La prueba del sauna:
Dustin acababa de entrar a la parte trasera de la heladería, dónde lo esperaban Robin, Steve y Katherine, después de haberse pasado la mañana espiando a 'los rusos' desde la terraza del Starcourt.
Caminaba de un lado a otro, nervioso, comentando cada movimiento.
- ... y esa tarjeta abre la puerta, pero, por desgracia, el ruso de la tarjeta lleva un arma gigante. En esa sala, en esas cajas, tienen algo que no quieren que vea nadie.
- Debe haber un modo de entrar -intervino Robin.
Steve se levantó de la silla, poniendo el gorro de marinero en la cabeza de Katherine, que miró al suelo incomoda, sintiéndose inquietamente nerviosa por aquello, y él luego habló:
- Bueno... podría neutralizarlo.
- ¿A quién? -vaciló Katherine.
- Al ruso -respondió evidente. Hasta Robin, que nunca lo había visto pelear, rio. Sin notarlo, Steve volvió a sentarse, apoyando ambas piernas sobre las de Katherine-. Voy con sigilo por atrás, lo noqueo y tomo la tarjeta. Fácil.
- ¿Oíste lo de arma gigante?
- Si, Dustin. Lo oí. Por eso iría con sigilo -informó, imitando pasos con sus dedos en el brazo descubierto de Katherine; los vellos se le erizaron, mientras seguía con atención cada nuevo movimiento de Steve, subiendo discretamente su mirada a su cara.
Sí, Steve estaba poniéndola nerviosa. Por qué Steve Harrington la ponía nerviosa, gritó en su interior. Bruscamente, se sacó el gorro y lo dejó sobre la mesa, llamando la atención de los demás.
- Katherine -ella lo miró atemorizada, como si Dustin hubiera podido leerle la mente y supiera cómo la hacia sentir Steve-, ¿recuerdas que alguna vez él hubiera ganado una pelea?
Katherine rio alto, casi exagerada, pero con alivio.
- Fue una excepción -se justificó.
- Dos. Jonathan, el año pasado...
- Eso no cuenta
- Tres con Nate -agregó Katherine, y la miró mal-. Y si contamos esa vez que...
- ¿Por qué no contaría que Jonathan te dio una paliza? -interrumpió Robin, riendo.
- Labio hinchado, nariz torcida.
- Ojo morado, sangre -enlistaban Dustin y Katherine entre carcajadas.
- Sucedió porque... -Steve dejó de hablar cuando Robin se levantó de repente, sacando todas las propinas, todo indicaba que estaba por salir corriendo, pero Steve la frenó- ¿Qué haces?
- Necesito el dinero. Hallaré cómo entrar de forma segura. Que Katherine me reemplace. Y mientras tanto, vendan mucho helado, compórtate y que no te peguen. Vuelvo enseguida.
Dustin chupaba una de las cucharas. Steve se la sacó, la guardo y miró a Katherine con burla.
- Atrás hay un uniforme de repuesto, bienvenida abordo.
- ¿En serio tengo que reemplazarla? ¿Qué tan difícil es servir helado, Steve? Puedes hacerlo solo.
- Cuando atiendas a Erica entenderás que no.
Estuvo un rato largo en el baño para empleados, realmente ODIABA ese uniforme, y el short azul que casi le llegaba hasta las rodillas. Suspiró después de mirarse al espejo por última vez, chequeando no tener labial en los dientes, y salió. Steve rio, y Dustin le tomó una foto.
- ¿En serio?
- Oh, estás esplendida. Pero... te falta lo más importante -observó Steve.
Nuevamente, agarró la gorra de marinero y se acercó a ella, mientras Katherine negaba, él le soltaba el cabello y acomodaba la gorra blanca en su cabeza; poniendo la goma de pelo de Katherine en su muñeca.
- Ahora sí estás perfecta. ¿Verdad, Dustin?
- Sabes que voy a vengarme.
- Sí, pero mientras tanto, voy a disfrutarlo.
Robin tardó un poco más de media hora en regresar. Con las propinas, había comprado un plano COMPLETO del Starcourt. Lo desenrolló en la mesa y luego de verlo por un rato, señaló:
- Aquí es donde estamos y aquí es adonde queremos llegar.
- No veo cómo entrar -intervino Steve.
- No, si buscas exclusivamente puertas.
- Ductos de ventilación -dijo Dustin.
- Exacto. Resulta que esta sala secreta necesita aire como cualquier otra y esos ductos de ventilación conducen hasta aquí -agregó, y señaló la ventanilla del ducto de ventilación que estaba a un lado. Steve lo abrió en minutos.
- No sé. No sé si cabes aquí. Es muy estrecho -decía alumbrando con una linterna.
- Voy a caber. No tengo clavícula, ¿recuerdas?
- ¿Cómo? -preguntó Robin. Dustin subió la escalera y metió su cabeza.
- Tiene una enfermedad.. tiene crido.. eh.. algo así. Le faltan huesos.
- Steve, cállate y empújame -ordenó- Los pies no, tonto. El trasero
- ¿Qué?
- Tócame el trasero, no importa.
- ¡Dustin, no cabes! -exclamó Kate- Te quedarás atascado y tendremos que dar explicaciones...
- ¡Más fuerte! -gritó, ignorándola.
- Estoy empujando.
Seguían discutiendo, cuando Erica tocó la campanilla.
- Hola, marineros. Todos a cubierta. Hola -gritaba-, vengan aquí a servirme muestras.
Katherine sonrió.
- ¡ÉRICA! Érica es más pequeña, entrará -aseguró-. Pero no será fácil convencerla...
Después de muchos helados y una rápida explicación de lo que debería hacer, Érica ladeó su cabeza, con los labios arrugados.
