Amando la Muerte ✓

By gabbycrys

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Cuando sus mundos colisionan, la rareza de un ángel con alas negras y una humana que ve a los muertos se vuel... More

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Seduciendo la Rebelión

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By gabbycrys


SCOTT

Raisa de repente se aparta hasta quedar a medio metro de distancia. No dice nada, tan solo me fulmina con la mirada. Sus mejillas están rojas y sus labios apretados son un caso muy especial, casi parece estar haciendo un puchero, gesto que por alguna razón me resulta gracioso. Pero, además, me siento estúpido por sentir... esto. Y no estoy seguro del qué.

Sus dedos rozan sus labios. Ella tiene un rostro fino y una expresión inofensiva. Goza de largas y abundantes pestañas que establecen sombras de media luna sobre sus pómulos surcados por miles de pecas que no sabía que tenía. Jamás me detuve para mirarla desde tan cerca.

Su cabello cobrizo con ondas, del que todavía escurren gotas de agua, cae sobre su pecho hasta terminar en su cintura. Sus ojos aceituna, por otro lado, aparentan ser un mar de problemas, pues arden de coraje.

¿Qué es esto tan de repente?

Su disgusto basta para someterme ante un sentimiento de culpa que jamás en la vida profesé. Se hace poseedora de una apariencia dulce e inocente, pero en el interior de esta diminuta humana parece haber algo más que no consigo discernir.

Estoy a punto de preguntarle en qué piensa, y no sé por qué diablos me interesa, pero se apresura a levantarse y se aleja cojeando.

Sacudo el agua de mis alas y la sigo a través del Lobby, manteniendo una distancia prudente. Jamás comprenderé el comportamiento de los humanos.

Una vez en su habitación, se dirige al baño y se encierra. Por suerte, no me molesta estar empapado.

Veinte minutos más tarde, Raisa sale con el tobillo vendado, en pantalones cortos, y una camiseta vieja que expone su figura bien proporcionada para los ojos de cualquier ser humano.

Con escasa dificultad se dirige a una mesa de madera situada junto a una estantería repleta de libros. Toma el portátil, regresa a la cama, y se deja caer con el objeto electrónico sobre sus piernas. Poco después, música instrumental empieza a sonar a través de la bocina.

Usualmente hace lo mismo durante las noches antes de irse a dormir, esta vez, sin embargo, no está quejándose del hambre. ¿Acaso no piensa cenar?

—¡Esto es horrible! —estalla de repente, dejando de lado el portátil e incorporándose sobre el colchón—. ¿Sabes todo lo que hice delante de ese gato? Y resulta que es... Prince Hastings, un hombre de aparentemente veinte y tantos años de edad, y que es dueño de este carísimo hotel de cinco estrellas. Además, mi hermana y yo trabajamos para él. Si me lo dices, nada tiene sentido. Y como si nada fuera suficiente, también mató a una mujer. Ahora entiendo por qué el cuerpo de la fallecida no tenía sangre y...

—Aguarda un minuto, ¿no tenía sangre? ¿Cómo lucía él?

—Como un humano. Sus colmillos de gato no habrían bastado para dejarla tan seca como una pasa. Más bien, parecía como si le hubiera desgarrado el cuello a mordiscos. Me aterra pensar qué es lo que quiere de mí. ¿Por qué siempre estuvo conmigo? ¿Es el único demonio en este hotel?

—Etta también fue poseído por uno —le digo.

Y en cambio, estoy seguro que Prince no ha poseído a ningún humano, lo que explica por qué disfruta cambiando su aspecto de humano a gato cada que se le viene en gana. Pero entonces, ¿cómo fue que pudo dejar el cuerpo de una humana sin sangre? Los demonios, para poder estar en la tierra, no tienen otra opción más que vivir como parásitos dentro de un cuerpo humano. Dicho de otra forma, no pueden hacer nada por sí mismos.

—El demonio dentro del chef quiere matarme —anuncia Raisa con espanto, como si apenas hubiera notado que su vida corre grave peligro.

—Pero Hastings no —intervengo, y su mirada se detiene en mi rostro—. De haber querido, ya lo habría hecho mucho antes de mi llegada. Y esta tarde, tampoco habría intervenido cuando ese otro demonio intentó ahogarte.

Minutos atrás, mientras Etta mantenía a Raisa en el fondo de la piscina. Entré al agua y, como los ángeles poseemos más fuerza que un humano, de un simple golpe en el estómago lo obligué a retroceder, apartándolo de ella.

