El Café ⌜Especial Fest-Aniv⌟

By SenseiAinsheart

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Algo nuevo llega al mundo mágico, si vas caminando por las antiguas calles a las afueras del callejón Diagon... More

§Datos por parte del autor§
¡¡FELICIDADES!!
*MATCHA*
*LEMON*
*STRAWBERRY AND SAKURA*
*ORANGE*
*DESPEDIDA*
🖋️Nota de la autora🖋️

*RASPBERRY*

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By SenseiAinsheart

El sonido de las cigarras, aquel ambiente caluroso pero fresco bajo las sombras de los árboles, y el sonido del hielo al derretirse en aquel vaso ahora vacío.

Ese era el verano, la estación para diversión en las playas que todo estudiante deseaba, pero para una dama era diferente.

Sentada bajo la sombra de una de las palmeras, se hallaba leyendo un libro, claro que a su vez vigilando los estudiantes de primero, Minerva había sugerido a Dumbledore una salida veraniega a lo muggle, eso sí apoyada de Scarlet , y la idea había sido excelente.

Los profesores estaban presentes al igual, vigilando por parejas cada grupo, Kreuz fue emparejada con Lupín, para vigilar el grupo de primer año, que emocionados disfrutaban del paseo.

La dama no iba como cualquiera, con un traje de baño, ella sólo llevaba un vestido veraniego de colores a la temporada, hecho con telas finas y frescas, no era de las que le gustaba mostrar y más siendo una mujer longeva con educación muy ambigua.

Pero disfrutaba de que gracias a su extensa vida, tenía el placer de ver la evolución de los años.

—Tu marido está como en Hogwarts, bajando puntos a diestra y siniestra —dijo Lupín sonriente, llegando a donde Kreuz se encontraba.

—Es su manera de distraerse no puedes culparlo —expresó con diversión la merlina dejando su lectura.

—¡Profesora Kreuz! —ambos profesores voltearon para ver a dos Slytherin, siendo el más alto quien hablara—. Los Gryffindor están haciendo trampa en los juegos.

Remus no aguanto y hecho a reír por ello, por su parte la merlina cerró el libro—. Y me lo dicen a mi que soy el jefe de casa de los leones, que descaro —enarcó una ceja la dama, mientras el licántropo continuaba divirtiéndose con la escena.

—Diría que ustedes algo hicieron para que los gatos que se hacen llamar leones les hagan trampa —había llegado Snape que ya se olía las mentiras de sus serpientes, como siempre el hechicero estaba con su ropa negra.

—Vayan a jugar niños y espero no sigan peleándose —los reprendió Scarlet, apoyando el regaño de su marido.

Los estudiantes salieron huyendo de ahí, ya conocían bien a su jefe de casa.

—¿Severus no te acaloras con eso puesto? —señaló Remus.

El pocionista iba con una camisa manga larga de algodón y unos pantalones pesqueros, raro de ver así pero ya que se le hacía.

Scarlet sonrió por el comentario—. No importa así decidí casarme con él —dijo la dama.

Remus hecho a reír de nuevo, esa bruja era excepcional, podía burlarse de su marido sin problemas.

—Aguante a los merodeadores y ahora, ¿tengo que soportar las burlas de ustedes dos? —replicó Snape ante su esposa.

Ambos brujos echaron a reír por el reproche de Snape, en verdad que la leona y la serpiente eran un matrimonio único y raro, quien los viera se sorprendería todavía de que ambas casas rivales terminarán con los jefes de casa en matrimonio.

Esa bruja era la única que lograba o más bien toreaba a la serpiente mayor.

—No me burló, al contrario —con porte elegante y alzando sus brazos rodeó el cuello del hombre, que se inclinó un poco debido a la baja estatura de su mujer—. Yo me enorgullezco de ser la esposa del pocionista y hechicero oscuro más poderoso actualmente.

—Mmmmm... —medio sonrió el pocionista sin dejar de verla a los ojos—. ¿Acaso me estás adulando bruja? —como le encantaba esas pláticas traviesas de su esposa, sabía cómo provocarlo de forma astuta.

Remus mejor se alejó de ese par, ya sabía que cuando se ponían de esa manera ya andaban en su mundo. Así que sigiloso se fue a vigilar a los estudiantes, claro evitando que se acercarán a los jefes para que no arruinaron su romance veraniego.

—¿Adulando? ¿Yo? —expresó la dama.

Snape se quería reír de lo muy bien que la merlina fingía ser toda una Slytherin.

El enorme sombrero que cubría la cabeza de la mujer, los ocultaba muy bien ya que así ojos curiosos no podían ver lo que hacían.

