Proyecto Pandora: Bienvenido...

By Srta_Allen

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"[...] Aceleró el paso, llegando así a aquel basto lugar. Miró a su alrededor logrando observar varios cadáve... More

Proyecto Pandora: Bienvenido al Pandemonio.
Introducción.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 18.
Capítulo 19.

Capítulo 17.

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By Srta_Allen

Hocus-Pocus, Pandora.

Ilargia eguna

Silencio.

De todos los sonidos, o posibles sonidos, aquel era el que más se temía.

Los altos Dracos, más parecidos a grandes setas, se balanceaban al son del aire que iba y venía con lentitud.

Sus hojas, azules en éste extraño lugar, comenzaban a teñirse de rosa con la llegada de la noche.

Los túneles de Arce; violetas, rosados y azules se divisan a lo lejos en todo su explendor con la caída de los dos Soles.

Sin embargo, había algo que no encajaba.

Algo no iba bien.

El olor a sangre y las pequeñas plantas teñidas de rojo. Los cuerpos de seres sobrenaturales e incluso místicos, reposaban en los suelos; fríos e inertes.

En el centro de aquel lugar, donde descansaba un enorme árbol de Wisteria con flores azules, se podían divisar a dos personas que aún seguían en pie.

—¿Te das cuenta de lo que has hecho? —Se escuchaba gritar a una pequeña en el apogeo de su furia.

Encajaba en aquella explosión de colores. Era menuda, y su cabello, como gran parte del lugar, tornaba azul.

Pero junto a ella había alguien, una mujer, completamente distinta. Vestía de negros y rojos, con el cabello extremadamente largo recogido en una alta coleta oscura.

Su rostro dibujaba una sonrisa petulante, mas con un matiz severo.

—Nada personal pequeña Deidara. No me gusta que un Pecado Capital parezca más una estúpida Virtud.

Movió el cuerpo en silencio para ir hacia una de las ramas de Wisteria que hacía el efecto de caer, sujetó la punta y la sacudió haciendo que varias flores cayeran y se tornaran con la sangre de un pequeño Leprechaun que yacía casi destripado.

El cuerpo de Deidara estaba completamente en tensión y sujetaba una larga alabarda plateada como si le fuera la vida en ello.

Su región, La Región del Limbo, acababa de ser atacada por seres de una región tal vez cercana. Olía la sangre de amigos, compañeros y conocidos. Olía las lágrimas, y el valor que echaron algunos. También oía aún sollozos y gritos.No habían podido defenderse, pensaba una y otra y otra vez.  El guardián de aquella región, el Culebre de escamas azules, había desaparecido. Y ella había salido de Pandora cuando aún se le permitía y no había cerrado sus puertas.

Sacudió la cabeza, aullentando aquellos pensamientos y se tiró del pelo sin poder aguantarlo. Cuando paró, ladeó la cabeza con un extraño tic hacia la derecha. Miraba perdida a la mujer que tenía frente a ella. La miraba con odio.

—Raziel... —sonrió como la niña pequeña que era, como la pequeña que sabía lo que pasaría a continuación— verás. Como sólo eres una simple Mensajera, no sabes nada sobre los pecados. Y yo te voy a contar algo. —Su rostro dibujaba una amplia sonrisa, que cuanto más ampliaba más parecía tender a sangrar sus comisuras— Yo soy el Pecado de la Envidia. Pero eso ya lo sabías.

» Yo soy la dueña del Limbo. Pero ojo —rió al ver la expresión de Raziel. Era verdad que ella, como sólo Mensajera; que debía esperar a la aparición del pecado que protegía, no sabía más allá de quiénes eran los Pecados que Pandora guardaba con tanto empeño—, soy dueña del Limbo sobrenatural, místico y del Hocus-Pocus ¿Sabes lo que es el Hocus-Pocus?

Raziel negó mientras retrocedía. Había tenido el impulso de mandar a destrozar aquella región. Y ahora comprendía, aunque se negaba a admitir en voz alta, que aquel impulso había sido la Envidia.

Pero a su favor, alegaba aburrimiento de siglos esperando al sucesor de Tesha, ama y mejor amiga a parte de ex pecado de la Ira.

Frunció el ceño mirándola, no es que no supiera cómo protegerse; pero veía sus posibilidades caer según escuchaba a Deidara hablar.

—El Hocus-Pocus es para ti.

La pequeña echó a reír. Aquella región ya no volvería a ser como en un principio. Ya no sería colorida y alegre. Ya no habría ni un solo ser místico.

