Venus
Mamá y yo estábamos en el hospital psiquiátrico, apunto de entrar en el ascensor. Teníamos las manos entrelazadas, mientras yo le sonreía. Íbamos a bajar para poder ir a comprar un helado luego de un día largo. Mi psiquiatra me había dejado salir un par de horas, solo si era acompañada de mi mamá, quien también trabajaba en el hospital. Esto era muy bueno ya que la veía casi a diario. Estaba sumida en mis pensamientos, cuando escuchamos unos gritos aterrorizados.
Mamá volteó a ver, y se soltó de mi mano.
-Esto no puede estar pasando-.Murmuró- Vee, baja por el ascensor. Estaré contigo dentro de quince minutos. Espérame-. Dijo, y luego salió corriendo. Escuchaba como mamá gritaba que un paciente se había escapado y una alarma comenzó a sonar por todo el establecimiento. Yo no quería presenciar eso, por lo que entré en el ascensor y después presioné un botón.
Luego de un momento, el ascensor de detuvo y las luces se apagaron. Yo no sabía qué hacer. Era pequeña, débil, y tonta. Me senté simplemente a esperar que las puertas se abrieran, pero no pasó.
No soportaba estar encerrada en la oscuridad. Y menos sin saber qué pasaba realmente.
Grité, lloré, y nada cambiaba. Tenía pánico, y todo el cuerpo me temblaba. Estaba sentada en un rincón, abrazando mis piernas, llena de ansiedad.
Al siguiente día, cuando por fin me sacaron de aquel horrible y oscuro lugar, me enteré de que mamá había muerto, y el mundo se me cayó a los pies.
Desperté, asustada y envuelta en lágrimas. Recordaba perfectamente aquel día, pero verlo en pesadillas era como volver a revivirlo. Me senté, respirando agitadamente y vi el reloj: eran las cuatro de la mañana. Aún tenia cinco horas para dormir.
Me levanté, tomé un poco de té para tranquilizarme y luego volví a la cama.
Harry y yo nos dirigimos hacia la universidad, a la clase del profesor Harverst
La mañana tenía un aire a melancolía, mezclada con el aroma a tierra mojada. No hacia del todo frío, pero el viento movía las hojas de los árboles y esto provocaba un suave viento gélido. Los pájaros cantando en las ramas de los árboles hacían que aquel día se sintiera normal, pero yo no podía sentirme de tal manera. Todo parecía ir tan bien últimamente que me hacía desconfiar hasta de mi misma.
Seguimos hablando por un rato. Noté que eramos los primeros en llegar, por lo que la puerta aún estaba cerrada. La abrimos, y un grito salió de mi garganta.
-Pero...¿qué mierda?-. Harry dijo, con los ojos abiertos mientras observaba lo mismo que yo.
Había un cuerpo en el suelo, era una chica y estaba cubierta en sangre pero con visibles cortes al punto de que su carne relucía al aire y en la pared un par de alas se encontraban pintadas. Lo que ocurrió a continuación pasó en cámara lenta. Harry pidiendo ayuda, el FBI registrando el lugar, Scott entrando al aula y siendo expulsado del lugar por sus gritos junto a mi, lo que me hizo darme cuenta de que era Kristen quien estaba allí. Harry lo estaba abrazando y diciéndole que se calmara, y mientras esto pasaba yo seguía en estado de shock. Entonces en la fiesta de anoche, se habían llevado a Kristen.
Uno en la vida no cree que le va a pasar una tragedia, hasta que sucede y esto te cambia de manera drástica. La vida a veces te golpea tan duro como si fueses un saco de boxeo, y eso es una mierda.
El FBI nos hizo preguntas a Harry y a mi, y siendo sincera, no recuerdo haberlas respondido.
Vi como envolvían el cuerpo en una bolsa negra y se lo llevaban en una ambulancia, es irónico como la vida puede tener giros tan inesperados.
Las cámaras de los reporteros aparecieron, y una mujer empezó a hacerles entrevistas a las personas que estábamos allí, lo que me parece una falta de respeto.
Harry se retira junto a Scott, que van a la fiscalía. Estoy de acuerdo y me ofrezco a acompañarlos, pero la policía decide que estoy mejor lejos.
Estoy sentada, mirando todo el caos de mi alrededor. Siento que debería estar ayudando, ¿pero con qué?
De repente alguien se para al frente mío, y el reflector me deja ciega momentáneamente. Es la mujer que está haciendo entrevistas, y su cámara está apuntando en mi dirección con descaro.
-Sabemos que fuiste de las primeras en presenciar la escena. Puedes contarnos, ¿qué viste realmente? -pregunta, dirigiendo su estúpido micrófono hacia mi. Me levanto y doy dos pasos atrás, negando con la cabeza. ¿Estará en vivo? Me cruzo de brazos, sintiéndome indefensa. En cuanto ella ve que me estoy alejando, lleva su mano a mi hombro y me congelo.
