La pasión de Ania (Edición Me...

MauroMartinPrimero által

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Novela inspirada en la reencarnación y los viajes en el tiempo. Alfonso era un joven con muchas ganas de sali... Több

Capítulo 0 / Antecedentes (Actualizado)
Capítulo 1 / Conociendo a Elena (Actualizado)
Capítulo 2 / Muerte inesperada (Actualizado)
Capítulo 3 / Negociando desde el Más Allá (Actualizado)
Capítulo 4 / Entonces procedamos (Actualizado)
Capítulo 5 / Chequeo de rutina (Actualizado)
Capítulo 6 / Ania de la Rosa (Actualizado)
Capítulo 7 / Secuestro (Actualizado)
Capítulo 8 / Un sobre misterioso (Actualizado)
Capítulo 9 / Desencuentro
Capítulo 11 / Rastreando al Enemigo
Capítulo 12 / Una trampa para el Enemigo
Capítulo 13 / Con la soga al cuello
Capítulo 14 / Un día en el jardín trasero
Capítulo 15 / Sucedió en un sueño
Capítulo 16 / Accidente no esperado
Capítulo 17 / Entre sospechas
Capítulo 18 / ¿Qué rayos pasó con Clarissa?, Parte 1
Capítulo 19 / ¿Qué rayos pasó con Clarissa?, Parte 2
Capítulo 20 / Inmóvil
Capítulo 21 / En buena estima
Capítulo 22 / Un asunto de vida y de muerte
Capítulo 23 / Epílogo

Capítulo 10 / Un poco de ayuda no vendría mal

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MauroMartinPrimero által

Ese mismo día

04:30 pm


Tras haber leído aquel mensaje que contenía aquel sobre que recibiera, para el doctor Basurto era muy difícil creer que su propio hermano Abel haya sido secuestrado por aquellas misteriosas personas.

Pese a que estaba sacadísimo de onda y deseando mandar a su hermano al carajo por lo que hubiese hecho para terminar así, algo en él le decía que debía ayudarlo. Y llegó a la conclusión de que podía dar con su paradero y tal vez denunciar a los que lo secuestraron.

Pero claro, era consciente de que no podía ir a rescatarlo solo. Recordó el nombre de una persona a la que conoció hace poco, en una ocasión en la que a él le tocó atender sus malestares. Se acordó de aquella persona e inmediatamente, entre las cosas que yacían en uno de los cajones de su escritorio, se encontró con una tarjeta que contenía el nombre y la dirección del lugar donde podría ir a verlo. Así que, sin más, salió de su consultorio para ir a la oficina de esa persona.

No tuvo que ir muy lejos. De hecho, solo le bastó recorrerse unas pocas cuadras para terminar ubicándose en una zona bastante concurrida de la ciudad, dentro de uno de los grandes edificios que adornaban las calles de esta. La "oficina", por así decirlo, se hallaba bastante escondida entre los demás departamentos de aquel lugar. No tenía ninguna señalización, excepto el número del departamento tan solo. Y, de acuerdo con la tarjeta, el departamento correcto debía ser el que tenía marcado el número 17.

Una vez llegado allá, tocó la puerta. Al parecer no obtuvo respuesta. Volvió a tocar. Y acto seguido, alguien abrió la puerta.

—¿Detective Mark Burguers?

—Depende quien lo busca—responde aquel individuo al galeno.

—No sé si se acuerde de mí. Soy el doctor Daniel Basurto, del Hospital Rivadeneyra. Perdone que lo moleste—saludaba el galeno—, pero he venido hasta aquí para un asunto de vital importancia.

—Claro, doctor. Entre—invitó el detective Burguers al galeno.

El detective Mark Burguers era un reconocido detective no sólo de la región, sino también de todo el país entero. El tipo en realidad tenía varias oficinas, y aquella era tan solo una de las varias oficinas que tendría regadas por todo el país. Conoció al Dr. Basurto en una situación particular, cuando fue a consultarlo debido a una serie de problemas que incluía desde cansancio físico hasta una fuerte sensación de falta de aire y taquicardia, algo que se atribuía más a su ritmo de trabajo que a una posible patología, pues érase de saber que el señor solía invertir muchas horas de trabajo en resolver los casos por los cuales la gente le pagaba. Y aunque era bastante bueno resolviendo la mayoría de éstos, últimamente se encontraba sufriendo de una serie de malestares físicos, mismos que sentía que debía atender lo más pronto posible, pues cada vez los malestares se tornaban peores día con día. Y en una ocasión en la que sentía que ya casi se moría porque sentía que le faltaba el aire, fue que había decidido acudir al hospital Rivadeneyra. Y ese día en la que se encontraba en el nosocomio, el Dr. Basurto se encontraba haciendo guardia en urgencias, por lo que éste lo terminó atendiendo y hasta le mandó a hacer estudios casi de todo tipo.

