La pequeña de solo 10 años miró de uno a otro caminando hacia Parker que la recibió con un abrazo.
—Esta cosa enorme es puro músculo inservible y nada de materia gris —dijo señalando a Max—. No te preocupes, solo intenta asustarte.
La niña sonrió.
—Soy Max —dijo acuclillándose frente a ella—. No creas nada de lo que escuchas de mí, soy un hombre divertido.
—No lo dudes —dijo Hurs—. Es tan estúpido que divierte a todo mundo.
La niña rió y extendió la mano a Max que la tomó y la jaló para darle un abrazo.
—Parker nos ha hablado mucho de ti —dijo y la niña frunció el ceño—. Bienvenida.
—Gracias —dijo y miró a Maddox.
Este se acercó a ella e hizo lo mismo que Max acuclillándose.
Tomó su mano y dejó un beso en sus nudillos.
—Yo soy el tío Maddox —dijo sonriendo—. Tenía muchas ganas de conocerte y te he comprado un regalo, solo que nadie nos dijo que llegabas hoy.
La niña miró a Parker con una sonrisa antes de hablar.
—Es un adulador —dijo y todos comenzaron a reír.
—Esos son los peores —respondió Parker.
—Deja de ponerla en mi contra —dijo un atribulado Maddox—. Estoy tratando de ser cordial pero siempre tienes que ser la peor persona.
—Eso no es cierto.
—Claro que sí, me pones en mal frente a tu hija.
—La que dijo que eras un adulador fue ella. —Se defendió.
—Pero lo dijo porque se lo has enseñado.
Hurs se acercó a la niña y la miró riendo al ver su rostro apenado al ver lo que parecía una pelea.
—No están discutiendo, preciosa —susurró—. Así se demuestran lo mucho que se quieren como familia. Bienvenida y espero te acostumbres pronto, esto es diario.
—¡Oh! —dijo la niña mirando de uno a otro hasta que ambos se calmaron y sonrieron al verla.
—Solo estamos jugando —dijo Maddox.
—Te diría que vayas a jugar con la más vieja de tu casa pero mejor te digo que vayas a jugar con tu abuela. —Se burló Parker.
—¿Vives con tu abuela? —preguntó la niña mientras tres personas se burlaban abiertamente de Maddox quien terminó por hacer lo mismo y estalló en carcajadas.
—No, preciosa —dijo divertido—. Es solo una broma entre amigos.
—Y bueno a todo esto —dijo Maddox desviando el tema—. Creí que tardarían un par de días.
—Todo salió a mi favor y bueno aquí estoy —dijo sonriente—. Decidí partir temprano para volver cuanto antes.
—No me dejó dormir —dijo Hurs—. Aunque lo importante es que ya estamos de vuelta.
Los cuatro continuaron hablando de todo y de lo que había significado ese viaje para Parker que lucía mucho mejor que antes.
Frente a su hija dejaba su cinismo y su sarcasmo hartante para dar paso a su verdadera naturaleza y carácter.
Dejaba al descubierto su cariño y lo vulnerable que era a una de las sonrisas de la niña.
Maddox observó con detenimiento su comportamiento y sus gestos.
Sin duda no existía nada más importante que la niña que tenía a su lado. Su hija era la razón por la que había peleado durante años amasando una fortuna que pudiera competir contra la de su enemigo.
Por años Parker siendo menor que todos demostró que podía estar entre el grupo e incluso convertirse en el personaje más importante de los cuatro.
Vio sonreír a Parker más de lo que había sonreído en todos esos años, al menos está era una sonrisa verdadera, y abrazar a su hija dejando un beso en su frente y después despedirse de cada uno de sus amigos para llevarla a casa.
Cuando se fue siguió pensando en que Parker merecía tenerla consigo y estaba seguro de que traer a su hija consigo era solo el primer paso para vengarse.
Llevaba diez años esperando el momento.
—Siento miedo por la víctima de Parker —dijo Max.
—Yo también —dijo Hurs—. Voy a empezar a pedir por él en mi oración por las noches.
—En las noches estás despierto trabajando —dijo Max riendo.
—Bueno entonces pediré por él en la oración de mis alimentos. —Siguió.
