Dos Veces tú (A MLB A.U. Stor...

By ivalemon_

86.9K 4K 1.4K

[A.U.] Al cumplir los veintiseis, la tímida Marinette , continuaba enamorada de Adrien Agreste, vivió con él... More

1: Prólogo: Atardeceres rojos
2: 26
3: No seremos nada más
4: El homenaje
5: El testamento
7: Vida por vida
8: La magia desconocida
9: Creando vida juntos
10: Te estoy queriendo
11: Te estoy amando tanto
12: Contrato permanente
13: La cruda realidad
14: Nunca aprendes.
Último capítulo: Del otro lado del arcoiris.
OTRAS HISTORIAS

6: Un contrato de 9 meses

5K 249 193
By ivalemon_

"Y en respuesta a lo que haz susurrado a mi oído, debo admitir que he fantaseado contigo"
Golden trunks, Arctic Monkeys
.
.
.

Aquello dejó a Marinette tan aturdida y confundida, que se quedó paralizada un buen rato antes de levantarse como un resorte y arrojar sobre la mesa aquellos papeles.

–¿Te has vuelto loco?

–Nada de eso –replicó él–. De hecho, creo que esta es una de
las decisiones más juiciosas que he tomado.

–Pues vete olvidando, porque eso no va a pasar –le espetó ella dirigiéndose a la puerta.

–¿Adónde crees que vas?

–¿Dónde crees tú? ¡Me voy!

–No, tú no te vas –replicó él en un tono quedo a la vez que  amenazador, plantándose delante de ella.

A Marinette se le erizó el vello pero no retrocedió.

–Ya lo creo que me voy.

Él se metió las manos en los bolsillos y la miró con los ojos
entornados.

–Puedes salir de esta habitación, pero no lo tendrás tan fácil para abandonar la casa.

–Espero que no estés sugiriendo que pretendes retenerme aquí…

–Eso depende solo de ti. Puedes irte, aunque tendrás que ingeniártelas para volver a la ciudad por tus medios, o podemos
terminar esta conversación.

Marinette, que tenía la alarmante sospecha de que había planeado todo aquello con meticulosa precisión, sacudió la cabeza, lo rodeó y llegó a la puerta.

–Ya me las arreglaré para que alguien me lleve –le espetó, y un
inmenso alivio la invadió cuando giró el pomo y vio que se abría la
puerta.

Ya se alejaba por el pasillo cuando Adrien dijo a sus espaldas, en un tono casi indiferente:

–Esa prisa que tienes por volver… ¿es por la cita que tienes en esa
clínica de reproducción asistida, o por tu madre?

Marinette se giró tan deprisa que casi perdió el equilibrio. No podía creerse que hubiese tenido la desfachatez de invadir de ese modo su vida privada.

–¿Qué?

Adrien, que estaba apoyado en el marco de la puerta con aire
indolente, permaneció callado con sus ojos verdes clavados en ella.

–¿No me oíste? Te pregunté…

–Te he oído, y sabes perfectamente qué he dicho –la cortó él–. Lo
que pasa es que preferiría no seguir esta conversación en el pasillo, donde puede oírnos cualquier miembro del servicio, sobre todo con lo alterada que estás.

Marinette se mordió la lengua para no aullar de rabia, y se contuvo para no ir hasta él, agarrarlo por las solapas de su caro traje y zarandearlo como a un monigote. Sacudió la cabeza, confundida.

–¿Con qué derecho te inmiscuyes en mi vida privada?

Adrien se irguió y sacó las manos de los bolsillos.

–Vuelve aquí dentro y hablemos como personas racionales.

Marinette, sin embargo, se quedó paralizada donde estaba.

–El boleto de avión, la reserva de hotel, el venir aquí para reunirnos con tus abogados… –murmuró–. Todo eso formaba parte de un
plan, ¿no?

–Así es –confirmó él sin el menor pudor–. Ah, y algo que olvidé mencionar: he hecho que traigan tus cosas del hotel aquí mientras estábamos en la catedral. Así que tenlo en cuenta por si aún quieres irte.

La amenaza velada en sus palabras era más que evidente: sus cosas, incluido su pasaporte y el billete de avión. Aunque intentara marcharse, no llegaría muy lejos.

–¡Dios! Eres…

–Estaría bien que pudiéramos hablar sin todo ese teatro.

Marinette no podía creer lo que estaba pasando. Volvió a entrar en la biblioteca lentamente. En un intento por detener el temblor de sus dedos, apretó el bolso con fuerza.

–Podría denunciarte a la policía.

–¿Por qué, por tener una simple conversación contigo? –inquirió él, burlón, enarcando una ceja.

