la cuál había otro auto deportivo de color rojo y una motocicleta. No, Bruce no vende drogas, más adelante sabrán de dónde le ha provenido tanta suerte. Max bajó del auto y fue a lamer la mano de Eris como entendiendo su situacion. Había un silencio cortante, nadie decía nada. Los tres entraron en la sala, Bruce cargo a Eris hasta la cocina donde le examinó el tobillo muy seriamente. Su rostro se veía preocupado, queriendo decir algo pero sin saber cómo hacerlo.

-Buscare ropa más seca. ¿Puedo al menos llamar a casa para avisar dónde está?

-No creo que eso sirva, escapé de casa esta mañana...-Eris se detuvo- Sólo... sólo no llame a nadie ¿sí?

-Esta bien, no llamaremos a nadie.-Bruce no quiso insistir, no sabía qué hacer o cómo actuar. Esta joven tenía un talento para meterse en problemas. Tenía muchas preguntas que hacerle pero esperaría el momento adecuado.

Eris asintió, no tenía ganas de hablar; era entendible, completamente entendible.

Bruce trajo ropa seca, obviamente ropa masculina y un botiquín con las pastillas que le habían recetado. El joven parecia tener toda una farmacia en ese botiquín.

Momentos más tarde Eris estaba cambiada y con el pie vendado, sentada en el sofá. Miro la hora, eran las 8:53am. Que día más largo, sentía como si habían pasado mas de 12 horas desde que despertó, horas de puras degracias. Cerró los ojos un momento y sin darse cuenta se quedó dormida, totalmente dormida.

Eras las 11:07am cuando Eris vió el reloj colgado en la pared. El sol entraba a través de una pequeña brecha entre las cortinas cerradas que cubrían el ventanal. Recordó que no estaba en casa y que estuvo a punto de ser violada por unos delincuentes.

Vio su pie vendado, se sentía mucho peor. ¿Dónde estaría el Sr. Bruce? Caminó despacio hasta la cocina donde lo encontró leyendo un libro de recetas. Había un sandwich y un jugo en la mesa y algo de fruta. Eris amaba la fruta.

-Buenos días, no quise ir a despertarla.-empezó él al notar su presencia en la cocina.-Eso que esta en la mesa es suyo.

Eris no necesitó que se lo digan dos veces, moría de hambre. Hubo un tiempo de silencio hasta que esta termino de comer.

-Supongo que no quiere hablar de lo sucedido-supuso el Sr. Bruce.

Eris esperó unos segundos antes de responder:

-No me considero paranóica, Sr. Bruce, pero empiezo a estarlo. Tengo una maldición.

Bruce intentó no reír. Creyó que era un chiste pero al ver la seriedad de la joven.

-Bueno, a cualquiera que se le ocurra ir al parque un domingo en la madrugada definitivamente se hallaría una maldición.

-A ver, Sr Bruce ¿Y Usted qué hacía en el parque?

-Max y yo salimos cada mañana a hacer algunos ejercicios al parque. Obviamente yo soy chico, por lo tanto se reducen mis probabilidades de ser atacado, sin mencionar que me acompaña un Alaskan Malamute entrenado de 140 Lb. Los domingos no hacemos los ejercicios acostumbrados pero tomando en cuenta que ayer incumplimos el horario debido a mis actividades en el jardín y una joven cita castigada que tuve que atender, intentamos reponerlo en la mañana de hoy.- (Como sabrán, mis queridos lectores, ayer el Sr. Bruce esperaba a la joven Eris para lavar el coche)- Es curioso, no soy escéptico pero fue un completo milagro estar en el parque al mismo tiempo que usted. Escuché los gritos de una joven cerca del lago e hice lo que me pareció mas prudente. Ahora- hizo una pausa y acercó su silla a la joven- me tranquilizaría escuchar su versión de la historia.

-Bien- Empezó Eris en tono molesto- Estoy maldita, Sr. Bruce. Me persigue la desgracia. ¿Gusta oir mi historia? Mi historia es más que empezar a hablar del accidente del parque, es la historia de una chica miserable, olvidada, sin hogar ni familia. Odio mi historia, odio mi vida, deseo enterrarla, olvidarla pero llega usted a querer desenterrar los recuerdos...

Eris estalló su furia contra aquel a quien le debía estar agradecida:

-Usted me cae mal, su manera serena, inmutable y su habilidad para evitarse los problemas. Su extraño modo de tratarme.


El Sr. Bruce sonrió, fue inesperado el curso que tomó la situación pero trató de salir ilesio de situaciones así, como siempre lo hacía:

-Es usted toda una niña. - Murmuró.

Eris se enfadó.

-No me llame niña.

-Pues deje de actuar como una- le dijo seriamente mirandola a los ojos.

-Trata de intimidarme, Sr. Bruce. Usted no me conoce. Usted no sabe nada sobre mi.- Replico algo lastimada por el golpe bajo.

-Quizas se mas de lo que piensa, quizás sólo quiero ayudar. Sólo quiero ayudar. - La voz sonó nuevamente amable con una mezcla de comprensión. Se sintió mal por haber dicho aquello.

-Viene un extraño a este pueblo, de la nada, y quiere meterse en mi vida. Todos me tienen lástima. Todos quieren saber mi historia, nadie me entiende. Ya no quiero hablar de esto, me propuse cambiar mi vida, dejar el pasado atrás pero veo que no. Siempre seré la chica huérfana, a la que ustedes los adultos toleran por lástima. He sido buena demasiado tiempo este semestre, Sr. Bruce, pero ahora va a conocer quien soy realmente y veremos qué tan bueno será conmigo después de conocerme.

Bruce sabía que discutir con ella no era opción:

-Bien. - dijo él, como reservándose una pesada carga. No era el momento de decirle.

- Le agradezco su hospitalidad, profesor. Quiero ir a casa, ahora.- sentenció ella cruzando los brazos.

Bruce se mantuvo calmado y la llevó a casa sin decir una palabra, ninguno al otro. Bruce jamás había conocido a alguien más imperativo, su deber en aquel pueblo era ayudarla pero aparentemente no sabía cómo. Quizá una relación alumna profesor habría funcionado mejor desde el principio. ¿Cómo decirle la verdad después que las cicatrices parecían haber sanado?

Cuando Eris llegó no se despidió, sólo dijo sin mirarle:

-"Llegué a pensar que iba a ser diferente, pero veo que estoy destinada a que todos me vean en este pueblo como la niña huérfana a la que se le debe tener lástima." - Y entró a su casa.

Bruce la miró perderse tras la puerta, y tras permanecer mirando la nada unos momentos se preguntó para sí:

-¿Cómo ayudar a alguien que no se deja ayudar? - Y miró hacia el techo del auto con ambos brazos en la cabeza.

-Me lo prometiste, Bruce. - pareció escuchar en su cabeza una voz.

-Si, lo prometí.

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