Mil Tormentas

By AYGarcia55

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"Una tormenta por cada vida que quiero vivir a tu lado" Cuando su Padre decide alejarla de todo lo que Los Án... More

Prefacio
Sombras nocturnas
Otro primer encuentro
Visitas inesperadas
Invitados no deseados
La primer aventura
Secreto de confesión
Soñemos en California
De regreso al pasado
El sabor del pecado
Caminamos juntas
Huyendo
Música ligera
Extraño su alma
Rumba
Sin palabras
Tumbas separadas
Natural
Piedra y mármol
¿Un Lugar Diferente?
Todo
Un sueño real
Su hermana
Locuras de ocasión
Una Fotografía
Cartas
Abrazos que deberían ser eternos
Mil Tormentas
Las razones de un hombre
Donde debo estar
Abuela
Sueños antes de un adiós
Una partida anunciada
Mil vidas
¿Fue el?
Energía
Esperanza
Huyendo
La siguiente vida
Mi historia sin final
La Casa
Texas A&M
Nadaremos
Caprichos del Destino
Epílogo
Nuevo

Relámpagos

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By AYGarcia55

Porque incluso las tormentas generan calor. 

Colombia 1984

Mi mente seguía viajando aun por 1825, solo podía imaginar como en esta misma habitación hace más de 150 años dos mujeres se entregaron la una a la otro, no conozco las leyes de la época y no sé si lo que hicieron era ilegal, pero por lo que yo leía en las palabras de estos diarios ellas solo tuvieron relaciones sexuales, ellas hicieron el amor.

Una sonrisa se extendió por mi rostro al poder casi sentir la felicidad que envolvía a María José en ese momento, me quedé observando su pulcra caligrafía que no me di cuenta en que momento dejo de llover, mientras Bon Jovi sonaba en mi walkman y yo invadía la privacidad de un muerto.

Pasaron varios minutos antes de poder salir de mi trance y percatarme que el sol estaba saliendo de entre las nubes, eché un vistazo al reloj de la mesa de noche mascaban las 5:17 p.m. ¿eso contaba como antes del atardecer?, decidí que no podía esperar más ya hora que la lluvia se había ido me dispuse a salir de la casa y llegar hasta el lago.

Traté de salir de la casa sin que nadie me viera y arruinando un par de mis tenis favoritos cruzando los charcos de lodo que se habían formado después de la lluvia atravesé la verja y la vereda hasta entrar al camino oculto entre la húmeda vegetación justo al lado de la casa de Santiago y un momento después ya estaba en aquel claro frente al lago.

Extrañamente el lugar no mostraba señales de que una tormenta azoto hace menos de una hora, recorrí con la mirada todo le lago que ya se estaba convirtiendo en una imagen familiar para mi mente, hasta que la vi.

Al pie de un viejo árbol junto al agua, como siempre llevando una falda larga y una camisa blanca por dentro, estaba parada con una especie de paleta en la mano y su cabello ahora estaba suelto mientras dejaba pinceladas en el lienzo que tenía enfrente.

¿las coincidencias existen? Pues sentía como si esa misma imagen la había leído durante la tormenta, tratando de no hacer ruido me acerque a ella.

—llegas tarde Daniela —dijo sin mirarme

< diablos, ¿Cómo me descubrió? >

—¿Cómo me viste? —pregunté

—no te vi —dijo girando su rostro en mi dirección —te olí, reconocería tu olor a miles de millas de distancia.

—me bañare más seguido —bromeé.

—oh, no pretendía decir que olías mal —comentó realmente angustiada.

—era una broma —señalé recibiendo una sonrisa torcida.

—te vez verdaderamente hermosa —dijo girándose completamente mirándome de pies a cabeza de una manera que me hizo sonrojar.

—gracias —dije casi sin palabras — ¿Qué... qué pintas?

—nada en particular, solo una base —explicó encogiéndose de hombros— te estoy esperando a ti.

Noté que el material con el que pintaba no era el que yo le había regalado y eso me decepcionó un poco, ella usaba materiales un poco más... rústicos por decirlo de alguna manera.

