Capítulo 82: Vestida para la ocasión
—Me veo ridícula.
Escuché a Summer reír a mi lado, y me puse de pie para abrir las cortinas a las que Chanel se aferraba.
—Vamos, Chanel. —Insistí una vez más.
—Ugh, bien —respondió luego de dar un largo suspiro. Abrió las cortinas de par en par y salió, abriendo los brazos como un pájaro a punto de volar, como diciendo "listo, aquí me tienen"—. Soy una ballena.
—Eso no es cierto —negó Summer, moviendo el cabello—. Pero el color no te favorece para nada. ¿Verde botella?
—Me pareció que quedaría bien.
Chanel se dio vuelta y volvió a enfrentar el espejo. Ella estaba usando un vestido manga larga de encaje que le llegaba a los tobillos, pero que era tan suelto que le daba una forma extraña a su cuerpo. Por supuesto, no iba a decirle eso a ella.
—Tendríamos que haber venido antes. ¿Y si se llevaron todas las buenas opciones?
—Tienes que calmarte, chica.
La rubia estrechó sus ojos en dirección a Summer, quien le respondió con una encantadora sonrisa. Por mi parte, me alejé un poco de ellas para seguir buscando algo que Chanel pueda usar.
—¿Necesitan ayuda? —dijo una simpática mujer, acercándose a mí con curiosidad.
—De hecho, si. Necesitamos vestidos para el baile, y mi amiga aún no encuentra nada que la convenza.
—Claro que no, ese corte no le favorece —continuó la empleada, acercándose a Chanel y mirándola con detenimiento—. ¿De cuantos meses estas?
—Ocho meses y varias semanas.
—Con razón —dijo ella, chasqueando la lengua—. Bien, por suerte para ti, yo también soy madre así que sé todo sobre vestir sobre el embarazo.
Chanel le respondió con una sonrisa, y las dejamos para que ellas dos busquen lo que resultara mejor para la rubia. Mientras tanto, no había forma de que yo encontrara algo que me convenza en esta tienda. Mi mejor amiga parloteaba sobre lo quisquillosa que estaba siendo, pero la verdad es que todos me parecían diferentes versiones del mismo vestido.
—Oh. Por. Dios.
Dirigí mi atención a la percha que estaba levantando Summer como si fuese el mismisimo Santo Grial, y boqueé. Era un hermoso vestido de encaje negro que tenía una base blanca y corta debajo, por lo que no era del todo traslucido.
—Summer, es hermoso. —dije, llevando las manos a mis mejillas.
La chica dejó el resto de la ropa que tenía en la otra mano y corrió a meterse dentro del probador, causándome una sonora carcajada. Era casi como si temiera que se lo quitaran de las mismísimas manos, a pesar de que éramos las únicas personas en la tienda además de un par de chicas que no dejaban de ver vestidos cortos.
Me resigné a conseguir algo por el momento, por lo que me senté en uno de los mullidos sillones y llevé mi mano a la cabeza. Las sienes me palpitaban del dolor, y tenía la vista tan cansada que a veces se tornaba un poco borrosa.
—¿Qué es eso de que están nominadas a reina del baile? —preguntó Chanel, aún dentro del probador.
—Lo sé, es ridículo.
Levanté la mirada hacia donde estaban las dos, detrás de las cortinas.
—No es ridículo, Summer —bufó la ex porrista—.Ustedes les agradan a las personas, así que me parece normal.
—Tú estás nominada. —Comenté del otro lado, aunque sonó más ofensivo de lo que planeé.
—Si, pero soy la nominación de broma. Nadie va a votar por la chica embarazada —se burló ella, y salió del vestidor usando uno color manteca repleto de brillos por todas partes—. Esto es horrendo.
—A mí me gusta. —Admití, pero ella giró los ojos en mi dirección.
—Parezco una bola de disco, Scarlett —refunfuñó ella, cruzándose de brazos como una niña chiquita—. ¿Por qué no puedo parecerme a Chrissy Teigen?
—Quizás deberíamos tratar con los vestidos más ajustados.
