Y todo por una noche

נכתב על ידי GinLestrange

313K 16.9K 3.3K

Una noche de pasión significó un cambio radical en la vida de la afamada diseñadora de alta costura, Herms G... עוד

Y todo por una noche.
Una noche basta.
Semana 22
Ayer
Por ella
Hagamos un trato
Reglas cardinales
Cuídala
Verdaderas Intenciones
Son Errores del Pasado
Dos Brujas
Volver en el Tiempo
Sí o Sí
Vogue
El Tigre y el Dragón
Un Sabueso y Dos Amigas
De Armani y Grennett
Celos
Contrato Prenupcial
Sortilegios para Weasley
¿El Sí?
Recién Casados
Frente a Frente
El Día «P»
Sacrificio
Tú y él... siempre
Una Noche que Cambiar
Luna de Miel en Rapa Nui

Después de...

9.7K 526 72
נכתב על ידי GinLestrange


Se encontraba de pie frente al empañado espejo del baño, envuelta solo con una gran toalla blanca. Deslizó una mano por el húmedo vidrio a objeto de limpiar el vaho y lo que vio fue su propio reflejo: con el cabello que caía por sus hombros, aún mojado y a Draco de pie detrás de ella, completamente desnudo y besando su cuello. Sonrió. El hombre con quien estaba la había hecho suya de una manera que ni en sus mejores deseos íntimos podría haber concebido: en la ducha y de pie...Y, realmente había sido magnífico y por lo demás, erótico y sensual. Si pudiera poner una nota a lo ocurrido hacía solo unos minutos, definitivamente sería la máxima... Aunque todavía no lograba explicarse cómo esa chica apagada y poco popular entre la población masculina del colegio, podría haber llegado a ese nivel de erotismo con uno de los hombres más atractivos que haya conocido... Considerando incluso su actual estado y en la forma en que se dieron las cosas.

—¿De qué te ríes? —preguntó Draco mientras cruzaba los brazos por sus caderas y le acariciaba la barriga sin dejar de mordisquear el lóbulo de su oreja.

—De lo que acabamos de hacer.

Aunque en realidad reía de emoción al recordar que hacía sólo unos instantes Draco le había dicho «mi amor» en medio de gemidos y caricias de la labor sexual. Pero, ¿sería tan real? ¿Era que Draco, en un momento dado, habría logrado dejar atrás sus prejuicios y su tan arraigada y esquiva muestra de sentimientos, para dejarse llevar por lo que realmente sentía? No. Sabía que no era así y que las palabras pronunciadas por él eran solo una respuesta al instante de deseo vivido. Aunque, sinceramente, esas palabras la habían hecho sentir en la gloria, sabía que no debía dejarse hechizar por ellas, pues entendía cabalmente que eran solo producto de la excitación del momento. Por otra parte, no sería ella quien le preguntara por lo dicho. Debía ser él quien, en alguna oportunidad (si es que los milagros existían), le dijera qué tan ciertas eran...

—¿Tan mal estuve? —Hermione giró y colocó las manos en el torso desnudo de él.

—Más o menos... —Draco rió. Sabía que estaba mintiendo, así que buscó nuevamente su boca e ingresó sin piedad en ella, mientras sus manos habían quitado el estorbo que le significaba la toalla, cayendo ésta al piso.

Instintivamente abrió la puerta del baño y sin dejar de besarse, avanzaron por el dormitorio hasta la cama. En donde él suavemente la ayudó a acomodarse mientras se ponía en frente. Así, besándola y acariciándola nuevamente y, debido a que su erección estaba a flor de piel, en medio de besos y caricias, intentó ingresar otra vez en ella. Pero... era complicado...

—Creo que así no se podrá... —observó Hermione con una pícara sonrisa de frustración. Draco, con un movimiento suave, le besó el hombro y luego el cuello, lográndola girar, quedando ella de espaldas. Así como dos cucharas pegadas, volvieron a sentirse plenos, unidos como arena y mar... Fundidos en un solo cuerpo.

