Después de...

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Se encontraba de pie frente al empañado espejo del baño, envuelta solo con una gran toalla blanca. Deslizó una mano por el húmedo vidrio a objeto de limpiar el vaho y lo que vio fue su propio reflejo: con el cabello que caía por sus hombros, aún mojado y a Draco de pie detrás de ella, completamente desnudo y besando su cuello. Sonrió. El hombre con quien estaba la había hecho suya de una manera que ni en sus mejores deseos íntimos podría haber concebido: en la ducha y de pie...Y, realmente había sido magnífico y por lo demás, erótico y sensual. Si pudiera poner una nota a lo ocurrido hacía solo unos minutos, definitivamente sería la máxima... Aunque todavía no lograba explicarse cómo esa chica apagada y poco popular entre la población masculina del colegio, podría haber llegado a ese nivel de erotismo con uno de los hombres más atractivos que haya conocido... Considerando incluso su actual estado y en la forma en que se dieron las cosas.

—¿De qué te ríes? —preguntó Draco mientras cruzaba los brazos por sus caderas y le acariciaba la barriga sin dejar de mordisquear el lóbulo de su oreja.

—De lo que acabamos de hacer.

Aunque en realidad reía de emoción al recordar que hacía sólo unos instantes Draco le había dicho «mi amor» en medio de gemidos y caricias de la labor sexual. Pero, ¿sería tan real? ¿Era que Draco, en un momento dado, habría logrado dejar atrás sus prejuicios y su tan arraigada y esquiva muestra de sentimientos, para dejarse llevar por lo que realmente sentía? No. Sabía que no era así y que las palabras pronunciadas por él eran solo una respuesta al instante de deseo vivido. Aunque, sinceramente, esas palabras la habían hecho sentir en la gloria, sabía que no debía dejarse hechizar por ellas, pues entendía cabalmente que eran solo producto de la excitación del momento. Por otra parte, no sería ella quien le preguntara por lo dicho. Debía ser él quien, en alguna oportunidad (si es que los milagros existían), le dijera qué tan ciertas eran...

—¿Tan mal estuve? —Hermione giró y colocó las manos en el torso desnudo de él.

—Más o menos... —Draco rió. Sabía que estaba mintiendo, así que buscó nuevamente su boca e ingresó sin piedad en ella, mientras sus manos habían quitado el estorbo que le significaba la toalla, cayendo ésta al piso.

Instintivamente abrió la puerta del baño y sin dejar de besarse, avanzaron por el dormitorio hasta la cama. En donde él suavemente la ayudó a acomodarse mientras se ponía en frente. Así, besándola y acariciándola nuevamente y, debido a que su erección estaba a flor de piel, en medio de besos y caricias, intentó ingresar otra vez en ella. Pero... era complicado...

—Creo que así no se podrá... —observó Hermione con una pícara sonrisa de frustración. Draco, con un movimiento suave, le besó el hombro y luego el cuello, lográndola girar, quedando ella de espaldas. Así como dos cucharas pegadas, volvieron a sentirse plenos, unidos como arena y mar... Fundidos en un solo cuerpo.

Sin embargo, el éxtasis para Hermione cada vez duraba menos, al cabo solo de un par de minutos ya había alcanzado el orgasmo, lo cual Draco entendía perfectamente y, por ilógico que lo hubiese pensado en sus años de adolescente e incluso unos meses atrás, esa situación, por lo demás extraña para él (en consideración a que era la primera vez en su vida que hacía el amor con una embarazada) se sentía completamente pleno al lado de Hermione. Ella era una mujer que sabía cómo y dónde tocarlo, qué palabras utilizar y cómo captar toda su atención. Sus gemidos, sus ojos cerrados, su boca dispuesta a recibirlo y las manos de ella que parecían tener alas en su cuerpo, lo hacían sentir completo y único... Un verdadero hombre que se entregaba en cuerpo e incluso en alma, con aquella castaña que era una verdadera pesadilla, pero que al compás de sus caricias parecía haber estado diseñada para él desde el inicio de los tiempos.

Y todo por una nocheTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon