DOS.
...
Decían que Dios le daba las peores batallas a los mejores soldados.
Y yo estaba segura que no era una de ellos... ¿Cuál era mi propósito entonces?
¿Cuál era mi batalla?
¿Y dónde estaba Dios en mi vida?
En ningún lado.
Las lágrimas no habían dejado de caer por mi rostro, las risas las escuchaba por todos lados de mi cabeza con un eco preciso y agonico...
Mi cabeza daba vueltas y la desorientación de mi yo, se habían perdido.
Corrí, corrí como si lo que quedará de mi existencia dependiera de ello.
Cuando llegué a mi destino que era el baño, entré llevándome lo que encontré a mi paso. Soledad.
Porque en ese lugar no había nadie, todos se encontraban en la cafetería almenos tenía la paz que nadie me molestaría o yo molestaría su presencia.
Aunque no podía decir que me llevé la soledad ya que ella siempre estaba conmigo.
Llegué a el lavado de manos, abrí la llevé, mojé mis manos y el agua la dirigí a mi rostro para mojarlo mientras los gemidos se me escapaban sin querer.
-No sirves para nada-apreté mis manos con fuerza.
Pero en cuanto levanté mi rostro ante aquel espejo frente a mí, me ahogué y chillé como no pensé hacerlo por la simple razón de ver mi reflejo.
Estaba asquerosa, daba pena verme, el cabello era un nido de comida revuelta, los lentes se habían roto y la ropa horrenda ahora estaba peor.
¿Que ganaban con hacerme esto?
¿Porque lo hacían?
¿Que tenía de malo que fuera, yo?
Sacudí mi cabeza para dejar de pensar en todas y aquellas preguntas que simplemente me enfermaban más mentalmente.
Dirigí mis manos a mi cabello para empezar a limpiar todo lo que había en el, luego la ropa. Una ropa que ya se había arruinado.
Maldita sea.
Mientras me concentraba en limpiar, o más bien tratar de limpiar mi ropa, los pasos y las voces me distorcionaron, solo aceleré mis manos con rapidez haciendo un desastre mucho peor.
Con ganas de desaparecer del lugar tan solo corrí a uno de los cubículos, entré en ellos y cerré con llave. Si el corazón se me quería salir.
-Okey soy yo o la hermana de Andrew es una alma en desgracia-escuché desde adentro.
No joda.
Aunque lo que de verdad no entendía era como porque lo que escuché había salido de la boca de un chico.
Esa pregunta se resolvió rápido en mi cabeza en cuanto escuché las carcajadas roncas una tras otras.
¿Hombres?... Me pregunté.
-No creo que sea correcto que trate a su hermana así, es más no creo que nadie tenga el derecho de tartar a aquella chica así- Lo había confirmado, habían hombres en el baño de mujeres.
¿Pero que-?
Pero lo que más me sorprendió fué aquella voz, la reconocía... Oh claro que lo hacía, como olvidarme de ella.
Daniel Paterson.
El capitán del equipo de fútbol...
Imposible olvidarme de el y su voz, imposible que alguien se olvidara de el y su voz.
-No me digas que piensas que eso es una "chica"-escuché que cuestionaron desde el otro lado aunque asimilaba lo que estaba pasando-Es, osea no ...
-No jodas Dep, lo es, no como las chicas que muestran abdomen, cabello perfecto y todo eso. Pero lo es, diferente...
No lo podía creer, me llevé la mano a la boca sin creerlo... Había escuchado bien-Diferentemente fea-lo interrumpió el otro haciendo que explotarán a risas.
No sabía o no tenía ninguna certeza de que Daniel hablaría o daría su opinión sobre el asunto... Pero juro que tenía tantas ganas de escucharlo decir más que me empecé a comer las uñas.
Solo escuché un suspiro para después-Yo de ella los mataba a todos ustedes, empezando por su hermano.
Okey... Primero tenía que asimilarlo.
Daniel Paterson... ¿Me estaba defendiendo?
¿Ah?
-El defensor de las pobres almas-Burló de nuevo Dep.
El no me agradaba ni un poco con exactitud-No lo creo-solo eso contestó... Aunque esperaba más.
Quería...
-En vez de estar definiendo a personas feas y anormales deberías de estar haciendo oficial tu relación con Anabella.
Vaya... A la mierda todo.
