Abrí mis ojos sintiendo el peor dolor de cabeza que alguna resaca jamás me dio. Solo un sutil y repetitivo ruido era el que rompía el silencio en aquel lugar haciendo que mi cuerpo se erizara con el peor pensamiento que rondaba en mi mente, intente moverme pero solo conseguí, vagamente, menear la cadera. En otro momento eso me hubiera dado risa pero ahora solo incrementaba el miedo, al menos, ya sabía que me encontraba sentada para desgracia de mi espalda.
Mi mirada borrosa poco a poco se iba aclarado permitiéndome detallar cada esquina del lugar. Parecía una habitación, algo abandonada y lúgubre, en donde solo la luz de una vieja y rota ventana iluminaba parte del cuarto dejando notar la puerta que se mostraba a pocos pasos de distancia.
Mi boca no estaba tapada y mis pies se encontraban libres, solo mis manos estaban sujetas detrás mio con una atadura que no me dolía pero que tampoco me dejaba moverlas con soltura. Contuve un gemido de dolor ante otra punzada en mi cabeza, el desgraciado que me había golpeado lo pagaría muy caro.
Antes de siquiera poder buscar una forma de escapar la puerta se abrió de forma brusca dejando ver a una mujer de mediana edad y tres hombres detrás de ella. Dos se quedaron afuera y uno cerró la puerta cuando la señora y el tercero de ellos se adentraron.
Posaba la mirada en ambos, mientras, media cada acción. El hombre que no estaría muy lejos de la edad de la mujer se quedó parado frente a la puerta y fue ella la que se acercó lo suficiente para tocar mi cabeza. El ardor fue breve pero con el tiempo suficiente para darme cuenta que tenía otra herida de la cual encargarme cuando saliera de allí, porque saldría no dejaría a mi hermano solo por la vida.
- Perdón por eso- Expresó con pena- No pensé que serían tan bruscos a la hora de lidiar contigo, pero no cooperaste mucho con el plan.
- Lamento no dejarles la vía libre para secuestrarme, a la próxima me avisan y yo solita me doy de bruces contra una pared para no hacerles perder tanto tiempo- Comente con sarcasmo
Ella soltó una carcajada que no me parecía fingida, me observó con detalle y pude notar un brillo desconocido en sus ojos. Parecía admiración o tal vez encanto, no sabía que era pero si me estaba inquietando.
- ¿Si te suelto no escaparas?- Indagó con cautela
- Mientras no intente matarme, yo prometo mantener la calma- Contesté de igual forma.
Sonrió moviendo apenas la cabeza, el sujeto que aún estaba callado se acercó y sacando una navaja de su bolsillo se colocó detrás mio. Segundos después mis manos tuvieron la ansiada liberación.
- ¿Cuánto paso?- Froté mis muñecas no sabía el tiempo que había pasado pero por el leve dolor y la iluminación natural de afuera, concluía que hace bastante tiempo que estaba sentada allí- ¿Dónde estoy?
- El lugar no importa y por el tiempo debe de estar rondando el mediodía- Contestó con calma- Me interesa tu "trabajo"-Soltó asombrándome bastante- Te he observado desde hace un tiempo y de verdad que quisiera que trabajaras para mí.
- ¿Quién es usted?
- Soy tu hada madrina- Comentó con una sonrisa cínica.
- Que hada tan tétrica- Mencioné notando su sonrisa- Verá señora...
- Williams
- Williams, yo ya tengo un "Manager" o como le llame, si quiere estar conmigo debe de hablar con él primero- Suspiré- Así es como se maneja esto.
- Oh... Ya hemos hablado con él y está completamente de acuerdo en que usted se quede a mi lado
No lo creía, Marmota nunca me hubiera dado así como así. Sabía cómo se manejaba el mundo de las peleas, estaba segura que los peleadores eran como los jugadores de futbol pero la parte ilegal. Si a uno le gustaba demasiado como se desenvolvía un peleador y portaba lo suficiente para comprarlo, lo hacía. Sabía que no era especial para Marmota, pero las ganancia que le daba noche a noche no valdría esa cantidad que solo obtendría una vez.
Aunque el sujeto era demasiado ambicioso, si le daban una cantidad con la cual poder saciarse por unos meses no la negaría.
- Está bien... Supongo...- En realidad no me convencía mucho, ya me habían querido comprar antes, pero él siempre se había negado- Los tiempos cambian... Los pensamientos también- Lo había dicho más para mí que para los extraños en frente.
Por primera vez detalle a los individuos que se hallaban allí. La mujer no parecía a las personas que iban a las peleas, por mucho, se notaba que emanaba aire de riqueza alguna de esas personas que se encargaban de grandes empresas que eran conocidas mundialmente. No portaba joyas, pero la vestimenta tan perfecta y brillosa parecía haber sido creada por el mejor diseñador solo para ella.