Lo curioso del caso es que el detective había obtenido todos los resultados de las pruebas normales y que lo él tenía en realidad no era otra cosa que ansiedad y estrés crónico, mismos que le ocasionaban los dolores musculares, la sensación de falta de aire e incluso la taquicardia que le llegó de la nada una noche que anduvo sin poder dormir. Entonces le proporcionó al detective todo lo necesario para que éste pueda bajarle al menos dos rayitas a su volumen de estrés porque, de no hacerlo, en cualquier momento, podría terminar pasándola muy mal. Quizás no se hubiera muerto, pero si los malestares le terminarían pasando muy cara la factura. Por suerte, para el detective Burguers el tratamiento consistía en unos cuantos medicamentos naturales a base de pasiflora y valeriana, cero café y refrescos de cola, así como también unas buenas vacaciones relajantes.

Desde esa visita, el galeno conservó en el cajón de su escritorio la tarjeta que el detective le diera en ese momento, ello pese a que para él no considerarse necesario tenerlo allí y mejor tirarlo a la basura. Pues ¿por qué o para qué necesitaría de los servicios de un detective privado? Nunca dimensionó la posibilidad de que algún día pudiera necesitar el apoyo del detective. Y allí está ahora, dentro de la oficina particular de uno. De aquel que fuera alguna vez su paciente.

—¿A qué debo el honor de su visita, doctor? —preguntaba el detective.

— Primero que nada, a ver cómo seguía. Lo veo ya un poco mejorado.

— Me costó un poco de trabajo seguir su tratamiento, pero afortunadamente me encuentro ya mejor—responde el detective Burguers—. ¿Y solo por eso vino a verme doctor?

— Usted fue al hospital donde yo trabajo hace unos meses por un problema de ansiedad, y me dejó su tarjeta. Debo confesar que cuando me había dado ese papelucho había pensado en tirar la misma en el bote de basura de mi oficina. Pero en vez de eso, terminé por guardarla en lo más profundo del cajón de mi escritorio.

— Ya—dijo el detective—. Al menos de algo le sirvió. ¿Y en qué puedo ayudarlo, doctor? Siéntese—ofreció el detective al galeno el sillón que tenía justo enfrente del otro sillón donde estaba.

— Le quiero platicar de una situación que tengo y es algo delicado de tratar—comentaba el galeno a la vez que se iba acomodando en el sillón—. Resulta que mi hermano Abel está en medio de una situación que para mí debería darme lo mismo. Si no fuera porque es mi hermano y lo aprecio mucho, ya le hubiera mandado al carajo desde hace mucho tiempo, por haberse metido en una bronca muy grande, y de la que ahora... En fin, lo tienen secuestrado, y necesito que me ayude a encontrarlo.

— Entiendo, doctor—respondió Burguers—. Sepa usted que hallar a una persona hoy en día es cada vez más complicado y la cosa se torna peor si esa persona ha sido secuestrada—responde el detective—. Podría empezar por decirle de entrada que una persona secuestrada podría estar en cualquier parte. Vivo o muerto, me atrevería a decirle que, a estas alturas, posiblemente su hermano ya estará muerto.

— No necesito que se me anticipe a los hechos, detective, ni tampoco qué suponga cosas—replicó el galeno—. Necesito de su ayuda. Necesito encontrar a mi hermano, saber dónde está. Usted es la única persona que podría apoyarme a resolver esta bronca. Por favor, detective, sólo le pido que me ayude a encontrarlo.

— Entiendo su desesperación —le decía el detective Burguers—. Está bien, lo voy a ayudar. Solo tenga en cuenta que mis servicios son algo costosos. Y necesitaría al menos un pequeño anticipo para empezar a motivarse.

— Ah, ya entiendo, detective—dijo el Dr. Basurto, comprendiendo que tenía que pagarle al detective primero.

— Además—prosiguió el detective—, necesito al menos una fotografía de su hermano. ¿Tendrá usted alguna? Puede ser cualquiera, pero de preferencia reciente.

El galeno sacó de su maletín un sobre amarillo y se lo dio al detective Burguers, quien lo tomó y empezó a ver su contenido.

— ¿Esto podría ayudar con la búsqueda? —dijo una vez que entregó el sobre.

El detective Burguers estuvo mirando por un rato el contenido del sobre. Dentro de éste además de la carta, se encontraba unas fotografías. En unas aparecía como solía aparecer en las notas de prensa, mientras que en las demás aparecía todo golpeado, amarrado y al parecer arrinconado dentro de lo que parecía ser una bodega abandonada. Observó un largo rato la foto donde aparecía muy formalmente presentable, como queriendo memorizar todo de él, empezando por las facciones. Luego preguntó.

