Red - Nomin

By ZaiJam

368K 41.9K 50.7K

Segunda parte de BLUE ~ Portada creada por: @kngbizzle ❤️ Estamos caminando en círculos ¿Lo sabes? Pero te... More

SEGUNDA PARTE
1. Jaemin
2. Jaemin
3. Jeno
4. Jaemin
5. Jaemin
6. Jaemin
7. Jeno
8. Jaemin
9. Jeno
10. Jaemin
11. Jaemin
12. Jeno
13. Jaemin
14. Jeno
15. Jaemin
16. Jaemin
17. Jaemin
19

18. Jeno

14.3K 1.9K 3.2K
By ZaiJam


Nava - Ivre de toi

No era muy agradable tener un pequeño lugar en los suburbios de Francia, no cuando las paredes eran finas y tenías una resaca mortífera. Apestaba a alcohol y me dolía la cabeza, aun así, permití que el cachorro durmiese sobre mi estómago.

Tal vez me tenía un poco de lastima y por eso no se alejaba a pesar de apestar a licor barato y a veces olvidarme de sacarlo a pasear.

El perro era más responsable que yo; ladraba cuando el despertador no cumplía su función, rasqueteaba la puerta cuando necesitaba un paseo y lloraba cuando era hora de darle su ración de comida.

Abrí los ojos para verle, con sus orejitas rizadas y su cola enroscada cerca de su panza rosada. La habitación apenas estaba iluminada, la ropa de la noche anterior hecha un lío en el suelo. No hizo falta más que una punza en mi corazón para que los recuerdos comenzasen a inundarme.

Mierda.

Había dos mensajes de Jaemin en mi móvil y un par de llamadas de Doyoung que habían ido directo al buzón de voz. Hyung era un buen amigo, quizá porque éramos los único dos coreanos en metros a la redonda. Él me cuidaba incluso cuando no tenía porqué hacerlo.

Y luego, vi la última notificación en llegar.

Mina.

Ayer había sido un poco catastrófico. Su cumpleaños se llevó a cabo en el salón de su edificio, vi rostros conocidos y algunos que en mi vida había conocido. Al principio se sintió bien no fingir frente a las personas, lo cual me alejaba del chico que fui alguna vez. Siempre había preferido ser lo suficientemente agradable para que nadie pusiese demasiada atención en mí, así no verían las grietas de mi interior.

Después de un par de horas, me percaté de que tal vez seguía fingiendo ser demasiado agradable y fue desconsolador constatar que todos al mi alrededor llevaban sus propias mascaras. Mascaras que eran un montón de capas de mentiras y falsedades.

Y, como siempre, Mina estaba ahí para sacarme del abismo. Habíamos hecho esta clase de rutina en la que ella me salvaba de situaciones sociales que me volvían irritable. Ella nunca pidió más, aunque siempre supe que quería más de lo que yo podía darle.

No me culpó, no insistió sobre el tema, nunca hizo nada... hasta anoche.

Su casa quedaba cerca de la mía, la fiesta de cumpleaños ya había comenzado cuando llegué. Y Mina estaba algo borracha. Me besó, dejé que lo hiciera y por un momento pensé que era lo correcto, pensé que ella podría ser buena haciéndome olvidar. Sin embargo, mi mente confundida solo gritaba un nombre y retrocedí, dije que lo sentía y me marché de allí.

Entonces...

Fui tan tonto al llamarle, al derramar mis sentimientos como si Jaemin no tuviera suficiente cargando con los suyos propios. Y él fue amable, tranquilo, cariñoso. Hizo que le extrañase el doble de lo que ya lo hacía.

Tragué duro. Miré mis manos, la madera del piso, mis pantalones desgastados, escuché el sonido del tránsito, las pequeñas patitas de Canela jugueteando con mi zapato.

No debí llamarle, no debí volverme débil.

—Maldita sea —gruñí, arrastrando los mechones transpirados hacia atrás. No debí obligarlo a prometerme que vendría.

Él no lo haría y yo tendría que seguir adelante de una vez por todas. La simple idea me dejaba descorazonado.

Vi sus mensajes.

«¿Entraste?»

«Espero que estén bien»

«Descansa, Dotori»

Dejé el móvil sobre la cama y salí a fumar al balcón. El sol quemó un lado de mi rostro, el aire frío de la mañana con el calor del sol era una combinación agradable, pero la sombra llegó y no me gustó.