El tipo si daba más aire al ambiente en el cual me envolvía. Con el semblante serio, cicatrices en varias partes de su rostro, alto y no debía de verlo desnudo para saber que el traje negro ocultaba una gran gama de músculos.
- ¿Cuándo quiere que comience a trabajar?- Consulté, apartando la mirada de él- Marmota era quién se encargaba de darme las peleas, supongo que usted sabe eso, ¿Verdad?
- Podrá comenzar a trabajar una vez que sepa que "Clase" de trabajo quiero que realicé- Anunció paseando descaradamente por mi cuerpo
- Creo que se equivocó, no soy prostituta soy peleadora- Manifesté moviendo mi cuerpo hacía un lado, como acto de reflejo
Su risa retumbó en cada pared del cuarto, y contagió a su compañero que mostró una suave sonrisa la cual se borró a los segundos.
- Estaba bueno el chiste, ¿No?- Exprese a los segundos que la risa de la señora Williams todavía se seguía escuchando.
- Querida...- Respiró hondo- No será "Esa" clase de trabajo, pero notarás que habrán varios cambios en cuanto a tu rutina diaria- Chasqueó los dedos, y el sujeto sacó de su bolsillo un pequeño papel blanco, me lo entregó.
Solo tenía tres palabras y un número escrito en el, era una dirección.
- Pelearas para mí pero no en un ambiente lleno de gente desconocida que pague por ver eso, darás golpes a otros pero no podrás parar hasta que compruebes que esa persona ya no respira, te pagare una suma importante de dinero por cada trabajo que realices pero si resulta que te atrapan no daré la cara para sacarte de ese embrollo- Levanté la mirada del papel, clavándola en sus ojos marrón- Quiero que utilices esa habilidad que portas para asesinar por mí, ese es el trabajo que espero que realices- Se dio media vuelta, deteniéndose justo antes de abrir la puerta- Si consideras la propuesta ve a esa dirección, te estaré esperando.
Sin más, golpeó suavemente la puerta y esta fue abierta. Ella junto a su grupito de hombre se fueron del lugar sin hacer el menor ruido posible.
Volví a mirar ese pedazo de papel, mis manos temblaban, mi cabeza estaba en completo silencio tan blanca como solo ella podía estar en esa situación. No podía escuchar nada de mi alrededor ni un auto, ni una persona o animal, no podía prestarle atención a nada más que no fuera ese trozo de árbol procesado que aún estaba en mis manos.
Esa mujer parecía que no rompía ni un plato sin disculparse eternamente por eso pero resultaba que podía hacer mierda una jodida fabrica con las personas aun dentro y dormir plenamente todas las noches.
"Marmota" fue la única persona que saltó en mi cabeza como un grito desesperado. No lo pensé, salí de aquel lugar como si mi vida fuera a acabar en segundos. Corrí por las veredas, ahora repletas de personas, con una sola dirección y no me detuve hasta estar enfrente de aquella casa que le faltaba pintura y varias tejas en el techo.
Toque insistentemente la puerta de madera y sentía que cada golpe equivalía a mis jadeos. Escuché un grito furioso y la puerta se abrió segundos después. Mi sangre se heló al verlo parado frente a mí, inconscientemente retrocedí un par de pasos para asegurarme que estaba viendo al mismo hombre del cual me despedí la noche anterior.
Marmota estaba tan golpeado que era difícil saber dónde comenzaba un moretón y terminaba el otro. Sus labios estaban partidos en varias partes, el ojo apenas podía abrirlo y juraba que los puntos en su mejilla izquierda no estaban allí antes. Estaba apoyado contra la puerta como si la sola acción de estar parado le costara horrores.
- Dios, Joan- Caminó un par de pasos, tocando suavemente mi cabeza- ¿Cómo pudieron hacerte esto?- Indagó con el destelló de furia en sus ojos
- ¿A mí? ¿No portas espejos en tu casa?- Pregunté sujetándolo y ayudándolo a entrar en la casa
- Yo me lo busque- Aclaró, tirando todo el peso de su cuerpo en el colchón que habitaba la sala- Anoche, cuando la pelea acabo, me vinieron a buscar unos sujetos. Eran nuevos para mí, yo que me conozco a todos los malnacidos que se envuelven en ese ambiente, me encontraba asombrado con la presencia de ellos.
- Aquella hija de puta me dijo que habían hablado, que estabas de acuerdo en que ahora trabajará para ella- No pude ocultar el enojo que ahora segaba mi cabeza.
Marmota no era la persona más amada, pero me había ayudado en el pasado. Gracias a él había podido salir a flote con el trabajo y llevar algo de dinero a casa, que para ese tiempo, era suficiente para mi hermano y para mí.