-¿No sé de qué relación hablas?.
Le hicieron el coro, un coro que me fastidió por completo-Se ve que quiere que lleguen más lejos. ¿Talvez que le pidas que sea su novia?.
Ay por favor.
No ahora.
No aquí.
Largo.
-¿Para que ser novios si como amigos ya nos damos de todo?-dijo.
Juro que no quise escuchar eso.
Eso me iba a maquillar la cabeza de manera obsesiva.
-¿Es encerio, Daniel?...Las mujeres quieren posesión y eso se lo harás saber cuándo ella crea que eres suyo y así poderlo presumir.
Consejo de mierda. Hombre al fin.
Tratando de ignorar toda aquella conversación que odiaba y me estaba dando unas náuseas horrendas me sentí tan marinada que casi caigo... Tanto que mis manos llegaron a la tapa del baño que se encontraba levantada y rosó con el... Y entonces calló y el silencio llegó.
¡Jueputa!
Más nerviosismo, los pellejos de los dedos empezaron a sentir la presión de mis dientes contra ellos. Maldije mil veces mi nombre y traté de no desmayarme.
-¿Que fue eso?- escuché una voz diferente a la de ellos dos.
-¿Que?-preguntó otra voz, que me dejó pensando en cuántas eran las personas que habían aquí... Más bien en, ¿cuántos eran los hombres que habían aquí?.
-Verdad...¿Quién hay ahí?-esta vez si reconocí la voz y era la de el fastidioso de Dep.
Y el corazón me empezó a bombear, ahora subir los pies a el inodoro era mi una opción, no quería que me vienen y porsupuesto que no quería que supieran que me encontraba ahí. Y así lo hice.
Después de eso golpes en las puertas de los cubículos se escucharon de orden en orden.
Maldición.
Y en cuanto pasó por dónde estaba pude ver sus pies, y el golpe fue tal que tuve llevar la mano a la boca para que no se me escuchara el chillido que solté.
-El profesor de estadística debe estar gritando por los cielos, volvamos a el aula- escuché Daniel...
Eso haganlé caso... Vayanse.
-No creo que importe estadística.
Hijo de tu mala madre.
Volvió a golpear, el mimos cubículo, el mismo donde me encontraba-Ya deja eso, talvez se un man que ha esta cagando, ha rato me ha estado oliendo a mierda- volvió a opinar Paterson-Ya calma el culo y vámonos-le dijo por último.
Dando un golpe más fuerte sobre la puerta, que me sacó el corazón por la boca pude escuchar sus pasos alejarse y sus pies desaparecer.
No solté un suspiro... Cualquier persona normal lo hubiera hecho, cualquier personas normal hubiera estado calmada. Menos yo... Aunque tenía ese, bom, bom, bom, en el pecho que me oprimía sin miseria.
No saldría, claro que no lo haría.
Y no lo hice... No sé cuánto tiempo pasó o cuánto tardé pero solo recuerdo haberme sentado en aquel inodoro encoger los pies y esperar que el tiempo pasara a su antojo porque al fin y al cabo entrar a clases en este momento no me interesaba y mucho menos verle la cara a alguna persona de este infierno llamado colegio.
Y eso solo pasó...
Solo me quedé ahí...
Pensado en tantas cosas...
Analizando y recordando tantas cosas que me empezaban a estrujar el alma.
Las lágrimas se me empezaron a salir solas, recosté mi cabeza en la pared y pensé. Pensé en como sería mi vida si mis padres siguieran vivos, pensé en como sería mi vida si lo hermano fuera un apoyo y un hombro para fortalecerme, y pensé en como sería todo si fuera una hija de puta peor que las mismas perras de este instituto.
Nunca te rebajes hasta el grado dónde están las personas que no valen nada.
Las palabras de mamá estaban tan presente en mi mente cada día de mi vida que se habían vuelto mi monotonía.
Solo sé feliz, sin apagar la luz de nadie, recuerda que el Kiko no era tan feliz como el chavo y tenía todo.
Solo que yo estaba peor, no era feliz, no tenía luz porque nunca me había colocado en la tarea de encenderla por el simple hecho que no quería la pagarán y nunca brillará. Tampoco era el chavo, que aunque no tuviera nada lo envidiaban.
Solo está aquí, existiendo porque si.