—¿a mí? —pregunté

—tu pintaras ahora —dijo entregándome una brocha sonriendo de oreja a oreja, sonrisa que me impidió decirle que no —hoy tendremos una clase de pintura.

—siempre quise estudiar arte —dije emocionada— pero antes debes decirme, ¿Dónde estuviste?

—por ahí —se encogió de hombros para después mirarme directamente a los ojos y elevando una de sus manos para acomodar un mechón de cabello detrás de mis orejas — te echo de menos.

—te extrañe también —admití imitando su gesto y acomodando un mechón de su cabello lo que la hizo sonreír y antes de que yo pudiera retirar mi mano ella la tomó sobre su mejilla cerrado sus ojos ligeramente dejando que mi palma llenara su mejilla, sentí una sensación extraña entre frio y calor que me hizo demasiado feliz.

—empecemos —comentó ella una vez se separo de mi y me entrego un pincel que tenía en su mano.

—¿Qué pintaremos? —pregunté

—tienes un lago y muchos árboles —respondió haciendo un gesto con su brazo.

—bien, ¿Qué hago primero? —

Un destello atravesó por sus ojos antes de colocarse detrás de mí con su mano en mi espalda baja para darme indicaciones. Debo admitir que me perdí absolutamente todo lo que dijo sobre la pintura y la textura pues mi mente solo se enfocó en como sus labios se movían cuando hablaba, en ese olor tan curioso que aún no podía identificar y en ese sonido rasposito de su voz.

Entré mi intento de reproducir el lago que tenía en frente y sus constantes concejos que mas bien parecían regaños por no hacerlo bien el tiempo se me fue volando, permanecimos ahí hasta que nos fue difícil ver a nuestro alrededor y la temperatura comenzó a descender.

Habíamos pasado una de las mejores tardes desde que nos conocemos, pude conocer mas de ella de sus gustos y sentí que poco a poco me abría pasó a su alma, solo había algo que me inquietaba y hacía que mi corazón doliera más de lo que quiero admitir.

Por todo lo que ella decía y por su forma de expresarse supe que seguía enamorada de alguien, no sé si una chica o un chico, pero ella narraba anécdotas en este lago con una persona especial y por la forma en la que se expresaba era obvio que seguía total y completamente enamorada.

—deberíamos irnos a casa —dije mientras trataba de abrazarme a mi misma, pues el frio comenzaba a calarme en los huesos —hace frio

—es tarde ya —coincidió ella —te acompaño hasta tu casa.

—no es necesario, no esta tan lejos de la tuya —

—quiero hacerlo —insistió

—deberíamos quitar todo esto —señalé a todo el equipo de pintura con el que estuvimos divirtiéndonos

—no es necesario, nadie se lo llevara —dijo tomando mi mano y comenzando a caminar

< ¿Cómo es posible que cada toque por mínimo que sea me llene de escalofríos? >

—¿y si llueve?, no quiero que mi obra de arte se arruine quiero ser la próxima Piccaso —me quejé a la par de que me dejaba arrastrar por ella

—¿Quién? —preguntó

—Piccaso —repetí

—¿Quién es el? —habló ella sin dejar de caminar

— ¿De verdad? Piccaso fue un pintor, ¿estas seguras de que te gusta pintar? —pregunté.

< ¿qué persona no sabe de Piccaso? >

— como sea, tu obra de arte estará bien lo prometo —sonrió dando un fuerte apretón a mi mano.

Seguimos caminando entre el lodo, hasta pasar a un lado de su casa donde ya algunas luces están encendidas y supuse que sus padres ya estaban ya en casa junto con Santiago, un vago pensamiento cruzo por mi mente al recordar mis citas con él mientras llegábamos a la entra da de mi casa, ella no se detuvo hasta que llegamos al árbol donde nos vimos por primera vez.

—¿llevas prisa? —me quejé con mi respiración agitada por tratar de seguirle el paso.

— algo —dijo sonriendo.

