La desventaja de estar embarazado en una boy's night eran muy simple: en algún momento ellos comenzarían a beber y tú continuarías tomando jugo de fresa. Nunca me habían importado mucho las bebidas alchólicas, pero era verdad que llegaba a ser un poco incómodo ver que tus amigos se ponían rápidamente borrachos mientras tú continuabas tan sobrio como una persona podría estar.
Lo que incluso tenía sus ventajas, porque alguno de nosotros cuatro, independientemente de cualquier cosa, acabaría a veces teniendo el rol de sobrio, para estar seguro de que ninguno se ahogara en su propio vomito o la pasara mal sin tener algún tipo de auxilio.
Mi preocupación mayor era Jaehyun, que bebía tan poco como yo y estaba siguiendo el ritmo de Johnny y Ten, que eran bebedores desde hace tiempo y que estaban demorando el triple para tener los mismos efectos ebrios de mi mejor amigo. Johnny, incluso, con esa manía de tomar por lo menos una cerveza por día, permaneció sobrio la mayor parte de la noche, hablando y riendo, pero totalmente dueño de sus reflejos motores.
No voy a mentir y decir que no me divertí aun sin poder consumir nada alchólico, porque sería mentira. Me reí tanto como los otros, sentí como si me estuviera despidiendo con gran estilo de algo que en verdad nunca había tenido hasta ese momento: borracheras en mi apartamento. Aquello era algo que probablemente solo comenzaría a ocurrir en una vida normal cuando estuviese en la universidad, sin embargo cuando realmente estuviese en el medio de la graduación, tendría que volver corriendo para cuidar de un niño que tendría tres o cuatro años y que aún nos daría trabajo a mí y a Johnny.
El hecho es que solo cuando la noche era casi día nosotros realmente decidimos terminar la fiesta... O por lo menos yo y Johnny, ya que Jaehyun y Ten estaban demasiado animados hablando para siquiera pensar y detenerse. Ellos se encerraron en la oficina para no hacer demasiado ruido y continuaron hasta quien sabe cuándo, hablando en voz alta y riendo como tontos, al menos hasta el punto en que había escuchado antes de quedarme dormido.
Sueño que no duro mucho, porque no más de dos horas pasaron antes de que mi vejiga me recordara uno de los motivos de lo que más odiaba en esto de tener un niño en mi cuerpo: necesitaba ir al baño todo el tiempo. Principalmente cuando pasas la mitad de la noche bebiendo jugo.
No tarde más de dos minutos para poder hacer lo que necesitaba, pero decidí pasar por la oficina para ver si esos dos necesitaban de algo o si ya se habían ido a dormir. La luz estaba apagada por lo que veía a través de la rendija de la puerta, entonces decidí entreabrir solo para estar seguro de que ninguno estaba tirado en su propio vomito.
Una pequeño halo de luz aclaró la casi oscuridad en la que ellos estaban, haciendo que casi pariera allí mismo, en el pasillo, cuando me di cuenta de que Ten estaba... Literalmente montado encima de Jaehyun. Realmente montado, con derecho a unos gemidos bajos y ebrios y probablemente en un sexo sin condón del cual uno de los dos se arrepentiría al día siguiente.
Por suerte ninguno de ellos me vio, porque yo no estaba en condiciones de discutir con nadie lo que acababa de presenciar. Me tambalee, con sorpresa, de vuelta hasta el cuarto, honestamente no quería saber qué diablos le había dado en la cabeza a mi amigo hetero para estar teniendo sexo con un chico que él acababa de conocer, mucho menos pensar en las consecuencias que el acto traería al día siguiente.
Fuese lo que fuese... Estaba lejos de ser el chico que debería estar preocupado por eso ahora.
E iba a hacer de cuenta que no había visto nada hasta que Jaehyun decidiera venir a contarme.
Si un día me lo fuese a contar.
• •
El día siguiente fue muy... Extraño.
Jaehyun fue el primero en despertar - horas después de que yo y Johnny lo hiciéramos - y prácticamente huyó del apartamento, diciendo que necesitaba hablar conmigo más tarde, como si acabara de cometer un crimen, haciendo que el tatuador a mi lado en el sofá arqueara una ceja, como si quisiese descubrir lo que yo sabía y a pesar de que mi cara de póquer muy convincente, decidí permanecer en silencio, porque no era un secreto mío para que lo contara.
