CAPÍTULO CUATRO:
LA HABITACIÓN DE LAS NECESIDADES DE NOVA NOTT.
Querida Slytherin rebelde,
¿Cómo está la escuela? George y yo ya te extrañamos en la tienda. Verity también te extraña, aunque no quiere admitirlo. ¿El idiota de nuestro hermano ha intentado algo? Solo dilo y le daremos un Nosebleed Nougat. Será mejor que respondas o estaré ofendido.
Yo también estaré ofendido, Slytherin rebelde. Solo porque nuestro hermano está siendo un idiota no significa que tú también debas serlo. Nos vemos pronto.
Gred y Forge.
Nova pasó su descanso leyendo una y otra vez la carta que Fred y George le habían enviado. Tenía una pieza de pergamino en blanco a su lado, esperándola para que comenzara a responder pero, por alguna razón, las palabras no llegaban a su cerebro. Sabía que necesitaba responderles. ¿Pero qué podía decirles? Lo único de lo que habían hablado era de su hermano, y ese era el tema que Nova estaba intentando evitar. El resto de la clase de Defensa había transcurrido intentando ignorar sus miradas y rodando los ojos cada vez que Malfoy hacía un comentario sobre ello.
Sus dedos se arrastraron por sobre las palabras, sintiéndose como en el verano con la carta de Theo. Sabía que iba a extrañar a los gemelos durante su año escolar, pero no se había percatado de lo mucho que valoraba su amabilidad y amistad hasta que se encontró en una casa donde solo un par de personas la toleraban. Entonces, mientras escondía la carta en el fondo de su baúl (que seguía ocultando el sweater amarillo y azul del que no podía deshacerse), se prometió a sí misma que les escribiría más tarde.
— ¿Estás lista para dos horas de Pociones?—, preguntó Blaise cuando ella salió del dormitorio de las chicas y se lo encontró en la Sala Común. Notó a Malfoy de pie a su lado, desinteresado en la conversación ya que estaba más preocupado por ignorar a Pansy, quien le disparaba miradas como si eso fuera a recuperar su interés. Nova se encogió de hombros. No estaba particularmente emocionada por su clase de Pociones, aunque sí estaba interesada en cómo les enseñaría Slughorn en contraste a Snape. Los tres comenzaron a caminar, tan concentrados en su caminata que ni siquiera escucharon la pequeña voz detrás pidiéndoles que esperaran.
Cuando Nova se giró, vio a Greengrass alcanzándolos. Su rostro estaba tan estoico y en blanco como lo había estado en la mañana, pero ahora un suave rubor acompañaba sus mejillas, que le hizo creer a Nova que ella había corrido para alcanzarlos —. ¿Van a Pociones?—, preguntó Greengrass, su voz ausente de emociones —. Yo también. Creí que podría ir con ustedes, chicos.
Los ojos de Nova inmediatamente volaron a Blaise, que miraba incómodo a Greengrass. Los ojos de Greengrass se desviaron a él y Malfoy. Sabiendo que probablemente ella iba a cuestionar a Blaise por su cara, Malfoy asintió efusivamente para captar la atención de la chica —. No hay problema, Daphne. Ya vamos, ¿sí?—, Greengrass soltó una sonrisa minúscula antes de asentir y continuar caminando junto con ellos. Estaban considerablemente más callados en comparación a cuando habían sido solo ellos tres, pero no era completamente incómodo.
—Gracias—, susurró Nova a Malfoy cuando Blaise comenzó a vomitar palabras por sus nervios de estar con la ex de su novio —. Realmente aprecio que los apoyes—, tomó precaución extra para asegurarse de que Greengrass no la escuchara.
Malfoy se encogió de hombros —. Me da lástima. Realmente lo amó, ¿sabes? Es horrible estar enamorado de alguien que no siente lo mismo por ti...—, dudó y Nova pudo completar lo que faltaba. Le recordaba a su propia relación —. Pero ellos son mis mejores amigos. No soy completamente insensible.
—Sé que no—, estuvo silencioso por un momento (bueno, bastante entre Nova y Malfoy. Blaise aún no podía callarse detrás de ellos. Greengrass pretendía escucharlo.) —. Malfoy, ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué lo harías...? ¿Cómo podrías...? Creí...—, no pudo encontrar las palabras —. Solo creí que podías ser mejor.
