🍃━━━ CAPÍTULO 28 ━━━🍃
RECUERDOS Y ALGO EXTRAÑO
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DRACO AMABA TODO LO QUE ESTUVIERA RELACIONADO CON RŒLE POTTER. No importaba cuán malo fuera su día, la perspectiva cambiaba totalmente cuando la pelinegra aparecía, iluminando el ambiente con ese aire pesadamente fantástico que la caracterizaba.
Amaba verla sonreír, sobre todo si él era el causante de esa alegría. Había permanecido a merced de la chica desde que la conoció, ignorando muchas cosas que normalmente no pasaría por alto, todo con tal de que ella lo aceptara en su vida.
Por eso y más sentía impotencia, la ira corriendo por sus venas, un sabor amargo en la boca cada vez que recordaba lo cerca que estuvo de salvar a Rœle de seguir en una relación sin futuro. Casi dos semanas habían transcurrido desde que se dio a conocer que Ronald Weasley y la chica Potter seguían juntos, dos semanas desde que Draco se resignó a salir de la sala común para otra cosa que no sea ir a clases o cenar. La sola idea de ver a la chica de la que estaba enamorado besuqueándose con un idiota pelirrojo le revolvía el estómago. Theodore Nott y Blaise Zabini trataron de sacar a su amigo de la oscuridad de la habitación que compartían, sin resultados. Incluso Pansy entró la noche anterior dispuesta a arrastrarlo de la capucha de su túnica, pero el aspecto decaído del rubio hizo que se arrepienta rápidamente. La razón era ligeramente entendible; había oído a un Seamus Finnigan diciendo que Rœle estuvo la tarde encerrada en la habitación de Weasley para "recuperar el tiempo perdido", incluyendo el cumpleaños atrasado de Ronald.
Los amigos del platinado pensaban que la situación era irreal. Ninguno jamás imaginó vivir para ver al mismísimo Draco Malfoy derrotado, recluído en la sala común de Slytherin y rechazando manzanas verdes porque según él le recordaban a lo ácida que era Rœle cuando se enojaba.
—Al menos cómete el regaliz, no puedes seguir sin comer —pidió Pansy al sangre pura. El mismo estaba recostado en su cama, bocarriba y con el uniforme un poco arrugado por haber dormido con él. Sentada al borde de la cama, con regaliz en su bolsillos izquierdo y una manzana en el derecho, la ojiverde luchaba por no perder la paciencia.
Draco no realizó ni un solo movimiento. Permaneció con las manos entrelazadas sobre el estómago y la vista clavada en el techo de la habitación. En el extremo de ésta, cruzado de brazos, Theo esperaba que aquella tortura terminara pronto. No podía ver a su amigo sufriendo de esa manera por una chica que, para su mala suerte, también era amiga suya.
—Déjalo, Pans. Es obvio que prefiere morirse de hambre —dijo Theodore. La susodicha negó con la cabeza ante esa oración.
—De ser necesario te daré de comer en la boca como si fueras un bebé, pero no te vas a saltar otra comida en mi presencia —habló ella dirigiéndose al ojigris—. Blaise, busca una cuchara.
El moreno asintió y dejó la habitación para ir en busca del objeto plateado. Theodore se aguantó la risa, nada de lo que estaban haciendo tenía sentido. ¿Blaise haciéndole caso a alguien? ¿Pansy haciendo de niñera? ¿Draco al borde de un colapso emocional?
Parkinson miró al castaño por el rabillo del ojo, simulando la desalentadora sensación de saber que sus esfuerzos estaban siendo en vano.
Él, con la espalda apoyada contra la pared, le sostuvo la mirada sin saber a qué se debía la repentina atención por parte de la pelinegra.
—No te quedes ahí parado. Aunque sea ve por Daphne —le indicó de mala gana, sin darse cuenta.
Nott soltó una risa ligera. El semblante de Pansy se tornó serio.
Draco giró la cabeza hacia su amigo.
—Tráeme una manzana roja —ordenó a Theodore, ocasionando que la sonrisa burlesca del mismo desaparezca y que Pansy lo vea con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Reaccionó! —celebró la chica. Theo puso los ojos en blanco y Draco se sentó en la cama, apoyando los pies en el piso.
—¿Cómo te sientes? —inquirió Nott, acercándose al rubio mientras tomaba la silla del escritorio para sentarse en ella.
—Tengo ganas de matarlos a todos.
—Ves Pansy, te lo dije. Sigue siendo el mismo Draco, ahora vayamos a cenar, no falta nada para que abra el Gran Comedor —le restó importancia el castaño, queriendo acentuar que era solo una broma.
—Entonces lárgate, Nott. Nadie te necesita aquí —gruñó el platinado, ganándose una mirada de asombro por parte del sangre pura.
—Estaba bromeando, relájate.
—¿En serio me estás ordenando algo a mi?
—Draco, vuelve a recostarte, estás muy tenso —le pidió Pansy. Puso una mano sobre el hombro de su amigo y comenzó a ejercer presión con el objetivo de hacer que se regrese a su antigua posición en la cama.