–No le veo la gracia –lo increpó ella acaloradamente.

Las facciones de Adrien se endurecieron.

–Tampoco yo –le aseguró–. ¿Te has parado a pensar que, si me hubieras dicho lo del bebé, las cosas podrían haber sido muy
distintas?

En las primeras semanas, tan duras, después del diagnóstico,
había descubierto por las revistas que Adrien seguía con Lila.
¿Cómo iba a confiar en un hombre que se había acostado con ella
estando comprometido?, se había dicho. Y el saber que no podía
confiar en él, aunque fuera el padre del bebé, la había llevado a
decidir no decirle nada del embarazo.

–¿Distintas?, ¿en qué sentido? –le preguntó.

–Para empezar, si hubieras acudido a mí, económicamente estarías mejor que ahora.

Marinette frunció el ceño.

–¿De qué hablas?

–Louis te ayudó a pagar las facturas de la clínica, ¿no? ¿No te
paraste a pensar que, si hubieras seguido adelante con el embarazo, si me hubieras dicho que iba a ser padre, te habría dado todo el dinero que hubieras querido?

Ella se tambaleó, aturdida por sus palabras.

–¿Estás sugiriendo que decidí deshacerme del bebé porque no
tenía dinero?

–Hice que un detective privado investigara tus cuentas; sé que
estás en bancarrota.

Marinette estaba tan indignada que le costaba respirar.

–Lo que hiciste no tiene excusa posible –continuó Adren–. Te
deshiciste del bebé porque era un inconveniente para ti, y ni te
molestaste en decírmelo –la cortó él, con la mandíbula tan tensa
que parecía de piedra. Fue hasta su escritorio, tomó una carpeta y
volvió junto a ella–. Y luego está esto –le dijo mostrándole un
documento que sacó de la carpeta.
Ella reconoció de inmediato el
logotipo en la cabecera–. No acabo de entender por qué te deshiciste del bebé, y luego enviaste una solicitud para que te concedieran una inseminación artificial gratuita. ¿Por qué, Marinette? ¿Por qué razón has decidido que
quieres tener un hijo ahora?

Ella levantó la barbilla.

–No tengo por qué darte explicaciones. No somos nada que implique que deba hacerlo. Es mi vida.

Adrien la miró con una expresión inescrutable antes de volver a
guardar el documento y arrojar la carpeta sobre la mesa.

–Muy bien, pasemos a otro tema. Tu madre está ingresada por
ciertas complicaciones derivadas de un cáncer cervical en estadío
dos, ¿verdad?

Marinette sintió una punzada en el pecho.

–Sí –murmuró.

–Sé que este mes se le acaba la cobertura del seguro y que sus
médicos están a punto de tirar la toalla. Nada salvo un milagro te devolvería la esperanza –dijo Adrien.

No había malicia en su voz, pero tampoco calidez alguna, ni
compasión. Marinette se imaginaba lo que venía a continuación, y notó como la ira se apoderaba de ella.

–Así es. Deja que adivine: de pronto resulta que eres capaz de hacer posible un milagro.

–Digamos que tengo el dinero suficiente para impulsar ciertos
milagros. Pero estoy tratando de descubrir cuáles son tus objetivos: ese bebé que quieres tener, ¿sería tu manera de aliviar una futura pérdida? Antes no querías un hijo, pero ahora pareces desesperada por tener uno. ¿Es por eso, porque no querrías quedarte sola si tu madre muere? –inquirió con frialdad.

–No sé qué clase de monstruo crees que soy, pero lo que estás
sugiriendo es repugnante.

–¿Lo es? –inquirió él en un tono más suave, más vulnerable.

Marinette abrió mucho los ojos al comprender de pronto.

–¿Por eso quieres tú un hijo? ¿Para no sentirte solo?

La cara de Adrien se contrajo de dolor.

–Sí, quiero una familia –asintió.

–Y hurgando en el historial médico de mi madre, ¿qué crees que vas a conseguir, aparte de hacerme pensar que intentas  chantajearme?

–No es chantaje. Te estoy ofreciendo mi ayuda. Podemos llegar a un acuerdo y así tendrás una preocupación menos.

Ella rio con incredulidad.

–¿De verdad esperas que crea, después de la que has montado
para traerme aquí, que me ayudarías simplemente por hacer una buena obra?

Él se quedó callado, y cuando finalmente contestó había una
desolación palpable en su voz.

–Por alguna razón que desconozco, Louis te tenía en mucho aprecio
a tu madre y a ti. Y a pesar de que el dinero que te ha dejado en su
testamento podría ayudar a tu madre, estás dispuesta a rechazarlo solo por orgullo. Louis ya no está aquí para hacerte entrar en razón, pero yo sí.