Fue imposible no pensar en la correlación. Mi vida siempre había sido de esa manera, uno espera un rato, unos minutos a que el sol vuelva, pero cuando no lo hace, te vas del lugar sabiendo que ya no puedes esperar más.

Jaemin en sí mismo me hacía sentir de esa manera.

Sin él estar bajo el sol era un enorme sin sentido.

Incluso de pequeños, cuando él me seguía a todos lados o cuando se escondía detrás mío ante un desconocido, me sentía feliz. Él me necesitaba y eso era agradable. Pero cuando se enojaba y no quería hablarme, cuando yo hacía un nuevo amigo y él me evitaba, la alegría se iba y la sombra llegaba.

Sucedió lo mismo cuando di mi primer beso, cuando tuve mi primera novia, mi segunda, mi tercera... cuando mamá murió, cuando odié a mi padre. Siempre pensé en Jaemin, a quien tenía conmigo, así que estaba bien, aunque él se alejase y me odiase, yo estaba bien tan solo con poder tener unos pocos rayos del sol.

Ya no era lo mismo.

Ahora que había crecido y el mundo parecía enorme, la distancia entre nosotros era insufrible.

Y la sombra se había hecho mucho más grande.

Nunca fue solo un amigo, un hermano, una pareja... él era tan solo Jaemin en mi vida y formaba parte de mí, tenía su propia sección en mi cabeza. Y se hizo más grande con los años.

Enamorarme de él había sido algo que sucedió y pudo no haber sucedido. No importaba si lo hubiese mirado menos como a un amante y más como a un amigo o un hermano, Jaemin seguiría siendo el sol.

Y nunca lo he soltado, ahora que tengo que hacerlo, no sé cómo lograrlo.

Respiré pesado, alejando esa fea sensación de mi pecho. Canela ladró, sus pequeñas patitas saltando para llamar mi atención.

—¿Qué sucede, quieres jugar?

Sonreí y el cachorro movió la cola, de pronto el timbre sonó y mi atención fue hacia la puerta.

Mis palmas sudaron, Canela me siguió por detrás con sus patitas haciendo ruido en el piso. Tomé el pomo de la puerta, respirando hondo, siquiera pensé en mirar por la mirilla, simplemente...

El cachorro ladró, yo apreté el picaporte.

—Hola— el chico frente a mí se balanceó sobre las puntas de sus pies—, ¿te sientes mejor?

Asentí, dejándole pasar.

Doyoung se adentró acariciando mi cabeza como a un niño y dejó su mochila en el sofá antes de tomar a Canela en sus brazos y hablarle como si mi perro fuese un bebé.

—¿No es muy temprano para una visita? — pregunté, dejándome caer en el sillón sobrante en la pequeña sala. Canela dejó los brazos de Doyoung para luchar por llegar a mis piernas.

—Depende. No me mires así niño, solo vine para asegurarme de que no estuvieses nadando en tu propio vómito.

Una mueca involuntaria se formó en mi rostro, me crucé de brazos y Canela por fin logró treparse al sillón.

—No soy de los que vomitan— argumenté y él puso los ojos en blanco—. De todas formas, nos vemos todos los días en el trabajo, ¿no puedes dejarme descansar?

—Oh vamos, te vi en el bar, creí que esa chica y tú eran solo amigos.

—Lo somos y no es tu asunto— dije y luego sonreí—, acaso estás celoso. ¿Te gusta ella o yo?

Él se rio.

—Ella es linda pero no mi tipo en particular. Y sinceramente, tu personalidad es insoportable, además sería como estar con un hermano.

Ah.

—¿Eso sería tan malo?

Él pestañeó.

–Supongo– dijo, orquestando toda una actuación con sus manos inquietas–, pero no es como que tenga la verdad de las cosas. Tú... ¿estás bien, Jen?

Canela lamió el dorso de mi mano, como si me estuviese reconfortando.

–Hay un chico– susurré, respirando hondo con la cara al sol–, creo que moriré estando enamorado de él.

Su boca se torció en una mueca confundida antes de que las comisuras se posicionaran hacia arriba.

—¿El que dibujas cuando estás en el descanso?

—¿Qué?

–Yo no-

–No intentes negarlo, te he visto. Eres bueno en ello, por cierto.

El corazón dio un vuelco dentro de mi pecho.

Era verdad, yo solía mover el lápiz sin pensar y muchas veces terminaba haciendo el mismo esbozo de su rostro. A veces le dibujaba mirando hacia el mundo como si no pudiese verme allí, otras veces quería que me viese, quería que me reconociese. Era ridículo.

