Descendientes

Od electroyusei

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Hace 20 años, cuando Bella y Bestia celebraron su boda e invitaron a sus más de 6000 amigos, ambos decidieron... Viac

Capítulo 1: Comienzo tormentoso
Capítulo 3: Algo perdidos
Capítulo 4: El Campo de Fuerza
Capítulo 5: Aftermath
Capítulo 6: Domingo de Charlas
Capítulo 7: Conexiones
Capítulo 8: Juego
Capítulo9: Pérdida de Tiempo
Capítulo 10: In Love
Capítulo 11: Engranajes en funcionamiento
Capítulo 12: Entendimiento
Capítulo 13: Avances

Capítulo 2: Adaptación al medio

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Od electroyusei

El ruido de la bienvenida fue plausible desde que estuvieron a metros de entrar en la Academia de Auradoon. Al parecer, toda la escuela había interrumpido sus actividades para recibirlos. Yuri se despertó entonces. Esta vez sin matar a nadie con la mirada, sino simplemente con una expresión aburrida que miraba hacia los árboles frondosos y verdes. Se asombró un poco por ver tanta vitalidad, solo que después quiso que todo ardiera en llamas y que no quedara nada. Odiaba que lo despertaran, así como así.

Yuya estaba callado en la esquina más alejada que podía de él. Su mejilla aún ardía y estaba roja, con la forma de la mano de Yuri aún grabada en ella. Yugo agarraba un par de cosas todavía. No demasiadas, su chaqueta no podría cubrir tanto. Yuto miraba con mucho cuidado a todos. Había mirado de hecho todo el camino del puente hasta la Academia. Esperaba poder recordarlo cuando tuvieran que devolverse a por sus padres.

Pararon en todo el frente de una estatua y de una entrada al lugar. Había toda una banda escolar haciendo ruido y celebrando la llegada de todos ellos a la Escuela. Todos los miraron un tanto confundidos. ¿Se suponía que estaban en una melodía en específico? Yuri se percató en los que no estaban en la banda. Eran dos chicos de cabello en forma de estrella, muy parecidos ambos y una señora mayor de cabello castaño recogido y bien arreglado, traía un vestido azul claro. Les abrieron la puerta y todos salieron. La banda se calló al instante de verlos. Yuto no supo si era por la impresión de verlos o por el hecho de que uno de ellos tuviera una cara de muerto que no parecía una buena señal.

En cualquier caso, la mujer mayor habló primero.

—¡Bienvenidos a la Academia de Auradoon! —exclamó la directora alzando sus brazos en entusiasmo. Los chicos la miraron entre confundidos, penosos e indiferentes—Soy el Hada madrina, la directora. Aquí todas las puertas están abiertas siempre, excepto por la de la biblioteca, solo abren de 8:00 a 11:00 y todos sabemos cómo soy con los horarios...

—Oh —soltó Yuri en ese silencio incómodo.

—El príncipe Yugi —señaló a al pequeño chico que había entre todos ellos—, les enseñará parte del campus, me sentiría encantada de acompañarlos, pero tengo un par de cosas que hacer. Pasaré a verlos más tarde en sus habitaciones. Pero antes de irme, quisiera preguntarles algo. Normalmente no damos esta opción con los estudiantes de Auradoon, pero ustedes son un caso especial, ya que no queremos que se sientan demasiado incómodos con compañeros que no conocen —Yuto alzó una ceja. Yuri ambas cejas, solo que las de él estaba perfectamente depiladas y simétricas—. Así que los pondremos en dormitorios juntos, en pares, claro, como todos. Solo necesito que me digan que pareja...

—¡Yuto! —exclamó Yuya aferrándose al brazo del chico. Yuri y Yugo se volvieron a verlo. El aludido tenía el ceño fruncido ante el repentino tacto del de ojos rojos.

—Traidor... —murmuró Yugo con incredulidad. La directora se limpió la garganta.

—¡Bien! Entonces... ¿Estaría de acuerdo? —el aludido seguía algo confundido. Pero la mejilla de Yuya estaba caliente sobre su brazo. Casi rueda los ojos, Yuya solo le quería porque quería alejarse de Yuri. Ese golpe en la mejilla le había dejado más de una secuela.

