I forgive you ☾ larry [2ª tem...

By desnudes

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Has creado más miedos en mi de los que tenía y tú eres parte de ellos, Harry. Lo que más quería era no volver... More

aclaraciones
I forgive you
dos
tres
cuatro
cinco
seis
siete
ocho
nueve
diez
epílogo

uno

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By desnudes

Cómo lo prometió, Harry estuvo ahí en poco tiempo, se encontraba ya bajando del taxi que habían pedido y estaba frente a su casa.

Eran alrededor de las 18 horas, cuando había llegado a Doncaster, tenía sus maletas en mano con ayuda de su novio que también había ido con él.

Harry se apresuró a abrir la puerta con la llave que aún conservaba y sintió todo el peso de la realidad en unos segundos, había vuelto a Doncaster.

El silencio de la casa fue invadido por unos resonantes pasos que se acercaban cada vez más, su padre apareció por la puerta de la cocina y miró a Harry con sorpresa y viceversa.

Su padre llevaba puesto un traje negro, entonces el ojiverde sentía como su cabeza iba a estallar en ese momento.

—Papá —susurró—. Y ese traje... mamá... —hablaba con lentitud.

Su padre se miró así mismo y sonrió—. No, no, hijo, tranquilo, tu madre...

Y las palabras del hombre mayor fueron interrumpidos por la presencia de la madre de Harry quién llevaba un vestido muy elegante y la mujer parecía todo, menos enferma.

—Mamá —dijo Harry aún sorprendido y aturdido—. ¿Qué está pasando?

—Cariño —habló la madre acercándose a Harry para darle un abrazo de bienvenida y el padre los acompañó—. No te enojes con tu padre, fui la de la idea, han pasado cinco años sin verte, necesitabas que regresaras aunque sea con una mentira —hizo una mueca al final.

El ojiverde suspiró cansado pero rió después.

—¿Quién es este jovencito tan lindo? —canturreó la mujer con una sonrisa acercándose al chico que había permanecido detrás de Harry observando la escena.

—Oh —dijo Harry girando—. Él es mi novio, Jamie, está aprendiendo el español —el ojiverde tenía una amplia sonrisa.

El chico anterior nombrado estiró su mano para saludarlo—. Hola, yo soy Jamie —habló con dificultad y el acento canadiense marcado.

—Es un gusto conocerte, dulzura —dijo la mujer—. Las pocas veces que hablamos con Harry nos contó de ti —sonrió.

—Bienvenido —habló el papá de Harry acomodando su corbata.

—¿Por qué las trajes? —volvió a hablar Jamie viendo a ambos adultos mayores.

Harry rió y le dió un beso en la mejilla—. Los.

El chico también se rió por el error y se encogió de hombros.

—Vamos a una boda —habló la madre nerviosa—. Iré por mi saco.

—¿De quién? —preguntó ahora Harry mirando dubitativo a su padre.

—De un amigo cercano —no le tomó importancia.

—Claro, pero de quién, tal vez lo conozco y le puedo dar mis felicitaciones.

El padre se quedó en silencio acomodando su traje más de la cuenta mirándose en el espejo de la entrada.

—¿En serio parece que voy a un funeral? —siseó el hombre.

—Papá.

—La boda es de Louis —contestó la madre apareciendo nuevamente en la entrada de la casa.

Harry se quedó en silencio viendo a su madre y pensando en lo que había dicho.

—¿Estás bie-en? —preguntó su novio con dificultad—. ¿Quién es Louis?

Los padres se miraron, ambos incómodos—. Sí, esto... es un antiguo amigo de hace años —rió.

—Oh, great —sonrió el chico rubio mirando a los demás los cuales no se veían felices. [Oh, genial]

—Sí —rió sin ánimos el mayor.

—Bueno, hijo, nosotros tenemos que irnos, la boda empieza en hora y media y el lugar es algo lejos —dijo el padre tomando las llaves que su auto.

—¿Estarás bien? —preguntó su madre en un susurró tomando el rostro Harry entre sus manos.

—Sí, claro que sí, mamá —sonrió—. Diviértanse.

Luego de que ellos se fueran Harry estaba descolocado y algo ido, sin prestar mucha atención a su alrededor.

Cuando pensó en regresar el no había imaginado que no bien estar pisando el país el recuerdo de Louis saldría a flote.

—Saldré a tomar un poco el aire —dijo Harry viendo a su novio quién llevaba una de las maletas—. Pon tus valijas en mi habitación en la del segundo piso, al fondo a la derecha —sonrió—. Siéntete como en casa.

