Sinmigo

By Ser_Mraz

346K 13K 3.6K

A pesar de que sus familias son amigas, Alba Reche y Natalia Lacunza no se soportan. Sin embargo, las percepc... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5 (Parte 1)
Capítulo 5 (Parte 2)
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8 (Parte 1)
Capítulo 8 (Parte 2)
Capítulo 9
Capítulo 10
Capitulo 11
Capítulo 12
Aviso
Capítulo 13 (Parte 1)
Capítulo 13 (Parte 2)
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Aviso 2.0
Capítulo 18
Capítulo 19
Agradecimientos
Capítulo 20
Epílogo

Capítulo 17

11.7K 493 86
By Ser_Mraz

POV Natalia

Cogí al chico de la manga de su abrigo antes de que cayese al suelo como consecuencia del choque. Unos segundos me bastaron para reconocerle. Habían pasado unos cuantos años, pero no había cambiado a penas. No había crecido mucho más y tenía el pelo un poco más largo, pero su voz y esos ojos eran inconfundibles. Mi primer impulso fue salir corriendo, pero me contuve. Me limité a quedarme en silencio, esperando que dijese algo, aunque no sabía con exactitud qué esperaba oír.

-¿Natalia? – dijo al fin. Asentí – Dios…ha pasado mucho tiempo – le temblaba la voz, nervioso

-Bastante tiempo, sí – mi tono era neutro

-Lo siento. Lo siento muchísimo, de verdad – parecía arrepentido, pero no terminaba de convencerme

-¿Por qué tendría que creerte Raúl? Dame un buen motivo – dije, cruzando los brazos

-No tienes por qué hacerlo realmente – era incapaz de mirarme a los ojos, a pesar de que llevaba gafas de sol y no podía ver cómo le escudriñaba con la mirada – Fui un mierda, de verdad que lo sé. Y te lo hice pasar mal. Realmente no tengo justificación

-No la tienes, desde luego. Ni tú, ni el resto de tu puta pandillita – intentaba no sonar cabreada. Primero, porque ya no era algo que me doliese. Y segundo, porque tampoco tenía ganas de pelear – Pero estoy bien. Me hicisteis vivir un infierno, pero lo superé

-Fuimos todos unos idiotas, y de verdad que lo siento – relajé un poco mi postura, dándole pie a que continuase. Se pasó una mano por los rizos, intentando calmarse – Después del instituto intenté localizarte para pedirte perdón y hablar contigo pero me dijeron que te habías ido, y entendí que era demasiado tarde. No sé en qué coño estaba pensando en aquella época para hacerte lo que te hice, pero desde luego no me siento orgulloso de ello

-¿Y cuál es tu intención contándome todo esto? ¿Que seamos amiguitos? – ahora le miraba sin las gafas

-No, no. No pretendo que seamos amigos ni que me perdones – parecía que iba a echarse a llorar en cualquier momento – De hecho, no contaba con ello. Sólo quería que supieras que me arrepiento y que lo siento, nada más – suspiré profundamente

-Te acepto las disculpas – admití – Sí, fuisteis unos acosadores y tú el primero, pero tienes suerte de que no sea una persona rencorosa. Además, no tengo ánimos para estar cabreada por algo que ya pasó y que, por suerte, me hizo fuerte

-Me alegro mucho de que estés bien y seas feliz Natalia. De verdad. Espero que… - alguien gritó desde el otro lado de la calle, interrumpiendo la conversación

-¡Raúl coño! ¡Llevo un rato esperándote! – esto tenía que ser coña. Una puta broma que no tenía nada de gracia. Miré al chico, quien agachó la cabeza como pidiendo perdón – Cabrón, ¿qué estabas haciendo? – el otro le cogió por el cuello, riéndose y zarandeándole en señal de ¿saludo?, sin caer en que yo estaba allí. Noté el sudor frío resbalándome por la espalda. No sabía que hacer, pero tenía que aparentar tranquilidad


-Lo siento Marcos, estaba… - no acabó la frase porque este último ya había notado mi presencia

-¡Anda coño! Mira a quién tenemos aquí – sonrió, mostrando una suficiencia que me dieron ganas de vomitar – Natalia Lacunza, ni más ni menos – dio un par de pasos en mi dirección, intentando intimidarme, pero copié su movimiento. No pensaba echarme atrás – Anda mira, qué guapa estás – acercó la mano a mi mejilla, pero la aparté de un golpe