En en una de las habitaciones de la torre de Gryffindor, Rœle Potter se carcajeaba mientras hacía un esfuerzo por quitarse a su novio de encima, queriendo que deje de hacerle cosquillas. Luego de que la última clase del día finalizara, los dos acordaron pasar juntos lo que quedaba de la tarde, caminando un rato por los jardines para después subir a la habitación del pelirrojo.
—¡Apenas puedo respirar! —chilló Rœle, retorciéndose de la risa.
—¡Es tu castigo por ser demasiado bonita! —exclamó Ron, concentrándose en hacerle cosquillas en el estómago. Rœle volvió a reír.
La puerta del dormitorio se abrió, revelando a un Harry confundido. El azabache caminó hasta su cama, su presencia no había sido notada por la pareja. Guardó algo en su baúl y acto seguido se sentó sobre él, esperando a que los contrarios se dieran cuenta de que alguien más estaba con ellos.
—Te dejaré en paz si me das un beso —propuso Weasley a la mestiza.
—Trato hecho —aceptó ella. Los dedos del chico se posaron en la nuca de la ojigris, atrayéndola hacia él.
Fue cuando Harry supo que era su momento de interferir.
—¡HEY, HEY, HEY! —farfulló levantándose torpemente del baúl, casi tropezando varias veces en el proceso.
Ron y Rœle se separaron bruscamente. El primero observó a su amigo con expresión de horror, la segunda se limitó a entrecerrar los ojos negando con la cabeza.
—¿Qué pensabas hacer, Ronald? —inquirió Harry con el ceño fruncido.
—S-solo quería besarla —balbuceó temeroso.
El azabache abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpido por un zapato que impactó de lleno en su cara.
—¿Cuál es tu problema, Junipher? —arremetió molesto, con una mano sobre su mejilla lastimada por el golpe.
—Creí que tía Petunia te había enseñado que se debe tocar la puerta antes de entrar —le dijo Rœle—. ¿Qué hubiera pasado si entrabas y Ron y yo estábamos a punto de hacerte un sobrino? —bromeó para molestar a su mellizo.
El rostro de Harry palideció alarmando a Ron, que se levantó de la cama rápidamente.
—No deberías hacerle esas bromas, sabes lo sensible que es —el pelirrojo "reprendió" a su novia.
La pelinegra rió.
—¿Quién dijo que era una broma?
—¡Lee! —Weasley frunció el ceño.
Debido a sus celos de hermano sobreprotector, Harry por poco olvidó la razón por la que había ido a la habitación.
—Dumbledore quiere vernos después de la cena, dice que es importante —informó Harry a Rœle, cuya sonrisa burlesca se borró al instante.
—¿Qué hiciste ahora, James? —cuestionó con seriedad.
El de gafas la miró ofendido.
—Nada. ¿Qué hiciste tú?
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La cena resultó bastante incómoda para Rœle. Draco había decidido no asistir por tercera noche consecutiva. Por lo que sabía, el rubio se alimentaba a base de manzanas que Pansy llevaba escondidas en sus bolsillos. Debido a esto la ojiverde no bajó a cenar por estar pendiente de su amigo, al igual que Theodore Nott y Blaise Zabini. Daphne fue la única de su círculo de amigos que sí estuvo en la cena, sentada junto a ella mientras le contaba todos los chismes de los que se enteró a lo largo del día.
Hasta donde sabía (por palabras de Greengrass), ningún Slytherin se sentía contento con que siguiera siendo novia de Ron Weasley pudiendo haberlo dejado por Draco Malfoy, aunque en el fondo creía que todo era un invento de Daphne para lavarle el cerebro.
Una vez que terminó de comer, Rœle salió del Gran Comedor y esperó a que Harry hiciera lo mismo.
Su mente no dejaba de repasar todas y cada una de las estupideces que hizo las últimas dos semanas. ¿Los estaría llamando para reprenderlos por separado? ¿Se había enterado de que Ron y ella se saltaron una clase para encerrarse en el armario de escobas?
Era algo que descubriría al llegar.
Harry fue el primer en entrar, llevándose la sorpresa de que no había nadie en la oficina. Su curiosidad lo condujo a explorar detenidamente el lugar, ignorando que Rœle lo reprendía a cada paso que daba.
—Vas a romper algo, sanguijuela —siseó la mestiza. De reojo veía hacia todos lados, esperando que el director apareciera.
—Si rompo algo le echamos la culpa a Neville y ya.
—Neville ni siquiera está aquí.
—Puedo decir que su torpeza me poseyó —bromeó.
—¡Silencio! —exclamó uno de los retratos colgados sobre la pared detrás de Rœle. La pelinegra se giró para leer el nombre que aparecía en la parte inferior del cuadro.
Armando Dippet.
—Lo sentimos, profesor Dippet —se disculpó.
—Buena manera de inaugurar mayo —murmuró Harry.
—Ya cállate, por favor.
