Era la primera vez que Hyukjae desearía no estar en casa. Donghae se encontraba en ella, por su puesto, pero su novio estaba centrado en hacer un "Desayuno saludable para MinJae". Bufó. Esa niña cada vez más se robaba la atención de su pecesito.
Y como el rival que era: Hyukjae tenía que cuidar de ella mientras.
—Papá Hyukie —rodó los ojos. Ahí iba de nuevo—, ¿por qué Ros se tiene que casar?
—No sé, pregúntale a Donghae.
—Es que está cocinando —MinJae formó un puchero—. Anda, dime. Por favooor.
Resopló.
—Porque así su familia no quedará en la quiebra.
—¿Qué es quiebra?
—Quedarse sin dinero.
—¡Ah!
Continuaron viendo El Titanic (ya que era lo único bueno que echaban en la televisión un sábado). Hyukjae esperaba que la niña no volviera a hacer preguntas, porque, vamos, si no soportó tanto a Donghae en su etapa de "amigos". Mucho menos una niña que a esa edad desprendía curiosidad por saber todo.
—Papá Hyukie, ¿puedo comer un chocolate?
—No.
—Pero...
—Dije que no.
—Es que...
Hyukjae se levantó, fastidiado.
—¡No es no!
Y gritarle fue lo peor que pudo hacer. Rápidamente los ojos pequeños de MinJae se tornaron brillosos por las lágrimas y su rostro se deformó en tristeza. Lloró, claro que lo hizo.
Donghae apareció en el umbral con un mandil y una espátula en su mano.
—¿Qué le hiciste, Hyukjae?
—¿Yo? ¡No le hice nada!
—¿Y por qué llora, entonces?
Hyukjae se encogió de hombros, frunciendo el ceño cuando Donghae alzó a MinJae en brazos.
¡Era tan sensible como él!
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