—Madame me temo que no debería dar adulaciones, le soy fiel a una bella mujer y en este momento vengo con ella —expresó el pocionista.

Scarlet arrugó el ceño entrando al juego—. No creo que se entere tu esposa, además quizás no sea tan bella como yo.

¡Dios! que esa bruja lo mataría algún día, era más serpiente que león—. Admito que es muy bella madame, pero mi esposa lo es aún más.

—¿Y se puede saber qué tiene ella que no tenga yo? —inquirió juguetonamente Scarlet.

—Una belleza espiritual única, tan pura desde el alma que lo refleja al exterior, su dolor y pasado oscuro así como tortuoso la volvió una joya rara de hallar, es más valiosa que el diamante mismo, quien la ve en persona piensa que es una dama delicada, pero es tan aguerrida, como si llevara las tropas otomanas más letales dentro de su persona —expresaba Snape con sutileza, tomando a la bruja de la cintura—. Fascinante al hablar con ella, que te deja sin palabras ante su vasto conocimiento, su belleza pura ligada a la luz se añaden a su vida longeva, la fineza de sus gestos y acciones ocultan a la más letal de los estrategas, reyes actuales de ambos mundos mágico y muggle se arrodillan ante su presencia.

—Debe ser una bruja poderosa y que le encanta doblegar a todos —lo incitaba la bruja.

Snape acercó sus labios a la oreja de la merlina y con voz grave pero sutil expresó—. No requiere doblegar a nadie, no requiere ni arma, ni soldados para conquistar una nación, solo basta con estar ella presente para conquistar al emperador más cruel, al imperio más firme, el gobierno más vil y a naciones de sumo poder, esa mujer lleva en su sangre lo Merlín en todas sus reglas y palabras, es astuta y mordaz como la serpiente, sabe acorralar a su presa con o sin ayuda como el león, inteligente para hacerte creer que le llevas la delantera como las águilas y sobre todo leal hacia los que ama como el tejón, tanto como para dar su vida por ellos, esa madame es la bruja que tome por esposa y no hay nadie que la iguale.

Scarlet sonreía dejándose llevar por esas palabras que casi sonaban a un arrullo—. Esa bruja me ha dado todo lo que he deseado en mi vida, y sería un estúpido dejarla ir —término de susurrarle el pocionista.

Se atrevió a besarla con sutileza debajo de la oreja, casi llegando a la nuca, sacando un ligero suspiro de la bruja, aquel punto era uno de aquellos tantos descubiertos por el pocionista en sus naufragios nocturnos con la merlina.

Subió poco a poco rozando sus labios hasta llegar a la boca de la dama, jugando así ambos con la boca del otro en solo roces entres sus labios, saboreando incluso las respiraciones.

—Iré por un aperitivo —se alejó dejándolo con las ansias de besarla.

—Bruja atrevida.

Scarlet sonrió victoriosa mientras ya iba a medio trayecto.

Snape suspiró demasiado irritado, mira que había caído en su juego, pensaba que llevaba las de ganar, como dicen los muggles, "le salió el tiro por la culata".

Definitivamente esa bruja lo mataría, y lo haría de la manera más deliciosa posible, ya se preguntaba en ocasiones porque esa mujer era más peligrosa que Voldemort, y todos los magos oscuros juntos.

—Ustedes si que son una pareja extraña —se acercó Remus—. No hicieron nada pero ya causaron un revuelo.

—¿A qué te refieres? —cuestionó el pocionista mirando como el licántropo le señalaba la orilla de la playa, todos los estudiantes de primer año estaban con la boca abierta, las niñas incluso sonrojadas y es que jamás habían visto a su jefe de casa muy embelesado.

De por sí ya el hombre después de la guerra y ser nombrado héroe, elevó el interés de las féminas, mira que se pusieron tristes y celosas por saberse que llevaba casado con la merlina desde hacía nueve años, durante los inicios del regreso de Voldemort.

Mientras Scarlet en su camino, logró divisar a lo lejos un pequeño restaurante en los límites de la playa.

Tenía toque londinense pero veraniego, era curioso aunque la imagen era original, tenía eso sí muchas plantas que proporcionaban sombra a las mesas, una mesera salió a recibirla.

—Bienvenida seré su mesera a cargo —la pequeña llevaba una ropa muy similar y bizarra a la ropa que usaban los gemelos Dee y Dum, pero la joven tenía holanes de diferentes diseños, largos, cortos, con rayas y un sombrero de copa pequeño con detalles a tipo pastel, decorado con unas cerezas, sostenía en su mano un enorme tenedor con un listón amarrado—. Soy Raspberry, sigame por favor.

