El primer amor del Capitán Am...

By SaraSu96187

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Año 1918. Nace Steven Grant Rogers, mejor conocido como Capitán América. El hombre que se sacrificó en 1945 h... More

Antes de comenzar
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18 (final)
Epílogo
Aviso + segunda parte

Capítulo 3

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By SaraSu96187


–¡Qué aburrido! -dijo uno de los infantes –solo se miraron y ya está

En esa época eso era uno de los pasatiempos favoritos, en realidad, creo que deberíais salir más al parque, que os de el sol –respondió la mujer adulta.

Pero, ¿ya son novios?  –dijo otro niño

Sí, ahora yo continuaré con esta parte de la historia, que es la más bonita –dijo la mujer adulta

Sí, el drama te encanta –respondió el hombre rodando los ojos.

Agosto de 1939

Lo primero en lo que me fijo nada más llegar a casa es en la expresión de tristeza en la cara de mi padre.

–Padre, ¿ha ocurrido algo? ¿está bien? ¿le ha pasado algo a Steve? –hace varios días que los únicos momentos que podemos compartir es cuando puede acompañarme al trabajo y cuando me espera a la salida.

–Perdí a mi mujer demasiado temprano, y ahora voy a perder también a mi hija. –fue lo único que dijo.

–Padre, ¿de qué está hablando? –entonces es cuando me fijo en que tiene una carta con el sello del ejército estadounidense.

–Padre, no quería contártelo porque se habría negado, pero me apunté como enfermera voluntaria al ejército, fue hace bastante tiempo, y gracias a Dios no me han necesitado. –mi padre ríe con tristeza.

–Hasta ahora Eliza –me tiende la carta y comienzo a leerla.

Estimada srta E. A. Carson:

Como enfermera voluntaria en el programa del ejército se le notifica que es probable que en los próximos meses se requiera de su presencia.

Cuando el momento llegue ha de estar debidamente preparada para un traslado a cualquier lugar. Inclusive el extranjero.

Espere instrucciones.

Coordinadora de las enfermeras voluntarias del ejército

M. Walker

–No debes de preocuparte padre, no hay ninguna guerra, seguro que es para alguna formación especial o una manera de ponerme a prueba.

–Eres igual de inocente que tu madre, sabes perfectamente lo que esa carta significa, será mejor que te hagas la idea, deberías hablar con Steven.

–Padre, voy a ir a hablar con Stevie, llegaré tarde, o temprano, no lo se –vuelvo a ponerme el abrigo.

–¿Qué? ¿ahora? –yo asentí y el suspiró –ten cuidado Eliza –se levanta y me da un abrazo.

–Lo tendré, adiós padre –digo y antes de salir por la puerta puedo ver como vuelve a sentarse en su sillón favorito y se tapa la cara con las manos.

Corro lo más rápido que mis zapatos de tacón me permiten. Steve vivía en un bloque de apartamentos que no quedaba lejos de mi casa. En cuanto estuve delante del edificio subí los escalones y toqué en su puerta repetidas veces. Probablemente habré llamado la atención de los vecinos.

–Jesus Eliza ¿estás bien? –me dice nada más abrir la puerta –no puedo resistir las ganas y le abrazo con todas mis fuerzas. Puedo ver que acaba de llegar del trabajo porque sigue en ropa de calle.

–Necesitaba verte, yo... lo siento si te he preocupado pero... tenemos que hablar, tengo que enseñarte algo –por mi expresión sabe que no es nada bueno, así que a pesar de que él vive solo y puede suscitar rumores, me deja pasar.

Una vez dentro del piso me siento en el primer sillón que visualizo y le muestro la carta que he recibido.

Puedo notar como lee la carta con detenimiento y veo como su expresión va cambiando por otra más triste.

–No... no puede ser, tu no eres voluntaria Eliza, tu... –se detiene en cuanto me mira –eres voluntaria, ¿verdad? –siento la tristeza por el tono que ha utilizado.

–Stevie, antes de que digas algo, esto fue hace mucho tiempo, aun estaba con el doctor Adams, creía, y aun sigo creyendo, que es una buena manera de ayudar a mi país Stevie. Sé que debería habértelo contado antes pero... este es un tema en el que no tenemos la misma opinión y yo... pensaba que jamás me llamarían. –una vez que lo he dicho trato de detener las lágrimas que tengo.

