Flechazo de amor |Jelsa| |TER...

De Rebel_Forever122

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¿Quién dijo que el amor es a primera vista? ¿O que enamorarse era difícil? Enamorarse es fácil, lo difícil e... Mais

Sinopsis
|1. E l s a|
|2. J a c k|
|3. E l s a|
|4. J a c k.|
|5. E l s a.|
|6. J a c k.|
|7. E l s a.|
|8. J a c k.|
|9. E l s a.|
|10. J a c k.|
|11. E l s a.|
|12. J a c k.|
|13. E l s a.|
|14. J a c k.|
|15. E l s a.|
|16. J a c k.|
|17. E l s a.|
|18. J a c k.|
|19. E l s a.|
|20. J a c k.|
|21. E l s a.|
|22. J a c k.|
|23. ESPECIAL.|
|24. E l s a.|
|25. J a c k.|
|27. Sr. S n o w|
|28. J a c k.|
|29. E l s a.|
|30. J a c k.|
|E P Í L O G O|
•MEMORIAS DE ANNA•
•MEMORIAS DE ANNA 01•
•MEMORIAS DE ANNA 02•
•MEMORIAS DE ANNA 03•
•MEMORIAS DE ANNA 04•
•MEMORIAS DE ANNA 05•

|26. E l s a.|

2.9K 261 64
De Rebel_Forever122

Soundtrack 26: October - Evanescence

Ortografía será corregida... algún día...

*********************************

Desde que llegamos a este infierno, he tenido que cumplir órdenes para que no me hagan nada y con ello, dañar a mi hijo.
Cada día, Anna y yo nos dedicamos a las labores de esta casa mientras los insultos de mi madre se oyen a cada rato. Papá se reía al notar la crueldad..., no podía entender porqué hacían eso.

¿Por qué dañar a sus hijas?

Yo seré madre, y a pesar de tener miedo, quiero luchar para poder proteger a mi bebé.

Sin embargo, eso no es lo peor.
Cada vez que nuestra madre va al lago del bosque en el que estamos, y Anna está terminando de limpiar otro cuarto, aparecía mi padre... y no era bueno...

-Hola -su voz susurrando en mi oído me hizo pegar un salto y alejarme de inmediato. Casi dejo caer un plato. Él sonrió malicioso, me encogí en mi lugar, con el corazón latiendo rapidamente por el miedo-. ¿Qué pasa? ¿no te alegras de verme, mocosa?

No respondí. Estaba tan tensa por recordar lo que ha sucedido en estos días que tengo miedo porque esta vez, me haga daño de una forma que antes jamás hubiera pensado que lo haría.

-¿Quién diría que te convertirías en... -sus ojos me recorrieron pies a cabeza, mordiéndose el labio. Sentí como el asco aparecía nuevamente- una mujer demasiado sexy?; y mira que yo no halago a las que vienen con un parásito.

Anna, ¿dónde estás?

Sentí como se acercó para acariciarme la mejilla. Cerré los ojos mientras unas lágrimas se me escapaban sin poder evitarlas. Tengo miedo. ¿Por qué comenzó a hacer esto?.

—Shh... —dijo en mi oído, sin embargo no podía parar de llorar y desear que venga Anna para que papá me deje en paz— Dije que te calles —me apretó las mejillas provocándome dolor. Él sonrió, intentado acercarse a mis labios. Abrí los ojos de golpe, empujándolo con mis manos para resistirme—. Quédate quieta... —gruñó. No hice caso— ¡Quieta, perra!

Casi caigo al suelo de la bofetada que recibí por su parte. Sólo en ese momento escuché como alguien llegaba corriendo y gritaba enfadada cuando papá me agarró nuevamente para intentar besarme. Suspiré de alivio, pero ese alivio fue reemplazado nuevamente por temor cuando vi como Anna se enfrentaba a ese hombre.

—¡ESTÁS ENFERMO! —Anna le gritaba mientras se paraba frente a mi, papá la miraba con furia—. ¡ES TU HIJA, MALDITA SEA!

—No lo es —gruñó mientras apretaba los puños.

—A-Ann... A-Anna —intenté llamarla, pero mis tartamudeos salían en voz baja.

—¡SI LO ES, IMBÉCIL! —mi hermana gritaba como jamás lo había hecho. Estaba roja de la rabia, y yo sabía que todo iba a terminar mal— ¡¿PERO QUÉ MIERDA TIENES EN LA CABEZA?!

—A-Anna...