Él la miró con tanta claridad en ese momento que ella estaba segura que estaba mirando su alma. Y ella lo miró de vuelta, observando cada emoción que quería ocultar revelarse en sus ojos. Había miedo, decisión, y aquella frialdad que lo hacía ser Draco Malfoy. Pero también estaba presente ese pequeño brillo de cariño, siempre por ella, que hizo a Nova dejar de mirarlo. No quería ver eso, no quería ver lo mucho que lo había lastimado —. No tenía nada después de que enviaron a mi Padre a Azkaban—, fue su respuesta sencilla ante su cuestionamiento, respondiendo todo y nada al mismo tiempo.
—Te equivocas—, susurró, negando —. Tenías a tu madre—, Narcissa haría cualquier cosa por su hijo, Nova estaba segura de eso —. Y... y me tenías a mí. Me tienes. No voy a abandonarte, no ahora. No lo hice bien con Theo—, recordó los meses que habían transcurrido sin hablar —. Debería haber estado allí para ayudarlo. Sabía que tenía el peso del mundo sobre sus hombros, y no lo ayudé. No volveré a cometer ese error, Malfoy. Estaré para ti, lo quieras o no.
—Siempre voy a querer tenerte cerca, Nova—, resopló él, rodando los ojos. Viendo su rostro, él suspiró —. Desearía que decirte eso no te haga poner esa cara. Prometí que podía ser solo tu amigo, y voy a cumplirlo.
Llegaron a Pociones y se sentaron en una mesa. Nova observó el lugar, sus ojos entrecerrándose cuando vio a Weasley sentado con su compañía usual y Ernie Macmillan (a quien Nova aún tenía que hablarle por el nombre de su madre. Hizo una nota mental). También habían cuatro Ravenclaws, todos sentados en su propia mesa. Antes de que Weasley pudiera mirarla, ella volvió su vista a Blaise y Malfoy. Slughorn entró, sus ojos posándose sobre Blaise y Potter con entusiasmo. Nova recordó el viaje en tren, donde Slughorn ya había armado su lista de estudiantes favoritos y supuso que esa era la razón detrás de su humor. Apenas podía verlo a través de las nubes de vapor producidas por cada poción que tenía dispersas, y Nova absorbió el gustoso aroma de rosas, cerveza de mantequilla y algo más que no podía identificar. Creyó que era el olor de una colonia o un shampoo, o incluso una esencia que pertenecía a una remera o un abrigo.
—Ahora, entonces... saquen sus balanzas, todos, y sus kits de pociones, y no olviden sus copias de Pociones Avanzadas...
Nova sacó su libro, al igual que el resto de sus compañeros de Slytherin. Greengrass permaneció callada, imitándolos metódicamente.
— ¿Señor?—, Nova escuchó a Harry preguntar.
—Harry, muchacho.
—No tengo un libro ni una balanza ni nada, tampoco Ron, no creíamos que podríamos hacer el curso de E.X.T.A.S.I.S., ya ve—, Nova quiso reír. Por supuesto que ellos no podrían hacer el curso de Pociones nivel E.X.T.A.S.I.S. si Snape era el profesor. Él se hubiera asegurado de no tener que lidiar con Potter otro año.
—Ah, sí, la profesora McGonagall lo mencionó... no hay de qué preocuparse, muchacho, en lo absoluto. Pueden utilizar los ingredientes del gabinete hoy, y estoy seguro de que podemos prestarles algunas balanzas, y tenemos un par de libros guardados allí, les servirán hasta que puedan escribirle a Flourish y Blotts...—, Slughorn fue hasta el gabinete y permaneció allí por un momento antes de volver a salir —. Aquí tienes los libros, las balanzas están bastante viejas, ¿pero tal vez alguien en la clase tiene algunas extras? ¿Señor Zabini?
Blaise pestañeó.
— ¿Y usted, señorita Nott? ¿Tiene alguna extra?
Nova ni siquiera levantó los ojos de su libro mientras pasaba las hojas hasta llegar al capítulo correcto —. Nop.