Sin embargo, el éxtasis para Hermione cada vez duraba menos, al cabo solo de un par de minutos ya había alcanzado el orgasmo, lo cual Draco entendía perfectamente y, por ilógico que lo hubiese pensado en sus años de adolescente e incluso unos meses atrás, esa situación, por lo demás extraña para él (en consideración a que era la primera vez en su vida que hacía el amor con una embarazada) se sentía completamente pleno al lado de Hermione. Ella era una mujer que sabía cómo y dónde tocarlo, qué palabras utilizar y cómo captar toda su atención. Sus gemidos, sus ojos cerrados, su boca dispuesta a recibirlo y las manos de ella que parecían tener alas en su cuerpo, lo hacían sentir completo y único... Un verdadero hombre que se entregaba en cuerpo e incluso en alma, con aquella castaña que era una verdadera pesadilla, pero que al compás de sus caricias parecía haber estado diseñada para él desde el inicio de los tiempos.

Luego de que ella escuchara el gemido de placer de él, acompañado de un par de movimientos algo más violentos, y cuando su respiración estaba un poco más sosegada, encontrándose silente con la boca pegada en uno de sus hombros, decidió hablar:

—Quizá yo no soy la amante perfecta... lo siento —reconoció con un poco de tristeza, porque sabía que a Draco le encantaba estar en el juego erótico por bastante rato, pero dada su condición sabía que era poco lo que ella podía hacer.

—Eres la amante perfecta, preciosa... Y todavía nos falta la luna de miel —dijo besándole el hombro.

—¿Luna de miel? —Hermione frunció el ceño. Jamás imaginó a Draco hablando de algo tan cursi y tradicional como lo era una luna de miel.

—La tendremos luego que nazca Scorpius.

¡Ahí estaba lo que suponía llegaría en cualquier momento! ¡Mucho había durado la alegría! El rostro de Hermione como por arte de magia, se transformó en una extraña mueca.

—¿«Scorpius» es el nombre que le tienes a nuestro hijo? Eso es broma, ¿no? Y por cierto, de muy mal gusto —ella ya adivinaba con antelación que Draco aparecería con un nombre extraño y no había errado.

—Sí, suena perfecto: «Scorpius Malfoy Granger» ¿Qué dices? —Hermione se volteó y miró a Draco a los ojos, éste de inmediato notó el poco amigable semblante de su pareja. Ya sabía lo que le venía...

—Nuestro hijo se llama Andrew —sentenció ella arqueando una ceja y muy segura de lo que decía.

—¿A... Andrew...? —Draco enarcó una ceja, ¿por qué Hermione pensó en un nombre tan... tan muggle?

—Así es. Nuestro hijo se llamará «Andrew Malfoy Granger».

—Nada de eso.

—Pe...

—Cuando yo no tenga sueño y ni tú estés tan cansada, volveremos a tocar el tema. Hasta ahora, nuestro hijo se llama Scorpius.

—Como digas —aceptó. Sí, ambos no estaban en condiciones de discutir. Ya habría tiempo para eso—. Pero por mi parte, yo soñaré con mi hijito llamado Andrew. Buenas noches.

Hermione se acomodó en el pecho de Draco mientras él la rodeaba con los brazos y con la mano libre tomó la varita del velador y logró que un par de frazadas los cubrieran. Una leve sonrisa esbozó en su rostro. Era imposible terminar el día sin discutir con esa mujer... lo bueno era que este día simplemente había sido especial. Al fin había vuelto a tocarla... a hacerla suya y con cada palabra, con cada caricia, incluso con cada gemido o beso, corroboraba que ella sentía algo por él. Y él, a pesar de aquello, sentía un pavor enorme de enfrentarse a un sentimiento totalmente nuevo que se negaba a llamarlo por su nombre. Pero como fuera, lo que importaba era el aquí y el ahora.

—Por cierto, las fotos estaban hermosas. Gracias.

—Son tuyas —respondió dándole un suave beso en el pecho.

Hermione cerró los ojos y al cabo de un par de minutos Draco advirtió que dormía profundamente. La rodeó fuerte con sus dos brazos y le besó la frente: —Las fotos son mías... y tú también, amor mío —dijo antes de rendirse al sueño.