- Fíjate que si vinieron a hablar conmigo, pero me negué rotundamente a aceptar el trato- Contó sonriendo de lado- No te vendería ni por todo el dinero del mundo, pero al parecer tienen otras formas de convencer. Cuando estaba llegando a casa me encresparon, volvieron a ofrecer su idea y al igual que antes me negué, no hablaron más. Luego de recibir los golpes de mi vida, me dejaron una maleta con dinero y se fueron- Se tragó un gemido de dolor- No son personas con las cuales se pueda jugar tan fácil
Me dolía solo verlo así. Recordé todo lo ocurrido antes, el cómo me habían llevado a un lugar lejano de toda civilización y esa señora me había ofrecido ese trabajo.
- Me ofrecieron un trabajo, quiere que sea asesina personal de ella- Marmota me observó detenidamente, asombrándose con cada palabra que salía de mi boca.
- Créeme que por mi te diría que te niegues a eso-Sujetó mi mano con suavidad- Una vida así no es vida, pero esas personas son peligrosas, Joan. A mí me hicieron esto solo por negarme, estoy seguro que encontraran otras formas de convencerte, sino, obligarte a trabajar para ellos- Con dificultad y mi ayuda se sentó en el colchón- Yo no tengo familia con la cual me puedan amenazar para que acepte algo tan grande
Mi cabeza instantáneamente se fue a mi hermano, a mis tíos que aun si no hablábamos, siempre estaban rondando cerca de mí. Marmota tenía razón, esa señora parecía que no se conformaba solo con un "No" y bien lo demostró secuestrándome y golpeando a mi amigo.
- No puedo negarme- Murmuré
- Lo lamento- Marmota posó su mano en mi cabeza- Pero piensa que no será la primera vez que una vida acabe frente a tus ojos, solo ten esa frialdad que siempre has portado en cada pelea y te aseguro que antes de que acabe el año ya estarás acostumbrada a esa vida- Sonreí vagamente a su intentó de levantarme el ánimo. Sabía que no era muy bueno con eso, por eso, agradecía que se tomara el gesto de hacerlo.
Luego de asegurarme que todo estuviera al alcance de su corta capacidad de movimiento, me fui de la casa. Caminaba solo por inercia, porque mi cuerpo necesitaba mi cama, mi ducha y una buena taza de café para aclarar la cabeza.
No comprendía porque las personas se me quedaban viendo cuando yo pasada, estaba segura que no portaba nada extraño en mi cuerpo o al menos eso pensaba hasta que un joven amablemente me detuvo y preguntó si quería su compañía en el hospital. Me negué extrañada y apresure el paso.
Con ayuda del espejo del baño, coloque la venda en aquel corte que ahora se notaba por el color blanco del objeto. Al llegar percibí lo que el joven quiso decirme, algún golpe me había abierto una herida en la frente y la sangre que había salido, en su momento, ya estaba seca dejando ver un camino rojo que pasaba por mi mejilla hasta el mentón.
Suspiré cansada, ese día no había comenzado bien y juraba que terminaría peor. Aun debía ir a ese sitio, no había podido dar con mi celular en ninguna parte, por lo cual, juraba que se había quedado en alguna parte de la ciudad.
La puerta de entrada sonó y solo salí del baño cuando la voz de mi hermano me llego como un suave canto a mis oídos. No lo pensé, lo abracé tan fuerte como podía. Sentí su extrañez ante mi gesto, pero igualmente me devolvió el cariño.
- Pensé que te habías enojado por la presencia de la tía ayer en la mañana- Indicó apenado- Como no has aparecido para almorzar
- Ya se ha metido otras veces, no es nuevo- Comenté con una sonrisa, caminando hasta la cocina, hoy iba a cocinar- Pero si me ha molestado un poco, quería paz esa mañana y apareció la voz de la conciencia invitándome a una cena familiar
Su risa me contagió.
- ¡Bueno, es el gran estreno de ver a mi novia en casa!- Gritó desde el salón- No creo que te lo pierdas, ¿O sí?
- Ya conozco a tu novia, y de una forma mucho más grotesca de lo que ellos van a conocerla- Las náuseas se hicieron presente ante el recuerdo de ver a mi hermano y su novia arriba de la mesa- Todavía estoy reacia a comer allí arriba- Señale la mesa y su repentino sonrojo me dio risa
- Olvida esa parte, ¿Quieres?- Apenado rebuscó en su bolsillo algo, su nerviosismo le impedía poder mover bien las manos, por eso, siendo chico su bolsillo de la campera le costó encontrar lo que buscaba- Una señora me dio tu celular- Me lo entregó, lo sujete lo mejor que mi helado cuerpo pudo
- ¿Cuándo la viste?- Intenté que mi voz no delatará el miedo que recorría cada célula de mi cuerpo
- Al salir de la universidad, me detuvo y me dijo que lo habías olvidado en la mesa del restaurante- Se sacó su campera y antes de salir de la cocina, agregó- También me pidió que te avisara que el plazo para contestar era hasta esta noche, que luego de hoy no tendrías voz ni voto en lo que pasaría después.
Apreté el aparato con mis manos, en el vago propósito de calmar el temblor que ahora era más evidente. Marmota tenía razón, podían conseguir formas de hacerme aceptar.