Los años transcurrieron, y mis hijas crecieron.
Margot se había casado con el conde Anthony Deneuve, y ahora estaba embarazada. Ambos vivían en opulencia, y la mansión en la que habitaban era justo como un palacio. Margot nunca dejó de cantar, ya que en su hogar había un piano con el que practicaba. Además, ella y Anthony se sentían emocionados y felices porque pronto se convertirían en padres.
Alice estaba casada con William Dupont, y tenían dos hermosos gemelos: Boris y Bruno. A diferencia de Margot y Anthony, ellos no eran ricos pero tampoco eran pobres. Ambos vivían en una linda y pequeña casa, junto con sus dos hijos y eran sumamente felices.
Solange llegó a convertirse en prima ballerina, y su esposo Leandro Giudicelli, siempre acudía a verla a sus recitales de baile, así como ella acudía a sus conciertos. Y sí, ambos se volvieron ricos y famosos.
Lara vivió mucho tiempo con Erik, y como él lo había prometido, se convirtió en una famosa y gran flautista. Gracias a su talento, Lara viajó por el mundo, y pronto conocería al amor de su vida: un joven y talentoso músico que tocaba el cello.
Desafortunadamente, el sueño de mi pequeña Evelyn nunca pudo cumplirse, y aquello rompía mi corazón y el de Raoul, ya que había partido muy joven. Sin embargo, ella cuidaba con nosotros de sus hermanas, desde el Cielo.
Erik tuvo una vida muy ruda, y al principio había creído que regresar a la Ópera Garnier había sido una mala idea. Pero yo estaba muy agradecida con él, porque había apoyado a tres de mis hijas. En especial, a Lara, porque en ella tuvo la oportunidad de criar a una hija.
Raoul no estaba nada contento por lo que había sucedido la noche en la que había intentado matar a Anthony o a Solange con tal de que Margot se quedara con él. Además al principio le había aterrado la idea de que Lara viviera con él.
Yo, por otro lado, me sentía feliz de que Lara viviera con Erik, ya que creía que él merecía compañía y felicidad.
Pero, después de unos años, Lara se casó con el joven músico y Erik volvió a quedarse solo.
Raoul pensó que Erik terminaría en el purgatorio o en el infierno por todas las atrocidades que había cometido en el pasado. En cambio, yo creía fielmente que Erik iría al Cielo.
Él sí era un ángel, un ángel que siempre había estado para mí y para mis hijas. Por eso, yo estaría eternamente agradecida con él.
Algún día, Erik se unirá a nosotros. Y cuando eso suceda, podré agradecerle en persona.