Estaba bañada en sangre, y destrozada. Como mucho, se mantendrían los altos Dracos que tanto le gustaban por su forma curiosa de seta y extraño color que cambiaba según los soles.

Dió dos golpes con aquella extraña alabarda en el suelo y cuando el último de estos dejó de sonar como el cristal roto, en el tronco centenario del árbol de Wisteria apareció un amplio espejo.

Sus bordes eran rojos, y a pie de él había una placa haciendo ademán de epitafio. La cual rezaba: "Cae en tu propio reflejo".

Una cita que Deidara leyó con tranquilidad mientras todo a su alrededor comenzaba a temblar.

Las hojas comenzaban a caer, seducidas por la extraña gravedad que allí se ejercía, como atraídas por un imán.

Los cuerpos inertes fueron engullidos uno a uno por la tierra que había bajo ellos formando tumbas mudas y silenciosas.

Los entes que circulaban fueron desapareciendo lentamente, rememorando los gritos de las personas que habían muerto.

Raziel, conmocionada con lo que estaba ocurriendo retrocedió unos pasos más.

El viento que había comenzado a originarse parecía cortar y cuando miró a la niña que tenía delante, la sangre se le heló. El miedo la paralizó.

El cabello se le había desprendido de sus agarres, mostrándolo largo y ondulado y sus ojos eran completamente amarillos. Ni un rastro de iris y menos de esclerótica.

Una sonrisa fina, roja y tétrica estaba dibujada en aquel rostro infantil como algo natural.

Deidara se había quedado quieta cuál estatua. Pensaba una y otra vez en cómo había sido aquella región antes de su destrucción. Pensaba y se esforzaba en rememorar cada detalle por insignificante que fuera.

Amplió su sonrisa y todo se detuvo a su alrededor.

Los engulló un arrasador silencio antes de escuchar ramas partirse. Los Ent, unos de los seres preferidos que allí habitaban, habían comenzado a levantarse y a moverse.

Cuando Raziel intentó escapar, a falta de poder hacer algo más coherente, uno de ellos la detuvo; hasta colocarla frente aquel espejo en el que sólo se reflejaba ella.

—El Hocus-Pocus eres tu. Tú eres quien mantendrá la ilusión de la región. Tú eres un ancla. Cada ser que muera, que haya pertenecido a éste reino pasará a través de ti hasta llegar al limbo. Y sentirás hasta el más pequeño de los dolores que sintieron ellos.

Morirás una y otra y otra vez.

La voz de Deidara se había vuelto cada vez más aguda a medida que se colocaba tras Raziel e introducía la mano donde estaba su corazón. Una vez lo consiguió, lo agarró con furia y rabia.

No se molestó en quitárselo. Ahí mismo lo aplastó hasta conseguír una masa viscosa y líquida.

Hasta dejar de sentir que latía.

El reflejo de Raziel había quedado grabado como el ancla y el espejo ya había desaparecido dentro del árbol centenario.

La luz de la enorme luna, que sólo una vez cada tres ciclos era blanca, caía muda y testigo bañando cada recóndito lugar.

Y, sobre todo, iluminando cómo Deidara cababa con sus propias manos la tumba de Raziel a pies del árbol.

Antes de echar otra vez la tierra sobre el cuerpo, obtuvo un mechón de pelo y unas gotas de sangre para el fetiche que crearía de Raziel.

Una pequeña muñeca, idéntica pero con los ojos y labios cosidos. Muestra del castigo de la Envidia.

Cuando volvió a dar toques en el suelo con la alabarda, haciendo que sonara como el cristal recién roto, la región volvió a ser como en un principio.

Sin embargo todo era una ilusión. Nada allí estaba vivo. Todo estaba muerto.

Pero le valía la pena mantener aquella mentira.

Engañar a todo aquel que entrara con su belleza. ¿Qué tenía de malo?

Sonrió acariciando el tronco de un Ent que se había arrodillado en el vano intento de parecer más pequeño.

Aceptaron la súplica silenciosa y volvieron a sus lugares; aparentando ser simples árboles, parte de la ilusión.

La Región del Limbo se cerró a la salida de su princesa.

Y sólo se volvió a abrir cuando ella estuvo lo suficientemente lejos, fuera de Pandora.

A diferencia de las demás, ella no fue expulsada de Pandora.

Había abandonado mucho antes de que el Pandemonio las tomara por propias enemigas.

Y una vez más, el silencio era el sonido que más se temía.

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