Marinette sacudió la cabeza.

–Ese dinero era para ese bebé que no llegué a tener.

–No, era para ti. Pero al igual que a mi bebé lo has despreciado sin
pensar. ¿Crees que a Louis se le pasó el hecho de que ya no estabas
embarazada cuando decidió no revisar su testamento? Sabía que tu madre estaba enferma; ¿no se te ha ocurrido que podría ser su
manera de intentar ayudarte?

–No lo sé. No tengo ni idea de qué estaba pensando cuando…

–¡Puede que en esto precisamente! –la interrumpió él–. Tal vez creía, y con razón, que me debías unas cuantas respuestas –le espetó con los puños apretados.

Marinette, sin embargo, no dio marcha atrás.

–Dejando eso a un lado, no merezco ese dinero.

–¿Y tu madre?, ¿se merece que la abandones a su suerte?

–¡Yo no la he abandonado! He hecho todo lo que he podido por
ella…

–¿De verdad? ¿O has hecho el mínimo esfuerzo, y luego has
decidido tirar la toalla, como con nuestro bebé?

Sus palabras eran como latigazos.

–No tienes derecho a decirme eso…

–Ya lo creo que lo tengo. La decisión que tomaste no tiene vuelta atrás; solo puedes tratar de reparar el desagravio que me hiciste.

–¡Vaya, pues siento no habértelo dicho cuando descubrí que estaba
embarazada! ¿Es eso lo que quieres oír? ¿O quieres que me ponga también de rodillas y suplique tu perdón?

–Ya sabes lo que quiero.

Marinette arrojó su bolso a uno de los sofás.

–¿Cómo puedes proponerme algo así, cuando me miras con ese
odio? –le recriminó.

Él se volvió hacia la ventana y se quedó mirando fuera tanto rato
que Marinette pensó que no iba a responder. Cuando finalmente se
volvió, su mirasa se había endurecido aún más.

–No tienes por qué caerme bien para llevarte a la cama –le
contestó–. De hecho, la última vez que nos vimos era evidente que
no conectábamos en absoluto y aun así quedó demostrado que
había una fuerte química entre nosotros.

Su razonamiento estaba dejando patidifusa a la chica.

–¿De verdad crees que lo que pasó esa noche puede compararse con lo que me estás proponiendo? Pues lo siento por ti, pero te
equivocas si crees que puedes obligarme a algo así.

–No. Te quedarás aquí y dejaré que lo consultes con la almohada.
Mañana por la mañana me darás una respuesta, y espero que sea
un «sí».

–¿O qué? -lo retó.

–O nada. Y por nada quiero decir que los dos saldremos de esto
con las manos vacías. No vas a volver a Inglaterra a inseminarte
con el esperma de un donante anónimo. De hecho, he llamado para decirles que ibas a volver a intentarlo por la vía tradicional conmigo.

Marinette se sintió como si el suelo temblara bajo sus pies.

–No… ¡No hiciste eso!

–Me parece que subestimas hasta qué punto quiero esto –le contestó él–. ¿Tú no quieres que tu madre se cure?

–Eso… eso es chantaje…

–Creo que no eres la más indicada para lanzar acusaciones. Lo que
tú hiciste fue mucho peor.

Marinette, que lo que querría hacer sería agarrar un abrecartas y clavárselo en ese negro corazón que tenía, reprimió como pudo su
irritación y levantó las manos en un gesto conciliador.

–Adrien, escúchame, por favor –le pidió–: lo que hice… la decisión
que tomé… no tenía elección –se le quebró la voz y tuvo que tragar
saliva. Sacudió la cabeza y repitió–: No tenía elección…

El rubio palideció. Su rostro se contrajo de ira, y sus ojos refulgían como un volcán en erupción.

–Sí la tenías. Yo podría haberte ayudado. Pero fuiste demasiado
egoísta como para dejar que fuera parte de la ecuación. Tomaste
esa decisión sin contar conmigo.

–No haces más que echarme la culpa de todo sin escucharme–le espetó ella–. ¿Qué me dices de ti?

Adrien frunció el ceño.

–¿De mí?

–Sí, de ti. Me dijiste que ya no estabas comprometido, y unas
semanas después descubrí que era mentira.

Un músculo se contrajo en la mandíbula de Adrien.

–¿Y esa es la razón por la que llamaste a mi hermano, cuando
deberías haberme llamado a mí? ¿Por eso le cargaste a él con la
responsabilidad cuando debería haberme hecho cargo yo?

Marinette exhaló temblorosa.

–No le cargué con ninguna responsabilidad. Yo no lo llamé. Fue mi madre quien lo hizo.