A pesar de que la noticia me ha cogido por sorpresa, sigo queriendo ser voluntaria, no fue un capricho el apuntarme, lo hice con toda la intención. 

¿Estaré preparada para lo que veré en caso de guerra? no, y, probablemente jamás lo esté, pero quiero ayudar, quiero aportar mi granito de arena.

No me he dado cuenta de que Stevie ha agachado la cabeza, y cuando le miro detenidamente veo como sus hombros se mueven de forma involuntaria por el llanto que está tratando de ocultar.

–Cariño... –es lo único que puedo decirle antes de abrazarle con toda la fuerza que tengo –Stevie, estaré bien, realmente aun no me han llamado y dudo que lo hagan. Pero, en caso de que lo hagan, recuerda que soy enfermera, no soldado; no me pasará nada, estaré bien. –esconde la cabeza en mis hombros mientras sus manos rodean mi cintura –todo estará bien Stevie, te lo prometo

Sé que no puede hablar, por lo que pasamos un buen rato abrazados.

Cuando la adulta iba a seguir narrando, vio que, sus hijos adolescentes se habían unido a los pequeños para escuchar la historia.

–¿Qué ocurre? –preguntó al ver como ambos fruncían el ceño 

Bueno –empezó la hija –siempre nos habéis dicho que en esa época eran muy... bueno, reservados, y estás diciendo que Eliza se quedó en casa de Steve. Solos. –su madre sonrió.

Sí, lo era, pero Eliza siempre fue un poco más adelantada que esa época, bien, ahora continuaré.

Lo primero que pienso nada más abrir los ojos es que no estoy en mi habitación. Tardo unos segundos en darme cuenta de que me he dormido sentada en el sofá de Stevie mientras él duerme con la cabeza en mis muslos. Recuerdo como se dejó dormir anoche después de que dejara caricias por su pelo.

Está preocupado, y en el fondo yo también lo estoy, pero no dejo de repetirme que soy enfermera, no soldado.

Con mucho cuidado me levanto colocando un cojín debajo de su cabeza, y me dirijo a la cocina para preparar el desayuno. Cuando estoy terminando noto como se despierta y viene hasta la cocina

–Eliza yo... ruego que me perdones por como actué anoche, debería haber sido más fuerte.

–Buenos días Stevie, no tienes que disculparte por nada –digo después de dejar el desayuno en la mesa del comedor –sé que te preocupas por mi, y créeme, me parece de lo más adorable –dejo un beso en su mejilla –pero no tienes que temer por nada ¿vale? –Steve asintió –y ahora sentémonos a desayunar –le muestro mi mejor sonrisa y no puede hacer otra cosa más que seguirme.

Cuando estábamos a punto de comenzar a desayunar alguien toca en la puerta. Al principio veo a Stevie empalidecer. Seguro que cree que es mi padre y que va a golpearle por haber dejado que me quedase anoche con él. Por lo que, al ver que no puede levantarse, soy yo la que va a abrir la puerta, encontrándome con nuestro dolor de muelas personal.

–Hola Buck –digo lo suficientemente alto para que Stevie salga de su trance –pasa, por favor.

–Elizabeth, es todo un honor encontrarte en casa de Stevie tan temprano –levanta las cejas y sé en lo que está pensando. No puedo evitar soltar un suspiro y me dirijo a la mesa del comedor con él siguiéndome los talones –oh, vaya... no sabía que había interrumpido algo, de ser así... no hubiese venido, ¿cómo has pasado la noche Eliza? seguro que Stevie te hizo sentir muy cómoda...

–¡Buck! –Stevie por una vez en su vida no es tan inocente y entiende lo que ha insinuado James –por Dios, ni quiera pienses en eso –en ese momento Bucky ya se había sentado y estaba robándole comida del plato a Stevie.

–Bueno, bueno... tampoco es para ponerse así –comenta con la boca llena – si no has pasado la noche aquí por la diversión, ¿por qué lo has hecho? –en ese momento la mirada de Stevie y la mía se encuentran. Bucky se da cuenta de nuestra expresión.

Realmente será una larga mañana.

Para que me entendáis... James es ese amigo que a veces es un poco molesto, pero con el que siempre van a poder contar. –todos los niños de la sala, incluso los más mayores, estaban absortos con la historia.

¿Puedo contar yo también parte de la historia? –la hija habló al tiempo en que levantaban la mano.

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