A eso de las tres de la madrugada Hermione despertó con un hambre espantoso. Sentía que el bebé se revolvía en el vientre, sin mencionar que sus intestinos tenían un concierto como de cañerías sin agua. Giró en la cama y se dio cuenta de que Draco no la había soltado, aún ella tenía un brazo de él como almohada. Al mirarlo le daba la impresión de tener a un ángel a su lado. Tenía una hermosa sonrisa dibujada en los labios y un rostro tranquilo.

No se pudo contener y con sus dedos, en forma sutil, lo acarició.

—Siempre te encontré hermoso, Draco Malfoy... —le dijo en un susurro.

—Tú tampoco me eras indiferente, Hermione Granger —ella sonrió. No pensó que Draco tuviera el sueño tan ligero. Fue entonces que en un impulso y sin pedir permiso (a estas alturas dudaba que lo necesitara) besó los labios de él. Luego se sentó en la cama, sacó la bata que estaba en los pies y se vistió con ella.

—¿Vas a algún lado? ¿Paseos nocturnos luego de una desenfrenada noche de sexo?

—Voy al baño y luego a comer algo... tengo un ataque de hambre...

—¡Son las tres de la mañana, Granger!

—Eso al bebé no le interesa, «futuro papá».

Se dirigió rápidamente al baño y al cabo de un par de minutos, regresó a la habitación, dándose cuenta que Draco había hecho aparecer la cena. Él sabía que ella no había comido nada desde el almuerzo, ya que no bajó a cenar con Narcisa y eso era por culpa de él, debido a la escenita que le montó en el taller. Así que sin pensarlo dos veces, optó por traer de la cocina algo para que Hermione comiera. Y, como no sabía qué le apetecía, trajo de todo un poco.

En la mesa, había un plato de arroz con una carne con algún tipo de salsa apetitosa, unas ensaladas con pollo asado, jugos, frutas y panes. También leche y unos postres.

—¿Y qué ejército se va a comer todo esto? ―preguntó Hermione mirando con ganas de devorar lo que tuviera más cerca.

—Para ti y para mi hijo. Aunque también para mí. Creo que esta tarde he quemado una doble dosis de calorías ―Draco se acomodó la bata y se sentó. Hermione lo miró sonriente.

Mientras comían en silencio, Draco pensó en entregarle el regalo que le tenía y que secretamente reposaba aún en el bolsillo de su saco en la habitación contigua, pero luego pensó que no era el momento, en realidad nunca se le cruzó por la mente llegar a esa situación que consideraba por lo demás hipócrita y retrógrada, en donde dos personas se juraban amor eterno y lo sellaban con unos anillos... Pero, sin embargo, ese era unos de los momentos en que deseaba no ser quien era y dejarse llevar por las emociones que lo invadían. Olvidarse de su insensible apellido, darle el anillo a Hermione y pedirle que fuera su esposa... así, formalmente y a la antigua.

Sin embargo, aún no estaba preparado para ello... No, todavía...

Mientras avanzaba la cena de a poco comenzaron a hablar de algunos temas, primero abordaron la fecha del desfile de modas, acordando ir juntos al evento; también de algunos planes que Hermione tenía para expandir su línea de vestuario y, lo más reciente y que gatilló todos los eventos de la tarde... la famosa sesión de fotos, en donde Draco le aseguró que una de esas fotos iría directo a su escritorio (enmarcada y todo) y otra la pondría en la habitación de ambos. Porque ese día sería la última vez que Hermione dormiría allí, desde el siguiente se cambiaría definitivamente a la habitación de Draco (ahora de ellos) para comenzar con la ornamentación de la alcoba de Andrew o Scorpius...

—Hermione, debemos pensar en el matrimonio —dijo luego de hablar sobre el cambio de habitación.

—Sí, y he estado avanzando un poco en ello... le dije a Luna Lovegood, mi secretaria, ¿te acuerdas de ella? —Draco frunció el ceño. Claro que se acordaba de Lunática, lo raro era que estuviera ejerciendo laboralmente en el mundo muggle—. Veo que sí. Bueno ella contactará a una weeding planning quien a su vez verá todo con tu madre. Creo que Narcisa está más ilusionada con lo del matrimonio que nosotros mismos —dijo mientras ordenaba la mesa con su varita, con ello evitaba trabajo extra a los elfos.