Slughorn se rindió y le dio a su precioso Harry Potter el par de balanzas oxidadas —. Ahora, he preparado un par de pociones para que vean, solo por interés, ya saben. Estos son el tipo de pociones que podrán hacer una vez que completen su curso nivel E.X.T.A.S.I.S. Supongo que han escuchado de ellas. ¿Alguien puede decirme cuál es esta?—, señaló el caldero más cercano a la mesa de Nova. Ella no se movió para alzar su mano.
Sin sorprender a nadie, fue Hermione quien respondió —. Es Veritaserum, una poción incolora y sin olor que fuerza al que la toma a decir la verdad.
— ¡Muy bien, muy bien!—, asintió Slughorn, bastante sorprendido —. Ahora—, continuó, señalando el caldero cerca de los Ravenclaws. Nova miró la poción —. Ésta de aquí también es bastante conocida... estuvo en un par de los últimos panfletos del Ministerio... ¿quién puede…?
La voz de Hermione volvió a cortar el silencio —. Es poción Multijugos, señor—, contestó, confiada.
— ¡Excelente, excelente! Ahora, ésta de aquí...—, la mano de Hermione volvió a alzarse, pero ésta vez Nova observó la poción y no se molestó en alzar su mano.
—Amortencia—, respondió Nova. Escuchó a Hermione suspirar ligeramente al no poder responder, pero Slughorn lucía encantado.
— ¡Maravilloso, señorita Nott! ¿Y puede decirme qué hace?
—Es la poción de amor más poderosa en el mundo—, la conocía. Colocó una pequeña, diminuta, porción en los serums de amor de Fred y George en el verano.
— ¡Muy cierto! La reconoció, supongo, por su distintivo brillo perlado, el característico humo alzándose en forma de espiral y su olor, ¿correcto?—, Nova asintió —. ¿Y podría preguntarle a qué huele para usted, señorita Nott, ya que no es el mismo olor para todos?
—Huelo rosas, cerveza de mantequilla y algo más. Es difícil descifrar qué es. Pero, ¿creo que es algún tipo de colonia?
—Excelente, señorita Nott. Tal vez hay romance en el aire para usted, en el caso que huela la colonia de alguien—, dijo, con un amigable guiño. Cuando se giró, Nova rodó los ojos hacia Blaise —. Y tú, querida, ¿cuál es tu nombre?—, preguntó en dirección a Hermione.
—Hermione Granger, señor.
— ¿Granger? ¿Granger? ¿Podría posiblemente estar relacionada a Hector Dagworth-Granger, que formó la más extraordinaria sociedad de hechiceros?
—No, no lo creo, señor. Soy hija de muggles, ya ve.
Malfoy se acercó a Nova —. Aquí vamos de nuevo—, murmuró. Nova quiso decirle que parara, pero no fue lo peor que le había dicho a Hermione, por lo que no se molestó. Slughorn, en contraste a Malfoy, lucía estático ante la idea de que Hermione viniera de una familia de muggles.
— ¡Oho! "¡Una de mis mejores amigas es hija de muggles y es la mejor de nuestra clase!" ¿Asumo que ella es la amiga de la que me hablabas, Harry?
—Sí, señor.
—Y, señor Zabini, asumo que ella es su talentosa mejor amiga de la que he estado escuchando tanto—, agregó Slughorn, girándose a la mesa de Slytherin y señalando a Nova. Nova miró a Blaise, conmocionada y sorprendida porque él siquiera se había molestado en mencionarla —. Bueno, bueno, tanto la señorita Granger como la señorita Nott reciben veinte puntos bien ganados para Gryffindor y Slytherin.
Malfoy sonrió a Nova y agitó su hombro en un gesto animador. Blaise sonrió. Greengrass solo miró hacia delante, ni feliz ni triste.
—La Amortencia no crea amor de verdad, por supuesto. Es imposible manufacturar o imitar el amor. No, esto simplemente creará un poderoso gusto u obsesión. Es, probablemente, la poción más peligrosa y poderosa en esta habitación – oh, sí. Cuando has visto tanto de la vida como yo lo he hecho, no subestimarás el poder del amor obsesivo. Y ahora, es hora que comencemos a trabajar.
