Red - Nomin

By ZaiJam

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Segunda parte de BLUE ~ Portada creada por: @kngbizzle ❤️ Estamos caminando en círculos ¿Lo sabes? Pero te... More

SEGUNDA PARTE
1. Jaemin
2. Jaemin
3. Jeno
4. Jaemin
5. Jaemin
6. Jaemin
7. Jeno
8. Jaemin
9. Jeno
10. Jaemin
11. Jaemin
12. Jeno
14. Jeno
15. Jaemin
16. Jaemin
17. Jaemin
18. Jeno
19

13. Jaemin

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By ZaiJam

Louane - Je vais t'aimer

Nunca había querido tanto como hoy seguir durmiendo sin la posibilidad de despertar. Mi cuerpo dolía, era el mismo punzante dolor que me quedaba después de un día gris.

Deslicé los dedos por la cama queriendo tomar su mano, apretarla hasta sentir el pulso debajo de la piel. No la encontré. Entonces abrí los ojos.

Se fue...

¡Se fue!

Los huesos de mi espalda dolieron por el esfuerzo, me golpeé la rodilla con la esquina de la mesa de luz y escarbé entre las cosas desparramadas dentro del primer cajón. Pastillas en orden alfabético me recibieron con apremio. Engullí una de ellas en seco, deseando que el efecto fuese instantáneo. Pero no era un mal viaje por la marihuana o uno de esos perversos ataques de pánico. Este era un dolor que nacía en mis venas, se desparramaba por mis entrañas y me dejaba marcas en la piel.

Recé para que esas benditas pastillas me hicieran volver a dormir. Sin sueños, sin pesadillas. Oscuridad... sí... quería ver oscuridad.  

Ni siquiera dijiste adiós.

Ardía como echar alcohol en la herida.

–Mierda.

Debía ser fuerte, no era justo sufrir por esto. Arrastré los dedos por mi cabello, me mordí la lengua, grité en voz baja. Así de enfermo era lo nuestro.

Luego, lo vi.

Estaba en su lado de la cama, hizo un sonido extraño cuando apoyé mi codo. Levanté las sábanas y observé el jodido dibujo. Los trazos finos se enredaban con otros gruesos y aunque conocía al artista me di cuenta de que incluso su técnica había madurado. Lo tomé entre dedos fríos y miré mis propios ojos, mi mejilla aplastada contra la almohada, la boca fruncida como si esperase el dolor al despertar. Sombras oscuras contornearon mi nariz y los bordes de mi barbilla.

Lo odié.

Lo puse contra mi corazón y lloré en silencio.

Después de un gran congelamiento del universo, me di cuenta de lo que estaba detrás. Repetí las palabras en mi mente una y otra vez, hasta que estas tuvieron algo de sentido.

Era una frase en francés... "Algún día"

Y más abajo decía "te tendré".

Mi corazón se contrajo, vergüenza y rabia mezclándose y nublando mi juicio.

–¿Me dejarás de la misma forma? –Olí el grafito de la hoja–. Otra vez.

Me moví hacia el baño, arrastrando los pies por el peso de mi alma. Había un lugarcito entre el lavabo y la bañera, hacía mucho tiempo no me escondía por allí. Aún cabía, aún podía arrugar las piernas hasta el pecho y esconderme del mundo.

–¿Eres tan cobarde que solo dejas un jodido dibujo y una frase que no significa un carajo? –Las frías baldosas congelaron la planta de mis pies–. Idiota... idiota... que imbécil.

Salí del escondite después de algún tiempo.

Atravesé el pasillo y bajé las escaleras, sintiendo que estábamos viviendo debajo del agua y el oxígeno no había sido hecho para nosotros.

El abuelo llevaba una expresión sombría, las arrugas de sus ojos eran incluso más notorias que el día de ayer. Mamá recién salía de la cocina limpiándose las manos en un trapo seco. Mis ojos chispearon y me alegré de no ver a mi padre por la sala. No podría mirarle o hablarle. Sabía que lloraría, gritaría, y al final le pediría que lo negase todo, porque el corazón se me quebraría sin oportunidad de recomponerse al verle a los ojos y descubrir lo que nunca había querido aceptar.

Sería el niño que jamás creció.

Y quería crecer.