Menos de cuarenta minutos después, quien salió del cuarto fue Ten. Él estaba mucho más integro que Jaehyun y parecía no tener prisa alguna por irse, almorzó con nosotros, hablamos sobre banalidades y hasta aceptó acompañarnos hasta una heladería que estaba en la esquina antes de tomar su propio camino. Lo único que noté en él fue una especie de decepción. Ten fruncía el ceño siempre que parecía perderse un poco en sus pensamiento o mordía la punta de su pulgar de forma extraña, como si estuviese ansioso, lo que mostraba claramente lo que iba a ocurrir de allí en adelante: un probable gato y ratón, en el cual Ten probablemente querría repetir algo - y ninguno lo juzgaría, principalmente después de todo el engaño de yuta - y Jaehyun huiría de él como diablo que huye de la cruz, porque no sabía lidiar con eso. La diferencia de edad y madurez contaba mucho en esos momentos.
De cualquier manera, el día terminó sin que pudiese hablar con ninguno de los dos sobre lo que había ocurrido.
Lo que no me llego a molestar, porque tenía una maleta de hospital para preparar, mientras intentaba no enloquecer de la ansiedad acerca de todo eso de ser madre primeriza.
Y a pesar de que Jaehyun dijo que necesitaba hablar conmigo después, el asunto murió completamente hasta el día de mi internación.
• •
Seguí todas las recomendaciones del hospital sobre todo ese asunto de mantener 12 horas de ayuno, intentar tener una buena noche de sueño, no tomar ningún medicamento e intentar no tener picos de nerviosismo. Mi cesárea estaba programada para las 11:00, pero me internaría después de las 7:00.
Fui allí solo con Johnny, que se quedó todo el tiempo mirándome como si fuera a enloquecer en cualquier momento. Él siempre encontraba una manera de tocarme o sacar algún asunto cuando me quedaba demasiado tranquilo. Eran cosas pequeñas, que normalmente no notaba, pero que aquel día valieron el mundo para mí. Era su forma de demostrarme que estaba cuidando de mí, como siempre lo hizo; no siempre de manera obvia, no siempre de la forma que yo quería, pero definitivamente palpable, infinitamente presente, silencioso y discreto.
Johnny era así, él no gritaría que me amaba a los cuatro vientos, pero demostraba cuanto me amaba, para cualquiera que quisiese prestar la suficiente atención para notarlo.
Mi madre y mi hermana llegaron juntas, menos de una hora después de que nos dieran la entrada al cuarto del hospital. A causa del plan que Johnny había pagado, teníamos derecho a un habitación particular, que no era nada más que un lecho con dos camas - una para mí y otra para un acompañante -, una cuna de acrílico y un baño, que no estaba obligado a compartir con nadie. Costaba una pequeña fortuna ese hospital, pero también significaba privacidad y visitas a cualquier momento del día, ya que pasaría unos tres días internado después de dar a luz. Sin contar que Johnny no parecía ni un poco preocupado con gastar todo ese dinero.
Él y mi hermana se quedaron intercambiando púas todo el tiempo, mientras mi madre se limitaba a hablar conmigo para mantenerme tranquilo.
Jaehyun y Ten llegaron casi al mismo tiempo, cerca de las 10:00, entrando en una situación terriblemente incómoda, en la cual Jaehyun desviaba la mirada de Ten a toda costa y Ten se quedaba buscando por él, me causaban el impulso nervioso de empujarlos al corredor y mandarlos a hablar como dos adultos de una vez. Cosa que no hice, porque soy muy educado.
Por fin, ya estaba recibiendo los primeros medicamentos, antes de ser llevado a la sala de operaciones, cuando mi padre apareció.
Fue muy extraño verlo después de tanto tiempo, sin embargo sería una mentira descarada decir que no estaba feliz por su presencia. De verdad, significaba el mundo que mis padres estuvieran allí ese día. Que mi familia entera estuviese, de hecho y sí, estoy contando a Jaehyun y Ten como familia; ellos serían los padrinos, ¿no?
Mi padre, de hecho, no dijo mucho, pero el abrazo que me dio valió por todas las palabras no dichas. Era una mezcla de arrepentimientos, disculpas y un cariño desbordante que solo un padre podría ofrecer en un momento como ese. Fue su forma de decirme que no lo había perdido. Que él continuaba exactamente donde necesitaba estar.
Recibí un abrazo de cada uno de ellos antes de irme, pero el único que me acompaño de verdad hasta la sala de cirugías fue Johnny, caminaba al lado de la silla de ruedas que me llevaría a la sala de operaciones. Un acompañante por cesárea era la regla del hospital.
-Vas a estar bien, ¿eh?- Él habló, cuando ya estábamos dentro, con el equipo médico realizando los preparativos finales.
-Claro que si... Apuesto a que duele menos que hacerse un tatuaje.- Respondí, por más que mi corazón estuviese tan acelerado que sintiese que iba a tener un ataque allí mismo.