Pero esas palabras para Draco no cayeron nada de bien. Primero porque no veía en Hermione a una novia ilusionada que se preocupaba directamente de los detalles de su matrimonio y segundo, porque se notaba que ella veía ese enlace como un trámite más. Pero, ¿qué le tenía que reprochar? Si él mismo le había dicho que todo era un negocio. Ahora solo debía conformarse con recibir los frutos de su propio sembradío. Si quería cambiar el discurso práctico y poco emotivo de Hermione, tenía que ser cauteloso. Aunque también debía trabajar mucho en sus propias emociones porque si seguía así, terminaría como un enamorado tonto en busca de alguien que simplemente no lo quiere. Además, ¿de qué se preocupaba? Él no estaba enamorado de Hermione y nunca lo estaría. Ella era bonita, sensual, inteligente, una excelente compañera en la cama... pero jamás sería el amor de su vida. Un Malfoy jamás se enamora... ella solo era la mujer con quien mejor se había sentido y con quien... ¡Demonios! Era con quien estaba dispuesto a compartir su vida para siempre y con quien iba a formar una familia, si eso no era amor, ¿cómo lo definiría entonces? ¡Listo, ya tenía la palabra adecuada! Su relación con Hermione Granger era simplemente «una relación de conveniencia mutua». Pero era evidente que ese título no convencía a nadie, ni menos a él.

Luego de percatarse que Hermione aún ordenaba la habitación y verla que iba directo al baño con la varita, obvio para reparar el desorden que debía haber allí con las toallas y uno otro frasco tirado en el piso, se acercó a ella y se la arrebató de las manos. La colocó en la mesa y a ella le tomó ambas manos entre las suyas.

—Deja de trabajar. Es hora de dormir. Además mañana quiero que descanses. Supongo que el gasto de energético de hoy va a limitar tus fuerzas y no quiero ponerte en riesgo a ti, ni al niño.

—Yo me siento bien. No te preocupes tanto, ¿sí?

—No seas irresponsable. Quédate en casa mañana. Llama a Luna y pregúntale u ordénale lo que necesites, pero no salgas a trabajar.

—Estaré en el taller.

—¡Por la mierda que eres difícil! —Hermione sonrió. Amaba cuando Draco le hacía ese tipo de escenas—. ¡Está bien! Solo en tu taller. No salgas. Confía en tus empleados, ellos harán un buen trabajo.

—¡Uy, qué te pones lindo cuando gruñes! Anda... vamos a dormir tengo sueño... —dijo quitándose la bata y colocándose un pijama. Draco también se desvistió y así se acomodó en la espalda de Hermione, rodeándola con su brazo y acariciándole la barriga.

—El que despierte primero despierta al otro, ¿sí? —le dijo al oído. Ella sonrió, ya sabía a qué se refería él...

Hermione estaba cansada y se durmió de inmediato. Draco le besó el hombro antes de cerrar los ojos para intentar descansar. Debía reconocerlo: dormir al lado de esa castaña era lo mejor... y lo mejor es que solo era de él y lo sería para siempre como su esposa y nada de lo que haya vivido en el pasado sería sombra en el futuro que pensaba tener con ella. Ni Ron, ni Harry, ni siquiera la misma Astoria podrían impedir que él se casara con esa exquisita «sangre sucia» que lo hacía sentir como nadie.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0

La claridad en la habitación la hacía deducir que ya eran más de las diez de la mañana. Giró en la cama y se dio cuenta que estaba sola. Lo primero que se le vino a la mente fue eso de «El que despierte primero, despierta al otro». Pero al parecer Draco lo olvidó o lo había hecho adrede para dejarla dormir hasta más tarde. Esos detalles la hacían sentir en las nubes. Draco tenía tantas aristas, era tan diferente a cómo ella lo imaginaba: responsable, sarcástico, petulante, insoportable y engreído... ¡Pero por Dios! ¡El mejor amante! Y lo más importante, era solo de ella. Todo el pasado quedaba atrás, ahora solo debía enfocarse en su nueva vida. Y por más que él dijera que lo de ellos era un contrato o un negocio, sabía que algo más existía. Se lo había demostrado durante la noche... esas caricias, esos besos... esa entrega, no eran precisamente de negocios y Hermione sabía que era recíproco, aunque la terquedad les impidiera reconocer la mezcla de sentimientos que ambos se habían expresado entre caricia y caricia, sin decirlo directamente.