Permanecí en guardia, creyendo que Etta regresaría para intentarlo de nuevo, pero aún bajo el agua, vaciló. Fue mi primer encuentro con un demonio, pero, sobre todo, con uno que dudó. Tenía miedo y supe de qué. Estaba aterrado del otro demonio que fingía ser un gato inofensivo, pero que acababa de alzarse a mis espaldas, tomando la apariencia de un hombre airoso que se arrojó al agua un momento después de mí.

En ese instante, Prince Hastings tenía a una Raisa inconsciente entre sus brazos, y la contemplaba con una especie de expresión que la nebulosidad del agua no me permitió identificar. Pero hubo algún sentimientode por medio, de eso estoy seguro. Luego convirtió su mano en puño, y Etta llevó las suyas a su propio pecho, acto que se repite constantemente en los humanos que están a punto de sufrir un paro cardiaco.

Fue entonces que pude escucharlo, al corazón del humano estremecer como una bomba lista para estallar, pero cuando estuve seguro de que lo mataría, inesperadamente Prince abrió la palma y Etta pudo huir.

Jamás escuché de un demonio que tuviera la habilidad para frenar el corazón de cualquier ser humano sin tocarlo siquiera. De hecho, puedo jurar que es imposible.

Los demonios poseen los cuerpos de los humanos para quedarse en la tierra, y solo entonces, pueden manipularlos a su antojo, atemorizarlos, o asesinarlos si es que les apetece. Pero luego deben buscar otro humano en el cuál ocultarse. Por lo general, suelen elegir a los más vulnerables: personas sin hogar, enfermos de gravedad, aquellos que desean quitarse la vida, humanos que sufren depresión en un estado crítico...

Definitivamente Hastings no es un demonio convencional. Pero, ¿se contuvo porque no quería asesinar al humano o al demonio? La duda me interceptó cuando Raisa me habló de lo que Hastings hizo con esa otra humana.

También me gustaría saber por qué motivo fingió ser un gato durante tanto tiempo. Tendrá todo que ver con Raisa, por supuesto, de eso no me cabe ninguna duda. A su causa no puedo permitir que se acerque a ella nuevamente, peor aún atreverme a dejarlos a solas.

Pero, ¿de dónde salió Hastings?

Tengo entendido que años atrás las puertas del infierno se abrieron durante diez largos minutos, tiempo suficiente para que un gran número de demonios de todas las calañas escaparan. ¿Quién las abrió? Arriba sospechan que fue obra de Samael, aunque jamás descubrimos cuál fue el verdadero motivo. Cielo e infierno siempre han estado en guerra después de todo.

Sin embargo, los demonios que consiguieron huir a la tierra son de lo peor, los más poderosos, aquellos que permanecían encerrados en los calabozos situados en lo más profundo del abismo. Desde entonces vagan en la tierra, muy bien ocultos entre los humanos porque nadie, en todo su sano juicio, desearía volver al infierno. Pero para eso estamos los ángeles después de todo, para devolverlos al sitio al que pertenecen.

Honestamente jamás imaginé un encuentro así. Me resulta increíble que, en frente de mis ojos, se manifestaran dos al mismo tiempo.

Raisa se abraza los codos, y mientras pierde la vista en el suelo, me pregunta:

—¿Qué es lo que Prince quiere de mí?

—También me gustaría saber. —Así como si acaso sigue enfadada conmigo. No obstante, ¿por qué debería importarme? Estoy aquí con el objetivo de mantenerla a salvo, no vine a formar alianza con una humana, o a preocuparme de lo que siente. Los humanos son muy complicados con sus emociones y sentimientos.

La portátil de pronto se vuelve loca, reproduciendo dos melodías diferentes a la vez. Raisa pone cara de espanto al contemplar la pantalla.

—¿Daisy? —suelta en un susurro. Está claro que podía esperar cualquier cosa, menos la llamada de la castaña prominente e insoportable.

Me acerco para comprobar que, en efecto, es una videollamada entrante.


RAISA

Presiono contestar, y la cara de Daisy figura en la mitad de la pantalla. Detrás de sí, una pared de color rosa pastel brilla con intensidad. Tiene un sinnúmero de instantáneas pegadas y destellos de lo que parece un hilo de luces de color blanco.

—Hola. —Su voz tiembla—. Creí que no contestarías, o por lo menos, no en el primer intento.