—Sí —dijo al final. Pero se deshizo del tacto de Yuya como si le quemara.

—¡Perfecto! Entonces Yugo y Yuri van juntos en una habitación —ambos se miraron con algo de desprecio y el de ojos fucsias se cruzó de brazos—y Yuto y Yuya en otra. ¿Todo claro, Kaito? —preguntó mirando a un chico perteneciente a la banda. El cual solo se dedicó a asentir y a despedirse educadamente. Se fue hacia el edificio junto con toda la banda.

—¿Él era...? —preguntó Yuri con cierto interés. La directora le miró.

—Él es Kaito, les ayudará con sus clases y en el dormitorio —les sonrió—, solo no lo hagan enojar, es hijo de Gruñón.

Yuri chasqueó la lengua.

—Ya veo.

—Bueno, ¿alguna otra cosa que necesiten antes de que me vaya y los deje con Yugi? —preguntó ella aún sonriente—¿Alguna pregunta?

—Sí —Yuto habló—, oí algo, de que ustedes aquí en Auradoon habían prohibido la magia.

—¡Oh! Eso, bueno —la directora soltó una risita—. No toda la magia está prohibida. Aún hay algunos objetos encantados y algunas cosas que las hacemos con magia, pero ninguno de los alumnos o alguno de nosotros puede hacer magia para sí mismo. Nada de pócimas o de recetas encantadas.

—Entiendo —dijo Yuto.

—¿Debería asumir que estabas esperando aprender algo de magia aquí? —preguntó ella por curiosidad. Yugi se puso un tanto incómodo. Atem, a su lado, le puso una mano en el hombro.

—Sí —admitió—, en parte soy un hada también, ¿no? —le levantó un poco el mentón. La directora solo sonrió y asintió.

—Es una verdadera lástima entonces —dio una pausa—. Bueno, si no tienen más que preguntar o qué pedir, me retiro, ¡nos estaremos viendo!

Y se fue.

Yugi, que había esperado ese momento desde hacía un par de minutos llamó la atención de todos limpiándose la garganta.

—Hola, mi nombre es Yugi, soy el hijo de bella y bestia —se acercó al primero que se encontraba cerca de él. Yugo—. Es todo un honor tenerlos aquí por fin —sonrió intentándole dar la mano al hijo de Jafar, más no obstante este, a modo de saludo, le pegó en el pecho con un puño. Yugo sonreía como tonto y Yuto le miraba algo exceptivo. Yugi se descompuso un poco, pero no dejó la sonrisa que llevaba. Atem, detrás suyo puso sus señales en alerta—, esta es una ocasión especial para mi y nuestro reino Auradoon —le dio la mano a Yuto, quien le respondió el gesto sin mucha dilación. Yugi pasó de él rápidamente, pues él no parecía hacerle perder el tiempo—, una que espero que se quede grabada en la historia —le pasó su mano a Yuya. Este la tomó, pero no hizo apretó, solo había pasado la mano. El próximo rey solo le sonrió, sin pena, sin nada— cómo el día en que nuestros pueblos empezaron a unirse —le dio la mano a Yuri, quien no solo la apretó un poco de más, sino que también le acercó un poco a sí.

—Si eres el hijo de Bella y Bestia, ¿no quiere decir que también vas a ser rey algún día? —Yugi soltó una risita nerviosa. Soltó la mano de Yuri con disimulo.

—Sí, de hecho, será en mi décimo sexto cumpleaños —le sonrió amablemente antes de retirarse un poco.

—¿Quién dijiste que eras tú otra vez? —preguntó Yuto mirando al chico de piel bronceada, que no había hecho más que mirarlos a todos atentamente durante toda la estadía.

—¡Oh! —dijo Yugi mirando a Atem y luego a los chicos de la Isla de los perdidos. Se percató del error que había cometido y casi se sonrojó—Perdónenme, él es Atem mi mejor amigo y casi mi mano derecha en muchas cosas. Nos acompañará hoy también en el recorrido y pueden decirle a él cualquier cosa que necesiten.

—Gusto en conocerlos —dijo apenas. Su voz era clara, pero sus ganas estaban por los suelos. Miró a Yuto deteniéndose en él durante un instante, pero no dijo nada.

