Abismo

By liizbatista

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"Un Aplauso A Los Ángeles Caídos" ©Todos los derechos reservados. Espectacular Portada Hecha Por: @Duxncs More

-Prólogo-
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22.
capítulo 23.
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capitulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capitulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Maratón 1/2
Maratón 2/2
Capítulo 46
Capítulo 47
Capitulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Cap 53
Cap 54
Capítulo final.
Epílogo

Cap 52

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By liizbatista

                                      Daniel

¿Sería apropiado empezar a comprar cosas para bebés? El bebé aún ni es bebé, sólo es un feto, pero eso no quita el hecho de que se le pueda comprar ropa ¿cierto? Por ese gran dilema he llamado a Bryan para que venga a ayudarme a resolver mi problema aquí al centro comercial, estoy sentado en un café frente a una tienda de bebés mientras me tomo un capuchino. He venido para comprarle comida chatarra a Natalia, sé que se pondrá feliz cuando me vea llegar con estas dos bolsas llena de comida para ella.

—Por favor dime que me haz llamado para algo importante.

Eso es lo primero que suelta Bryan al sentarse a mi frente. Señalo con mi cabeza hacia la tienda, él sigue mi seña y cuando me mira lo hace con mala cara.

—Si crees que te acompañaré a ese sitio de mala muerte estás equivocado.

Y obviamente si terminó acompañandome y calgando una de las tres bolsas que había comprado en la tienda. En el momento en que pusimos un pie en la tienda todas las madres que andaban por ahí se volvieron locas y empezaron a cuchichear entre ellas, las dependientas tampoco se quedaron atrás, también nos lanzaban miradas provocativas de vez en cuando. Estoy seguro que no todos los días se ve en un sitio como este a dos chicos increíblemente atractivos comprando ropa para bebés. Me imagino el día que me vean entrar solo con mi bebé en manos para comprarle un juguete, mojarán en seguida.

Estoy totalmente seguro que Natalia estará emocionada cuando vea toda la ropa que le compré al bebé, la compré color negro, amarillo y blanco, todo porque aún no tenemos claro el sexo. Me encantaría que fuera una niña y que sea igual de bonita que su madre, con esos preciosos ojos verdes tan llamativos y ese pelo super hermoso; sería la bebé más linda del mundo. Pero presiento que será niño. No sé, algo me lo dice. De hecho, apostamos algunos dólares.

—Nunca pensé que te convertirías en esto— murmura Bryan con cara de asco.

—¿Ya te puedes callar?— cuestiono rodando los ojos.

Tiene desde que salimos del centro comercial hasta ahora que vamos subidos en el ascensor del hospital hablando del mismo tema.

Él y Fabiola, definitivamente, hacen una increíble pareja.

En cuanto las puertas del ascensor se abren las bolsas que llevo en las manos se resbalan de mis dedos cayendo de inmediato al suelo. Cintas amarillas se encuentran rodeando el pasillo que conduce a la habitación donde se supone que está Natalia, un grupo de policías se encuentran haciendo fotos y anotando algo en unas libretas, Carmen se encuentra sentada en una silla y David está hablando con uno de los policías. En el rostro de Carmen se ve claramente que ha pasado algo, ¡Joder! La preocupación se le nota desde lejos.

No me he dado cuenta cuando he empezado a correr hasta la habitación donde está Natalia, no escucho nada, sólo escucho los latidos acelerados de mi corazón, la sangre bombeando con rapidez, siento todo en cámara lenta, no llego a cruzar la puerta cuando unos policías me bloquean la entrada.

—¡Quitense!— les grito.

—No puede pasar— dice uno de ellos mirándome con su cara de que quiere intimidarme.

Formo dos puños con mis manos, siento como la sangre sube poco a poco por mi cara.

—Mi novia está allá dentro, necesito verla.

—Daniel— Carmen intenta agarrarme del brazo pero rápidamente me deshago de su agarre.

—No hay nadie adentro— vuelve a decir el mismo policía.

¿El otro no habla o que? Este ha de ser una especie de jefe y el otro el títere.

En un abrir y cerrar de ojos me abalanzo sobre el orangután y golpeo con uno de mis puños su pómulo derecho, vuelvo a tirar mi puño y esta vez doy contra su nariz. Rápidamente me sujetan por detrás dos policías más, el herido me mira con furia en sus ojos.

—Llevenlo a la comisaría.

Intento deshacerme del agarre de estos animales pero me resulta imposible.