—Gracias —respondió animosa la bruja, le parecía muy lindo el atuendo y el aire curioso de la mesera.

Fue llevada a una mesa cerca de las palmeras, en ella había una jarra con agua fresca—. El agua y dulces son ilimitados, puede pedir la orden que desee —indicó la joven.

—Gracias querida, podrías traerme un poco de ese mini panqué con crema dulce de castañas —ordenó Scarlet observando el menú.

—¿Eh? —la joven Raspberry quedó a media anotación de la orden.

—¿Sucede algo? —cuestionó extrañada Scarlet ante la reacción sorpresiva de la joven.

La mesera se acercó un poco para hablar—. Disculpe mi indiscreción pero es que es muy extraño que pidan ese platillo en esta temporada.

La merlina sonrió—. Bueno es que se me ha antojado, la imagen en el menú tiene buena pinta.

—Hola querida pensé que estabas con el grupo —saludo Minerva cubierta por su enorme sombrero muggle playero, sentándose cómodamente en la misma mesa.

Mcgonagall iba muy cambiada en sus ropas, puesto que llevaba ropa más a lo muggle, una blusa crema de manga larga y pantalones pesqueros, para ser ropa veraniega, Minerva no dejaba de lado su porte reflejado en la ropa, elegancia ante todo.

—Le deje el encargo por breves momentos a Remus y Severus —respondió Scarlet con calma.

Minerva hecho a reír—. Esos niños deben estar por sacarlos de quicio ¿has venido a comer?

—Si, bueno... es que se me antojo un aperitivo —la merlina indico el folleto del menú.

Minerva tomó la carta para revisarlo—. Que has pedido para saber y yo también probarlo —expresó la ex jefe de Gryffindor.

—He pedido un mini panqué con crema dulce de castañas.

—¿Has pedido eso? —ahora era la animaga que se hallaba sorprendida al igual por la respuesta de Scarlet.

—Lo mismo pensé también —agregó Raspberry la mesera, quien aun seguía en espera de la nueva orden.

La merlina estaba sin habla, ¿Qué tenía de malo pedirlo?

—¿Es malo comerlas en este tiempo? —cuestionó Scarlet, algo preocupada.

—No en realidad pero me sorprende que no sepas —exclamó sorprendida Minerva.

—¿Pero de qué me hablan?, sino me dicen cómo voy a saberlo —la merlina ya se estaba frustrando, el hambre la ponía molesta—. Bueno, antes de que me digan, quiero eso y un té por favor.

—Como ordene —aún sorprendida la mesera fue en busca del pedido con prisa.

—No pediste nada Minerva —indicó extrañada.

—Bueno pedí lo mismo, pero no pensé que fuera castañas.

Scarlet arrugó el ceño—. Que tienen que ver las castañas en esto, no es un ingrediente venenoso.

—Su orden —había llegado la mesera acomodando los pedidos para ambas, retirándose con una cortesía.

Snape ya no soportaba estar cuidando a los mocosos, tenia rato cuidando ambos grupos, así que dejo ahí a Lupín y se dedicó a buscar a su mujer.

La vio a lo lejos conversando con Minerva—. Aquí estabas.

Se sorprendió al verla comer muchas cosas dulces, Scarlet tenia una variedad en el plato—. Prueba esto son deliciosos —expresó feliz la bruja, estaba perdida en los postres.

—¿Cuántos has comido? —cuestionó el pocionista sorprendido por el apetito voraz de su bruja, sentándose al final con ellas.

—No mucho —respondió mientras mordía un postre.

Minerva y el pocionista vieron todo sobre la mesa, luego el mago observó a la que consideraba su mentora y madre secunda—. Yo solo pedí una orden, todo lo que ves ahora fue pedido de ella —le respondió rápidamente la animaga, aclarando la interrogante silenciosa del pocionista.

Snape observó cada platillo ahora ya con restos y migajas, para su sorpresa detectó un aroma—. Scarlet —le llamó con algo de duda.

—Qué sucede —respondió terminando de comer la última rebanada de pay.

—¿Todos estos platillos son de castañas? —señaló el pocionista.

—Saben ya me estoy molestando —la respuesta seca de la merlina dejó sorprendido a Snape, ella no era de las que se enojaba fácil—. Que rayos tienen las castañas, puedo comerlas en esta temporada.

—Severus me sorprende que ella no lo sepa —dijo la animaga.

—Es que ella no lo sabe Minerva —le recalco Severus.

—¡No se que! —Scarlet estaba poniéndose más molesta—. Déjense de secretos y díganme.