Ambos lo miraron y él solo observó al frente hasta que estalló en risas.
—De acuerdo, no voy a orar —dijo—. Qué le lleve el diablo.
—No va a llevarle el diablo —dijo Max—. Su perdición será un ángel oscuro.
—Y el diablo, la bestia y el monstruo van a proteger y ayudar al ángel —dijo Maddox.
—No tengas duda —dijo Max.
—Amén —agregó Hurs.
—¿Por qué diablos estás tan religioso? —inquirió Maddox—. Es vergonzoso que lo hagas.
—Esa niña me tuvo orando dos horas —dijo suspirando—. Dos malditas horas durante la noche, me leyó un pasaje bíblico sobre los diez mandamientos, después una parábola sobre el hombre ciego o cojo o qué sé yo, ya lo olvidé y después me hizo dar gracias por el sueño, el sueño. Es inaudito y me hace perder mi respetabilidad, ya saben, debo mantener mi reputación como chico rudo.
—Es comprensible —dijo Max solidarizándose.
—¿Y después de dos horas de ardua entrega a la palabra de Dios ya eres otro? —inquirió Maddox.
—¡Pero por supuesto que no! —respondió ofendido—. ¿Por quién me tomas? En realidad solo quería incordiar.
—Ya sabía —dijo envolviéndose en risas—. Parker estaría orgulloso de ti.
La conversación en torno a los acontecimientos del viaje volvieron y finalmente los tres estuvieron de acuerdo que debían estar alerta protegiendo a la niña.
Maddox comenzó haciendo algunos chistes antes de recordar la razón principal por lo que había buscado a Max.
—¿Quiero saber algo? —dijo y sus amigos le miraron al tiempo que Parker volvía solo.
—¿Y tu hija? —preguntó Maddox olvidando lo que iba a decir.
—La ha llevado su nana —dijo y se sentó—. Vi a tu chica hace un rato, ¿la has golpeado?
—Claro que no —respondió de inmediato—. De hecho justo vine a ver a Max para preguntar...
—¿Insinuas que soy un golpeador? —interrumpió el aludido.
—No, imbécil —dijo Maddox—. Quiero saber si conoces algún otro acreedor de Kannavage. El tipo que la golpeó es el mismo que encontramos —dijo, esta vez mirando a Hurs—, pero yo no sé quién es ni cómo llama.
—Walter —dijo Parker—. Walter Desktop.
—¿Cómo sabes eso? —inquirió.
—Soy quien se encarga de estrategias, investigación crediticia, todo, ¿lo olvidas? —dijo.
—Cierto —respondió—. Necesito sus datos, su dirección, todo de él.
—Vas a hacerla de príncipe al rescate —dijo con un deje de diversión—. Me gusta eso, ya mismo lo traigo.
Salió de inmediato y Maddox se rió como cada vez que Parker se movía bailando al caminar en señal de que disfrutaba lo que vendría.
Volvió solo minutos después con unas hojas que dejó a la vista de su amigo.
Maddox la tomó y se puso de pie pero la voz de Hurs lo detuvo.
—¿Me darás los honores? —dijo y Maddox sonrió pero no volteó.
—Después de mí —respondió.
—Odio la violencia pero avísenme para estar ahí —añadió Max.
—Yo estaré tras el cristal y si alguien quiere acompañarme llevaré frituras —agregó Parker.
Maddox entendió entonces que sus amigos estaban dejando claro que al enemigo se le llevaba a casa y no se buscaba en su guarida y que como siempre, contaba con ellos.
—Están cordialmente invitados —dijo girándose y haciendo una venia—. Sería muy descortés de mi parte no invitarlos.
—Muchas gracias —dijo Parker—. ¿Tengo tiempo de ir por mi mejor gala?
—Estarás tras la cristal —dijo Hurs blanqueando los ojos.
—Igual es de mal gusto no estar acorde con la ocasión —respondió con molestia.
—Ve por tu mejor gala —dijo Maddox saliendo de la oficina.
Salió de ahí dejando a sus amigos antes de dirigirse a su oficina para leer lo que Parker le había dado y después ir a las personas con quienes compartía la seguridad.