—No hay porque reaccionar de esta forma, sueltenlo— habla Bryan— Cualquiera en su lugar habría reaccionado de esa forma o incluso peor, se trata de su novia, tengan un poco más de consideración.

—Me ha golpeado— habla el
imbécil— Eso no está permitido y no siga hablando si no quiere irse con él a una celda.

—Me da igual— Bryan se encoge de hombros— ¿Qué tengo que hacer para irme con mi amigo? ¿Golpearlo también?

Y así terminamos en una puta comisaría; si, el imbécil del policía si logró lo que quería a fin de cuentas. Por lo menos a Bryan y a mi nos han puesto a compartir celda y por suerte, sólo estamos él y yo.

Lo que más me tiene molesto es que no me dijeron nada de Natalia, David no me dijo nada, Carmen mucho menos, bueno, no es como si el policía los dejó hablar mucho, porque literalmente nos sacaron del hospital a empujones, como si se tratase de dos prófugos de la justicia a los cuales ya por fin pudieron agarrar después de haber pasado tanto tiempo en búsqueda.

Le agradecía a Dios que Bryan no ha abierto la boca para hacer ningún tipo de comentario, porque eso es lo que menos necesito justo ahora. Más bien necesito paz conmigo mismo para arreglar y buscarles respuestas a unas cuantas preguntas que no dejaban de vagar por mi cabeza. Sé que Bryan está igual que yo, echo una incógnita pura. Oh vamos, no sabemos de nuestras novias, eso me tiene a mi mal, estoy loco por cavar un tuner tipo el Chapo y escaparme de aquí.

Me pongo en modo alerta cuando un guardia se acerca a nuestra celda y la abre.

—Pueden salir, han pagado su fianza.

Al escuchar esas palabras vuelvo a respirar con tranquilidad. Salimos con rapidez, fuera nos están esperando mi padre y Santiago. Sé que cosas como estas ponen a Bryan nostálgico aunque nunca lo diga en voz alta, no poder estar con sus padres en situaciones como estas, ni en situaciones de ningún tipo.

—Pensé que habías echo a un lado la
agresividad— es lo primero que me dice mi padre al verme.

Me encojo de hombros de la manera más natural posible.

—Ellos se lo han buscado y lo único que necedito saber ahora mismo es donde se encuentra Natalia.

Santiago y David se miran entre sí. Esto no está bien, nada aquí está marchando bien.

—NECESITO UNA RESPUESTA
¡JODER!— grito sin poder contenerme más.

—Natalia no aparece— dice rápidamente David.

Siento como si me acaban de dar una bofetada o como si me hubiesen tirado un balde de agua fría.

—¿Y Fabiola?— pregunta Bryan con rapidez.

—Al parecer también se la han llevado.

—¿Cómo que se las han llevado? ¿Quien se las ha llevado?— pregunto al borde de un colapso.

—Daniel, está claro que esto es un secuestro— habla mi padre— Asesinaron a las dos enfermeras que estaban en su planta, había sangre en el suelo, incluso encontraron una pulsera de Fabiola, parece que estaba forcejeando con uno de los delincuentes.

Me paso las manos por el cabello, me siento frustrado. Esto no puede estar pasando, cuando pienso que al fin todo está tranquilo, pasa algo y lo arruina totalmente todo.

—Está embarazada— digo en un hilo de voz.

¡Oh por Dios, no! No puede ser que ahora quiera llorar como una niña, pero eso es justo lo que quiero, me siento mal, me siento... Asustado, mierda, no me gusta sentirme así ¿y si matan a Natalia o si intentan matar al bebé?

—Ya la están buscando, Daniel— suelta David de lo más normal.

Lo miro sin poder creérmelo.

—Es su hija ¿porque diablos está tan tranquilo? ¿Si sabe que la pueden matar?

David se acerca a mi y toca mi hombro.

—Créeme que estoy igual o incluso peor que tú, pero no resolveremos nada gritando, golpeando o maldiciendo.

Gruño.

—A la mierda, yo mismo las buscaré a ambas.

—No harás nada, Daniel. Ya todo está en manos de las autoridades, dejalos a ellos hacer lo suyo— me regaña mi padre.

—Tienen razón, Daniel. 