Snape suspiró tallándose el puente de la nariz, esperaba no equivocarse con lo que diría—. Minerva, ella viene de Rusia es obvio que haya es otra costumbre.

—Ya veo —la animaga había captado de inmediato, tenía razón Severus, por muy Nobeless, los orígenes de la bruja merlina eran de Rusia, por tanto sus creencias eran diferentes así como sus culturas.

—Y bien — esperaba respuesta Scarlet.

—Querida — Snape tomó su mano para poder tranquilizarla—. Escucha con atención y relájate si.

—Dilo de una vez que ya me desesperaron —reprochó Scarlet.

El pocionista, volvió a suspirar—. No es normal que comas tantos postres, en primera porque te hacen mucho daño comer más de lo que puedes, y en segunda todos estos dulces qué comiste... —señaló la mesa—... todos son de castañas.

—Y qué tiene de malo que sean de castañas —replicó de nuevo Kreuz.

—Severus quiere decir, que aquí en Inglaterra en nuestra cultura, una mujer que come castañas repentinamente por antojos y solo coma eso indica una cosa —tuvo que intervenir Minerva, sabía que Snape tenía la mente y el corazón seguro un caos de nervios—. Querida aquí significa que estás en cinta.

Los ojos de Scarlet se abrieron como platos, quedando en silencio y con una expresión difícil de leer, Severus temió que ella no asimilara tal noticia—. ¿Dices que estoy embarazada?—le era imposible de creer para la merlina.

—¿No quieres tener un hijo Scarlet? —dijo el pocionista con la tristeza marcada en sus ojos, el hacia mucho tenia pensado la posibilidad de aceptar en un futuro ser padre—. ¿No quieres tener un hijo, una familia conmigo, dímelo?

Minerva se sentía algo incómoda con lo que veía, quería a Severus como a un hijo, y le dolía ver que sus esperanzas se desmoronaban.

—Yo... —la merlina estaba sin creérselo—... si, pero.

—Pero —continuó esperando la respuesta de su esposa.

—Yo pensé que no podía embarazarme después de todo lo sucedido —comenzó a llorar Kreuz.

Snape la abrazo con cariño para consolarla—. Entonces eso te dejo sorprendida.

Minerva los veía mientras se secaba las lágrimas con una servilleta, tendría un nieto.

—Pensé que nunca podría darte un hijo.

Extrañado la tomó del rostro para verla mejor, Minerva para esos momentos se levantó y se retiró dándoles privacidad, ellos tenían que hablar y darían la noticia al resto.

—No me enojaría porque no pudieras procrear, pero si la vida que tengo me mando esto, bruja me pones feliz, el que debe estar nervioso soy yo —expresó con sinceridad Snape.

—¿Porque? —sus lágrimas eran secadas con besos por su marido.

—Porque yo no sé si seré un padre digno, si me costó tiempo y problemas tomarte como esposa, quién sabe cómo padre

Aquello provocó la risa ligera de la merlina—. Lo serás, sin duda lo serás —aseguro.

La mejor sorpresa veraniega para Snape era eso, mimaría aún más a su bruja, un hijo en su vientre venía en camino, sería todo un reto cuidarla ya que si las brujas en el embarazo eran inestables, no se imaginaba cómo sería una merlina.

Que lo ampararan los padres merlines si el embarazo fuera letal para él.

Solo la vio esos segundos molestarse de la nada y rápido, le quedaban quizás meses para cambios de humores, pronto una idea pasó por su mente.

—Si no lo sabías, ¿entonces cuántos meses llevas de embarazo? —cuestionó el pocionista.

—No lo sé, el embarazo de las merlinas es distinto, no nos crece el vientre en los meses que normalmente es para las mujeres comunes, se ve como un mes más. Pero si se nos debilita con creces la magia, pues el bebé absorbe dicho poder para...

—...crecer sano —completo Snape—. Es curioso su embarazo.

La abrazo con creces y mimo toda la tarde, si ya de por sí era atento con ella, ahora sí que sería el doble, seguro la noticia se la darían más tarde al resto.

Y no se equivocó pues al dar la revelación, la casa Slytherin en general lanzaron gritos de emoción, chiflados, además de lanzar chispas al cielo con sus varitas como festejo.

Y como no estarlo si nacería el nuevo príncipe de Slytherin, el hijo del jefe de casa, del príncipe mestizo y sin dudas hijo del mayor hechicero oscuro.

Las risas por los profesores se alzaron ante la reacción.

—Madame, déjeme decirle que era hermosa, y es hermosa, pero ahora luce encantadora y cautivante cuando está comiendo dulces —expresó el pocionista rodeándola de la cintura permitiéndose por primera vez besarla en público.

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