Mamá fue quien se acercó. Ella me observó atónita, a mí y al dibujo. Muchas personas me habían dicho que el enojo y el rencor no me quedarían bien, pero abracé esas emociones y las usé de corona.

—¿Dónde está? — pregunté en voz alta, llamando también la atención del abuelo. Ninguno me respondió, los dos estaban admirándome con ojos alarmados, logrando asustarme—. Se fue... No hicieron más que... mentir, rompernos— susurré—, ¿dónde está?

—Jaemin...— comenzó mamá.

—Solo habla.

—No tienes por qué estar al pendiente de ese malagradecido.

La sangre hirvió en mi cuerpo hasta el punto de que me quemaba por dentro.

—Dime dónde está.

Tampoco hubo respuesta, recibí tan solo una mirada condescendiente del abuelo y algo que nunca había visto en los ojos de mamá: Asco. Estuve a punto de volver a exigir una respuesta, pero la puerta que daba a la playa se abrió y Jeno entró.

Se paralizó al verme, las comisuras de su boca temblaron y mi vista se empañó. Di un paso en falso, temeroso de todo.

El negó, mientras Mina aparecía detrás suyo, yo asentí casi inadvertidamente escondiendo el dibujo tras mi espalda.

Todavía no...


Jeno
Dos horas antes

Sus dulces ojos me guiaron por la playa, al parecer yo tenía un tipo ideal, porque había veces en que me encontraba haciendo comparación. Ambos eran demasiados buenos como para herir a otro, ambos estaban dispuestos a aceptarme con la mierda en mi cabeza. Ambos compartían sonrisas hermosas y miradas cálidas.

Pero se sentían tan distintos. 

Ella estaba callada cuando llegué a la habitación en la madrugada, solo se volteó y siguió fingiendo que dormía. No pude ir a la cama con ella, tan solo me senté en la silla de madera crujiente y esperé hasta que el amanecer me hiciera compañía.

Debía irme, y al mismo tiempo quería correr hasta Jaemin y volver a esconderme en sus brazos. Las apariencias engañan, yo siempre he sido el d más débil de los dos.

Ahora, lejos de la casa del abuelo, en alguna parte de la playa donde solo podía ver el cielo azul uniéndose con el mar en el horizonte, Mina continuó silenciosa, moviéndose de allá para acá.

Vi las lágrimas en sus ojos y de vez en cuando el enojo derrotó a la tristeza. Llevaba los pequeños puños apretados, algunas veces decidía mirarme y separaba sus labios con la intención de hablar. Pero después se arrepentía y la espuma regresaba a hundirse entre los dedos de sus pies.

Me quedé esperando.

El sol ni siquiera había salido del todo cuando giró, el vestido ondeó, la piel de gallina en sus brazos me conmovió.

—¡No aguanto más! —exclamó—. Hablemos o explotaré.

Tomé arena entre mis manos.

—Mina.

—Jeno, no soy vista, mucho menos tonta.

—Ciega...— corregí, y ella enmudeció.

—¿Qué?

—No soy ciega, mucho menos tonta. Así se dice.

—¡Ahhg T'es bête!

Y las lágrimas cayeron por su rostro. Creí que me golpearía cuando avanzó decidida hacia mí, pero solo se sentó a mi par y abrazó su propio cuerpo tiritante. No supe qué hacer, en otras circunstancias la habría abrazado o le habría preguntado qué necesitaba de mí, cuánto quería saber y cuánto añoraba borrar.

Y antes de poder decidir qué carajos hacer, extendió su mano, las lágrimas habían sido borradas por sus dedos.

—Odio que no hayas confiado en mí.

—Mina, déjame explicarte...

Cállate. Jeno... no soy vist... ciega. No tienes que explicarme nada, pero deja de mentirme sobre esto porque duele... Çe me fait trés mal (me duele mucho)

—¿Desde cuándo lo sabes?

Desde siempre supongo. No es muy difícil darse cuenta... Tu êstes trés évident (eres muy evidente)

No quería lastimarla, Mina no se merecía todo esto, no tenía que cargar con esta mierda. Fui egoísta al traerla aquí, por hacerla ver y sentir todo esto.

—No fue mi intención... estoy perdido Mina... yo...

No supe como decirle la verdad. Estoy enamorado de él.