—Bien, ¿qué tal si empezamos el tour? —dijo Yugi mientras daba otro par de pasos hacia atrás. Los chicos, con dilación, le siguieron. Finalmente, el próximo Rey dio la vuelta y señaló a los dormitorios. Una parte pequeña de la gran escuela en la que estaban—La escuela de Auradoon fue construida hace unos 300 años, pero solo funciona como preparatoria desde hace 20 años —avanzó un poco. Había un jardín enorme, bien llevado y con la vitalidad de la felicidad misma. Yuto solo pudo sentir ganas de pisotearlo todo y Yuri de llenarlo de rosas espinosas. Pero no hicieron nada por simple pereza. Yugo miraba a todas partes y ponía todo menos atención a lo que le estaban diciendo. Yuya solo caminaba lo más alejado de Yuri que pudiera—. Esta es la estatua de mi padre. La puso el Hada madrina cuando fue fundada la Escuela, cómo agradecimiento a mi padre por darle la oportunidad de enseñar —se volvió a ellos y aplaudió dos veces. La estatua de Bestia se convirtió de nuevo en lo que fue durante años, un ser lleno de pelo marrón, gruñón como pocos y desagradable a la vista. Yuya gritó fuerte. Esa vista de Bestia le hizo pensar en todo lo que le había dicho sus madres de los perros. Se espantó y se subió a los brazos de Yugo en busca de algo de cobijo.

—¡Whoa! —exclamó Yugo cuando se vio cargando a Yuya. Lo sentía temblar en sus manos.

—Oh, Yuya —dijo Yugi mientras se volvía al de ojos rojos. Todos los demás lo veían con una cara de incredulidad. Atem sobre todo había fruncido su ceño—, tranquilo, no hay nada de que preocuparse. Mi padre quiso agregar ese efecto para recordarnos que todo era posible —sonrió para tratar de transmitirle calma. Yuto se preguntó si nunca se cansaría de sonreír tanto.

—Y luego te preguntas porque nos reímos de ti —le reprochó Yuri. Yuya se bajó de inmediato de los brazos de Yugo. El lo veía muy extrañado, pero después sonrió a manera de burla.

—¿Podemos continuar? —preguntó Yuto después de aclararse la garganta también.

—Claro, vengan por aquí —y siguió caminando. Yuya se quedó detrás de todos para mirar a la bestia. Intentó hacer justo como Yuya y chocar ambas manos para ver si algo ocurría. Nada pasó. Atemorizado, dejó la estatua y se puso al corriente con los demás.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

—Y eso es en general la escuela —les dijo volviéndose hacia ellos. Todos se veían algo agotados y aburridos, pero la compostura de Yugi estuvo como en todo el recorrido. Impecable—. Aquí los tendré que dejar, Kaito ha preparado sus dormitorios mientras les he mostrado la escuela. Espero que se puedan adaptar bien —tomó algo de aire mientras los miraba a todos, esperando preguntas. Pero solo se encontró con algunos cerebros en blanco que solo estaba incómodos con su entorno.

—Si necesitan algo... —habló Atem, creyendo que Yugi estaba exhausto de estar con ellos. No podía estar más equivocado.

—Pueden preguntarnos a cualquiera de nosotros —el próximo rey le completó—. Atem, Kaito o yo estaremos cerca a sus dormitorios o compartimos algunas clases con ustedes. Kaito les dará su horario en cuanto los vea, eso puede ser hoy o mañana. En cuanto al resto de cosas, Atem se queda en la habitación 519 que está a dos pasillos de la suya y Kaito en la 618, que está solamente a uno. También mañana será su primera comida aquí. Todos tienen que comer en el comedor de 6 am a 8 am mañana por ser sábado. Todos aquí son un tanto precisos con los horarios así que tengan cuidado con quedarse dormidos. También el almuerzo es de 12 a 2 y la cena de 7 a 8. Si no alcanzan, hay un par de máquinas expendedoras detrás del edificio y una zona común por si no están haciendo actividades académicas. No pueden ir a dormitorios de chicas después de las 10 pm. Y, en cualquier caso, mañana y el domingo tienen libre, el lunes entramos a las 8 todos y de allí verán sus horarios y... —se detuvo de súbito. Miró a su alrededor todos lo miraban un tanto confundidos—. Lo siento, ¿fue demasiado?