Chanel miró a la vendedora como si estuviera loca de remate, pero la otra hizo caso omiso a la cara de la chica y salió en busca en otro tipo de corte. Justo cuando yo pensaba que tenía un cuerpo extraño de vestir...
"Ella en un mes vuelve a tener su linda figura, pero tú seguirás con ese extraño cuerpo que hace que todo luzca como una túnica" dijo la vocecilla de Pepe el grillo en el interior de mi cabeza. Cuando tenía razón, tenía razón: para qué negarlo.
—Chicas... creo que lo encontré.
Ambas miramos hacia el probador de Summer, y la chica salió de allí dentro luciendo despampanante. Me puse de pie y esperé a que se acercara, ya que ella iba derecho al enorme espejo detrás de mí.
—Quién diría que tienes buen gusto, Hamilton.
Summer le sacó la lengua directamente al espejo, pero Chanel sonreía en su lugar.
—Así vestida, serás la reina del baile. Lo sé como un hecho.
—No sería la reina ni aunque fuera la única mujer en todo el colegio. Chanel.
Dejé escapar una carcajada, lo que resultó en que las otras dos también lo hicieran. Nos detuvimos sólo cuando la vendedora le acercó a Chanel un vestido largo color crema ajustado, con bonitos detalles en azul marino y que se ajustaba en el lugar de las piernas.
Cuando salió del vestidor, supimos de inmediato que era el indicado. A diferencia de los otros, este sí dejaba ver su delgada figura por lo que único que realmente sobresalía era la barriga de embarazada, lo que la hacía ver mucho más armoniosa.
—No sé si puedo costearlo. —Dijo ella, mordiéndose el labio al mirarse.
—Puedo probar con la tarjeta, si quieres.
Ella tomó la billetera de su bolso y le entregó una de ellas, sólo para volver a mirar al vestido luego con cara de tristeza.
—Hace meses que no tiene fondos, por el divorcio de mis padres. —Dijo, tras un suspiro.
—Si no se puede con la tuya, usamos la mía. —Le respondí encogiéndome de hombros. Ella se volteó a verme con los ojos brillantes, casi como si quisiera comenzar a llorar.
—Si a principio de años me hubiesen dicho de que estaríamos comprando nuestros vestidos junto a Chanel Larrose, me hubiera reído en sus caras —comentó Summer, mientras giraba en su traje. La otra rubia la miró estrechando los ojos—. ¿Qué? Es la pura verdad. Tú eras una perra total antes del embarazo, Larrose.
—Aún lo soy, sólo que no con ustedes.
—Lo que digas, Medusa. —Acoté yo, intentando suprimir una sonrisa.
De vez en cuando, solemos recordarle su pasado al estilo Darth Vader sólo por diversión, pero es cada vez más evidente que ella no es la misma niña insegura. Es difícil serlo cuando te encuentras con la realidad cara a cara, cuando esta aparente ilusión de empoderamiento y seguridad que da el secundario se rompe y te encuentras con que, en la vida real, no todo es tan fácil, ni color de rosa.
Es algo que todos tuvimos que aprender a las malas.
—¿Y tú no buscas vestidos, Gremlin?
—No encontré nada —me lamenté—. Quizás sea mi destino no encontrar nada para el baile.
—Ugh, no seas tan dramática. Estoy segura de que ni siquiera buscaste bien.
Negué con la cabeza. La mujer volvió con la tarjeta de crédito en la mano, y le dijo a Chanel que la misma si tenía fondos por lo que podría llevar el vestido sin problemas. La chica comenzó a saltar sobre una pata, sin siquiera dudar sobre que ese era vestido que ella quería, por lo que pronto embolsaron las dos prendas y salimos del lugar.
Ambas estaban contentas y hambrientas, por lo que decidimos pasar por Ronnie's, que queda enfrente de Ridgewell, y tomar unos batidos antes de volver.
—¿Qué harás, Simba? Faltan dos días. —M preguntó Summer, dándole un trago a su batido rosado. A su lado, Chanel se devoraba una dona sin ningún remordimiento mientras que yo batía mi batido de vainilla sin mucho interés.
—Seguir buscando. Ir desnuda no es una opción, ¿saben?