—me divertí hoy, pero hay algo que quiero saber —dije tratando de recuperar la calma

—dime —

—creo que tenemos algo diferente... yo... tu... —estaba muy nerviosa y no sabia porque, pero me costaba hablar con fluidez y al parecer ella se dio cuenta de eso que una sonrisa comenzó a juguetear en sus comisuras — jamás me...había gustado alguien... o sea no es que me gustes de gustar...

—lo sé —dijo ella con una voz tranquila— entiendo lo que tienes que decir, llevo mucho tiempo esperándote, haremos las cosas a trote lento ¿de acuerdo?

—gracias —solté en un suspiro.

—te veré mañana, ahora regresa que tu padre debe estar angustiado —comentó, poco a poco me he ido a costumbrando a que aparénteme esta chica ha vivido en una cueva toda su vida y en ocasiones su elección de palabras no es la de una adolescente normal.

Nuevamente e mi mente apareció una comparativa con Santiago, estaba dudando que realmente hayan crecido juntos.

—solo una cosa más, traté de preguntarle a Santiago, pero no quiso decirme debe ser genético eso de ser evasivos con las preguntas...—dije mirándola con duda

—¿Santiago? —me interrumpió

—sí, descuida no le he dicho que te conozco, pero he intentado que me diga tu nombre y al parecer a ninguno de los dos les gusta hablar sobre sus hermanos —dije molesta

—Santiago es... un hombre peculiar, pero ¿qué quieres saber? —

—necesito saber tu nombre —dije, pues de verdad necesitaba saber su nombre ya que me sentía volver loca.

—¿Por qué es tan importante Daniela? —preguntó con un tono diferente, con algo de molestia en su voz

—necesito saberlo, o sea tu sabes mi nombre y yo solo puedo imaginarte y pensarte, pero no tengo un nombre para ti —expliqué

—imaginarme —dijo esa palabra como su la estuviera analizando — puedes decirme vecina.

—¿En serio? —ese juego suyo estaba molestándome —le pregunto a Santiago y no me quiere decir tu nombre, te pregunto a ti y tampoco quieres decírmelo...

—Es un idiota ya te lo dije —dijo adoptando una sonrisa nuevamente— porque mejor no olvidamos eso y entras a casa.

—no —responde tajante — necesito saber tu nombre.

Con un largo suspiro camino un par de pasos lejos de mi hasta caer sentada entre las raíces del árbol y mirándome palmeo un lugar a su lado, yo no me moví solo me quedé ahí de pie completamente confundida.

— nombres... —comenzó a hablar haciendo una ligera pausa — necesitas saber mi nombre como si eso va a dejarte mas claro lo que sientes por mí.

—¿Qué? —

—sientes algo por mí, me lo acabas de decir—dijo ella con seguridad — si tanto quieres saber mi nombre te lo diré

—te escucho —dije cruzándome de brazos

—pero no hoy —

—es solo un nombre —me quejé —ni siquiera es tan importante

—¿entonces para que quieres saberlo? —cuestiono sonriendo

—esto es estúpido —Grité para después darme media vuelta y comenzar a caminar de regreso a mi casa, por un momento pensé que me detendría y dejaría de jugar, pero no lo hizo, no se movió. Ni siquiera se puso de pie.

—Daniela —susurro haciendo que me detuviera y girara para verla sentada debajo de ese estúpido árbol

—si —

—esta noche soñaras conmigo —dijo, haciendo una mala broma en el momento menos indicado pues lo único que logro es que me pusiera roja de ira.

—eres una estúpida —le grité —puedes irte a la mierda.

Sin detenerme a ver si contestaria o intentaría algo caminé a paso firme hasta la entrada de la gran casona, sentí que la sangre me hervía y quería golpear algo, lo que sea. Estaba tan sumida en mis pensamientos al entrar que no me percate de que Victoria estaba ahí hasta que coche contra ella haciéndola casi perder el equilibrio.

—lo siento —dije rápidamente hasta que levanté la vista y vi a esa chica pecosa de cabello rizado— Vico ¿que haces aquí?

—fíjate por donde caminas —se quejó sonriendo —¿con quién hablabas?

