Capítulo 9

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POV NATALIA

-¿Te ha gustado? – Marina sonreía desde la cama. Tenía mejor aspecto

-Me ha encantado. ¿Qué canción es?

-Una que compuse no hace mucho

-¿Tiene nombre? – ahora que lo pensaba, no le había puesto título

-No, la verdad es que no – le dediqué una sonrisa amable mientras me disponía a guardar la guitarra

-Podrías llamarla Stupid Love Song – soltó una carcajada, divertida

-Sí – me quedé pensativa durante unos instantes – Me gusta. Podría llamarse así

Justo cuando estaba acabando de recoger, Alba entró en la habitación. Mi corazón empezó a latir un poco más deprisa de la cuenta. Parecía alterada.

-Alba, ¿estás bien? – la miré, preocupada

-Sí sí. Es que hace mucho calor en el hospital – se abanicaba ligeramente con la mano

-La verdad es que sí – algo me sonaba raro, pero decidí que lo mejor era no insistir – Oye, me ha escrito tu madre. Viene para acá con María

-Estupendo – se acercó y me dio un beso en la mejilla. Luego se sentó en el borde de la cama, hablando con Marina

-Voy a salir a fumar. Os dejo solas – sonreí a las hermanas Reche y me fui

En unas cuantas horas tenía que volver a Madrid con la Mari, pero lo cierto era que cada vez me costaba más irme. Y no quería admitir que cada vez me costaba más separarme de Alba. Habíamos ido construyendo una relación preciosa. No era una amistad convencional, desde luego. Sentía que conectaba con ella de una manera especial, como no lo había hecho con nadie, y eso que ni siquiera habíamos hablado nunca de temas muy personales. Me gustaba la manera en que buscaba refugio en mí; como lo hizo el día que volvió, y me gustaba cómo me hacía sentir. Que irónico resultaba que antes no nos soportásemos, y ahora no quería separarme de ella.

La vibración del móvil me sacó de mis pensamientos.

-Dime Mari

-Estamos aparcando ya. ¿Dónde estáis?

-Yo en la puerta de atrás, fumando. Alba está en la habitación

-Vale. Pues luego nos vemos. Ya tengo el coche cargado para irnos después de comer

-Perfecto. Nos vemos luego

Miré la pantalla. Tenía una notificación. “@Albx Reche ha comentado en tu publicación” Hasta luego Maricarmen. Me estaba dando un jari. No sabía si abrirlo. ¿Sabía que era yo? ¿Me había descubierto? ¿Qué me habría dicho? El humo se me acababa de ir por mal camino de la impresión, y estaba tosiendo enérgicamente.

-Hola Nat – aquella voz me hizo dar un respingo

-Hola Albi – bloqueé el teléfono y lo guardé inmediatamente - ¿Qué haces aquí?

-Mi madre y María están con Marina. Mari me dijo que estarías aquí – me abrazó por debajo del chaquetón, rodeando mi cintura y frotando su nariz contra mi cuello – Necesitaba salir a tomar el aire

-Pues ya me has encontrado – solté una pequeña carcajada que ella correspondió. Nos quedamos un rato en silencio, abrazadas

-Tengo buenas noticias -se separó y clavó sus ojos en los míos. Ya me estaba poniendo nerviosa otra vez

-Dispara

-El médico nos ha dicho que Marina puede pasar las navidades en casa. Le dan el alta el miércoles - Sonreí de oreja a oreja

-¡Es fantástico Alba!  - la abracé, levantándola del suelo y dando vueltas mientras ella se agarraba a mi cuello. Ambas reíamos, felices

-Es genial. Podremos estar los cuatro juntos – le di un beso en la mejilla mientras la soltaba

-Cinco Albi, cinco – lo había dicho sin pensar

-¿A qué te refieres? – me miraba confusa

-Me gustaría pasar la Navidad con vosotros – estaba nerviosa. ¿Y si me decía que no? – Si quieres, claro

-¿Y tu familia?

-Lo entenderán. De todas formas – hice una pausa y la cogí de las manos – no me apetecía demasiado pisar Pamplona. Pero si no quieres, yo… - miré hacia el suelo, cabizbaja

-Estás de coña, ¿no? - Alba se acercó a mí. Estábamos tan cerca que podía sentir su aliento sobre mi boca – Me encantaría

Levanté la mirada y clavé mis ojos en los suyos. De hecho, me perdí en ellos durante un minuto o dos, no lo sé. Tampoco me importaba. No sé cuál de las dos sonreía con más ganas. Joder, no podía ser más feliz ahora mismo.

-Parejita – solté inmediatamente sus manos y me giré. Puta Mari – es hora de comer. He comprado algo antes de venir. ¿Te vienes Alba?

-Id vosotras. Yo voy a subir a hablar con mi madre – me dedicó una mirada llena de felicidad antes de desaparecer por la puerta

-Eres gilipollas María – golpeé a mi amiga en el hombro – No digas esas cosas

-Si no lo parecierais, no lo diría – ella se limitó a tocarse en el lugar del golpe y a reírse

-Vamos anda. Me muero de hambre

Sinmigo Where stories live. Discover now