—Hablas más que una cacatúa cuando te lo propones —soltó Yugo sin filtro alguno. Yuri le pegó un codazo en los costados de las costillas—. ¡Eh!

—No me parece tanto —Yuya se alzó de hombros. Atem le puso a Yugi una mano en el hombro y lo adelantó. Tomó las riendas de la situación.

—Ahora, Yugi tiene que salir a cumplir con una obligación real —le dijo. El más pequeño parecía algo exhausto. Solo que se le notaba menos de lo que se esperaría—. Kaito les ayudará en el resto de su día —hizo una pequeña reverencia a manera de disculpa—. Nos veremos durante clases.

Y ambos se fueron. Yugi intentó despedirse de una manera más digna, pero Atem le arrastró fuera del lugar. Todos se miraron entre sí, pero le restaron importancia a la situación.

—¿Supongo que nos vemos a las 11 para almorzar? —soltó Yugo tras el silencio que se había formado.

—12 —corrigió Yuya.

—¿Si quiera sabemos donde quedan nuestros dormitorios? —preguntó Yuri cruzándose de brazos. Yuya arrugó un poco las cejas y miró las llaves que les habían entregado antes. Allí ponía 701 y sabía que la de los otros dos ponía 702.

—¿Dijo algo sobre que quedaba a dos pasillos de la de Atem y a uno de la de Kaito? —preguntó mirándolos. Yuto le prestó atención, como siempre y asintió—. Pues... vamos a la de Kaito y buscamos el pasillo, ¿no? —dijo alzándose de hombros.

—¿Y ahora quien te dijo que eras el líder? —preguntó Yugo bufando suavemente—No quiero tener que seguirle las ordenes a más de uno.

—Entonces, hagamos lo que Yuya dice —le dijo Yuto. Yugo le sonrió falsamente y se movió para hacer lo que le decían. Al menos si le seguía la corriente no le reprocharían cualquier cosa. Sólo quería tiempo a solas para poder buscar más lámparas.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

—¿Qué tanto susurras? —preguntó Yuya subiéndose a la cama de Yuto. Este último estaba leyendo a su libro de hechizos y memorizándoselo.

—¿Los hechizos del libro? —preguntó haciéndole caer en su obviedad. Yuya le sonrió con cierto reproche. Yuto se le quedó mirando un momento y pensó—Déjame intentar algo.

—¿Eh? ¡Oh no! —dijo Yuya quitándose de una vez de la cama de Yuto —No seré conejillo de indias. ¡La última ves me tocó ser victima de un tipo triángulo amarillo que casi me come las entrañas!

—No me importa —dijo mientras buscaba algo en las anteriores páginas del libro. Cuando lo encontró, señaló a Yuya con su dedo y empezó a susurrar el hechizo, una vez terminado, Yuto movió su dedo hacia la izquierda, derecha abajo y, por último, lentamente hacia arriba.

Soltó una carcajada enorme cuando vio lo que le pasó a Yuya.

—¿Qué? ¡¿Qué has hecho?! —preguntó sin saber nada de lo que ocurría. Sentía su cabello diferente. La carcajada de Yuto se detuvo rápido, puesto que tampoco podía mantenerse riendo tanto tiempo y volvió a tener la expresión neutra de siempre.

—Tómalo como advertencia —le dijo serio—, no quiero que me molestes durante la noche —Yuya salió corriendo a verse en el baño. Su cabello era exactamente el de Yuto, solo que, con sus colores originales, verde y rojo. Esos colores que a su madre no le hacían mucha gracia. Golpeó el mesón de este tratando de imponerse al de ojos grises, pero en cuanto lo hizo, este le dejó en ceros. Yuto era más que la mirada, era el cuerpo, era la presencia. Yuya nunca podía contra él si se trataba de eso, de un juego de miradas entre ellos—. Hay más como esos, así que yo me mantendría alejado.