Se sentó en la cama y al bostezar, levantando los brazos, de inmediato advirtió un leve peso en su dedo anular de la mano izquierda: ahí reposaba un hermoso anillo de oro con un pequeño diamante. Sintió que su corazón latía con mayor rapidez, ¡Draco le había dejado un anillo de compromiso! Y claro, como siempre tan altanero, no había sido capaz de entregárselo directamente y esperó a que se durmiera. Pues bien, ella estaba feliz por el gesto pero aun así no le tocaría el tema y lo tomaría como lo más normal del mundo. Esperaría a que fuera él quien hablara primero. Total, ese gesto le pertenecía y estaba segura, como se llamaba Hermione, que no había querido entregárselo porque debía considerar ese acto como anticuado o algo por el estilo

—¡Hombres!

Y como no sentía ninguna náusea, sus ánimos estaban de los mejores (por la ardiente noche, la cena exquisita y el dormir pleno, abrazada por el padre de su hijo) decidió que era hora de darse una reparadora ducha y luego a trabajar con las mejores ganas. Debía revisar el estado de avance de las dos últimas creaciones. Para eso había citado a dos modistas de la fábrica para que trabajaran en los últimos diseños que serían el broche de oro en el desfile de la próxima semana.

Desayunó en la habitación y luego fue al taller, no sin antes saludar a Narcisa que se encontraba en el jardín con unos extraños guantes (típicos de brujas) cortando algunas rosas.

En el taller ya se encontraba Bruno y Giovanni esperándola para ir los tres al hotel, como habían quedado el día anterior. Hermione sabía que Draco no quería que saliera de casa, pero ella debía ver con sus propios ojos cómo iba el avance del desfile puesto que ya quedaba menos de una semana. Total, no se demoraría mucho y estaba segura que antes de que Draco regresara de la oficina, ella estaría de vuelta en el taller.

—Bruno, ¿viste lo de la música que te pedí? —preguntó a su asistente, mientras iban los tres directo al centro de Londres. Giovanni conducía el carro de su propiedad, en tanto ella y Bruno iban en los asientos traseros.

—Bueno, como la propuesta es vintage, yo pensaba utilizar música de Boy George, Village People o George Michael —respondió serio, mientras limaba sus uñas. Hermione lo miró incrédula.

—Estás mintiendo, ¿no?

—No, Hermione. Tu línea tiene toques marcados ochenteros, por eso yo pensé que...

—¡Ni se te ocurra, Bruno Bassi! ¡Yo te había dicho que quería la música debía ser de Madonna o Kylie Minogue! Tú solo debías elegir las canciones más adecuadas, eso era todo. Así que ándate olvidando de «los Georges» que nombraste —ahí estaba la mandona Hermione de siempre. Giovanni miró por el retrovisor a Bruno con una burlesca y triunfante risita, como diciendo: Te lo advertí.

—Pe...

—Dije: Madonna o Minogue. Y ahora ni siquiera te dejaré elegir las canciones. Debes utilizar: «Material Girl»; «Vogue» y «Can't get you out of my head» de Kylie Minogue, ¿entendido? Y, sobretodo «Vogue» la quiero escuchar mientras salen las diez primeras modelos, ¿sí?

Bruno la miró con reproche y siguió limando su uña meñique, encogiéndose de hombros.

—Yo creo que Herms tiene razón, Bruno. Considero que la música de Madonna...

—¡Cállate tú! ¡Nadie pidió tu opinión! Dedícate a lo legal, que yo veo la logística...

—Bueno... —Giovanni también se encogió de hombros, ya conocía los ataques de histeria de Hermione por algo tan simple como lo era la música y la poca tolerancia a la frustración que tenía su compañero—. Herms, ¿te hago una consulta?

—Dime, Giovanni —respondió Hermione revisando una revista de novias, tratando de calmarse.

—Esa nueva secretaria tuya... la rubia que está en el segundo piso del nuevo taller, Luna... —Bruno detuvo el limado de uñas y lo miró serio—. ¿Es soltera?