—Thank you, baby, do you want me to go with you? —preguntó Jamie acercándose al mayor para darle un beso. [Gracias, cariño, ¿quieres que te acompañe?]

—Solo veré si algo cambió por la calle —le recibió el beso—. Más tarde o mañana salimos y te mostraré Doncaster completo.

—Ok, baby, take care —este desapareció por la escalera y Harry suspiró fuerte dejando de sonreír. [Ok, bebé, cuídate]

El mayor se colocó nuevamente su chaqueta, y salió de casa a paso lento.

Todo parecía estar igual que hace cinco años, exceptuando algunas casas pintadas o un que otro árbol ya adulto.

La calle parecía estar solitaria, recordaba que algunas calles más allá vivía Louis, y que de seguro había invitado a los vecinos a su boda.

Su boda, aquella boda que debieron tener ambos. A pesar de su ida de Doncaster pasaron dos años aún pensando en él, en Louis y en cuanto lo había lastimado, no pudo olvidarlo ni cuando conoció a Jamie, pero el chico fue tan paciente y comprensivo, hace apenas un año y medio habían comenzado a estar juntos.

Caminaba sin rumbo alguno, aún recordaba a la perfección cada calle, era imposible perderse, hasta que se topó con algo nuevo, parecía ser un pequeño super, no recordaba aquella tienda, debía ser nueva.

Se adentró a esta y se escuchó la campana que indicaba que un nuevo cliente había ingresado.

—Bienvenido —dijo una chica que se encontraba en la puerta vistiendo un uniforme.

—Hola —susurró Harry caminando hacia las estanterías, viendo cada producto, no habían muchas personas.

Se detuvo en la zona de condimentos, no estaba muy lejos de la puerta ya que el lugar era pequeño.

—Podría cocinar la cena para Jamie —pensó en voz alta viendo algunas especias y tomando una bolsa pequeña de orégano—. O podría pedir pizza.

Se volvió a escuchar la campanilla que indicaba el ingreso de una persona—. Louis, que lindo estás —se escuchó la voz de la chica que lo saludó hace unos minutos.

Harry se tensó y sin querer soltó la bolsita que tenía en sus manos, sentía sus piernas de gelatina y sus nervios estaban a flote, trató de ver a través de las estanterías si era ese Louis el cual había mencionado.

—Necesito baterías, ya sabes cuáles... —habló sin mucho ánimo pero Harry pudo reconocer aquella voz que le había gritado hace cinco años atrás.

Su pecho le dolía al oír cada palabra, su voz, era Louis tan solo que no lograba verlo y Harry no sabía cómo iba a reaccionar si veía al ojiazul, con un traje.

—¿De nuevo? —preguntó la chica—. Hace poco que compraste unas.

—Lo sé, pero necesito más —hablaba con la voz decaída sin muchas ganas de seguir ahí.

Harry no se movía de dónde estaba, esperaría a que se fuera, para así poder irse.

—Hemos remodelado, así que creo que están en la fila seis —contestó la chica y después de ello la mujer siguió hablando pero ahora parecía que con el hombre de la caja.

—Gracias —se escuchó más cerca que antes la voz del ojiazul y el corazón de Harry saltó de su pecho muy nervioso, los pasos eran más cerca cada vez y cuando pudo escuchar la última pisada, Louis estaba frente a él.

Los dos se miraron fijamente sin decir nada, el pulso de Harry estaba a mil viendo al menor con un traje negro, bien peinado y tan pequeño como lo recordaba.

—Harry —fue Louis quién habló primero con apenas un poco de respiración y un hilo de voz, sentía como su nariz comenzaba a arder y sus ojos querían traicionarlo con lágrimas.

Ninguno de los dos sabía que decir, tampoco sabían cómo reaccionar, ni como comportarse frente al otro.

El ojiverde contenía la respiración hasta que no pudo aguantar más y soltó el aire que inflaba su pecho—. Felicidades por tu boda, sé que te vas a casar —dijo con una mueca más que una sonrisa—. Te deseo lo mejor.

Louis sonrió a penas un segundo y su rostro volvió a sorpresa.

—Sí —habló por fin el menor—. Bien... claro, fue bueno verte... —hablaba entrecortado mientras daba unos pasos para irse—. Nos vemos luego... o no —pero lo último no lo escuchó Harry.