Ruedo los ojos cuando escucho a Bryan apoyarlos, se supone que debe de estar de mi lado, son nuestras novias las que están en peligro de vida o muerte, está en manos de nosotros encontrarlas. Las autoridades solo buscan las primeras horas y ya está, dejan el caso así y se mantienen dando falsas esperanzas.
No voy a esperar a que a Natalia ni a Fabiola les pase algo.

Salgo de la comisaría dando grandes zancadas, escucho los pasos de los hombres que he dejado atrás seguirme.

—¿Qué pretendes hacer?— pregunta Bryan colocándose a mi lado.

—Buscar la única persona que me viene a la mente en estos momentos.

—¿Quien?— pregunta confuso.

—Stephan.

—¿El padre de Nicole?

Asiento.

—Pero primero pasaré al hospital por mi auto, vámonos con mi padre.

Subimos a la camioneta de mi padre, mientras que David se va en su vehículo. Ya en el hospital cuando estoy apunto de abordar mi auto mi padre se interpone en mi camino.

—No vayas a cometer una
estupidez— me mira a los ojos tratando de intimidarme.

—Ya soy un hombre, papá, asumo las consecuencia de mis actos.

Me subí al auto sin mirarlo, no me gusta que me mire de esa manera tan acusadora, como si estuviese a punto de hacer la peor cosa del mundo. Cuando estoy a punto de arrancar Bryan sube al asiento del copiloto.

Río incrédulo

—¿No los estabas apoyando a ellos hace un rato?

Rueda los ojos y enciende la radio, colocando una canción de Rock. Paso de él y piso el acelerador. Sólo le pido a Dios encontrarme con Stephan, el padre de Nicole, creo que tiene muchas cosas que contarme.

Bajo la velocidad cuando me doy cuenta que voy a más de 180, no es un sitio adecuado para correr mucho, pueden ponerme una multa de lo más fácil. Escucho a Bryan tararear la canción que suena, ese es su método de relajarse cuando se siente preocupado o nervioso. Él y Fabiola viven más bien que mal la mayor parte del tiempo, pero se aman como cosa loca, sé que no pueden vivir uno sin el otro, algo así como Natalia y yo.

¡Oh Natalia! ¿Dónde estarás? Si tan solo recibiera una puta señal, algo que me dijera donde encontrarla.

                               ▪▪▪

                         Natalia

Intento quitar las esposas de mis manos una vez mas, pero es imposible, también intento gritar, pero la mordaza que tengo en la boca me lo impide. Llevo casi veinte y cuatro horas en este sitio, lo sé gracias a la ventana que está en el techo de la habitación donde me encuentro. El sol esta mañana fue directo a mi cara al instante de amanecer. ¿A quien se le ocurre poner una ventana en el techo?

Estoy atada a la cama, dos pares de esposas cubren cada una de mis manos, las esposas van de mi mano al espaldar de la cama, una posición bastante incómoda. No me han venido a traer nada de comer, ni mucho menos nada de tomar, tengo la garganta bastante seca, a tal punto que me duele. 

Lágrimas brotan de mis ojos. Temo por la vida de mi hijo, este hombre es capaz de todo, sé que intentará acabar con mi bebé y tengo mucho miedo.

Fabiola.

¿Dónde estará?

Dirijo mis ojos a la puerta cuando escucho que intentan abrirla, esta se abre de golpe. Una mujer bastante mayor entra por esta, sosteniendo una bandeja con comida, la coloca en una silla de madera que hay justo al lado de la cama y luego se acerca a mi, quita la mordaza de mi boca, al instante de ella hacer eso suelto una bocanada de aire enorme.

—Tiene que ayudarme— le digo rápidamente.

Me ignora y se vuelve a buscar la comida. Ahora se sienta en el borde de la cama.

—Por favor— suplico— le juro que le daré lo que sea que me pida. Pero ayúdeme.

Toma una cucharada de lo que parece ser avena y lo dirige a mi boca. ¿Se supone que soy una puta cría que no puede sostener una cuchara con sus propias manos? Sello mis labios para que no entre nada a mi boca, seguro este es el medio que utilizarán para sacarme a mi bebé.

—Abre la boca— gruñe.

Niego con la cabeza.

—No me obligues a meterte la cuchara a la fuerza.

Esta mujer da miedo, incluso se parece a troncha toro, cuerpo esbelto, cabello recogido en un moño alto. La única diferencia es que troncha toro acostumbraba a llevar esos horripilantes pantalones cortos y esta señora lleva un horripilante vestido verde con girasoles estampados.