Y, sin embargo, puso su mano en mi cabello e intentó formar una sonrisa en sus labios. Aquella preciosa mueca se destrozó en segundos, pero mientras permaneció calentó mi corazón.

—Siempre quise encontrar a alguien que lea conmigo, aunque no le guste leer, o que baile conmigo, aunque no sepa hacerlo. No eres ese alguien, no para mí.

—No lo hago a propósito, si pudiera... si pudiera cambiar, yo...

—Está bien, Jeno. No te pido que cambies, no soy quién para decir lo que está bien o está mal. Mais, si tu décidez de partir, j'irai avec toi (Pero, si decides irte, voy contigo.)

Antes de que me diese cuenta, pasó las yemas por debajo de mis ojos y se llevó el llanto.

Je ne peux pas te demander ça (no puedo pedirte eso) —Le dije, arrancando con la uña del índice la cutícula del pulgar. Ardió, pero debería dolor más, me merecía que doliera más. Deberían golpearme hasta olvidarlo todo, pero eso sería demasiada abnegación hacia mí.

Hubo cariño en sus ojos.

Je suis amoureuse de toi, idiot ... (Estoy enamorada de ti, idiota)— dijo, depositando un pequeño beso en mi mejilla–. Puedo esperar, no para siempre, pero si por un momento.

—No dejaré de quererlo... no sé cómo hacerlo.

Revelé, porque sabía que no importaba el tiempo ni el caos, ni la tranquilidad, o la felicidad. Siempre volvería a él, tan enfermo, desquiciado, siempre pensaría en él. Incluso al tocar fondo, o encontrar paz, Jaemin iba a quedarse conmigo, en mi mente, en mi corazón. Debo resignarme.


Entrar en la casa fue un golpe en mi cerebro. Vi el dibujo en la mano de Jaemin antes de que este lo escondiera detrás suyo. Vi al abuelo suspirar cansado. Y vi a la madre de Jaemin lucir ojos endemoniados. Mina hizo un sonidito de sorpresa y quise sonreírle a Jaemin, lo intenté.

Pero la bomba acababa de detonar por segunda vez. Su torso desnudo dejaba a la vista algunas de las marcas que mi boca había hecho. El lienzo en blanco se había arruinado, mis pinceladas estaban por toda su piel.

Me estremecí, cambié la vista hacia la mujer que en algún momento me mostró misericordia. Ella lucía destrozada, era tan distinta a su hijo y a la vez tan igual que el rompimiento entre los dos fue terrible de ver.

—¡Vete!— gritó. Pero no me lo dijo a mí, se lo dijo a su propio hijo—. Desaparece antes de que tu padre vea lo que te ha hecho.

El desconcierto y el terror se petrificaron en el sonrojado rostro de mi hermano. Escuché los latidos de mi corazón retumbar con fiereza en mis oídos y antes de poder objetar algo, él habló.

—Mamá...— susurró. Sonó igual a un pequeño niño que no podría llegar a comprender en el problema que se había metido.

El enojo se difuminó un poco en los cansados ojos de la mujer para dar paso a otra emoción, a la tristeza.

—Ahora no, Jaemin.— Los hombros y el mentón cayeron. Ella mostró su rendición en el momento en que clavó los ojos en los míos. Me dijo: —Llévalo a otro lado, no quiero más problemas. –Apenas logró volver a su hijo–. Cuando esas... esas cosas se borren de tu cuerpo, puedes volver.

Ver a Jaemin quebrarse frente a su madre fue doloroso. El labio partido se estiró y la piel en su barbilla se arrugó.

Maldita sea...

Nunca me había dado cuenta de que duele el doble cuando es su dolor y no el mío. Se sintió como si cada uno de mis órganos estuvieran siendo apretados por los huesos que debían protegerlos. Fue una sensación horrorosa.

Di débiles pasos hacia él. Se quedó sin respuesta, sin fuerza para luchar.

Le arrastré con suavidad hasta estar fuera de aquella casa. Solo entonces respiré otra vez.

Le costó subirse a la camioneta, le costó mantenerse entero. El incómodo silencio nos acompañó a los tres. Mina tomó asiento en la parte de atrás, su respiración profunda me hizo saber que aún estábamos vivos. El cielo comenzando a nublarse me dijo que las cosas no mejorarían esta noche.

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