Tenía frío, la camiseta se encontraba mojada y mis lágrimas no paraban, esto era lo que era... Simplemente nada.
Lloré... Me abracé a mi misma y traté pero nunca avancé.
...
No entré a las demás clases del día. Me había quedado en aquel cubículo, como las personas entran como salían y se puede decir que hasta me dormí en ese lugar... La verdad era que si estaba fresco y limpio que era lo que importaba. Aunque el culo ya lo tenía entumecido.
Elevé mi muñeca para mirar en mi reloj la hora y abrí los ojos como platos al percatarme.
3: 30pm.
¡Que!
Me levanté de golpe y un poco alterada. No.
Por eso el trayecto del baño había disminuido, ya no quedaba absolutamente nadie en este lugar.
¡Andrew... Joder...Me va a matar!
¡Mi mochila!
Abriendo la puerta donde me encontraba como si mi vida dependiera de ello, salí como rayo que lleva el diablo del lugar.
-Estúpida Peyton-me recriminé a misma golpeando mi cabeza
-Tres horas dormida en el baño de los hombres, vaya, te admiro- paré en seco al escuchar eso.
¿El diablo llamándome hacía el infierno?
Pues no, me quedé helada...
¿Esa voz?
¿Daniel?
Sólo me volteé y fruncí el ceño al verlo ahí recostado en aquella pared luciendo tan relajado y tan sexy.
-Tu...Qu...-La lengua se me enredó más que alambre de púas y no logré sacar nada de mi boca.
Elevó una ceja y me miró, juro que dejé de equiparar-¿Te comieron la lengua los ratones?-me preguntó y negué de manera inmediata.
Solo negó con la cabeza y dió una pequeña sonrisa de boca cerrada-Tengo algo que te pertenece-me dijo y no lo entendí para nada. Bueno almenos hasta que me lo mostró.
Mi mochila.
Respiré hondo para poderle decir-Gracias-y estiré mi mano para recibirla.
En cuanto me la entregó me la llevé a mis hombros con la intención de márcame- Deberías de preocupar no meterte a los baños de hombres, esto pude ser muy desagradable-lo miré.
-Ustedes estaban en el baño de chicas-le respondí.
Y solo río, negó y dirigió su dedo a no de dónde, seguí su brazo y lo ví apuntando hacia el letrero del baño.
Hombres.
Triple estúpida...
Me mordí el labio inferior con vergüenza y acomodé mis lentes.
-Bien, gracias-y giré sobre mis pies sobre mis pies.
-Tienes bonitos ojos-escuché de su parte por último y sonreír de boca cerrada pero avancé más el paso.
Necesitaba desaparecer rápido de ahí y llegar lo más pronto posible a mi casa.
¿Que hacía Daniel a esas horas todavía en el instituto?.
¿Porque tenía mi mochila?
¿Porque sabía que todo el tiempo estuve ahí?
¿Porque me miraba los putos ojos?
No se crean que Daniel Paterson me dirigiera la palabra era una cosa que no se podía describir y que me dijera aquello aún peor... Era extraño después de todo, nunca nos dirigimos la palabra es más no sabía ni que existía de repente esto.
¿Porque lo hacía ahora?
Con mil preguntas en la cabeza avancé lo más rápido que pude, los alrededores estaban solos, mi ropa definitivamente no era la mejor y el hecho de tener que irme caminado hacía la casa no me agradaba tanto...
La casa no quedaba a más tardar se 15 minutos a pie de ahí, en cuanto estaba entrando a mi cuadra con simpleza volteé hacía atrás... El presentimiento de que alguien me veía me llegó sin querer. Solo volteé nuevamente a el frente sin darle importancia a mis presentimientos estúpidos y avancé mucho más rápido. Busqué las llaves en mi maletín, la introduje por la ranura y empuje hacía a dentro.
-Llegué!!!!.-grité
Y mi celular sonó...
Lo saqué de mi maletín y me fijé, no había sido una llamada sino que un mensaje entrante.
Desconocido:
"Espero que hayas llegado a salvó a tu casa, y recuerda no quedarte dormida en el baño de chicos"
¿Ah?
-Ahora solo no grites, entra y cierra la puerta-escuché detrás de mí de manera demandante y amenazadora... Temblé y hasta creo que me oriné.
¿Que mierda?...
Debí avanzar... Debí..