—¡NO LO ES, MALDICIÓN! —el grito de papá me hizo pegar un grito. Anna iba a enfrentarse nuevamente cuando él la golpeó antes de señalarme mientras ella se a acariciaba la mejilla herida—. ¡ESA ZORRA NO ES MI HIJA!

Me quedé congelada ante aquella afirmación. Anna me miró de reojo, frunciendo el ceño al escuchar el grito de Edward.

—Esa mocosa es de un maldito violador —sonrió con maldad al comprobar mi reacción en shock.

Pronto recordé la última llamada que recibí por parte de mi madre cuando aún ni me hablaba con Jack... Ella había mencionado algo...

«Te hubiese abortado cuando pude, ¿quién querría a un producto de una violación que además es más idiota que otro poco?»

—Y por lo tanto, es una basura...

—¡Ya cállate! —exclamó mi hermana mientras le daba una bofetada. Grave error.

—A mi no me vienes a tocar, traidora de porquería —su voz intimidadora me hizo reaccionar.

Pronto Anna estaba tirada en el suelo cubriendose la cara con sus brazos para evitar los golpes que ese hombre le daba.
Horrorizada, tomé una botella de vidrio que había en la encimera y, armándome de valor, la estrellé contra la cabeza de papá. Cayó inconciente al lado de Anna.

—¡Anna! —me acerqué a mi hermana para ayudarla a levantarse. Me costó agacharme, mi vientre no ayudaba mucho.

—¿E-Elsa, tu...? —asentí, una vez que se levantó. Ella lo miró un instante y tomándome de la mano me condujo por el pasillo que daba a nuestra oscura habitación—. Debemos quedarnos aquí antes de que esa bruja llegue.

Una vez llegar, ella nos encerró mientras yo prendía las dos linternas que hemos encontrado en una ocasión mientras limpiábamos y que, por suerte, funcionaban. Al menos nos daba un poquito de luz para poder mirarnos.

—... Gracias... —la miré sorprendida por su agradecimiento. Ella estaba de espaldas a mi— Por ayudarme.

—Gracias a ti también —le regalé una pequeña sonrisa que desapareció cuando ella volteó y vi su rostro—. ¡Por dios! ¡Tenemos que curarte!

—Estoy bien...

—Se infectaran. Lo sé muy bien —dije sin aceptar que ella no quiere curarse.

Anna tenía una herida en su labio, mejilla y frente, de donde brotaba un poco de sangre. Además, y cuando me acerqué con la linterna para ver mejor su cara, su ojo izquierdo lo tenía hinchado. Muy pronto, esas heridas se verían muy feas si no se trataban.

Cuando nos sentamos en el viejo colchon con un poco de agua que ya teníamos y unos cuantos paños, me dispuse a curarle las heridas con el mayor cuidado para que no le doliera. Sin embargo, cada vez que el paño rozaba una herida, hacía un gesto de dolor que hacía que le pidiera disculpas.

En estos dos últimos meses, y a pesar de que Anna a veces siga siendo un poco frívola o cortante, nuestra relación se ha ido fortaleciéndose como jamás pensé que lo haríamos. Nos cuidábamos la una a la otra y hasta hablabamos de lo que fuera cuando no lograbámos dormir. No obstante, aquella Anna que se culpaba por ser como era aparecía cada vez que se mostraba más amigable o yo era amable con ella. Decía que no merecía que fuera de esa manera con ella mientras ella se ha estado burlando o despreciándome prácticamente toda la vida. Aunque sea verdad, yo creo que no lo es del todo. Anna tan sólo era una niña que fue criada por esas personas. Las personas pueden cambiar, aunque algunos jamás lo hacen...

Entonces nos quedamos en silencio al escuchar pasos. Mamá maldecía mientras se acercaba. De seguro ya vio a papá... perdón, a Edward, inconciente en la cocina.
Abrió la puerta justo cuando Anna se levantaba de golpe diciendo que no me moviera.

—Un momento de relajo y me encuentro con que mi esposo está muerto en la cocina  —gruñó con amargura. Mi corazón latió con fuerza—. ¿Se puede saber qué mierda pasó?

—Papá intentó abusar de Elsa y yo le golpeé con la botella —mintió Anna murmurando.

—No es verdad. Y-Yo lo hice —admití. No quiero que sigan castigando a mi hermana.

Anna me dirigió una mirada significativa, de esas que te dicen que mejor me callara para que las cosas no se estropearan más.

Mamá rodó los ojos con molestia.

—Me importa un carajo quién fue, pero por su culpa, debemos de irnos —cargaba un par de telas en una mano y en la otra un arma. Era capaz de matarnos. Le extendió las telas a Anna—. Vamos, ¿qué esperan?