—Señor, no nos dijo qué hay en aquella—, mencionó Ernie Macmillan, señalando la poción sobre el escritorio de Slughorn. Nova se estiró para observarla, inspirando una gran bocanada de la Amortencia en el proceso. Su mente se puso en blanco por un segundo, lo que supuso era la consecuencia del encantador aroma ahogando su nariz. ¿Qué era la tercer cosa que podía oler? De alguna forma resultaba familiar, pero no podía descifrar qué era.
—Oho—, exclamó Slughorn dramáticamente, como si hubiera estado esperando que alguien preguntara por la poción —. Sí, esa. Bueno, esa, damas y caballeros, es la poción llamada Felix Felicis. ¿Supongo que usted sabe lo que es el Felix Felicis, señorita Granger?—, preguntó a Hermione cuando ella soltó un pequeño jadeo.
—Es suerte líquida. ¡Te vuelve afortunado!
Nova de repente estaba enderezándose en su lugar. Sus ojos se desviaron a Malfoy, que también lucía interesado.
—Exacto, otros diez puntos para Gryffindor. Sí, una pequeña porción especial, Felix Felicis. Desesperante de hacer, y desastrosa en caso de que fuera hecha mal. No obstante, si es hecha de la forma correcta, como ésta, encontrarán que todos sus propósitos se cumplen... al menos hasta que los efectos se vayan.
— ¿Por qué las personas no la toman todo el tiempo, señor?—, inquirió Terry Boot.
—Porque si es tomada en exceso, causa mareos, imprudencia, y un peligroso exceso de seguridad... demasiado de algo bueno, ya saben... altamente tóxico si es tomado en cantidades grandes. Pero tomada en la cantidad adecuada, y muy ocasionalmente...
— ¿Usted la ha tomado alguna vez, señor?—, otro Ravenclaw preguntó.
—Dos veces en mi vida. Una cuando tenía veinticuatro, otra cuando tenía cincuenta y siete. Dos cucharadas con mi desayuno. Dos días perfectos. Y eso es lo que les ofreceré como premio en esta lección—, Nova observó la botella mientras Slughorn la alzaba —. Una pequeña botella de Felix Felicis. Suficiente para doce horas de buena suerte. Desde el amanecer hasta el atardecer, serán afortunados en todo lo que hagan. Ahora, debo advertirles que Felix Felicis es una sustancia prohibida durante competiciones organizadas... eventos deportivos, por ejemplo, exámenes o elecciones. Así que, el ganador podrá utilizarla solo en un día ordinario... ¡y observar cómo un día ordinario se convierte en uno extraordinario!
Nova tenía sus ojos pegados a la botella antes de que sus ojos volvieran a desviarse a Malfoy. Si ganaba... ¿sería suficiente para ayudarlo a cumplir con lo que sea que el Señor Oscuro había planeado? ¿Sería suficiente para salvar a Theo, si algo le pasara, si él ingería la poción? Y si ella no la ganaba... ¿podría preparar la poción ella misma?
—Así qué, ¿cómo pueden ganar este premio fabuloso? Bueno, al ir a la página diez de sus libros. Nos queda un poco más de una hora de clases, lo que debería ser suficiente para hacer un intento decente del Filtro de la Muerte en Vida. Sé que es algo más complejo de todo lo que han hecho antes, pero no espero una poción perfecta. Sino que, la persona que mejor lo haga, ganará al pequeño Felix. ¡Comiencen!
Nova inmediatamente acercó su caldero a ella y abrió el libro en la página donde explicaba cómo preparar el Filtro de la Muerte en Vida. Greengrass no tenía ningún apuro. No parecía importarle la posibilidad de obtener el Felix Felicis en lo más mínimo, solo cumplía con la tarea. Nova de repente se sintió mal por ella. Sí, Greengrass había sido algo molesta cuando siempre estaba alrededor, aferrándose al brazo de Theo, pero no se merecía tener el corazón roto. Y después de sentir ese dolor por sí misma debido a que el idiota pelirrojo terminó su relación con ella... ¿no debería tener un poco de compasión?
Lo que fue por qué se acercó a Greengrass y le dio una pequeña sonrisa —. Voy a buscar los ingredientes. ¿Quieres que te traiga también?
Tanto Malfoy como Blaise dejaron de hacer lo que estaban haciendo para mirar con la boca abierta a Nova. Greengrass, sin embargo, solo pestañeó antes de que una diminuta sonrisa apareciera en su rostro —. Eso sería genial, Nova. Gracias.