—C-Claro —dijo apenas, intimidado. Yuto buscó otra página, murmuró un par de palabras y volvió a hacer el mismo movimiento de manos, haciendo que todo quedara igual que antes. Antes de que Yuya pudiese decir algo más, llamaron a la puerta.

—Ábranme —exigió la voz de Yugo al otro lado. El de ojos rojos miró al de ojos grises, pero este estaba concentrado en sus hechizos susurrantes. El hijo de Cruella tiró su cabeza para atrás y se resignó a hacer lo que le pedían.

—¿Eh? —soltó Yuya al ver a no uno, sino a los dos chicos de la habitación contigua—¿Qué significa esto? —preguntó.

—Significa que no hemos resistido estar solos dos segundos —dijo Yuri cruzándose de brazos—. Y que el casi rompe mi espejo.

—¡Sólo quería verlo de cerca! —respondió Yugo. Yuri le tiró una mirada fulminante—¡No me mires así!

—Caso, vinimos para ver si alguno de ustedes quería cambiar de habitación —propuso el hijo de la reina malvada. Yuya negó algo frenéticamente.

—Ni hablar —Yuto cerró su libro en seco—, Yuya es más silencioso que cualquiera de ustedes dos.

—Ugh, eres un amargado —dijo Yuri apoyándose más de un lado de sus piernas. Sus caderas salieron a relucir entonces—, ¿qué tanto lees en ese libro de hechizos que traes?

—Varias cosas útiles —dijo sencillamente. Yuya puso una cara de aburrimiento.

—¿Cambiarle en cabello a las personas es útil? —preguntó con una ceja alzada. Yugo soltó una risita al ver que pasaba. Yuri arrugó sus cejas.

—¿Le cambiaste el cabello a Yuya? —preguntó el de ojos fucsias—¿En serio?

—También puedo cambiarlo de forma —soltó alzando los hombros. Yuya abrió un poco los ojos—, una rata, una serpiente, un cuervo...

—¡Conviértelo en perro! —soltó Yugo riéndose un poco. El de ojos rojos se sobresaltó y se alejó de Yuto instintivamente—¡En perro!

—Sería divertido, pero no creo que sea buena idea ahora —dijo Yuto levantándose de su cama. Susurró algo mirando a su libro y después hizo un movimiento de muñeca hacia sí, pera esconderlo dentro de esta. Todos miraron algo maravillados como le libro parecía doblarse en sí mismo y esconderse dentro de la manga de Yuto. Fue muy rápido y casi imposible de apreciar—, lo que debemos hacer ahora, es buscar esa varita —algunos pusieron cara de aburridos—. Es nuestro propósito aquí.

—Podríamos esperar unos días más, ¿no? Digo, conocer el lugar —dijo Yuri—, a algunas personas...

—Ni se te ocurra levantarte a nadie aquí —bufó Yugo sabiendo que tendría que aguantárselos en su cuarto compartido.

—Solo digo —sonrió Yuri—, sería interesante conocer a otros descendientes de, ya saben, nuestros carceleros. Chance y son mejores que sus viejos.

—Concéntrate Yuri —el aludido rodó los ojos ante la reprimenda de Yuto—, tenemos algo que hacer...

—Uh, los cuatro están juntos —dijo Kaito llegando de la nada a la habitación—, maravilloso —dijo sin emoción alguna—. Lamento interrumpirles, pero esto es para ustedes.

Tenía cuatro bolsas de papel con un exceso de estrellas, escarcha, corazones y demás dibujitos sobre él. Tenía, además, el nombre de cada uno de ellos en una caligrafía impecable y bonita.

—¿Y eso es? —preguntó Yugo alzando ambas cejas. Kaito le pasó la bolsa que tenía su nombre sin decir apenas nada.

—Un regalo de bienvenida, de parte de la escuela, para ustedes —les informó, pasando el resto. Todos menos Yuto la empezaron a abrirlo. Se encontraron con un pequeño dulce, una hoja que contenía su horario, una cartuchera con los útiles básicos y, además, un cuaderno totalmente vacío—. Para que puedan estudiar cómodamente. Los libros de clase los tiene el profesor de cada uno, se los dará cuando entren a clase con él.

