Cambio de vida

Galing kay Camiii-17

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Una tragedia lleva a Joan a un callejón con una única salida posible para poder seguir con su vida y la de su... Higit pa

Primero
Parte 1
Parte 2

Parte 3

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Galing kay Camiii-17

Odiaba cada trozo de la tela que me cubría, no podía sino pasarme de frío. Me encontraba sentada en el techo de una casa abandonada, mi mochila a un lado y los binoculares colgando de mi cuello. Suspiré por enésima vez esa tarde, esto era absurdo.

Ya pasaban las 19:00, y por extraño que parezca deseaba ir a esa cena familiar. Estiré mis piernas, dejándolas colgar y jugando un poco con ellas, la fría pared me daba contra la piel expuesta que dejaba ese pantalón corto convirtiendo cada parte de mis piernas en carne de gallina. Mi panza rugió exigiendo un poco de comida, y dando un último vistazo a mi objetivo, rebusque en la mochila lo que sería mi "Cena" en esa ocasión.

Cuando llegue a la dirección acordada, fue inevitable sonreír ante lo que veía. A mis padres les encantaban las casas de ese estilo, uno antiguo que preservaba completamente el aire a siglo XIX pero completamente renovado al punto de parecer creado hace tan solo unos meses.

El amplió portón que rodeaba la casa, era lo único que consideraba "Moderno". Al tocar el timbre una voz me pidió mis datos y luego un tiempo para confirmar lo dicho. Suspiré debatiéndome en salir corriendo de allí o afrontar las cosas como siempre las estuve haciendo desde la tragedia. Cuando las puertas se abrieron mi decisión ya estaba tomada, no podía huir, el solo gesto implicaría mucho más que una reprimenda de Marmota, ahora la vida de mi familia dependía de lo que hiciera ese día.

Dos sujetos me recibieron, vestían igual a los anteriores y me acompañaron en silencio hasta la puerta de entrada. Una vez dentro de la casa, me dejaron sola en la sala. Aproveche el tiempo de soledad para detallar todo el interior.

Una enorme escalera nacía en mitad de la sala y se perdía justo al momento en que el piso de arriba se formaba. Tres espacios estaban distribuidos por alrededor de la escalera y ninguno portaba una puerta, todo se encontraba increíblemente iluminado lo que le daba brillo a la casa. Escuchaba los suaves murmullos y algunos ruidos provenir de alguna parte de la casa.

Contemplé la figura de una joven caminar hasta mi posición, vestía el clásico uniforme de sirvienta que se acomodaba a su cuerpo dejando ver las curvas, que seguramente cuidaba en tener.

- Señorita- Hizo una corta reverencia que devolví con un movimiento de cabeza- ¿Me hace el honor de seguirme? La señora la está esperando en su despacho- Señaló con su mano uno de los espacios- Asentí sin pensarlo y comencé a seguirla.

El pasillo era corto, solo unos cuantos pasos y la enorme puerta de madera pintada de un marrón oscuro, se hizo presente ante nuestros ojos. La joven golpeó suave, y esperó por una respuesta al recibirla se adentró en la habitación saliendo segundos después.

- La señora le permite la entrada- Murmuró, haciéndose a un lado permitiéndome el paso.

Ingresé desconfiada, escuchando la puerta cerrarse cuando ya estuve dentro. El despacho no era muy grande, podía compararlo con el tamaño que portaba mi habitación. Sus decoraciones no iban más allá de un sillón chico, una biblioteca un tanto vacía y un escritorio con tres sillas.

- Pensé que no aceptaría- Cortó el denso silencio que se formó- Temía haberla asustado con la propuesta

- No es como que pudiera negarme- Mascullé entre dientes, realmente las apariencias engañaban

- Disculpe mi impertinencia al hablar con su hermano, en realidad me pareció importante devolver su teléfono.

No dije más, no era necesario. Las cosas ya estaban dichas, los sucesos ya habían ocurrido, reclamar por algo tan absurdo como eso no era el motivo que me había llevado a esa casa. El miedo de que aquella psicópata pudiera hacerle algo a mi familia era lo que me había impulsado a aceptar esa horrible propuesta.

- ¿Cómo manejaremos esto?- Indague, notando como dejaba de lado el papel que antes leía.

- Bueno, yo ya comente lo que haría- Señaló las sillas delante de ella, en una silenciosa invitación- Pero asesinar es solo un trabajo aparte- Comentó cuando tomé asiento- Como he dicho, observé sus movimientos por mucho tiempo y se que tiene demasiadas horas libre

- ¿Me hará trabajar como sirviente?

- Casi, como guardaespaldas- Corrigió, abriendo un cajón debajo de su escritorio- Quiero pensar que es lo suficiente inteligente para darse cuenta que no soy una ciudadana normal...

- Ya me parecía que estaba loca, pero no me imagine que fuera tanto su enfermedad mental- Ella soltó una risa que hizo erizar cada pelo de mi cuerpo.

- Las personas no nacen así, se hacen- Comentó, dejado en frente una llave plateada- Continuando... Los problemas siempre están rondando a mi familia y como cabeza de ella solo espero lo mejor, mi hija ha estado teniendo algunos problemas y se niega rotundamente a tener un guardaespaldas

- No debe de gustarle la idea de llevar niñera- Ya me imaginaba por donde iba la mano y no me gustaba para nada.

Una cosa era ser asesina, estar disponible y con la cabeza tan fría para matar a una persona sin el menor sentimiento posible. Otra era cuidar de una persona, protegerla contra todo y todos a costa de mi propia vida. Williams era un caso demasiado difícil de entender, se paseaba de un extremo a otro sin importarle la salud mental de nadie.