—No luzcas tan sorprendido– masculló, apoyando los codos sobre las piernas. –Te la pasas escuchando esa música vieja que me deprime, y la otra vez dibujaste sus ojos en la libreta del presupuesto —él bufó, sacudiendo la cabeza—, pasé la noche entera pasándolo en limpio. No tienes que agradecerme.

Rodé los ojos.

—Te lo agradezco.

Doyoung se encogió de hombros

—Así que... ¿quién es él?

–Hijo de mi padre.

Dije, levantándome en el proceso para ir por un cigarro. Encendí el cigarrillo y volví a sentarme, mirando a los vidrios polvorientos de la ventana. El sol había vuelto a irse.

–Eso es... jodido.

–¿No te desagrada?

Doyoung suspiró. –¿Debería?

—No importa— respondí, tocando el punto de mis costillas donde me había golpeado la noche anterior al ir al baño entre mareos y delirios–, lo arruiné. Él jamás confiará en mí, no como antes.

—Lo siento, Jeno.

Sí, quizá tendría que ir a la tienda por otra cajetilla.

Doyoung se rio de repente, corto y lastimero.

–Para ser sincero, no creí que te gustaran los hombres –dijo, hundiéndose en el sofá–¸pero si el chico que dibujas existe, admitiré que es atractivo.

—Lo es— alcé la comisura izquierda de mi boca, el humo flotó de entre mis labiosy Canela se alejó de mi lado—. También es terco, sensible e insoportable...

—Así que lo conoces bien, ¿y qué pasó? — abrí la boca para contestar, pero él chistó— ¡Si es una historia trágica no quiero oírla! Lloraré y luego tendré que salir a la calle con los ojos rojos e hinchados.

—No es trágica, pero preferiría guardarla para mí.

—¿No se la contarás a nadie?

—Se lo he contado a Canela, ¿verdad bola de pelos?

El cachorro ni siquiera alzó la cabeza, simplemente rodó sobre su vientre y pateó para ser acariciado.

—El perro no cuenta—dijo, y después de unos segundos se puso de pie—. En realidad, vine porque la reunión del personal será hoy en la noche, solo tomaremos un rato y hablaremos mal del jefe. Dime si quieres ir o puedo poner una excusa por ti.

—Iré, no tengo mucho que hacer.

—Claro, llevaré hojas A4, si te aburres puedes dibujar a tu chico en ellas.

—Ja, ja, ja.


Era difícil saber vestirse para una salida del trabajo, es decir, no éramos un buffet de abogados o señores de la alta sociedad.

Simplemente un grupo de estudiantes mal pagos que trabajaban para poder llegar a fin de mes sin dejar la universidad. La galería donde trabajaba era pequeña, pero albergaba a pintores jóvenes o grandes promesas que quisieran demostrar su arte. El jefe era un buen hombre, ninguno de nosotros podíamos quejarnos sobre él, pero era una buena excusa para emborracharse.

Era una buena distracción.

Doyoung palmeó mi espalda cuando me vio llegar al pequeño bar cerca del trabajo. Una canción indie sonaba por los parlantes, algo sobre salir a bailar para olvidarse de un amor, nada con lo que pudiese relacionarme. Ja.

Abarcábamos tres mesas. La cerveza me fue entregada por Louise, ella estudiaba cine y siempre estaba usando ropa salida del siglo XVIII. Intentó conversar conmigo sobre un festival de cine independiente al cual podríamos juntos, Doyoung me dio un guiño al otro lado de la mesa, levantó una servilleta y me enseñó el intento que había hecho por retractar a Jaemin.

No era más que un muñeco de palos y una carita sonriente con ojos inmensos. Bastante cerca.

Me quitó el apetito y me hizo rechazar la invitación al festival.

Yo era un desperdicio para las tres de la madrugada.

Le pedí disculpas a Louise y tomé asiento en el lado libre junto a Doyoung.

—¿Trajiste las hojas que prometiste? –susurré en coreano. –Creo que podría dibujar algo ahora.

—No mocoso, pero puedes irte a casa y escapar antes de que comience la caza de– levantó los dedos e hizo comillas con ellos– "con quien tener sexo esta noche".

Lo hice. Escapé antes de que eso sucediese, porque para ser sincero, tener sexo pensando en otra persona no era verdaderamente placentero, la sensación que quedaba después era peor que la del inicio.