—Espera, ¿Bondad básica? —preguntó Yugo leyendo las clases que le tocaban—Ugh...

—Nueva clase, ¿verdad? —soltó con una risa Yuri. Kaito solo asintió.

—Kaito, ¿puedes conseguirnos un mapa? —preguntó Yuto sin prestarle tanta atención a la clase

—¿Un mapa? —preguntó Kaito arrugando sus cejas—¿De papel?

Yuya también juntó sus cejas en confusión.

—¿Hay mapas de cartón? —preguntó Yuya. Kaito se volvió a verlo un instante—¿Existe eso?

—Quiero decir, ¿no les resultaría más fácil morarlo en un mapa online y ya? —preguntó con su típico tono de enojo.

—¿Mapa...?

—... ¿online? —terminó Yuya. Kaito también arrugó sus cejas.

—¿En internet? —preguntó a ver si alguno le agarraba el tiro.

—Oh, Arpanet, ¿te refieres a esa cosa? Ah, claro Arpanet —Yuri tomó aire—, no tengo ni idea de que estás hablando.

—¿Eso se come? —preguntó Yugo algo curioso. Yuto suspiró aguantándose las ganas de tirarse una mano en la frente—Porque tengo hambre.

—¿Cómo vas a encontrar un mapa en la comida? —preguntó Yuri bufando sonoramente—Tiene más inteligencia un pez.

—¡Pues una vez encontré el borde de la isla en un plato de arroz! —Yugo reclamó—Y no digas que no, porque Yuya también lo vio.

—No tengo ni idea de que me está hablando —respondió el de cabellos negros y blancos alzándose de hombros.

—¡Es la segunda vez en el día que me traicionas! —le reclamó Yugo con una mirada furibunda. Yuto rodó los ojos y se masajeó las cienes un instante. Yuri habló por él.

—Entonces, ¿Qué es Arpanet?

—Internet.

—Eso —Yuri se contuvo de sonreír.

—... Bueno, es una red de comunicación a en la que puedes hacer distintas cosas y encontrar varias cosas —dijo lo más simple que pudo. El hijo de Jafar parpadeó un par de veces.

—¿Es como una red de telarañas? —preguntó Yugo. Yuri tomó aire, Yuto solo alzó una ceja y Yuya soltó una risita.

—Y luego dicen que el tonto soy yo —dijo entre risas.

—¡Bien! ¡Has aquí llegas De Vil! —y se lanzó en su ataque. Yuya no pudo esquivar a Yugo y terminaron ambos cayendo dolorosamente contra el piso mientras se ponían a pelear. Se daban golpes, patadas se rasguñaban uno al otro. Yuto se tomó de las cienes y los miró iracundo. Yuri volvió a rodar los ojos y soltó un par de maldiciones en voz baja.

Kaito pareció simplemente ignorar eso.

—Creo que esto significa que les pondré más horas de refuerzo de clase de informática —soltó como si nada—, ¿podrían pasarme sus horarios, por favor? —casi le constó decir esas últimas dos palabras, de hecho, hasta le habían salido más graves que el resto de sus palabras—Debo hacer unos cambios.

—Lo que tu digas —dijo Yuri dándole su hoja. Kaito la recibió y mientras Yuto abría su paquete en busca de su horario, el hijo de la reina malvada buscaba el de sus otros compañeros para que no seguirá teniendo que ver esa salvajada de Yuya y Yugo.

—¡Esto es porque mi papá me dice que no hago equipo con nadie! —exclamó Yugo mientras Yuya se le escabullía una y otra vez—¡Eres hombre muerto De Vil! —y lo atrapó de la chaqueta. Ambos se agarraban de manos, sin golpearse realmente. Parecían más un par de niños que los adolescentes que decían ser.

—Buenas No... oh —la directora, al igual que Kaito, llegó de improvisto a la habitación de ellos. Miró con algo de incredibilidad a los dos chicos que se peleaban. Sin embargo, sonrió y tocó la puerta repetidas veces—. Chicos —volvió a tocar y habló más fuerte—, chicos.

Pero no reaccionaron. La directora pareció un poco molesta al respecto. Yuto se percató de ello y miró a Yuri inmediatamente. Lo que menos querían ahora es que les pusieran más atención de la necesaria.