Esos hombres eran sumamente leales y lo mejor de todo, temían su ira, por los que harían cualquier cosa que él pidiera.
Una vez dió instrucciones se fue a su oficina de nuevo.
****
Brooke se movía con lentitud dentro de la cocina antes de que se subiera un poco de té y se sentará para beberlo.
Tenía ganas de llamar a su madre pero no poseía un teléfono y el celular que tenía antes lo había vendido, tampoco podía tomar el teléfono de la cocina y llamar a su vecina para que le avisará a su mamá.
Vio pasar a un hombre frente a la puerta de la cocina con su rostro parco. Le dio tanto miedo al ver la manera en que se movía y cuando vio que regresaba se escondió justo cuando el hombre se metía a la cocina.
Dentro de la alacena no podía ser vista o eso creía ella, lo cierto es que el sujeto era verdaderamente terrorífico y nunca antes lo había visto.
La cicatrices en su mejilla y brazol más el aspecto desaliñado y su complexión robusta no hacía más que hacerlo más impactante.
Miró alrededor y sin más se comió el pan que ella pensaba degustar y bebió su taza de té.
Dejó la taza en su lugar y salió de la cocina cojeando y arrastrando su pierna derecha y haciendo que su cadera se balanceara de un lugar a otro en un caminar bastante raro.
Supuso entonces que ese era Parker y no era para menos que se escondiera, lo cierto era que a su criterio no solo era imponente por su complexión, sino que además bastante poco agraciado.
Se asomó y tomó la taza para dejarla en el fregadero antes de que empezara a servir la comida que había preparado para Maddox y esperar a que vinieran por ella y la llevaran.
Unos minutos después Melina aparecía con su estupenda apariencia como siempre.
—Hola —dijo con ese aire de reina que poseía—. Tengo que admitir que tienes más talento del que creí. ¿Qué te ha pasado? —inquirió cuando levantó la vista y la veía.
—Un accidente —respondió y Melina enarcó una ceja.
—No importa —dijo restándole importancia—. Solo quería decirte que lo has logrado.
—No entiendo —acotó Brooke.
—La atención de Maddox está sobre ti, solo creo que aún no se ha dado cuenta —dijo sonriente—. Haz que se dé cuenta y lo tendrás en tus manos.
—No he hecho nada para atraer su atención —dijo la joven a la defensiva temiendo que fuera una trampa.
—No hace falta querida —dijo dándose la vuelta—. Solo sigue siendo tú. Eso es suficiente.
La dejó ahí mientras ella trataba de entender sus palabras, lo cierto es que ella no había hecho nada salvo lo de las comidas pero no estaba al tanto de qué tan interesado estaba o no en ella, le era imposible darse cuenta de todo cuando no entendía nada del hombre en cuestión.
—Vi a la perra de Melina salir de aquí —dijo Megan entrando—. Es una maldita que ojalá pronto sea desechada.
—Vi a Parker —dijo Brooke.
—¿En serio? —dijo bastante sorprendida e interesada—. ¿Cómo sabes que era Parker? Hasta donde sé Melina funge como sus ojos. La muy perra da vueltas en el casino para luego ir con el chisme.
—Bueno, no me dijo: hola, soy Parker pero por lo que me contaste deduje que era él —contestó y la chica frunció el ceño—. Se supone que tú lo conoces, no entiendo por qué te sorprende tanto y no sé cómo pudo gustarte un hombre así. Perdóname por lo que voy a decirte pero es bastante desagradable a la vista y no me imagino a Melina con él siendo tan bonita.
La joven se quedó mirando a Brooke un tanto decepcionada pero al final solo le dio una sonrisa conciliadora.
—Estoy segura de que ese no era Parker —dijo divertida—. Te aseguro que a pesar del problema de sus piernas él es muy guapo.
—Espero entonces que no haya sido él —dijo Brooke—. De ser así es sumamente desagradable a la vista.
Comenzó a reír nerviosa creyendo que la había ofendido y después ganarse una enemiga por nada. Después de todo ella no quería más problemas, así que cambió el tema y comenzó a hablar de lo que le había pasado e inventó toda una historia de asalto...