- Si, no sé...
- ¿No sabes si entras?
- Entro. Pero no se si quiero.
- ¿Eres claustrofóbica?
- No tengo fobias. Bueno, tal vez una, al novio de la rojita -dijo señalando y mirando mal a Steve.
- ¿Cuál es el problema? -preguntó Katherine, ignorando ese comentario.
- Ya deberías saber cuál es. Aún no sé qué gana Érica.
Después de unas miradas, la acompañaron hasta las mesas de la heladería y le sirvieron una GRAN cantidad variada de helados.
- Más chocolate, por favor -dijo a Steve, ordenó a Steve-. Vamos, ve.
- Ok. ¿Ves esto? -Robin le mostró el plano- Este es el camino que harás. Esperamos que salga la última entrega, luego tiras la rejilla, bajas y abres la puerta.
- ¿Y averiguarán qué hay en esas cajas?
- Exacto.
- Dicen que el guardia está armado.
- Si, pero no estará -le respondió Dustin.
- ¿Y qué hay de las trampas caza bobos?
- ¿Trampas?
- ¿Láseres, clavos en la pared?
- ¿Qué?
- ¿Saben qué creo que hará este plan de aficionados? Poner en peligro a una niña.
- Hablaremos por radio todo el tiempo... -dijo Katherine, pero Érica la obligó a callar.
- Pondrás a tu primita en peligro para hacer feliz a tu novio marinero y a sus nerds, ¿estás consiente de eso?
- ¡STEVE NO ES MI NOVIO! -gritó alterada, y Érica rio, porque había cumplido uno de sus cometidos.
- Érica, creemos que los rusos quieren hacerle daño a nuestro país -le dijo Dustin-. Un gran daño. ¿No amas a tu país?
- No puedes decir América sin Érica.
- Umm ok. No hagas esto por nosotros, hazlo por tu país. Por tus compatriotas. Hazlo por Estados Unidos.
- ¿Saben que es lo que más amo de este país? El capitalismo. ¿Saben qué es el capitalismo? -los tres asintieron, mirándola, confundidos-. Hay un sistema de libre mercado. Cobras por los servicios que das, según lo valioso que sea tu aporte. Y a mi me parece que mi capacidad para entrar en ese ducto es muy valiosa para todos ustedes. ¿Quieren que los ayude? Entonces este postre será el primero de muchos. Me refiero a helados gratis de por vida.
Robin suspiró, asintiendo con su cabeza. Acababan de aceptar, y esa noche llevarían a cabo el plan. Tres marineros y Dustin, subieron a la terraza para esperar que Érica abriera la puerta, y también para informarla de los movimientos de los rusos.
- ¿Érica, me copias? -le preguntó Robin por el walkie-talkie.
- ¿Están en posición, nerds?
- Si, en posición. Todo tranquilo, tienes luz verde.
- Luz verde, entendido. Inicio del operativo "Pongamos en peligro a la niña".
- ¿No podemos usar otro nombre?
- Nos vemos en el otro lado, nerds.
Luego de un largo rato, que se pasó demasiado lento, Érica volvió a ponerse en contacto con ellos. Ya había llegado.
- Veo las cajas aburridas que tanto los emocionan.
- ¿Algún guardia?
- Negativo.
- ¿Alguna trampa?
- Si las viera, serían trampas de porquería.
- Que simpática.
- Ya bajé.
Katherine no era capaz de pestañear, no podía negar que tenía algo de miedo por la odiosa Érica, era su prima después de todo, y la quería.
La puerta se abrió y ella salió, saludándolos con la mano en alto.
- Helados gratis de por vida -gritó.
Los cuatro bajaron y entraron al galpón lleno de cajas, que Steve abrió con un chuchillo. Dentro había más cajas, pero esas eran de metal. Se miraron inseguros por unos segundos, hasta que tomó fuerzas y la abrió.
- Definitivamente no es comida china -dijo al ver que habían cuatro tubos con un liquido extraño de color verde-. Mejor aléjense un poco -aconsejó.
Dustin se negó, pero Steve insistió.
- Si tú mueres, yo también -respondió dramático, tomándolo por el brazo.
Asintieron y sacaron uno de los tubos.
- ¿Qué demonios?
- ¿Qué es eso?
Y el galpón tembló. Todos a su alrededor tembló.
La puerta de metal se cerró.
Katherine tomó aire profundo cuando comenzó a sentirse mareada, agarrándose del hombro de Robin, Érica la miró y suspirando soltó un -OH, NO-.
- ¿Me pareció a mi o la sala se movió? -preguntó Dustin.
- Trampas caza bobos -susurró Erica.
- Tomemos eso y vámonos.
Steve se acercó a Katherine, sabiendo por su cara que podría estar por tener un ataque de pánico.
- Ya nos vamos -afirmó, y ella asintió cerrando sus ojos. Robin los miró con el ceño fruncido, algo curiosa.
- ¿Cuál oprimo? ¿Érica?
- Oprime el maldito botón, nerd.
- Estoy oprimiendo y no pasa nada -gritó Dustin, detonando a Katherine.
Exhaló alto, muchas veces seguidas, le faltaba el aire y había comenzado transpirar.
- No respiro. No respiro -gimoteaba, exhalando cada vez más incontrolada.
- Kate. Kate. Concéntrate. Estamos bien. Puedes respirar.
- ¿Qué le pasa?
- Un ataque de pánico -le respondió Erica, intensa giró hacia Dustin, gritándole al oído:- ¡Dustin, abre la maldita puerta!
Steve se levantó, caminando rápido hacia Dustin, apretando TODOS los botones. Escucharon otro ruido extraño y la sala hizo un movimiento brusco antes de comenzar a descender, como si fuera un ascensor. Era un ascensor.