—Sepáralos —le ordenó. Yuto casi podría chasquear sus dedos para que le hicieran caso, tal y como su madre hacía a veces. Pero no lo hizo, creó que simplemente con su voz podría lograr algo. Yuri en cambio, no pareció demasiado entusiasmado ante esa idea.

—¿Y yo por qué? —preguntó levantándole el mentón ligeramente.

—Por que ambos te temen de cierta manera —le dijo. Yuri sonrió sin notarlo.

—¿Y tú no les das miedo acaso? —preguntó con cierta sorna en su voz.

—¿Acaso es un problema para ti? —preguntó de vuelta el de ojos grises. El de ojos fucsias soltó aire.

—No, claro que no —dijo mientras se acercaba a Yugo por detrás. Le agarró de la chaqueta de cuero y de un solo tirón lo quitó de encima de Yuya, quien se quedó pálido—. A ver sabandijas —dijo en un tono entre cansado y enojado—, ¿quieren comportarse de una buena vez? Me van a causar un mal... dolor de cabeza —bufó y se acercó un poco más al rostro de Yugo—. Sobre todo, tú, cabeza de pez, puedo dejarte durmiendo en los pasillos de ser necesario.

—Nadie va a dormir en los pasillos —le detuvo la directora, pero Yuri no pareció ni escucharle.

—Y a ti te llevaré de comida a los perros —bufó soltando el traje de cuero de Yugo. Yuya huyó de la mirada de Yuri solo para ponerse detrás de Yuto y mirar a la directora, quien suspiró suavemente.

—Tampoco podemos alimentar a los perros con tus compañeros —le dijo ella severa. Yuri pasó de ella y se volvió dignamente a mirarla. Como si nada hubiera pasado. Yugo se arregló un poco el traje de cuero y miró a la directora con los brazos cruzados.

—¿Puedo preguntarle que la trae por aquí? Directora —preguntó educadamente Kaito.

—Ah, ahora actúas educado —dijo Yuri entre dientes. Nadie le puso atención o simplemente no le escucharon.

—Necesito hablar con estos jóvenes en privado, si me lo permites Kaito —le dijo ella amablemente. El aludido asintió.

—De todas formas, ya me iba, tengo un mapa que conseguir y cambiar algunas clases, con su permiso —dijo mientras hacía un gesto educado y se iba de la habitación. Cuando dejó la habitación, todo se sumió en un silencio algo aterrador.

—¿De qué quería hablar con nosotros? —preguntó Yuri sin soportar el silencio. Se puso una mano en la cadera—¿Hay algo que haya olvidado decirnos?

—Muchachos, perdónenme molestarlos durante esta noche —empezó sonriente. Fue entonces que Yuto lo notó, detrás de ellas venían otros dos profesores más con ella. Eran claramente dos hombres bastante grandes y poco amigables. Casi como el conductor que no les había dedicado palabra alguna cuando viajaron con él—, pero tenemos un asunto que atender. Verán, en el auto en el que se transportaron el día de hoy hasta aquí hay... varios objetos perdidos —dijo ella aún con una sonrisa—, si no es mucha molestia, me gustaría pedir que no los devolvieran amablemente —pidió—. Hay... cosas importantes que debemos tener de vuelta.

—¿Cómo qué? —preguntó Yuri curioso. Después, pensó durante un momento—Oh, ya veo. ¿Se les ha perdido lo que sea que rompe la barrera mágica para que el carro ese pueda llegar aquí?

Todos se quedaron un tanto mudos.

—Yo... Yo no dije eso —la directora vaciló un poco. Yuri alzó una ceja.

—¿Qué más sería tan importante? —el chico solo alzó los hombros.

—No importa que es, importa que, por favor —se obligó a decirlo—, lo devuelvan. Es importante.

—¿Y que te hace creer que alguno de nosotros lo tiene? —preguntó Yuto acercándose un poco a manera de desafío. Sabía que no debía de meterse con la directora, pero tenia que despistarla de alguna forma. Hacer algo, cualquier cosa porque ella perdiera el interés en ese asunto.