—Ayudeme— vuelvo a suplicar para ver si tiene corazón y se le ablanda.

Aprovecha que abro la boca para meterme la cuchara hasta el fondo, lastimando mis encías. La miro con mala cara. Escupo lo que me dio, ensuciando su estúpido vestido. Me mira bastante enojada, tanto que casi bota humo por las orejas. Me toma fuerte del pelo, suelto una mueca de dolor.

—Lo mejor es que comas perra asquerosa, el patrón me dio órdenes de que te de la comida por las buenas o por las malas y créeme que soy experta en irme por el lado malo.

Lágrimas resbalan por mis mejillas. Ella es mala como ese hombre. Tiene que haber algo que le pueda decir para que me ayude.

—Estoy embarazada— digo desesperadamente— Usted es mujer igual que yo, y no le gustaría que le pasara algo a sus hijos. Hagalo por la criatura que tengo en mi vientre. Por favor.

Esta vez me mira sorprendida, baja lentamente la mirada a mi vientre, luego vuelve a mirarme lentamente a mi. Se levanta con cuidado de la cama, vuelve a colocar la bandeja donde estaba antes y camina de regreso a mi.

Bien, creo que lo he logrado, troncha toro no es tan dura como aparenta.

Casi estoy a punto de agradecerle, pero se ríe, si, se ríe, dejándome súper confusa. Trago en seco. Me da una cachetada.

¿Que? ¿No se supone que me iba a ayudar?

Suelto un sollozo cuando me agarra tan fuerte del pelo que casi me levanta de la cama.

—No seas estúpida, niña. ¿Crees que no sé de tu estado de gestación? Yo soy la que te practicaré el aborto cuando el señor de la orden.

Dios, no. Me rehuso a que pase esto, debe haber una forma de salir de aquí. Sollozo sin control, dejándome arrastrar por el miedo que siento en estos momentos. Esto no me puede estar pasando.

—Si no quieres comer está bien, esto solo facilita las cosas, tu bebé morirá por si sólo.

Vuelve a colocarme la mordaza en la boca y se va junto con su bandeja de comida.

¿Porque todo lo malo me sucede? Todo estaba bien hace un rato y ahora me encuentro en la situación más horrorosa de mi vida, un secuestro. Si alguien me hubiese contado esto unos días atrás me hubiese reído en su cara, nunca pensé que esto me pasaría a mi. Nadie se merece pasar por esto y mucho menos yo que todo en mi vida ha sido sufrimiento desde que nací.

Lamento decirlo, pero quiero morirme, si. Ya quiero salir de toda esta mierda, está claro que mi destino es sufrir y no lo quiero.

                                          Daniel

La empleada de la casa de Nicole nos recibe, es extraño que no está la empleada que siempre solía estar, Abigail. Esa mujer siempre tenía mala cara, nunca me cayó bien. Cuando venía a casa de Nicole a visitarla siempre intentaba hacerle chistes a esa mujer Y no se reía, primera persona que no se reía, era una piedra. Me alegro de que la hayan reemplazado.

Suena cruel, pero me salió del corazón.

—Buenas noches— nos recibe la empleada.

Es super joven por cierto.

—¿Está Stephan?

La joven asiente con nerviosismo ¿por que se pone nerviosa cuando lo menciono?

—¿Quién lo busca?

—José— digo el primer nombre que se me viene a la mente.

Obviamente no voy a decir mi nombre porque está claro que no me querrá ver, no soy tan estúpido.

La agradezco mucho a mis maestras de Literatura y lenguas que siempre ponen como ejemplo a José y a María.

—Esperen aquí.

La empleada se va y la sigo con mucho cuidado de que no se de cuenta que voy detrás de ella, Bryan rueda los ojos, pero al final de cuentas me imita. La empleada entra por la puerta corrediza que dirige a la piscina, Bryan y yo nos quedamos del lado de adentro, pero asomamos la cabeza, puedo ver perfectamente como se encuentran cenando Nicole y sus padres a la orilla de la piscina. Voy hasta allá con pasos firmes, la empleada se da la vuelta lista para de seguro traerme el recado al salón, sus ojos se abren como platos cuando nos ve.

—Les dije que me esperaran fuera— casi grita histérica.

Los mencionados antes que están cenando levantan su mirada, Nicole me mira de una manera muy extraña. Ignoro a todos y me dirijo a mi objetivo, él ve mis malas intenciones y se levanta de su sitio.

