capitulo dedicado para @simplydxnisse por crearnos esta hermosa portada. muchisimas gracias
Rayita.
Amarillo. Solo se visten de amarillo los que en sí mismos confían. No puedo estar más en desacuerdo. Un vestido ceñido que me llega por encima de la rodilla. Sin mucho escote y sin mangas. hace tanto que no me visto así. Mis manos están que no pueden más. Me seco el sudor de estas en la falda, aunque no ayuda mucho.
Por un momento deseo hacerme una buena taza de té y ponerle unas cuantas gotas de wisky de azufre. Eso me vendría bien. Pero seguramente Harry ya se encuentra en la sala y no quiero que vea el alcohol. No si quiero seguir usándolo con él en un futuro.
Repaso todo de nuevo. Todo lo que podría utilizar está en el maletín. Finalmente podré recomenzar mi vida. Solo el pensar que a partir de hoy me convertiré en lo que siempre quise ser desde pequeña. El nudo en el estómago se aprieta más cada vez.
>>una cosa a la vez <<
Me digo a mi misma, porque no sé cómo comenzar. La cita es a las diez, son apenas las ocho. ¿Qué debo hacer ahora? No puedo ni moverme, los nervios me han paralizado. Me cuesta trabajo respirar y mis rodillas están temblando.
>>el siguiente paso es salir de la habitación<<
>> ¡sal de la maldita habitación, cobarde!" <<
Tomo mis cosas y giro el pomo de la puerta para bajar las escaleras. Con el crujir de los escalones, me doy cuenta que el ruido de la cocina se detiene. No espero que nadie se despida, tampoco creo que nadie lo haga. Tal vez mis elfos no entiendan la magnitud de lo que esto significa para mí.
Pero es todo lo contrario, han preparado una gran pila de pancakes y fruta picada, té y un pequeño pastel con muchas fresas encima. Mis elfos, como siempre, están dando brinquitos por todos lados. Pero también está él. De pie detrás de la barra, con una sonrisa que pone al dios Zeus en desventaja. Adoro que su barba se vea más abundante cada día.
Extiende los brazos a los lados y viene a mi encuentro.
—no tengo el empleo todavía— dije apenas entre sus brazos.
—lo sabemos, pero creemos—voltea a ver a mis elfos y ellos asienten con él. Como si se llevaran mejor cada día. —que el puesto ya es casi tuyo.
—no es un trabajo como tal, pero haré lo mejor que pueda —dije dudando un poco.
Después de desayunar, tomo la vía más rápida. Esta vez iré por la red flu. Hace tanto que no utilizo la chimenea a no ser claro, para lo que usualmente está hecha.
Lo último que veo son tres pares de ojos saltones marrones y otros más pequeños de color verdes a los que miro antes de que todo comience a dar vueltas. Con su imagen congelada en mi memoria, tomo valor para salir y dejarme fluir entre la gente que a esta hora de la mañana se dispersan por todos lados.
Por los altavoces suenan las alarmas que indican las necesidades del día, así como las noticias más recientes. Entre todo el alboroto de la gente, distingo por el alto parlante la llamada para los talleres nuevos.
"...y la inducción al taller de escritores dirigidos por Rita Skeeter se llevará a cabo en el ala este, departamento de redacciones mágicas, sección doscientos cincuenta y nueve. El cual comenzará en diez minutos favor de presentarse antes de que las puertas se cierren."
Eso enciende mis alarmas internas y me escabullo entre en el gentío. los elevadores están en su máxima capacidad y doy gracias a Merlín ser de compleción pequeña. No quita el hecho de que huele a calor humano. Y todos se aprietan entre sí.
Llego al ala este antes de que me dé cuenta. En el camino hacia la sección correspondiente noto que se me unen un par de personas.
Un chico de anteojos gigantes y una chica rubia que llevaba una falda rosa cortísima.
El ambiente se siente tranquilo por el momento, veo a algunos sudando un poco y buscando un lugar donde sentarse. El reloj que posa sobre la parte posterior del atril suena justo a tiempo para dar paso a un inconfundible meneo de caderas que tienen nombre y apellido. Con una melena rubia y amarilla al grado de parecer desagradable y graciosa a la vista. Va acompañada por su inseparable vuelapluma verde y sus diminutas gafas. Pero hubo algo que hiso que casi me cayera de mi asiento.