Desafortunadamente, llegar al gabinete requería pasar por al lado de la mesa de Weasley. Mantuvo su cabeza en alto, sin atreverse a mirar en su dirección. Tomó la raíz valeriana (lo suficiente para dos), la infusión del gusano de la madera, y el resto de los ingredientes que necesitaba. Una vez que sus manos estuvieron llenas, se giró sobre sus talones para volver a la mesa...
... solo para casi chocar contra Weasley.
Él alzó sus manos, en señal de que no iba a lastimarla. Ella quiso reír. ¿No sabía que el daño que le había hecho no era físico? Era el tipo de heridas que nadie podía ver, el tipo que encogía tu corazón y te hacía querer convertirte en nada —. ¿Qué quieres, Weasley?—, preguntó con un tono aburrido.
—Hablar. Y decirte que le respondas a Fred y a George. Me están molestando a mí.
—Bueno, me disculpo, pero no soy su dueña. Y no me apetece hablar contigo.
—Nova, por favor—, su tono le estaba rogando. La hacía querer llorar.
— ¡No!—, gritó en un susurro, lo suficientemente bajo para no ganar la atención de sus compañeros pero dura para que él comprendiera el mensaje —. Te dije que una vez que terminábamos, todo terminaba. Terminamos. Lo que fue tu decisión, por cierto. Ya me lamenté, y ya lo superé. No es mi culpa que tú no lo hayas hecho.
—No puedes haberlo superado—, volvió a rogar, lucía como que quería tomarla por los hombros y hacerla entrar en razón, pero sabía que ella haría algo drástico. Como arrancarle el brazo —. Nova, me dijiste que me amabas.
—Y tú que no querías estar conmigo. Así que, aquí estamos. Tú hiciste esto, Weasley, no yo.
—Te dije que también te amaba. Lo dije en serio.
Nova se movió de su lado, regresando a la mesa e ignorando el hecho que aún podía sentir sus ojos sobre ella. Pero no pudo detener su labio de temblar de una forma infantil cuando colocó los ingredientes sobre la mesa frente a ella. Blaise y Malfoy no lo notaron, demasiado consumidos en hacer sus pociones, pero ella sintió la mirada de Greengrass mientras se recomponía y simulaba acomodarse la ropa. No iba a dejar caer las lágrimas. Iba a ser la Reina del Hielo.
—Aquí tienes, Greengrass—, y entonces, Nova comenzó con su poción, no dejando lugar para conversar.
Para el final de la hora, la poción de Nova era de un púrpura oscuro, nada cercano a lo que el libro decía que debería ser. Se había rendido en conseguir el Felix Felicis, pero tal vez no importaba. Tal vez Malfoy y su hermano simplemente estaban acabados, justo como ella. Era completamente consciente de que estaba siendo algo dramática, pero su interacción con el chico que había roto su corazón la había dejado lo suficientemente ausente. Ya no le importaba ganar el estúpido vial. Todo lo que quería era que el dolor en su pecho se fuera.
—Y el tiempo... ¡se acabó! ¡Dejen de mezclar, por favor!
Examinó todos los calderos de Slytherin. Olfateó el de Malfoy, que era de un púrpura más claro que el de Nova pero seguía sin ser tan pálido como debería serlo. Cuando llegó a la mesa de Gryffindor (excepto por Ernie Macmillan con sus ropas de Hufflepuff), sonrió —. ¡El claro ganador! ¡Excelente, excelente, Harry! Santos cielos, está claro que has heredado el talento de tu madre. Ella tenía una buena mano en pociones, ¡sí que Lily tenía talento! Aquí tienes entonces, toma – una botella de Felix Felicis, como prometido, ¡úsala bien!
Nova guardó todas sus cosas e ignoró las miradas que Blaise y Malfoy le estaban dando ahora que habían notado que lucía como si estuviera a punto de llorar. Les dio una excusa tonta sobre tener "problemas de chicas" y se fue inmediatamente, sin molestarse en esperar a ninguno de ellos. No tenía idea de a dónde iba, pero caminó de un lado al otro hasta que se encontró en el séptimo piso.