—Podrías hacerlo —comentó la embarazada, mirándome socarronamente—. Sin duda ganarías la corona, digo, eso atraería la atención.
—Vuelve a tu dona. —Le contesté, entre risas.
Unas mesas a mi izquierda, observamos como un grupo de chicas hablaban entre sí, mirando todo el tiempo en nuestra dirección, y reían histéricamente llamando nuestra atención. Lo hacían a propósito, lo sabía, pero no pude evitar pinchar en el segundo en el que observé a Riley Piper ponerse de pie y dirigirse a nuestra mesa pavoneándose como una gallina.
La verdad era que me había olvidado de su existencia. Completamente. Desde la vez que intentó romper uno de mis trajes durante la obra escolar, raramente había dedicado algún pensamiento a la chica.
Afortunadamente, a nadie más le importaba. Como Nick ya se había enterado de que yo sabía que Riley y Drake salían a sus espaldas, ya no tenía el remordimiento de ese secreto a mis espaldas por lo que expulsé a esa chica de mi sistema. Como si fuera una bacteria y mis defensas le hubiesen echado a patadas.
—¿Encontraste algo con que vestir tu gordo trasero? —le preguntó a Chanel, cruzándose de brazos.
—¿Encontraste algo para tapar tu horrenda cara? —contraatacó la otra— Sabes, quizás podríamos hacer una mascarada, o una fiesta de disfraces, así nadie se horrorizará al verte entrar.
Dejé escapar una sonora carcajada, involuntariamente, causando que la chica me mire con odio. La verdad es que el showcito de Mean Girls ya había pasado de moda, y ninguna estaba dispuesta a seguirle su discurso aburrido y barato.
—Veo que no encontraste nada. ¿No tenían vestidos de rameras, Evergreen?
—No. Al parecer ustedes se los llevaron a todos.
La chica gruñó en mi dirección y apoyó un brazo sobre la mesa, quedando a centímetros de mi cara. No había forma de negar que era muy linda, pero era tan idiota que uno olvidaba fácilmente cualquier cosa además de su personalidad basura.
—Escuchame una cosa, niñata. Tú no te puedes meter conmigo, no sabes lo que...
—Oh, por Dios. Faltan menos de dos semanas para terminar las clases, Riley. ¿Crees que me importas un carajo? ¡Pues no! Dentro de dos semanas, tú serás literalmente la última persona en la que pensaré —dije, riéndome en su cara. Durante un segundo consideré que quizás estaba siendo muy cruel con la castaña, pero la verdad es que se lo merecía—. Cuando te vuelva a ver dentro de diez años y me entere de que tuviste que casarte con alguien para que te mantenga, no me sorprenderá. Es más, me dará lástima. Porque nunca serás más que esta puberta malintencionada que dejas ver que eres.
La chica me observó con los ojos llorosos y salió del local casi a las corridas. Así supe que había ido demasiado lejos. Pero. ¿y qué? Si con eso logro que deje de molestar, perfecto para mí. No estaba hablando con alguien normal, esa es una chica que disfruta de ver caer a la gente. Quizás era su hora también.
—Scarlett, eso fue... perverso.
—Ugh, lo sé —dije, tapándome los ojos con las manos al observar como el resto de las chicas salieron al rescate de la otra porrista—. Estuvo mal.
—Se lo merecía. Lleva años amenazando la gente como si no fuera nada, y lo que hiciste... ni siquiera fue tan grave. —Chasqueó la lengua Summer, luciendo orgullosa de mi proeza.
Hice una mueca. Lo hecho, hecho estaba. Y si la mantenía alejada, entonces mucho mejor.
—Realmente no puedo esperar a terminar la escuela para dejar de ver a gente como ella.
—¿Estás hablando de mí? —preguntó Chanel, en un gesto de tristeza.
—¿Qué? ¡No! Hablo de Riley, obviamente.
—Ella definitivamente habla de mí.
Dejé escapar un bufido, pero ellas dos estaban riendo de mi cara de exasperación. Estaba consciente de que los momentos con mis amigos en Ridgewell se estaban agotando, así que me propuse disfrutar cada uno como si fuese el último. Bien sabía que la vida después del secundario no sería para nada parecido a esto.