Louis siguió caminando hasta llegar a las estanterías de baterías retroauriculares, tomó uno de los paquetes pequeños y se quedó mirando el empaque de cartón.

Estaba completamente pasmado, no lograba reaccionar del todo, y es que le sorprendía ver a Harry, de nuevo, después de tantos años, Louis no lo esperaba, para nada, se esperaba cualquier cosa pero esto lo había sorprendido.

Escuchó la campanilla y se apresuró para ver y lo único que pudo divisar fue la espalda de Harry que desaparecía de su vista.

A paso lento se acercó a la caja para pagar aún teniendo la mirada en la puerta doble de vidrio, no sabe que esperaba que apareciera pero no podía dejar de pensar en Harry y que había regresado.

—Son siete euros con setenta y cuatro —habló el cajero con amabilidad el cual era su amigo.

—Claro —susurró sacando un billete de diez y dándole a la mano—. El cambio para ti —lo interrumpió antes de que abriera la caja.

Tomó el paquete de baterías y antes de salir le sonrió—. Suerte en tu boda, Louis —dijo la mujer de la puerta.

—Digo lo mismo —el cajero le guiño el ojo y levantó su pulgar.

—Gracias —les dijo a ambos y salió del super a paso rápido, miró de forma automática hacia el lado en que Harry se había ido, ya no estaba.

Se quedó unos segundos más con la mirada perdida en la calle hasta que inhaló profundo y soltó en seco para luego dirigirse a su casa.

Al abrir la puerta fue atacado por su madre quien tenía un peine en su mano.

—¿Dónde estabas?, se nos hará tarde —dijo mientras ambos caminaban hacia la habitación del menor.

—Mamá, para, estoy bien peinado —habló el ojiazul alejándose un poco—. Fui a comprar baterías, las necesito.

La madre vio el paquete en sus manos y suspiró dejando caer sus brazos a los lados—. No, cariño, no las necesitas, ya tienes muchas en ese cajón —contestó la mujer señalando el pequeño velador a un lado de la cama de este.

Louis caminó hasta el, se sentó en su cama y abrió el cajón viendo casi unos veinte paquetes de batería y algunas no estaban en su empaque, tiró dentro el que había comprado y lo cerró.

—Solo estoy nervioso —susurró el menor viendo sus manos.

La mujer mayor lo miró sabiendo que era en realidad, pero lo mejor era no mencionar lo que pasaba ahora.

Se acercó a la cama para abrazar a su hijo muy amoroso—. ¿Estás listo, bebé? —alentó la madre que aguantaba las ganas de llorar porque su hijo se casaría.

—Vamos —dijo riendo un poco y tomando la mano de su madre.

Harry demoró más del tiempo que pensó fuera de casa y cuando esté llegó ya las luces de los postes estaban encendidos y el cielo estaba a punto de oscurecer.

Cuando entró en casa el silencio era lo único que se percibía en el ambiente y también un poco de frío, pero a pesar de ello Harry dejó la chaqueta en el perchero.

—¿Jamie? —llamó mientras subía los escalones para ir a su habitación.

Abrió la puerta de esta y se encontró con la figura de su novio durmiendo y con las maletas ya vacías, el ojiverde se acercó hasta este y se agachó para darle un beso en la frente.

—Baby? —susurró Jamie con la voz somnolienta y con los ojos entreabiertos.

—Are you hungry? —preguntó Harry dándole otro beso ahora en la sien.

El chico en la cama asintió llevando una de sus manos a sus ojos por lo que había estado durmiendo.

—Pizza —habló con ánimo desapareciendo todo el sueño que tenía.

Después de ello Harry pidió una pizza familiar, llegó tarde pero Jamie le obligó a pagarle al repartidor.

Ahora estaban instalados en la sala viendo una película de terror mientras comían pizza y bebían soda dietética —esa era la que había en el frigorífico—.

Casi a mitad de película la puerta de casa se abrió, sus padres entraron dejando sus cosas en el perchero.

La madre de Harry entró con los tacones en una de sus manos y su padre tenía la corbata media suelta, entraron a la sala principal en la que estaban ambos chicos y se miraron mutuamente.

Harry detuvo la película al verlos.

—¿Por qué vinieron tan temprano? —preguntó su hijo con el semblante neutral.

Ambos esposos se miraron con incomodidad y luego su mirar regresó a Harry quien abrazaba a Jamie.

—Hijo... —inició la madre.

—No hubo boda —finalizó su padre.

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