Él se quedó muy quieto y frunció el entrecejo.

–¿Tu madre?

Ella asintió.

–Le habían dado el alta, pero aún estaba débil por la quimioterapia.
Sabía lo que estaba pasando y se sentía mal por no poder ayudarme. Le dije que no necesitaba ayuda pero ella… no me hizo caso. Pensaba que estaba fallándome. Sabía que Louis y yo
éramos muy buenos amigos, y dio por hecho que nuestra relación
había pasado a ser algo distinto. El caso es que creyó que él era el
padre y lo llamó. Parece ser que le echó un buen rapapolvo por
eludir sus responsabilidades, y Louis en vez de decirle que se
equivocaba, aguantó el sermón y al día siguiente se presentó en
mi casa.

–Déjame adivinar: ¿fue entonces cuando le hiciste prometer que no
me contaría nada? –la voz de Adrien era una mezcla de fuego y
hielo.

–Quería decírtelo yo. Creí que no te parecería bien que fuera él
quien lo hiciera. Y pensaba que tenía mucho tiempo. Pero luego las cosas… se complicaron.

Adrien suspiró con pesadez.

–Pues bien que encontraste tiempo para llamar una segunda vez a
Louis para que sostuviera tu mano cuando te hicieran el aborto…

Marinette se sentía aturdida por la cantidad de detalles que conocía. Sin embargo, estaba muy equivocado.

–Yo no le pedí que me acompañara, pero él se negó a aceptar un no por respuesta cuando se ofreció a hacerlo.

Él soltó una risa seca.

–Debió resultarte tan difícil ceder ante su insistencia… Igual de fácil
que te resultó encontrar excusas para no llamarme.

–¿Cómo te atreves…?

Adrien dio un golpe en el escritorio que le hizo dar un respingo.

–Digo lo que pienso porque he perdido a mi bebé y tú tienes la
culpa.

El dolor que le causaron esas palabras la sacudió de la cabeza a
los pies.

–Me das sermones desde tu pedestal, acusándome de no haber
hecho lo correcto, pero… ¿pensabas que después de que me
mintieras querría volver a saber nada de ti? ¿O vas a decirme que
era un doble tuyo el que aparecía con Lila en esas fotos que publicaron las revistas unas semanas después?

Adrien apretó la mandíbula.

–Lo que pasó entre tú y yo fue algo de una sola noche y, si mal no
recuerdo, era lo que tú querías; lo que los dos queríamos.

–¿Y Lila no tiene nada que decir de todo esto? –le preguntó.

–Hace meses que lo nuestro terminó –respondió él en un tono
tajante.

–¿Igual que la última vez que nos vimos?

–Te he dicho que lo nuestro terminó, y por tanto no pinta nada en esta conversación –dijo Adrien–. ¿Vas a dejar que tu orgullo y tu cabezonería se interpongan cuando tal vez podrías salvar la vida a
tu madre?

El corazón de Marinette se estremeció.

–Haría lo que fuera por mi madre, pero lo que me propones… No
puedo evitar verlo como una fría transacción.

–Una transacción con la que los dos ganamos.

–Pero lo médicos dicen que no pueden hacer nada más por ella…

–Pues se equivocan –dijo Adrien.

Tomó otra carpeta del escritorio y
se la llevó. Con las manos temblándole, Marinette la abrió y empezó a leer las hojas que contenía. Se mencionaban algunos de los mejores hospitales
universitarios y centros de investigación del mundo, y también había cartas de especialistas de renombre que habían contestado a las preguntas que él les había formulado. No le ofrecían garantías, pero media docena de médicos distintos apuntaban un porcentaje más alto de probabilidades de que su madre se curase.

–Todo lo que dice en este informe ha sido revisado y contrastado no
una, sino dos veces –le aseguró el rubio–. Lo único que hace falta
para darle a tu madre la ayuda que necesita es que tú digas que sí.

Continuará...

Continue Reading

You'll Also Like

4.7K 293 10
Marcos Ginocchio y Julieta Poggio son dos jóvenes que se conocen en el reality Gran Hermano y se enamoran, pero hay un problema: a Julieta la espera...
74.1K 6.5K 33
私を保存 ✨Él se sentía extraño ¿que persona es tan tonta como para gustar de alguien tan rápida y profundamente sin siquiera conocer algo más que su nomb...
1.9K 301 10
*** Ganadora del 3° lugar de la categoría de fantasía del 2° concurso de la Editorial Olimpo *** ***Ganadora del 2° lugar en la categoría historia co...
191K 23.8K 48
Por un caso que esta investigando la aurora Hermione Granger llega a la mansión Malfoy en busca de su ex compañero, llevándose la sorpresa de que el...