-Ni se te ocurra tocarme – advertí amenazante

-¿Qué me vas a hacer, morena? – se echó a reír, vacilón – Si tú y yo sabemos que no vales para defenderte – sus palabras iban con intención de hacerme daño, pero no lo consiguió. Sabía perfectamente a qué se refería

-No me toques el coño, gilipollas – Raúl tiraba de Marcos, intentado llevárselo de allí. Yo ya tenía los puños apretados. Siguió, como si no hubiera escuchado mis palabras

-Se me olvidaba que a ti te va más lo duro – volvió a reírse, esta vez más fuerte

Reaccioné de forma automática, como si mi cuerpo supiese perfectamente lo que tenía que hacer. En décimas de segundo me había abalanzado contra él, arrinconándolo contra la pared, con el antebrazo en su garganta y con mi mano apretando su paquete de manera muy poco agradable. Raúl observaba la escena divertido. A juzgar por lo poco que había observado, me daba la sensación de que, igual que había hecho él conmigo en el instituto, ahora era Raúl quien vivía bajo el yugo de Marcos. El cazador cazado.

-Escúchame bien, violador de los cojones. Si te crees que me sigues dando miedo o que estoy hecha polvo, te equivocas. Eres una mierda de persona y siempre lo has sido, necesitando aprovecharte de los demás para sentir bien contigo mismo, así que ahórrate el discurso de machito subido de tono conmigo – apreté un poco más. Asintió – Y por cierto, sé de primera mano que tu hermano está en el mismo instituto que los míos. Yo que tú me portaría bien a partir de ahora – volvió a afirmar, asustado. Le solté y observé en silencio cómo trataba de recuperar el aliento

Me puse las gafas de sol con calma y, tras despedirme de Raúl con un gesto de la mano, reanudé el camino hasta la tienda.

Tardé un buen rato en asimilar lo que había pasado. Dejando de lado que era muy fuerte que me hubiese encontrado con los grandes tormentos de mi adolescencia, no tenía demasiado claro si me había flipado más que Raúl me hubiese pedido perdón o la manera en la que me había enfrentado a Marcos. Joder, el corazón se me iba a salir del pecho de orgullo y felicidad. Si me había sentido liberada cuando se le conté a Alba, ahora tenía la sensación de que por fin podía cerrar ese capítulo de mi vida. Me había costado mucho, muchas noches llorando y haber tenido que huir a otra ciudad para alejarme de lo que me dolía. Ahora estaba de vuelta, haciendo las paces con la ciudad y mi pasado.

_____________________________________

10 de enero

Unos golpes en la puerta me despertaron. No tenía ni idea de qué hora era, pero seguro que bastante temprano. Varios rayos de sol tenues se colaban entre las rendijas de la persiana.

-¿Si? – pregunté ronca, aún adormilada. Santi y Elena entraron corriendo, lanzándose en plancha a mi cama

-¡Felicidades Natalia! – gritaron ambos casi al unísono. Los tres nos reímos

-Gracias enanos – di un beso a cada uno mientras mis padres nos observaban desde el marco. Me froté los ojos y bostecé. No iba a seguir durmiendo ni tampoco iban a dejarme, así que era mejor que me levantase - ¿Qué hora es mamá?

-Las nueve y media – me abrazó, dándome un beso en la cabeza – Felicidades cariño. No queríamos despertarte, pero tus hermanos han insistido – sonreí. Vaya dos

-Gracias – le devolví el beso

-Felicidades hija – mi padre sonreía, echado en la pared con las manos en los bolsillos. Le abracé y le di las gracias

-Vamos a desayunar. Me muero de hambre

                     *       *       *

-¿Tienes pensado hacer algo hoy?

-La verdad es que no – pegué otro bocado a la tostada, mirando a mi padre – Pero podríamos salir a cenar o algo, si queréis

-No es mala idea – mi madre se entusiasmó al escuchar mi propuesta – Podríamos ir al restaurante que te gusta

Los cinco nos giramos, extrañados al oír el timbre. ¿Quién estaba llamando a la puerta un sábado y tan temprano?

-Voy yo – Santi se apresuró a abrir. Nos quedamos unos segundos inmóviles, expectantes – Natalia, es para ti – mi hermano entró de nuevo en el comedor

Esbocé una mirada interrogante, pero no me respondió. Terminé la tostada con rapidez y me levanté de la silla. Un chico joven, con uniforme amarillo, sujetaba un paquete de dimensiones considerables.

-¿Natalia Lacunza?