-No me toque-. Logro decir, con la voz entrecortada. No sé en qué momento comencé a llorar, pero ahora no puedo detenerme.
-¡Steven! Ven acá y graba esto también. Esta chica es oro-. Le grita a un hombre y este corre hacia nosotras.
Entro en pánico, y mi pie derecho se mueve una y otra vez, en un reflejo nervioso. No soy capaz de moverme. Voy a pasar el ridículo, y eso ni siquiera es lo importante. Cuando el hombre dirige una mano hacia mi, contengo la respiración pero veo que alguien lo detiene. Su rostro se me hace conocido.
-No la toquen. ¿No ven lo inapropiado que es hacer eso en esta situación? Váyanse a la mierda.
Y sorprendentemente, se van.
-¿Blaze?- Él agarra mi mano y me empieza a llevar fuera del lugar, con algo de esfuerzo logramos salir de la universidad y entramos a una pequeña cafetería que queda cerca. nos sentamos en una pequeña mesa al fondo y ordenamos café.
-Gracias- le digo -por ayudarme, no solamente hoy si no todas las ocasiones anteriores. Parece que siempre estás para salvarme el día.
-No es necesario que me agradezcas, lo importante es que estés bien, ¿lo estás?
Me quedo en silencio por un momento, por supuesto que no estoy bien. El mesero llega con nuestras bebidas y eso evita que responda la pregunta.
-Perdona, fue una pregunta estúpida-. Toma su taza de café y se la lleva a los labios.
Tomo un momento para mirarlo. Su mirada es cálida, de unos ojos color sol. Antes no lo había detallado bien. Tiene unas pestañas largas y curvadas hacia arriba. Sus cejas son negras, y algo pobladas. Su nariz es perfilada, y tiene una mandíbula cuadrada. La nuez de adan se marca notablemente en su cuello cuando traga, e inconscientemente miro su boca. Sus labios son delgados, y pálidos. ¿Por qué le miro la boca?
-¿Conocías a Kristen?-.Aquella pregunta causa un dolor en mi pecho.
-Era lo más cercano que tenía a una mejor amiga-. La palabra "era" me da cien puñaladas en el corazón, y mis manos tiemblan cuando alzo la taza caliente para darle un sorbo a mi café.
-No te imaginas cuanto lo siento-. Dice y puedo notar la sinceridad en su voz. Con lentitud, pasa un mechón de pelo detrás de mi oreja y el solo toque se siente como electricidad. Tengo una extraña sensación de deja vu, como si esto ya lo hubiera vivido antes...
Vuelvo a detallarlo con paciencia. Ladeo la cabeza, y noto una pequeña constelación de lunares perdiéndose entre su clavícula. Okay. Es tarde, estoy vulnerable y me siento sola. Tengo derecho a apreciar el arte de la anatomía masculina.
Terminamos nuestras tazas de café en silencio. Le agradezco nuevamente y salgo del lugar. Ya no hay periodistas por lo que puedo regresar al campus. Al llegar encuentro a mi mejor amigo y a varias personas más en la sala de nuestra residencia. Me acercó a él.
-¿Que haces aquí? ¿Qué sucedió? ¿Dónde está Scott?-. Harry me mira y puedo notar su tristeza en ellos.
-Scott se quedó junto a los padres de kristen-. Suspira - Van a estar un tiempo allí y él me pidió que los dejara solos, es comprensible, además no hay mucho que pueda hacer.
Me siento a su lado y tomo una de sus manos, acariciando sus nudillos. Aún no puedo creer que esto pasara, todo fue tan repentino. Mis pensamientos se ven interrumpidos al escuchar una voz proveniente de la televisión, alguien la ha encendido en el canal de las noticias.
-El día de hoy a las 8:02 a.m. fue encontrada el cuerpo sin vida de Kristen Clarke, estudiante de cuarto semestre en psicología de la universidad Fairbanks en Alaska. Las autoridades presentaron su declaración donde afirman que ella es otra de las víctimas del asesino serial Ángel rojo, quien es uno de los más buscado en diferentes ciudades. Kristen es la víctima número quince. El modus operandi es el mismo que se ha visto; 100 cortes repartidos por todo su cuerpo y para dejar su marca, en las paredes un par de alas dibujadas con la sangre de la víctima. Aunque no se conoce su paradero actualmente, se hace todo lo posible por encontrarlo. Así que si alguien tiene alguna información que ayude a capturarlo por favor informar a los números que se muestran en la pantalla o dirigirse a la estación de policía.
El lugar quedó en un total silencio. Hasta que minutos después lo rompo.
-¿100 cortes? ¿Quién sería capaz de hacer algo así? -. Pregunto de manera retórica. Estoy aterrorizada, y siento muchas ganas de llorar.