— Al parecer, sí, es posible que pueda hacer algo al respecto. Sólo dígame una cosa, ¿cuándo fue la última vez que tuvo contacto con su hermano?

— En persona ya tiene mucho, muchos años, tal vez unos quince. Aunque suelo tener noticias de él de vez en cuando, cada vez que el periódico y veo su foto plasmada en ella, es muy fotogénico. Suele aparecer en las páginas de Sociales, como alguien que apoya causas medio extrañas. Algunos medios lo llaman activista, otros le dicen agitador, y recientemente supe que otros tantos se limitan a tildarlo de machista resentido, por lo que supe estaba por dar una conferencia aquí mismo en la ciudad, y, quien lo haya secuestrado, buscará impedir que lleve a cabo tal evento.

— ¿Y cómo sabe usted que lo tienen secuestrado, doctor?

— Porque me llegó ese sobre que le acabo de dar, con una carta y unas fotos de él, demasiado blandas para mi gusto, prefiero el gore. Solo sé que quienes lo capturaron ahora me están exigiendo a mí que entregue dinero a cambio de su vida.

— Si, eso veo—. El detective comenzó a ver y estudiar la carta, empleando el mismo método analítico que había usado con las fotografías. Sólo que esta vez, el detective comenzó a hacer un análisis digamos que exhaustivo, para finalmente sacar sus deducciones.

— ¿Hace cuánto que recibió esto?

— Apenas ayer.

— ¿Ayer? Ya entiendo. Le comento, por las características que presenta la carta, así como las fotografías donde supuestamente lo tienen secuestrado, diría que evidentemente a su hermano lo tienen raptado en las afueras de la ciudad. Podemos mirar el ambiente desde donde se tomaron las fotos. Parece ser que el lugar donde lo tienen amarrado es en una especie de casa abandonada. Una cabaña, quizás, que seguramente no se encuentra más que en las afueras, dado el estilo y condiciones del predio. Por obvias razones, no es posible determinar el lugar exacto. No así, con las imágenes de su hermano tapando buena parte de la pista. No obstante, conozco dos posibles lugares donde podrían tenerlo de rehén. Por allí podría empezar. Pero le advierto que esto tomará mucho tiempo y mi trabajo no es en sí un trabajo policiaco, sino de investigación, y no es barato. ¿Está de acuerdo?

— ¿Y usted cree que con esto pueda agilizar la investigación? —dice el doctor al momento en que le entregaba al detective un sobre pequeño, con una cantidad de dinero tal vez buena.

— Naturalmente— respondió una vez que miró el contenido del sobre—. Usted me está motivando a hacerlo. Pero déjeme decirle algo, doctor. A pesar de lo difícil que se pueda ver este caso, déjeme decirle que en realidad tiene un lado fácil. Sólo es cuestión de tiempo para ir completando todo el rompecabezas. Pero le aseguro que no tomará demasiado tiempo, encontraré a su hermano. En fin, puede contar con mi ayuda, doctor Basurto.

— Muchísimas gracias, detective Burguers. Veo que está siguiendo mis indicaciones, ya lo veo un poco más calmado.

—Y vaya que me hizo mucha falta. Precisamente ya estaba reincorporándome tras haberme tomado unas semanas de vacaciones.

— Llámeme en cuanto tenga información.

— Así lo haré, doctor. Yo le garantizo que pronto tendrá noticias sobre la ubicación de su hermano— cierra el detective con la conversación.

—Eso espero. Ese muchacho... Es lo malo de tener hermanos, ¿sabe?

—¿Qué puedo decir, doctor? —decía el detective—. Yo fui hijo único, mis padres murieron de causas naturales y bueno, aquí ando.

Y al cabo de un rato, el galeno se encontraba llegando a la clínica, pensativo, aunque un poco más tranquilo. Pensó en su hermano. Y en su deducción, consideró que tenía bien merecido lo que le estaba pasando. Para que la próxima vez que quiera luchar por una causa haga el bendito favor de tomar precauciones, ya que los detractores (los enemigos, más bien) están a la orden del día. O algo que podría hacer su hermano mejor sería no seguir inmiscuyéndose en más tonterías que terminen por atentar contra su vida.

Francamente no le gustaba que su hermano se metiera en problemas y menos en uno tremendamente fuerte como en aquel en la que se había metido. A pesar de aquello, estaba decidido a encontrarlo y haría todo lo posible por encontrarlo.


CONTINUARÁ...

Olvasás folytatása

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