—Lee, acércate, encontré caramelos de moras.
La Slytherin se sobresaltó cuando los chillidos y quejas de Harry le lastimaron los oídos. Sin entender lo que pasaba, corrió hacia el azabache para ayudarlo. Criaturas similares a sanguijuelas intentaban morderle los dedos de las manos.
—¡Quítamelos, quítamelos! —rogaba el Gryffindor, moviendo las manos para todos lados en un intento por librarse de esas criaturas de dientes filosos.
En un rápido movimiento Rœle pudo tirarlas al piso. Ambos Potter se apresuraron a tratar de pisarlas, pero las criaturas se arrastraron hasta quedar debajo de una mesa. Harry se agachó para agarrarlas y devolverlas a su lugar mientras Rœle luchaba por quitarse de encima a las pocas que todavía tenía encima.
Una luz azul verdosa iluminó la cara de la pelinegra, haciéndola retroceder hasta chocar con su confundido mellizo.
—¿Qué tocaste, torpe? —inquirió con leve rudeza.
—No sé... —contestó en un susurro.
Ante ellos, dos puertas abiertas de par en par dejaban a la vista lo que parecía ser una fuente. Harry había logrado avanzar un paso antes de que Rœle lo tomara del brazo y lo jalara de regreso a su lugar.
—¿Qué crees que haces?
—Voy a investigar —respondió susurrando.
Ella lo soltó y rodó los ojos, esperando a que Harry se diera cuenta por sí solo de que no era una buena idea.
—Lee, tienes que ver esto, es fantástico —se dirigió a la pelinegra sin mirarla.
—Ya investigaste suficiente, ahora vuelve aquí —exigió con miedo a que Dumbledore entrara y viera a su entrometido mellizo.
Por el contrario de lo que Rœle le pidió, Harry se aproximó un poco más hacia el extraño artefacto, quedando hipnotizado al ver su reflejo en el agua. De pronto sintió como si alguien lo hubiera empujado, perdiendo el equilibrio.
Rœle vio horrorizada como Harry caía dentro de la pequeña fuente.
Un grito de horror brotó de su garganta al mismo tiempo que corría para salvar al de gafas. No encontró otra solución más que lanzarse también.
Una sensación de ahogo la invadió por unos segundos, al igual que la confusión y algunos escalofríos. Sentía como su cuerpo iba cayendo hacia el vacío, oyendo de vez en cuando los gritos de Harry.
De un momento a otro se encontró sentada junto al susodicho, rodeada de ancianos en lo que parecía ser un tribunal.
Los hermanos intercambiaron miradas de terror, sin saber qué decir o hacer. Cuando Harry notó que estaba sentado junto a Dumbledore, trató de hablarle, sin éxito pues parecía que el hombre lo ignoraba.
Los ojos de Rœle casi se salieron de su órbita cuando un hombre la atravesó y después le dio la mano a Dumbledore, atravesando a Harry.
—Algo me dice que no deberíamos estar aquí...
Rœle no dijo nada al respecto. No podía hablar, sentía que su garganta se había cerrado.
—¿Cómo hacemos para irnos? ¿A quien le avisamos? —le preguntó inquieto al notar que no respondía.
—Qué carajo hiciste, Harry —salió de entre sus labios, las palabras sonando casi como balbuceos.
—No tengo idea.
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¿Que podía ser peor que descubrir que caíste dentro de un pensadero? Harry no había perdido la oportunidad de bromear diciendo que era como una biblioteca de recuerdos, ganándose un zape por parte de Rœle.
—Es la última vez que me arrojo a un pensadero para salvarte.
—Ya te dije que lo sentía.
—Tu perdón no me hará olvidar las cosas que vi allá dentro.
—¿El Obliviate está de adorno o qué?
Rœle se detuvo bruscamente, Harry aceleró el paso, asustado. La pelinegra bufó, no valía la pena enojarse con él.
Y cuando los dos pensaban que ya habían pasado por el momento más extraño de la noche, dos voces masculinas provenientes del armario de Pociones hicieron que se detengan en seco. Harry giró sobre sus talones para mirar a Rœle, sin saber qué hacer.
—Sigue caminando —murmuró ella.
—¿Soy yo o esa parece la voz de Snape?
Rœle frunció el ceño.
Era cierto. Pero... ¿qué hacía su jefe de casa encerrado en un armario con otro hombre?
—No sabía que Snape tenía... esas preferencias —dijo el Gryffindor.
—Creo que el que está con él es Karkarov.
Harry abrió los ojos como platos.
—¡Es verdad!
—¡Baja la voz! —exclamó por lo bajo la pelinegra.
—Pero tiene sentido. ¿No te diste cuenta de cómo se miraban durante las cenas?
—Deja de joder Harry.
Apartado creado originalmente el 20 de agosto de 2019.
━━━ AUTHOR'S NOTE: aaaaah solo dos capítulos más, un extra y se termina el acto c:
so ¿rœle con draco o ron? xd justifiquen su respuesta ahre