Solo quiero alejarme de todo, pensó. Marchó enfadada por el pasillo vacío, entonces volvió a pasar por el para asegurarse, y una vez más solo porque le apetecía. Pero de repente, fue como si un foco se hubiera encendido (una extraña frase muggle que Fred y George habían tenido el placer de enseñarle). Bueno... o un foco, o una puerta apareciendo de repente.
Nova no pudo creer que había olvidado la Sala de Menesteres. Mientras abría la puerta, estaba confiada que se encontraría con el mismo lugar en que habían sido las reuniones de la A.D.. Para su sorpresa, lucía como la habitación de su casa, solo que decorada con tonos amarillos, azules y rosados, y no había ningún rastro de verde por ningún lugar. Ya lucía mucho más hogareña y amorosa que lo que su habitación en la mansión Nott lo había hecho nunca.
—Uhm, gracias—, le habló a la habitación —. ¿Podría tener un escritorio? ¿Para responderle a Fred y George?
Un hermoso escritorio caoba apareció en la esquina de la habitación. Volvió a agradecer antes de acercarse a la silla y tomar asiento. Una pluma y una pieza de pergamino aparecieron.
Queridos Gred y Forge,
La escuela está bien. Yo etoy bien. Su hermano es un idiota. No tengo nada más que decirles. Díganle a Verity que también la extraño. Ojalá ya estuviéramos en el descanso de Navidad para poder verlos, chicos. Lo siento, no soy muy buena escribiendo cartas. Realmente solo le he escrito a Theo y a mi padre. No tengo amigos además de ustedes y Blaise. Los veré pronto.
Nova.
Era una carta horrible, pero era algo para dejarles saber que estaba bien. Solo quería verlos en persona. Quería que Fred la hiciera reír y que George entrara a su habitación en medio de la noche para preguntarle si realmente estaba bien viviendo con ellos.
Pero más importante, quería a su madre.
—Supongo que no puedes darme eso, ¿o sí?—, preguntó, burlona —. Estoy pasando por mi primer corazón roto, y lo apreciaría.
No supo por qué creyó que la sala le respondería, pero se sintió estúpida por siquiera hablarle. Se giró sobre la silla, soltando un pequeño suspiro antes de levantarse y dirigirse a la cama. Solo que no era realmente su cama. Su cama tenía un endredón verde oscuro. Éste era de un lindo tono celeste, el mismo color que...
— ¿Puedo no tener un recordatorio de él justo ahora?—, pidió exasperada. Casi inmediatamente después de que las palabras abandonaron sus labios, el color cambió a un lindo rosa pálido —. Gracias—, pero el cambio de color no evitó que su corazón doliera y que las lágrimas volvieran a aparecer. Una pequeña caja de pañuelos apareció sobre su cama, como si la habitación hubiera anticipado su llanto.
Cubrió su cuerpo con las sábanas, cerrando los ojos y preparándose para tomar la siesta más larga de su vida. No le importaba si Blaise y Malfoy la estaban buscando. Solo quería alejarse de la realidad.
Un suave murmullo llenó la habitación, un tono extrañamente familiar. Nova abrió un ojo —. No necesito el ruido—, dijo, pero el sonido no se detuvo. Se volvió un canto suave —. ¿Hola? ¿Puedes escucharme?—, preguntó. Pero el canto continuó, envolviéndola como una canción de cuna. Nova se sentó en su cama —. ¿Hola? ¿Habitación? ¿Puedes parar?
Pero no se detuvo. Y cuando Nova estuvo a punto de gritar otra vez, vio de dónde provenía.
Nova sintió las lágrimas que estaba conteniendo derramarse ante la visión en la pared, y la adición que había hecho la habitación.
Porque en la pared frente a ella había un retrato de la mujer más hermosa que Nova había visto. Estaba sentada en una banca en lo que lucía ser el patio de alguien, las flores la rodeaban. Tenía una rosa entre sus manos, olfateándola suavemente. Nova se imaginó que olía igual a la que había olido en la Amortencia.
—Hola, palomita—, dijo la mujer en el retrato, en un tono tan familiar que Nova casi cayó sobre sus rodillas.
—Mamá—, susurró.
Elizabeth Nott sonrió a su hija por primera vez en once años.