- Quiere que sea como Fiona...- Aseguré- De un día seré una, de noche otra- Conté ante su mirada- Desea una asesina personal cuando lo requiera, pero mientras tanto debo de cuidar de su hija

- Es tan inteligente como esperaba- "Lo suficiente para saber que este camino es mucho peor que el anterior"- Espero que acepte la propuesta, me encargaré de todo y le brindaré las cosas necesarias para realizar su trabajo

- No es como que pueda negarme- Su sonrisa me dio a entender que había acertado- ¿Cuándo comienzo?

- La llevaré una habitación para cambiarse, debe entender que su anonimato será necesario como asesina o como guardaespaldas- Por primera vez se levantó de la silla, caminando hasta la puerta. Sin medirlo la seguí

Agradecía sus palabras, no me gustaba la idea de que mi hermano supiera mi verdadero trabajo. Bien le había podido vender que estaba en búsqueda de un nuevo empleo un poco más "Digno" que pelear de noche, y luego de varias mentiras, junto con promesas que realice aun sabiendo que las rompería, pude convencerlo.

Subimos por la escalera y a paso lento, en completo silencio, me guió hasta una habitación alejada del resto. Su puerta de madera de color negro se igualaba a unas pocas que estaban en misma dirección. Al abrirla el aroma a jazmín golpeó mi rostro provocando una tranquilidad en mi interior que desapareció en cuanto la escuché hablar de nuevo.

- Baje en cuanto esté lista, quiero presentarle a mi hija lo antes posible- Con eso dicho, cerró la puerta al salir.

Al finalizar mi cambio de ropa, y mirarme en el espejo, no pude sino reír ante lo que veía. Mi rostro completamente oculto bajo un pañuelo negro con una pegatina de escorpión, y un raro antifaz de tela negro en mis ojos. Un jersey grueso y completamente negro, cubría la musculosa roja y a juego con el jersey un pantalón corto que me daba la libertad necesaria en mis piernas.

"De verdad pensó en todo"- Esas palabras aparecieron en mi cabeza al ver las zapatillas de tela, que cómodamente me cubrían los pies. "Tendría que tener miedo, supieron mis tallas sin preguntarme"

- ¿Quién es ella?- Fue lo único que pude escuchar, me encontraba perdida en la imagen que tenía frente a mis ojos.

De todas las personas que pudieron aparecer frente a mis ojos, tuvo que ser ella. La misma chica que llevaba años sin ver, la que descaradamente me había llevado varias veces a la dirección de la escuela por culpa de sus jugueteos. No había cambiado en nada, tal vez un poco más alta y con fracciones acorde a su edad, pero en realidad seguía igual a la chica que recordaba.

- ¡No necesito una niñera, madre!- Gritó, seguro sabiendo las intenciones que me llevaban estar en ese lugar- Mucho menos alguien a quién no puedo ver su rostro, ¿Y qué pasa con el brusco cambio de vestimenta?- Podría jurar que en su cabeza me estaba matando en más de una forma- No permitiré que una rara sacada de un circo de mala fama, ande a mi lado por las calles

Bufe molesta, "Yo tampoco quiero arriesgar mi culo por el tuyo"- Carraspeé ante las atentas miradas de madre e hija, creo que bufido fue demasiado fuerte.

Volví a mirar mi objetivo, Emily seguía haciendo exactamente lo mismo que hace tres horas antes. Sabía que eso de pintar lleva su tiempo, pero de verdad que me estaba pasando de frío allí arriba. Ya eran pasadas las 21:00, todo estaba oscuro, las calles poco a poco se volvían vacías y ella seguía pintando como si fuera pleno verano y estuvieran rondando las 10:00 de la mañana.

Mi celular vibró en mi pantalón y no tuve que ver el destinatario para darme una idea de quién llamaba a esa hora.

- ¿Dónde está?- La voz de la señora Williams sonó cansada, tal vez presa de un largo día de trabajo

- En el taller, de verdad que adora pintar- Comenté, detallando que siguiera allí- Hasta se olvidó de esa cena

- No la olvido, solo está esperando

- ¿Qué cosa?- Pregunté, suspirando. Ella podía esperar lo que quisiera, después de todo no se estaba pasando de frío como yo.

- Que te canses y la dejes sola, no ira a la cena sino más tarde. De seguro cambio el horario

No dije nada, solo suspiré sintiendo mi cuerpo preso de un escalofrío lleno de frío. Williams siguió diciendo algunas cosas más, pero yo ya no le prestaba atención. Emily había dejado de pintar y de vez en cuando detallaba su alrededor.

- No estaba tan equivocada- Dije al verla salir con una velocidad digna de ladrón- Creo que se está yendo a la cena

- Síguela y sácale una foto a su acompañante

- ¿No es muy sobre-protectora, señora Williams?- Bromeé, ni mis padres eran así con nosotros

- Es una orden- Fue lo último que dijo antes de colgar

Suspiré, guardando todo rápidamente y bajando por donde subí, un árbol a medio caer. Manoteé el casco de la moto, encendiéndola para alcanzar a esa molesta joven que jugaba al gato y al ratón. En el fondo agradecía a mi padre por haberme enseñado el fino arte de manejar.

Admitía que nunca había pensado en tener una moto o un auto, pero saber de esas cosas nunca está de más. Por lo menos ahora no tenía que estar corriendo detrás de un auto y pelear contra mis pulmones o piernas por estarlo perdiendo de vez en cuando. 

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