Cogí una tela y me la amarré conciente de que mamá nos apuntaba con la pistola. Luego salí de esa habitación como pude, rezando por no caerme y lastimar a mi bebé. Mantenía mis manos frente a mi para evitar chocar contra algo, y pronto sentí como la brisa golpeaba mi rostro con suavidad y como, a pesar de la tela negra, había luz solar.

—Suban —nos ordenó con voz firme—. ¡Rápido!

Sentí su mano empujarme en la espalda cuando intentaba subir, logrando que entrara y casi tropezara. Me senté en los asientos junto a Anna, quien, luego de haberle preguntado si es que estaba a mi lado, no había dicho pala ra alguna después de responderme.

Mi labio tembló cuando mamá empezó a arrancar a toda velocidad y minutos después, oí a los lejos las sirenas de los policías que habían llegado a esa casa donde nos mantenían encerrada. Mi madre alcanzó a escapar. Anna seguía sin decir nada. Los policías nos perdieron. Y yo no voy a poder estar con Jack...

Jack...

Encuéntrame...

(...)

—Derecho cinco minutos, doce vueltas a la derecha en diez minutos, una a la izquierda después de tres minutos y nos detuvimos —escuché susurrar a Anna para luego sentir un movimiento.

—¿Qué haces? —pregunté alarmada. Mamá estaba afuera comprando algunas cosas, y nos advirtió que si bajamos del vehículo lo ibamos a lamentar.

—Ver dónde estamos —respondió sin más—. Hice un conteo, tal vez a donde vayamos encuentre un teléfono que esté bueno...

—¿Aquí no hay ninguno? —pregunté mientras acariciaba mi vientre, era lo único que me aliviaba. Saber que mi hijo está bien.

—Mmm... uno público... —su tono me preocupó. Algo planea— Escucha, Elsa.

Subí la tela que cubría mis ojos para poder mirarla. Parpadeé un par de veces hasta que logré enfocar. Era una gasolinera con un pequeño supermercado de 24 horas abierto, y efectivamente, hay teléfono público cerca del auto.

—Conozco a alguien que nos puede encontrar —comenzó a explicar con rapidez—. Sólo debo llamarlo y describirle el lugar... —cerró brevemente los ojos, como si algo le doliera— Es policía.

Sonreí esperanzada.

—¿Lo es? ¿crees que conozca a Jack?

Suspiró: —No lo sé, pero espero que pueda ayudarnos. H-Hemos discutido... —sacudió la cabeza—. El punto es que debes de hacerme una seña cuando veas a la bruja salir de ese lugar, ¿está bien?

Asentí con el corazón latiendo a mil. No me gustaba la idea de que saliera del auto, ¿y si ella la descubre?.

Una persona pasó por nuestro lado, Anna se quitó la tela y bajó rapidamente para recoger algo que a ese hombre se le cayó: una moneda. La vi sonreír, y eso me hizo sonreír a mi cuando la vi correr al teléfono público que estaba en la pared de la gasolinera, lejos del mini-mercado. Mi madre aún no aparecía. Insertó la moneda en este y marcó unos números. Esperó unos segundos, y pronto la vi mover los labios.

Solté un suspiro de alivio, le han contestado la llamada.

Mientras ella hablaba, yo observaba la entrada del mini-mercado... hasta que ella apareció. Oh no.

Bajé la ventana y le hice señas a la colorina.

—¡Anna! —exclamé en un susurro, por suerte me vio. Moví los brazos en señal de que regresara. La vi despedirse antes de colgar y correr de vuelta al auto.

Volví mi vista al frente, frunciendo el ceño cuando mamá venía abrazada de otro hombre, más alto que ella y de un color de cabello claro. Mucho más claro que el rubio común. Pronto me di cuenta que mamá lo amenazaba con el arma para obligarlo a venir y que a ese hombre, a ese hombre en particular, yo ya lo había visto en alguna parte.

Anna alcanzó a entrar, nos tapamos los ojos justo a tiempo para cuando la puerta de copiloto se abrió.

—Entra —ordenó mamá. Segundos después, la puerta se cerró y se volvió a abrir otra. Ella había entrado.

La oímos suspirar y reírse. El hombre no decía absolutamente nada.

—Niñas, me he encontrado a un viejo amigo —el tono de voz de mamá se volvió extrañamente meloso, provocándome miedo. El hombre gruñó molesto—. Cuando lleguemos a nuestro destino conocerán a Tommy.

¿Tommy?

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