Rita Skeeter llevaba un atuendo que conocía por desgracia bastante bien. Un vestido amarillo sin mangas y obviamente recortado que subía más de quince centímetros por encima de sus rodillas. Lo cubría con un chal de piel de zorro. Tenía las uñas puntiagudas que hacían parecerlas como garras de animal.
Me dije a mi misma que todo estaría bien. Si permanecemos sentados y no me quito mi abrigo nadie lo notará.
Pero siento encima la disimulada mirada de mi compañero de al lado. Que iban y venían entre la mujer y yo.
"Este hombre nunca llegará a ser un buen escritor si no cuida su prudencia."
Los asientos, en forma de gradas, le dan al orador un excelente ángulo de visión.
Puede ver perfectamente a cada uno.
—hola, clase— dice levantando una ceja. Después de un momento me veo a mi misma forzándome a no repetir ese gesto. Ella parece notar la similitud de nuestros atuendos. —bienvenidos todos y todas a este seminario al cual podría llamar humilde o pequeño, pero la verdad es que es todo lo contrario. —
Continuo con su sonrisa macabra y apuñalaba a cada uno con la mirada. Noté como el chico de gafas, el que me encontré en el pasillo, agachaba la cabeza un poco —es magnífico y glorioso. Casi como el hecho de que ustedes quieran tomarlo. Porque aquí aprenderán el arte y el privilegio de conocer la verdad antes que nadie y ponerla por escrito. —una punzada caliente me golpeo en el estómago. Si de algo estaba segura, es del hecho de que esta mujer hace de todo, menos poner la verdad por escrito.
Mi semblante cambió de sereno a molesto en un santiamén. Solo llevábamos no más de quince minutos de clase y ya estaba hartándome de tanta absurda palabrería.
—deben saber, queridos discípulos míos —saboreaba cada palabra —que todo tiene un sacrificio, así como en la vida hemos sacrificado tanto— como si lo que saliera de su boca fuese veneno dulce y lo saboreara todo —debemos saber que aquí también debemos sacrificar algo.
Nadie en toda la clase tenía una maldita idea de lo que estaba hablando.
—me temo que debo ser, un poco más clara—"¡por favor!" dije para mí. —quiero decir, que hoy uno de ustedes no continuará con nosotros. — la confusión se extiende por toda la sala. —¡sacrificaremos en nombre de la verdad! Esa, es la primera lección que aprenderán. Así que escojan. Cuál será la desafortunada, o el desafortunado claro, que no continuará en nuestras filas.
Unos cuantos se miraban los unos a los otros con cara de pánico. Se encogían y algunos evitaban el contacto visual. Vi a una chica casi de mi edad, tal vez un año menor, con los ojos aguados, como si sintiera que ella es la presa más débil.
—también se aceptan voluntarios— volvió a decir Skeeter con una sonrisa que dejaba ver más allá de los dientes. Sus encías de fuego. Juraría por Merlín que no podía más con la felicidad de causarnos este bochornoso momento a todos.
Personalmente esperaba que dijera que todo había sido una broma de novatos. Y las bromas se acaban cuando dejas de reírte. Así que me serené y me erguí en mi asiento, seria y mirándola fijamente.
—¡divinamente! — dijo agitando un poco las manos y mirando por encima de mi cabeza.
Con todo el disimulo posible me voltee sobre mi lugar para fijar el punto hacia donde ella miraba. De repente los ojos de todos estaban sobre esa persona. —tenemos a nuestra voluntaria — vi al chico de gafas sacar el aire contenido y a la chica que casi lloraba taparse la boca con una mano. La mujer subió las gradas hasta llegar al asiento de enfrente y mirando fijamente en su presa continuó— díganos ¿Cuál es su nombre?
Supe en ese momento a quien se refería.
—_____ Peek. —
<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<
bueno chicos, un poco atrazado pero aqui les traigo un nuevo capitulo. esta semana probablemente comparta otro por mi atraso de la semana pasada que no subí.
gracias por leer.