-Sí, soy yo

-Firma aquí por favor – me tendió un aparatito – Gracias – me entregó el objeto y se marchó

-¿Qué es? – Elena no paraba de moverse, nerviosa

-Pues no lo sé, la verdad – miraba a mis padres alternativamente, buscando la confirmación de que aquello era idea suya, pero no la encontré. A decir verdad, sentía muchísima curiosidad por ver qué contenía

Sin decir nada más, me metí en mi habitación, cerrando la puerta antes de que Santi o Elena entrasen a curiosear, sentándome en la cama. No era excesivamente ancho, pero sí relativamente largo. Empecé a quitar el papel de burbujas con ganas, casi arrancándolo, hasta que sólo quedó una caja de cartón con una nota pegada. Desdoblé el papel y leí el mensaje: “Espero que te guste. Feliz cumpleaños Nat”. Mi cara tenía que ser un puto meme. Dentro de la caja había un cuadro. No, no era un cuadro cualquiera. Era exactamente el mismo cuadro que Alba había pintado la tarde que me ofrecí como modelo.  Ahí estaba yo, tan…sensual, con mirada seria y penetrante, la misma con la que atravesaba a la rubia aquel día. No sabía si morirme de vergüenza o dar saltos de alegría. Ahora entendía por qué no había querido enseñármelo antes.

Cogí el móvil y me metí en su conversación. Estaba en línea, pero quería asegurarme de que no estuviese ocupada.

[10:30] Natalia: estás ocupada?

[10:31] Alba: no. Por?

Comprobé en el reflejo de la pantalla que mi pelo no era un absoluto caos. Peiné un poco el flequillo y suspiré, pulsando el botón de la videollamada. Tras un par de toques, una carita de ángel de pelo rubio apareció al otro lado.

-Hola Nat – saludó sonriendo

-¡Ya te vale Albi! – la emoción y la vergüenza se mezclaban

-Feliz cumpleaños – se rió, sabiendo perfectamente el motivo de mis palabras – Espero que te haya gustado

-Me flipa muchísimo – notaba que me ardían las mejillas – Gracias. No sé qué decirte la verdad

-Con que te haya gustado, me doy por satisfecha – arrugó la nariz levemente. Me parecía un gesto adorable

-Me ha gustado muchísimo. En serio

Nos quedamos en silencio varios segundos. No era un silencio incómodo, porque con ella nunca lo habían sido. Los ojos le brillaban como nunca, y me seguía costando horrores no perderme en su mirada, atractiva y magnética.

-¿Qué? – dijo al cabo del rato

-Que eres la más guapa de España – contesté, sin más

-Qué exagerada eres – se tapó la cara con la manga del jersey, avergonzada

-Por cierto, tengo que contarte una cosa – el ambiente adquirió un matiz de seriedad

-Tú dirás

-Ayer – me froté la sien, intentando ordenar los acontecimientos – me encontré con Raúl – abrió la boca con intención de decir algo, pero no la dejé – y con Marcos – la rubia estaba en shock – No hay mucho que contar. Raúl me pidió perdón, que se había comportado como un gilipollas…etc. – asintió, dándome pie a continuar – Luego apareció Marcos. Al parecer, el cabrón tiene a Raúl bien controlado – sonreí irónicamente – El caso es que empezó a decirme cosas que no me gustaban un pelo y se puso chulo. Terminé arrinconándole contra una pared y dejándole una advertencia para que no me tocase más el coño

-¡Esa es mi churri! – dijo en un grito triunfal, que me provocó una risa que no pude reprimir – Joder Nat, eso es muy fuerte. No sabes cuánto me alegro de que te enfrentaras a ellos

-Todo ha sido gracias a ti, Albi. Si no te lo hubiera contado, si no lo hubiera soltado, no habría encontrado el camino para poder asumirlo y recuperarme – pareció satisfecha con mi respuesta – Cambiando de tema. ¿Cómo has conseguido organizar lo del cuadro? – no me apetecía hablar del tema. O más bien, no merecía la pena, y prefería aprovechar el tiempo que tenía para hablar con la rubia

-Hice una copia y le dejé encargado a la Mari que te lo hiciese llegar. No hay mucho que contar – se encogió de hombros

-Puta Mari. Como siempre, metida en todo – volví a reírme, negando con la cabeza – La voy a matar cualquier día – Bueno, ¿cómo te va por allí?