—No, Giovanni. Luna Lovegood está casada, tiene dos hijos aunque su marido trabaja fuera, ¿por qué? ¿Te interesó acaso? —respondió Hermione.

—Está bonita —reconoció sonriente.

—Sí, pero está casada. Ya oíste a Hermione —la voz de Bruno sonó grave y bastante masculina. Tanto que Giovanni dio una brusca frenada y Hermione dejó la revista en sus piernas—. ¡Sí, recontra casada! ¡Fíjate mejor, para la otra! —con estas dos últimas frases volvía a ser el mismo de siempre, con esa fingida voz chillona.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0

Era cerca de mediodía cuando Draco se disponía a hacer un alto en sus labores para llamar a Hermione. Quería saber cómo había amanecido y preguntar si le había gustado el anillo que le dejó puesto en el dedo, cuando la secretaria le informó que su amigo, Blaise Zabini lo esperaba. Así que lo hizo pasar de inmediato.

Draco salió del escritorio para recibirlo con un buen apretón de manos.

—¡Así que de novio el muy desgraciado! —le dijo Blaise mientras ambos compartían un whisky sentados en los sofás del despacho.

—Así es.

—Pero, ¿qué cuajos te dio? ¡Es Granger!

—Así es. La misma.

—Mmm sí... bueno, te comprendo, está muy cambiada. Yo vi unas fotos de ella una vez en una revista muggle y parece una verdadera modelo.

—¡Es una modelo! Si la vieras... —a Blaise le sorprendió ese singular brillo en los ojos de su amigo. Mala señal entonces.

—¡Vaya! ¡Vaya! Así que al final sí estás enamorado.

—¿Enamorado? No, para nada. Nos casaremos solo porque está embarazada y porque mi padre quiere un heredero —respondió intentando evadir la mirada de Blaise.

—No me vengas con esas payasadas, Draco Malfoy. Ambos sabemos que no es por eso. Tú no te hubieras casado con Astoria Greengrass aunque estuviera preñada de quintillizos...

—¿Qué? ¡Ja, ja, ja! En realidad Granger está muy guapa... y se ve hermosa con el embarazo. Tal vez vaya siendo hora de «sentar cabeza».

—Oye y a propósito de «sentar cabeza», yo vengo a invitarte para el próximo jueves... sucede que Pansy y yo cumplimos seis años de matrimonio y realizaremos un almuerzo familiar. Si quieres puedes llevar a tu novia.

—Gracias por la invitación. Pero dudo que ella quiera ir. Justo ese día tiene el lanzamiento de nueva colección.

—Pero me imagino que eso será en la noche... nuestra invitación es para el mediodía.

—De ser así, tal vez lo analice, pero dos eventos en un día y, en su estado, es complicado.

—Olvidaba que tienes tarea adelantada... ¿Y? ¿Qué tal? ¿Es buena? Ya sabes... —hizo un movimiento de cejas, lo cual le recordó a Draco en sus tiempos escolares en donde le ponían notas a sus conquistas.

—La mejor nota, si es lo que quieres saber. Pero ya no le entro a esos juegos. Más respeto es que la futura señora Malfoy.

—Tú no cambiarás nunca. Sé que no pasará mucho tiempo en que tengas a otra en tu cama... —Draco lo miró y negó con la cabeza—. Bueno amigo, te dejo. Espero que puedas ir el jueves. Pan y yo te estaremos esperando.

—Trataré de ir.

המשך קריאה

You'll Also Like

19.3K 325 12
un control capas de controlar la propia realidad, y un adolescente fantasioso ¿que poria pasar?
44.4K 2.7K 28
después del último exterminio y ganar en la batalla contra los exterminadores el rey decide quedarse con su hija, haci empezando a convivir más con c...
10.2K 197 36
"Naci el 11 de mayo de 1988, tengo: 18 años, mi verdadero nombre es: Pamela Muñoz Muñoz gonzales pardo sarmiento, en Julio de 2005 me puse un verdade...
670 104 6
❝Ella era una de las princesas más bellas y escalofriantes que había y yo, era solo una de sus guardias reales. Una chica demasiado ordinaria para el...