—Cuanto tiempo muchacho— me sonríe— ¿Quieren acompañarnos a la mesa?

¿En serio ha dicho semejante estupidez? Tengo que reunir la poca paciencia que me queda para no tumbarle los dientes de un puñetazo, no puedo ir a la cárcel dos veces en un día.

—¿Quiere hablar delante de su familia o prefiere hacerlo privado?— voy al grano. 

Su semblante ahora cambia a otro muy distinto al anterior. Su esposa se muestra confundida.

—Creo que no tenemos nada de que hablar— dice, ahora borde.

—Bien, lo haremos aquí entonces— sonrío y hablo lo más calmado posible— ¿dónde tiene a Natalia y a su amiga?

Se ríe, si, eso hace; reirse en mi cara, como que le he contado un puto chiste. Por el contrario, su hija y su mujer miran toda la situación fuera de si. 

—¿A que se refiere?— pregunta su mujer poniéndose de pie.

—Está loco. Llama a la policía,
Samira— se dirige a su empleada.

—En seguida, señor— dice esta y se va como una bala.

Doy un paso adelante, quedando a pocos centímetros de su rostro. 

—Si me llego a enterar que usted tiene algo que ver con todo esto lo mato.

—No tienes ningún derecho de venir a amenazar a mi padre a nuestra casa.

Nicole se interpone entre ambos, empujandome a mi a un lado.

—Seguro la zorra de tu novia se fue con otro y tú aquí buscándola.

Si ella hubiese sido un hombre hace rato estuviera en el suelo sangrando por mencionar la palabra "zorra" y más que la utilizó para referirse a Natalia. 

—Además ¿qué tiene que ver mi padre en esto? Él ni la conoce.

Me encojo de hombros.

—Pregúntale porque fue a buscarla en su mercedes el otro día fuera de la Universidad.

Nicole enfrenta a su padre y su madre se cubre la boca con las manos.

—Vámonos Bryan— me giro hacia Nicole antes de marcharme— le vuelves a decir zorra a Natalia y no la cuentas.

Salimos de ahí justo antes de que la policía llegue, cuando voy saliendo cruzo mirada con un moreno que se encuentra parado delante del Mercedes, me mira con mala cara, enarco las cejas. Este debe ser el moreno que Natalia vio con Stephan, estará en mi lista.

Dejo a Bryan en su casa y voy directo hacia donde la única persona que me ha visto caer, la única persona que me ha visto derrumbarme y sacar lo peor o mejor de mí, la única que me ha susurrado palabras de aliento cuando no puedo más. Mi madre.

Entro deprisa a la casa, voy justo a donde sé que debe estar, la cocina. Entro y la veo con lentillas puestas, sentada en uno de los taburetes y con una revista de cocina en sus manos. Alza la vista cuando me siente llegar. No le doy tiempo a razonar y corro hasta ella para abrazarla.

—¿Qué ha pasado, cariño?— susurra acariciandome el cabello.

Libero unas cuantas lágrimas, bien, ahora me veo como un puto marica. Pero no me importa, tengo que liberar esta carga que siento, este maldito nudo que tengo en la garganta me terminará matando.

—Natalia está desaparecida.

—¿Que?

Me aleja de ella automáticamente y se pone de pie. Me mira alarmada.

—¿Por que no me hubiesen dicho nada?

—Pensé que papá te lo dijo.

Niega rotundamente con la cabeza, me mira con notable preocupación, vuelve a estrecharme en sus brazos. Sabe a la perfección que es lo que más necesito en estos momentos, es lo único que me hace sentir un poco mejor. 

—Estoy destruido, mierda mamá, me siento una puta basura.

—No digas eso, Daniel; nada de esto es tu culpa. Ya verás que ella aparecerá.

—Fabiola también ha desaparecido, se la han llevado a las dos ¿y si sabes que Natalia está embarazada? Le harán daño al bebé.

—¿Embarazada?

Mi madre vuelve a escucharse confundida, sin duda debe de acercarse más a nosotros. Asiento.

Me alejo con rapidez de ella cuando escucho mi teléfono vibrar. Es Bryan. Contesto en seguida.

-¿Qué pasa?.

-Ha aparecido Fabiola- se escucha su alegría en su voz, pero no es alegría completa.

Sé lo que se viene a continuación. Estoy preparado.

-¿Y Natalia?

Silencio. 

Silencio. 

Silencio.

Más silencio. 

-Lo lamento Daniel.

Mierda, no.

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