-Bien. Tengo algo menos de trabajo que antes de las vacaciones pero ya sabes, liada de todas formas. Y echándote de menos, pero eso ya lo sabes. Y más en la cama, con el frío que hace aquí – no sabía si estaba queriendo decirme algo más, así que decidí probar suerte

-Yo también te echo de menos en la cama – arqueé una ceja, confiada – Es difícil entrar en calor en pleno enero

-Mucho – tenía la voz ronca – Aunque se me ocurren unas cuantas ideas

-¿Cuáles Alba? – pronuncié cada palabra despacio, con cuidado de que calasen perfectamente en ella. No tenía ni idea de cómo estábamos llegando a este punto, pero no me desagradaba y, al parecer, a ella tampoco

-Pues… - se mordió el labio inferior, provocándome una pequeña subida de temperatura instantánea por la visión que me ofrecía – una buena forma sería acabar lo que empezamos en el ascensor – quería guerra, y yo se la iba a dar

-¿Qué pasó en el ascensor? No me acuerdo – rodé los ojos. Le estaba buscando las cosquillas

-Yo te lo recuerdo Nat, no te preocupes – se relamió, cambiando de postura. También estaba en la cama, con la espalda apoyada en la pared. Alejó la cámara de su cara, revelando que no llevaba nada más excepto un jersey y unas bragas de color azul eléctrico. Estaba luchando por no morirme en el acto, intentando dar apariencia de serenidad – Después de la fiesta de Año Nuevo, nos quedamos encerradas en el ascensor del edificio de María – asentí – Entonces empezamos a hablar, la cosa subió un poco de tono y terminé llamándote hija de puta y zorra – me estaba poniendo cachondísima. Ya no sólo era el recuerdo del momento lo que me estaba provocando el calentón, sino también volver a escucharla insultándome

-Ah sí, ya me acuerdo – esbocé una sonrisa. Ella estaba igual que yo, y se le notaba. Tampoco parecía tener intención de esconderlo – Entonces quieres terminarlo, ¿no?

-Sólo si tú quieres, claro

-Pero no recuerdo qué pasó luego exactamente – quería comprobar hasta dónde era capaz de llegar - ¿Nos besamos? ¿Pasó algo más? – repetí su mismo gesto unos instantes antes y me tumbé, quitándome la sudadera para dejar al descubierto la camiseta corta que llevaba debajo

-Sí claro – se llevó la mano que le quedaba libre a la cara – me besaste aquí – tocó su labio inferior – aquí también – dibujó una línea imaginaria hasta llegar a uno de sus pechos, deteniéndose en ese punto – Aquí no – volvió a morderse el labio. Comenzó a masajear suavemente el pezón que había indicado

-Pues muy mal por mi parte, entonces – tragué saliva, hipnotizada

-Muy muy mal, Natalia – detuvo el movimiento, volviendo a trazar la línea de antes hacia abajo, hasta llegar al punto que ocupaba la tela de su ropa interior – Y aquí tampoco – abrió un poco más las piernas, ofreciéndome una visión total de la situación

-Lo tendré en cuenta para la próxima – me relamí, dispuesta a contraatacar

– Ahora recuerdo que tú también me besaste aquí – repetí su gesto, deslizando el dedo por el contorno de mi mandíbula – pero aquí no – me levanté la camiseta, dejando a la vista mis pechos – pero bien que te quedaste mirándolos un buen rato – tenía los pezones duros, y comencé a pellizcar uno de ellos sin miramientos

-Joder Natalia – se le escapó un pequeño gemido. Noté un leve movimiento a través de la pantalla

-¿Qué, Alba? – me saqué la prenda, que empezaba a molestarme

-Que eres una cabrona – hizo efecto casi instantáneo en mi cuerpo. Podía notar cómo mi humedad iba en aumento

-¿Yo? ¿Qué he hecho? – no dijo nada durante unos instantes, mientras veía ese movimiento intensificarse. Movió el móvil para darme una panorámica completa de su cuerpo, con las piernas estiradas y abiertas casi por completo

-Esto – una de sus manos se movía a un ritmo tortuoso dentro de su ropa interior

-Justo lo que quería – sonreía confiada

– Yo también estoy muy mojada, Alba

-Hazlo tú también. Hazlo conmigo – me deshice del pantalón, quedándome sólo con un tanga negro. Se le notaba la satisfacción en la cara. Tenía los ojos entrecerrados, perdida en el morbo de la situación

-A la orden – fue todo lo que pude responder

Tenía la prenda tremendamente empapada. Busqué mi centro por debajo de ésta con urgencia. Un escalofrío me recorrió la espalda al introducirme dos dedos sin ningún tipo de dificultad. Empecé a moverlos despacio, con ritmo tortuoso. Quería cerrar los ojos porque aquello no dejaba de darme vergüenza, pero el morbo de ver la cara de Alba mientras hacía lo mismo, clavándome su mirada llena de deseo y de ganas, era mucho mayor.