—Muchachos no lo tomen personal —les dijo ella. Yuya abrió un poco la boca formando una pequeña "o"—, es solo que ustedes son los últimos que han estado en el vehículo, es fácil asumir que...

—Que como somos hijos de villanos —soltó Yuto mirándola. Ella abrió su boca para decir algo—nosotros podríamos tomarlo todo sin permiso o como parte de un plan malvado para destruir la barrera, ¿no? —la directora se quedó en blanco. Yuya juntó sus labios en una línea muy fina. Yugo se mantenía con una actitud relajada ante la situación.

—No, no claro que no —dijo ella con una sonrisa—. No tienen porque estar tan agresivos, no queríamos molestar, solo necesitamos saber si ustedes la tenían o no.

—No —dijo Yuri son sencillez—, no la tenemos, ni siquiera sabemos de qué hablas. Quizá deberías buscar en otra parte.

—O revisar de todas formas —soltó Yugo—, si tanto desconfías de nosotros.

La directora los miró desde lo alto, con algo de autoridad. Algo molesta por la actitud de los chicos. Pero después se relajó un poco. Quizá ese solo era un mecanismo de defensa, después de todo ellos parecían ser expertos en leer entre líneas y de adivinar las intenciones de la gente. Ellos estaban en un entorno diferente al que siempre habían crecido, al que conocían. Si alguien venía de manera medianamente hostil a ellos, ellos deberían de también responder de la misma manera. Porque, así supuso que les había enseñado la isla de los Perdidos a vivir, con todas las armas arriba todo el tiempo. Tomó aire.

—Está bien, muchachos, entiendo que lo hayan podido agarrar por error, esas cosas pasan —les sonrió. Solo que para ellos no se veía como una sonrisa autentica, se veía forzada de todos los ángulos. De hecho, todo los que les habían sonreído desde que había llegado lo habían hecho casi por obligación. Los dos únicos que lo les habían hecho eso, eran Kaito y Atem, quienes trataban de ser lo más alejados a ellos posible. Eran reales a lo que representaba la presencia de ellos allí. Al igual que Yugi, quien parecía genuinamente feliz de que ellos estuviesen allí—, solamente, esperamos que devuelvan lo que han tomado.

—Uh... agarré un par de dulces de más —Yuya alzó un poco los hombros—, me gustaría devolverlos, pero... —mintió con fluidez. Sin que apenas se notara que no lo lamentaba en lo absoluto.

—No, está bien —ella se limpió un poco el vestido azul que tenía—. Los dulces eran para ustedes después de todo —se tomó una pausa—. Si alguno quiere devolver algo que haya tomado por error, por favor, mi oficina siempre está abierta. Solo necesito que devuelvan un par de cosas, no hace falta que lo dejen todos —suspiró—. Tengan una bonita noche.

Ella se fue del lugar. Yuri se encargó de cerrar la puerta, mirar a Yugo y adoptar un gesto algo amenazante.

—¿Ahora que hiciste pedazo de animal? —preguntó. Yugo levantó las cejas, pero Yuri le puso una mano en frente suyo—¿Sabes qué? No quiero saberlo. La próxima vez espérate un poco, ¿quieres? Es muy obvio si lo haces el primer día, tonto.

—Oye, lo de robar el botón fue idea de Yuto —le señaló con la mano. El aludido asintió simplemente—. Así que no me regañes solo a mí, ¿quieres?

—Uh, solo asegúrate de que dibidi babidi bu no venga a... nuestra —dijo con cierto esfuerzo—habitación preguntando por otra cosa que tu hayas robado. No quiero su aliento floral por aquí, ¿me entiendes?

—Sí, sí —dijo Yugo mientras buscaba algo entre sus ropas—. Lo que tu digas.

—Como sea —Yuri se cruzó de brazos—. Tu verás si duermes en el pasillo.

—Toma la manzana de la discordia —le dijo Yugo a Yuto mientras le daba el botón que rompía la barrera mágica. Era dorado y lindo—. No quiero tener nada que ver con esto. Así que guárdalo tú, señor líder.

—Ajá —dijo Yuto mientras lo ponía simplemente en el cajón de su nochero—. Ahora, ¿qué tal si se quedan para ver donde está esa varita mágica?


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