Yo también lo dudé por un instante. En realidad, ahora me siento estúpida porque al menos debí haberla hecho esperar.

—¿Qué quieres? —pregunto de mala gana.

—Sabes, estaba pensando en todo lo que hice y quería disculparme...

—¿Qué quieres? —reitero.

—Quería invitarte a mi fiesta el treinta y uno. Ya sabes, por Halloween.

Y también es el día de mi cumpleaños número 18, pero ella tampoco lo sabe, hasta yo lo había olvidado. Si no estoy mal, recuerdo haberla escuchado decirle a Scott que era este viernes por la noche, es decir, pasado mañana.

Elevo una ceja, pensando hasta dónde podrían ir sus intenciones mientras aprecio la fastidiosa mirada de Scott en busca de la mía. Todavía tengo dos problemas con los cuales lidiar: un ángel insoportable y un demonio gato. No quiero sumar una perra problemática a la lista.

—No, gracias. ¿Eso era todo? —Estoy a punto de colgar.

—¡Espera! —apresura Daisy con desesperación—. La verdad es que... Resulta que si tú no vas, Scott tampoco lo hará.

—Que por mí no se preocupe —dice Scott a mis espaldas.

—Ajá. No creo que esté interesado. —Me complace decirlo. Daisy lo recibe como un balde de agua fría y yo disfruto de su gran decepción. Me alegra que Scott no sea como los demás chicos del instituto, pues nadie le niega nada, y en realidad buscan todo de ella. La tratan como a una princesa.

—¡Hay más! —Daisy se adelanta a mi acción por segunda vez—. Si vas y lo llevas contigo, no volveré a molestarte nunca.

Por fin empieza a decir algo con un poco de sentido.

—¿Qué haces? —me pregunta Scott—. Cuelga ya, te está manipulando.

—¿Hablas en serio? —indago, sin apartar la mirada de la pantalla—. No me lo creo.

—Te lo prometo. Además, Drac... —Daisy se queda a medias y empiezo a ruborizarme por alguna estúpida razón.

—¿Tu hermano?

—Sí, él también quiere verlo —confiesa, y una descarga de decepción me invade. Una parte de mí esperaba un imposible, pero la verdad es que le habrá encantado el espectáculo que dio Scott con la pelota, incluso es posible que quiera reclutarlo en el equipo de fútbol—. Pero también quiere verte a ti, por algún motivo que no comprendo todavía... Pero lo harás, ¿cierto? Vendrás.

Mi corazón da un vuelco y empiezo a replanteármelo.

—No —declara Scott con mesura—. Ni hablar.

—Está bien —contesto—, iremos.

Scott se abalanza y cierra la portátil, colgando la llamada.

¿No sabe lo nerviosa que me pone el tenerlo tan cerca?

—¿Qué hiciste? —increpa—. ¿En verdad crees que dejará de molestarte? Por favor, deja de ser tan...

—Tan ¿qué?

Se lo piensa mejor y contesta:

—Está claro que intenta manipularte. —Llegado a este punto, le cuesta mantener la calma—. Y al final lo consiguió.

—Aunque fuera el caso, ¿qué sabes tú de mantener la esperanza? Daisy me ha molestado desde que llegué a Londres, pero por primera vez parece realmente interesada en...

—Jugar contigo una vez más —establece y pongo los ojos en blanco mientras suspiro. Scott es un imposible.

—Quiero creer que habla en serio, que de verdad dejará de molestarme si tú vas conmigo. Así que por favor, ayúdame por segunda vez, ¿sí?

—No voy a fingir que me agrada —concreta.

—Nadie te pidió que lo hicieras. Tan solo debes presentarte y ya está. Anda, ¿sí? Por favor. Me lo debes después de haberme robado mi primer beso.

—Te lo devolví.

Por primera vez deseo golpearlo en la cara.

—¡Esas cosas no se devuelven, idiota!

Cierra la boca con tanta fuerza, que un músculo salta de su mejilla para poner en evidencia lo poco que le agrada la idea de aceptar la invitación.

—Presiento que voy a arrepentirme de esto más tarde —musita entre dientes.


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tengo muchas ideas de cosas que haría selever como tu novio así que ^^ fecha de inicio; 25 de junio 2021 fecha de fin; 2 de enero del 2022 ♡ ;;
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TRILOGÍA DEMON #1 ¡A LA VENTA EN LIBRERÍAS! "El infierno está vacío. Todos los demonios están aquí." -William Shakespeare.