-Si me prometes no besar al médico después de que nazca, por mi está todo bien.- Él me guiño un ojo, ayudándome a sentarme en la mesa de cirugía.
-No te garantizo nada.- Respondí por mera provocación, necesitando disipar un poco la tensión.
Johnny me abrazo, dejando que apoyara la cabeza en su hombro mientras recibía la epidural y, mierda, esa aguja dolía mucho, sin contar que tenía un efecto casi instantáneo, porque ni bien fue aplicada ya no sentía mis piernas, ni nada desde la cintura hacia abajo. No lo voy a negar, era una situación muy extraña.
Que infelizmente no mejoro en nada, porque poco después de eso, todo fue muy confuso. En parte debido a la anestesia - que también me dejo un poco mareado -, parte porque comenzaron todos los procesos quirúrgicos de los cuales no entendía nada. Solo sé que después de estar debidamente posicionado, con un toldo frente a mi rostro - para que no pudiera ver la cirugía en si - las cosas ocurrieron muy rápido: sentí cierta incomodidad, una presión u otra, personas hablando de forma atropellada sobre términos que no entendía, al mismo tiempo que Johnny se quedaba a mi lado - con mascara y la bata descartable -, sujetando mi mano y alternando miradas entre lo que los médicos estaban haciendo y en sostener mi mirada de pánico.
No estoy seguro de si pasaron diez minutos o diez horas en aquel esquema de -puja, tira, escucha voces y no entiende nada-, sin embargo eventualmente pude ver el exacto momento en que el mi obstetra le extendió una tijera a Johnny, preguntándole si él quería cortar el cordón umbilical. Lo que quería decir que había... Había nacido.
Johnny acepto y por primera vez desde que lo conocí, vi al tatuador realmente dejar escapar unas lágrimas gruesas por su rostro, junto con las manos extremadamente temblorosas de quien estaba tomado por una emoción mayor que él, algo que le afecto en el fondo del pecho, algo que el probablemente nunca iba a olvidar. Fue como observar una pared impenetrable viniéndose abajo; como observar el momento más íntimo en la vida de Johnny. Había sido, sin lugar a dudas, una de las mejores escenas que había presenciado.
Fue solo después del corte que escuche un llanto agudo y doloroso, de un bebé que había sido obligado a respirar por cuenta propia por primera vez en la vida, desplegando el pulmón minúsculo que poseía para llenarlo de aire; Salir de mi interior, para vivir en el mundo exterior. Siquiera lo había visto, pero comencé a llorar justo allí.
Por suerte mi llanto no fue desatendido, porque en vez de llevarse a mi hijo para limpiarlo rápidamente, prefirieron envolverlo en las sábanas quirúrgicas y colocarlo en mis brazos, para que lo conociera. Agradecí mentalmente al ser humano que me había dado esa oportunidad.
-Felicidades padres, tienen una princesita.- Fue lo que la obstetra me dijo al entregarme aquel pequeño ser humano, aun un poco manchado con sangre - aun después de haberlo secado -, que gritaba a pleno pulmón y que probablemente debía tener carita de rodilla, pero que simplemente parecía la cosa más perfecta en la que había colocado los ojos en toda mi vida. O lo que había sujetado en mi vida, o lo que - lo siento Johnny - había amado en toda mi vida.
Porque la amaba.
Cielos, la amaba tanto que no podía respirar.
En verdad, mientras los médicos se ocupaban de saturar mi incisión, tuve la oportunidad de sujetar a mi hija en brazos y ser abrazado por Johnny, en un enredo de manos, rostros y sonrisas, lo único que pasaba por mi cabeza era que tanto amor no podía caber solo en una persona, que no era posible que la amara tanto y que no me hubiese dado cuenta antes. No era una sensación explicable, no era algo que alguien que nunca había pasado por esto llegara a entender algún día, era... Casi mágico, en un sentido infantil y complejo, todo al mismo tiempo.
-Si era niña tu escogerías el nombre.- Dije, sintiendo a nuestra hija sujetar mi dedo índice, al mismo tiempo que me giraba para darle un beso en la mejilla a Johnny. -¿Entonces, como se llamara?-
-Soobin. Seo Soobin.- Y no fue necesario preguntar para saber quiénes habían sido las dos personas utilizadas como homenaje en ese nombre.
Haesoo, su mamá y... Yoobin, mi hermana.
-Es un lindo nombre.- Susurre, apoyando mi rostro contra su mejilla.
-Ella es linda, nada más justo que tener el nombre de dos mujeres extremadamente fuertes. Una un poco insoportable, pero puedo vivir con eso.-
Si, podía decir que mi familia no podía estar más completa.
Por fin nació la pequeña soobin💕