Así que salí al frío de la madrugada, estaba bastante fresco a pesar de la época del año. Pensé en lo delicioso que sería acostarse en la cama y dormir hasta que mi mente se desconectara del mundo real.

La ansiedad era un problema que venía con prisa, era mi mente yendo demasiado rápido para que me sistema nervioso pudiese soportar la sacudida.

Me sentía sofocado, yendo y viniendo, soportando y sobreviviendo.

Me graduaría como un neurocirujano dentro de unos años y me dedicaría al trabajo, seguiría soportando la vida hasta que me cansase de ella y como un viejo cadáver sería enterrado en la cripta familiar —aunque no lo quiera así— junto al hombre que más odio en mi vida.

O, me casaría con la primera mujer que me resultase soportable y tendría un hijo a quien me aferraría.

Triste pero cierto.

La calle de mi departamento estaba desierta a esa hora, saqué un cigarrillo y frené tapándolo del aire para lograr encenderlo. El cielo estaba nublado y ni siquiera la luna se asomaba por completo.

Sonreí con cinismo de mi propio mal día, buscando las llaves en mis bolsillos a antes de llegar. Esperaba que Canela no hubiese hecho un alboroto en mi ausencia, claro que el beagle del vecino le provocaba y mi pequeño solo ladraba porque necesitaba un amigo. O esa era la excusa que le pondría a las viejas chismosas del primer piso que siempre estaban quejánd-

—Jaemin.

Olvidé cómo respirar, las llaves cayeron al suelo y un torbellino golpeó mi pecho.

El espejismo se puso de pie y tembló en su lugar. Me sonrió y quise que fuese real, recé por ello, pero, aunque les gritara a mis nervios motores que se pusieran a funcionar, mi cuerpo no se movía. Tragué en seco y mi boca se abrió, el aire escapó de ella.

Parpadeé, incrédulo.

Caminé tan lento, casi arrastrando los pies. Él estaba en el último escalón, me detuve en el primero.

—Temí haberme equivocado de dirección— habló. Tan solo le miré, detenidamente, analizando cada pequeño cambio, su cabello un poco más claro que la última vez, sus mejillas delgadas y la pequeña valija a su lado.

—Hola— pronuncié con voz ronca, como un idiota—. Te equivocaste, mi edificio es el de al lado.

Pestañeó.

—¿De verdad?

—No.

—Oh— dijo, apoyándose en la puerta— no fue gracioso.

No, no lo fue.

Nada sobre esta alucinación lo era.

—Yo... ¿Quieres pasar? — me temblaba la voz, debía abrazarlo, quería tocarlo, pero no pude, porque temía que al hacerlo se disolviese antes de alcanzarlo.

Se movió para dejarme poner la llave en la cerradura y abrir el portón.

Nuestras pisadas y las ruedas de su valija retumbaban en el viejo edificio que se encontraba en completo silencio.

Idiota... idiota... idiota...

Esa palabra era lo único que aparecía en mi mente.

Nunca usaba el ascensor, me daba un poco de miedo que la vieja cosa me matara, así que me detuve a los pies de la escalera y volteé, él frenó justo unos centímetros detrás.

No dije anda al ir hacia él, pero se asustó, jadeó sin esfuerzo y me sentí mal conmigo mismo, hice lo que me proponía, tomé la valija por el asa y comencé a subir.

Segundos después le oí seguirme.

Me detuve en mi piso y recorrí el estrecho corredor, las patitas de Canela rasquetearon la puerta. Sonreí por ello.

Abrí la puerta y el cachorro movió la cola. Sus ladridos finos llenaron el silencio.

—Shh, ven aquí— lo levanté en mis brazos y me corrí de la entrada, viendo hacia Jaemin— pasa.

—Gracias— apenas tocó la cabeza del cachorro antes de adentrarse en mi humilde lugar–. Es un buen lugar.

Contrario a otra persona, no miró a su alrededor, se mantuvo de pie admirando al perro entre mis brazos.

Extendí el cachorro hacia él.

—¿Quieres sostenerlo?

—Sip.

Sus ojos brillaron cuando lo tuvo entre sus brazos, los miré atentamente, recordando cada detalle, grabándolo en mi memoria para poder dibujarlo después.

Pero el momento no duró mucho, de repente la pequeña sonrisa en su rostro se borró y me dedicó una triste mirada.