—con nadie —evadí

De pronto ella dejo de sonreír al ver por una de las ventanas directo al árbol donde pude ver la silueta de la vecina seguía ahí.

—¿es un huésped? —preguntó vico, pude notar algo raro en su voz en ese momento, aunque no pude identificar que era.

—algo así —mentí— ¿pero ¿qué haces aquí?

—¡oh claro! —reaccionó Victoria —vine con mi mamá, ya trajeron a tu abuela

—enserio —con esas palabras mi humor cambio, por fin mi abuela estaba en casa.

Fui prácticamente corriendo hasta su habitación y sin detenerme a tocar abrí la puerta de par en par.

—abu... —me detuve en seco, deseando haber tocado la maldita puerta.

—mamá —dijo victoria detrás de mí.

Al abrir la puerta lo primero que vi fua a mi padre con sus manos en las mejillas de Sara y sus labios sobre los de la mujer.

—viki... —dijo Sara separándose de mi padre rápidamente— hija...

—¿solo negocios? —reclamó victoria empujado a un lado para poder encarar a su madre.

Mi padre hasta ese momento solo se limitaba a observar la situación justo como yo, me di cuenta de que mi abuela dormía en su cama justo a un lado de todo el drama que se desarrollaba

—victoria no es... —comenzó a decir Sara

—no ha pasado tanto tiempo desde que papá no está y tu ya estas buscando a quien encajarle tus garras —gritó mi amiga

—deberíamos terminar esta conversación fuera de esta habitación —intervino mi padre con esa voz autoritaria que usa a veces.

—esto ya termino —dijo victoria empujándome nuevamente a un lado para salir de la habitación.

—Arturo yo... —dijo Sara mirando a mi padre quien tenía una sonrisa casi imperceptible

—ve con ella, te llamare mañana —dijo mi padre acercándose para besar su mejilla.

La mujer evitó mirarme al salir de la habitación corriendo hasta donde sea que Victoria se había ido.

—Bonita forma de hacer negocios —dije burlonamente hasta mi padre.

—tu padre es un galán —dijo golpeando su mandíbula ligeramente, siendo completamente ridículo

Él me explicó que mi abuela estaba mucho mejor de salud y que ahora solo debía descansar, deje un beso en su frente y deje mi la habitación seguida de mi padre. Ver a mi abuela en casa había hecho que el enojo con la vecina quedara olvidado, sin embargo, me negué a cenar y me dirigí a mi habitación, de pronto me sentí demasiado cansada, la vecina, mi abuela, mi padre, sara y la patética reacción de Victoria fueron demasiadas emociones por una noche.

Encendí el radio en mi estación favorita donde justo el locutor anunciaba que la siguiente canción sería el nuevo sencillo de Madona.

<Gracias a dios por Madona>

Unos segundos después una pegajosa melodía que según escuché se llamada "Like a virgin" comenzó a sonar, era justo lo que necesitaba una dosis de madona, una buena canción sobre un lindo chico para olvidar a una chica. Bailaba mientras me ponía mi pijama cuando justo a la mitad del pegajoso coro el Radio se apagó súbitamente y habitación quedo completamente en la oscuridad al mismo tiempo que un relámpago se reflejo en mi ventana y el sonido del rayo hizo eco en la habitación.

<genial, lo que me faltaba >

Intenté accionar el interruptor un par de veces sin éxito, simplemente la electricidad dejo de funcionar. Me cerqué a la ventana guiándome por la tenue luz que llegaba por los relámpagos que seguían cayendo, aparentemente esta tormenta seria más fuerte que la anterior, comprobé que también el jardín trasero estaba completamente oscuro.

Estaba segura de que mi mente me estaba jugando una mala pasada cuando sentí un escalofrió recorrer mi espalda y mi pulso comenzó a acelerarse. Comencé a sentir una sensación extraña y noté como la temperatura comenzó a descender. Me dio miedo.

—es hora de dormir —escuché un susurro justo de tras de mi que me dejo completamente helada— sueña bonito.



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