-Más rápido Natalia – la rubia había imprimido más ritmo a sus movimientos, y yo no pude resistirme a hacer lo que me había pedido. Asentí e inmediatamente aceleré, provocando un vaivén casi descontrolado de mis dedos entrando y saliendo

-Joder. Aba – tenía la respiración entrecortada, y los gemidos se sucedían sin poder (ni querer) evitarlo – Me voy a correr. No aguanto más

-Hazlo. Yo también voy a correrme – frotaba su clítoris de manera frenética, a punto de llegar al clímax – pero mírame cuando lo hagas. Quiero verte la cara – abrí mucho los ojos, hipnotizada por el tono ronco. Cada vez me ponía más y más

Un par de embestidas después, me corrí, dejando que el orgasmo me invadiese, sin dejar de clavar mis pupilas en las de la rubia. No dejé de mover los dedos hasta que las sacudidas me alcanzaron por completo, disfrutando al mismo tiempo de cómo Alba se abandonaba al clímax instantes después.

-Joder – me dejé caer, buscando el aire que me faltaba en ese instante – Qué intenso

-Totalmente – esbozó una sonrisa de felicidad en cuestión de segundos
Una vez más me quedé embobada, perdida en la sonrisa que tanto echaba de menos. La sonrisa de una Alba Reche que me había puesto la vida patas arriba en cuestión de meses.

-Oye Albi – unas ganas tremendas de decirle que la quería me nacieron en el pecho

-Dime Nat – se acurrucó entre las mantas, atenta a lo que yo tuviese que decir

¿Y si metía la pata? Tampoco sería la primera vez que se lo decía, pero entonces había sido diferente

-Que te quiero un montón y tengo muchas ganas de verte – tenía que jugármela. Estaba fiándome demasiado de mis sentimientos últimamente como para no hacerlo ahora

-Yo también te quiero – arrugó la nariz por segunda vez. Parecía que no la había cagado tanto – Estoy deseando verte

-¡Natalia! ¿Qué era? ¿Me lo dejas ver? – Santi estaba gritando desde el otro lado de la puerta. Rompimos a reír, dándonos cuenta de lo incómodo que hubiera sido la situación si hubiese llegado a pasar unos minutos antes

-Tengo que dejarte rubita, o me van a echar la puerta abajo – mi hermano volvió a llamar - ¡Ya voy!

-No te preocupes. Hablamos luego si quieres. Yo tengo que hacer cosas de todas formas

-Claro. Te escribo más tarde. Un beso churri

-Pasa un buen día de cumpleaños churri – agitó la mano en señal de despedida – Un beso

Le di al botón de colgar, suspirando, con una felicidad que no me cabía en el pecho. Dejé el cuadro a un lado y me levanté dejando que Santi entrase, para mi sorpresa, con Elena detrás.

_____________________________________

N/AA: Pues nada, ya estamos de vuelta. Parece que pedir perdón se traduce en ponerme bien, así que palante y a ganar. Qué os ha parecido? Qué esperabais? No quiero dar mucho el coñazo que demasiado habéis esperado para el capítulo. Ya sabéis que estamos deseando leeros, así que escribidnos.
Cualquier cosa ya sabéis, podéis seguirnos en nuestras cuentas personales así como en la maravillosa cuenta de Lxs Cientificxs, con mucho contenido albalia. Sin más, nos leemos. Hasta el próximo!
@Andriu_Aguilar
@Alicia_tejero89
@pocosehablagate

Continue Reading

You'll Also Like

36.5K 1.8K 22
Natalia Lacunza y Alba Reche son un joven matrimonio con una pequeña niña de un año, decidieron festejar el cumpleaños de una de sus mejores amigas...
1.6K 138 12
No lo se, era de madrugada y mi cabeza se puso a pensar en mi ship más culposo y dije "Oye we has un libro de wattpad olv" y ps dije "bueno" asi que...
53.6K 6.4K 32
Una pareja, una familia y una persona que amas. Todo parece ir de maravilla... pero no es así. Una pareja se conserva. Una familia se protege. Y...
6.9K 521 9
Esta historia tampoco es mía, sólo me encargué de pasarla al español. Ya que aquí en Wattpad no hay muchos "Eli y tú". Así que yo se los traigo uwu. ...