—Jeno— comenzó pronunciando mi nombre en un suspiro—, lamento no haberte avisado que vendría. Necesitaba hablar contigo y-

—Podemos hablar mañana— me apuré a cortar sus palabras. No sabía si estaba listo para oírle decir algo y que no fuese lo que quería escuchar.

—Claro... puedo quedarme en un hotel y venir mañana cuando tengas un tiempo libre.

Di un paso apresurado hacia él.

—Quédate conmigo.

Idiota... no quise que sonara de la forma en que lo hizo, pero de verdad estaba desesperándome.

Asintió, tan despacio que temí que cambiase de decisión al segundo siguiente.

—Debes estar cansado por el viaje, duerme en la cama, dormiré en el sofá— expliqué, tropezando con mis propias palabras.

Dejé nuestros abrigos en el perchero y las llaves en el recibidor.

—Olvídalo, es tu casa, dormiré en el sofá.

Sus ojos eran seguros, algo surgió en ellos, pero no quise saber que era.

Y fue mi turno de acatar sus órdenes.

El cachorro me siguió hacia el cuarto, le indiqué a Jaemin donde estaba el baño y le algo con lo que taparse. Entonces me senté en mi cama y desaté los cordones de mis zapatos.

Tuve que detenerme, observar la pared y las grietas que nacieron en ella. Me cubrí el rostro con las manos y contuve todos los demonios que ansiaban por deambular libremente. Llegar a él.

Quería correr y besarle, retenerle para que se quedase conmigo, pero mi cerebro logró asustarme.

¿Y si tan solo vino a decirme que debemos terminar con esto?

¿Y si se había enamorado de alguien más?

¿Y si se dio cuenta de que esto estaba inequívocamente mal y decidió odiarme de una vez por todas?

Odiaba al miedo que aparecía en este pequeño cuarto y me hacía rogar por un poco de luz del sol, incluso de noche, cuando era imposible de conseguirlo. Me acosté, sin apartar la vista de la mancha de humedad en la pared, y cerré poco a poco los ojos, mi corazón latiendo de prisa, la angustia subiendo y amenazando con ahogarme.

No supe que hora era cuando un movimiento me despertó. Los tablones de madera rechinaron bajo el peso de alguien.

La cama se hundió a mi lado. Aletargado, parpadeé con lentitud acostumbrándome a la oscuridad. Y le vi, su rostro frente al mío. No moví ni siquiera un músculo, no pude hacerlo, solo le miré, temeroso de que no fuese más que un sueño.

Sus ojos estaban tristes al recorrer mi rostro, sus dedos se hundieron en mi mejilla y su codo tocó un poco de mis costillas. Limpió la lágrima que amenazaba con rodar por mi mentón. Sostuvo mi mano entre la suya, su nariz rozando la línea de mis labios.

El aroma de su piel envolviéndome.

El sentimiento que extrañé llegó con prisa. Una avalancha que tenía su nombre como bandera.

Me acerqué, tan despacio como me fue posible, dejó que lo hiciese, que tocara con mi boca sus labios. Debí parecerle tonto y anhelante porque permitió que me acurrucase contra él, que le besase con ganas y curase mis heridas en el beso.

El ardor de mi pecho se alejó, para dar paso al revoltijo de sensaciones.

Te extrañé...

Su cabeza cayó sobre la almohada y la mía le siguió. Fue bueno sentirle derretirse con un solo beso. Luego, él sostuvo mi rostro entre sus manos deteniendo cada movimiento.

Maldita sea... Su rostro enrojecido debajo de mí... quería besarle una vez más.

—Me preocupé—susurró contra mi boca, respirando con esfuerzo—. ¿Estás mejor?

Asentí muchas veces. Él sonrió, de verdad lo hizo, solo para mí. Sus dedos en mi nuca hicieron presión.

Otro pequeño beso que se quedaría a vivir por mucho tiempo en esta habitación.

—Jeno, hablemos mañana. Por favor.

♥️

Continue Reading

You'll Also Like

104K 6K 13
Emm bno la verdad no he visto el anime solo la película y uno o dos episodios así que hare lo mejor que pueda y disculpen las faltas de ortografía 😸...
435K 51K 27
•Segunda parte de Inferum. Huye y sigue escapando del infierno que el mismo se ha creado. Portada preciosa creada por mi amor @wayvenus aka Torne mi...
409K 64.9K 29
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
3K 362 21
[el corte que siempre sangra] But even though you're killing me, I need you like the air I breathe, I need you more than I need me, I need you more t...