Sukoshi kurutta [ΩHiguelΩ/¤Ku...

By CelaenaMuguiwara

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"Felicitaciones Hiro Hamada, participante en el concurso de robótica anual de San Fransokyo. En esta ocasión... More

Prólogo - La cosa más linda
Un poco loco
La danza Azteca de los celos
Espejos al pasado
Un viejo amigo
Falling in love with you
La canción correcta
A fuego lento
Amor y enfermedad
Extra(?)
Heridos de dudas de amor
You are perverter too
Burbujas
Labios compartidos
:0
Última demanda
La gran explosión
❤1K 😱
El surrealismo en tus ojos
Sukoshi Kurutta

~Amar es liberar~

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By CelaenaMuguiwara

"La tristeza es un barco hundido

El desamor; una despedida kilométrica donde los árboles crecen sobre tu espalda
La cicatriz es medalla del valiente
Y el único que puede besarla
Eres tú"

(Christian Pueyo -Aquí dentro siempre llueve)

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Se paraba de la cama, tomaba un baño, desayunaba, veía un rato la tele, intentaba distraerse haciendo elaborados platillos para la comida, cenaba ligero y se iba a dormir. Acciones que seguía normalmente en su típica rutina diaria.

Solo que ahora nada era normal y él ya no aguantaba su típica rutina diaria.

El celular en su bolsillo sonó, pero Leo San Juan decidió ignorarlo, manteniendo su atención en lo que fuera que el telivisor le mostrara.

¤Miguel acaba de mandar un mensaje...¤ comentó dudoso Marco, que había identificado el tono como el que solo se oía cuando se trataba del músico.

La simple mención del nombre crispó a Leo, pero no quería mostrarse vulnerable ante su segunda personalidad, que sabía, estaba también sufriendo por lo que había sucedido hacía ya cuatro días.

-¿Y?Ω- no despegó la vista del televisor y hundió su cuchara nuevamente dentro del tazón de cereal.

Miguel

Miguel

Miguel

Miguel

Miguel

Miguel

Miguel

Miguel

Miguel

Miguel

Miguel

Miguel

Dejó su cuchara en el cereal y cerró los ojos un instante, aislando los sonidos de la tele y los de la ajetrada ciudad, nada parecida a puebla, afuera del hotel, concentrandose en sus pensamientos. Esos en los que reinaba el muchacho de enormes ojos chocolate, y sonrisa incansable, mirada coqueta y sentimientos dolorosamente gentiles.

Miguel.

Recordó el día en que se conocieron, como esa sonrisa sin un diente lo recibió y esos cachetes de ardilla rojizos por el calor brillaban más que nunca intentando contagiarlo de un poquito de su felicidad.

Abrió los ojos de golpe.

Esa voz que había sonado en su mente no era de Miguel, ni la sonrisa brillante, ni las dulces caricias o las tristes lágrimas de decepción.

Marco sintió un escalofrío recorrerlo por completo.

No definitivamente ese no era Miguel.

¤¿Por qué...?¤

Dentro de la mente de Leo la sombra de personalidad había ganado poder gracias a las inseguridades del primero, pero hacía tiempo que poseer el cuerpo del muchacho había dejado de importarle a Marco. De hecho quizá nunca le había importado.

Independientemente del accidente Marco era algo que se había estado formando a través de años y años de represión de su orientación sexual y sentimientos hacia Miguel por miedo de perder la amistad. Hiro y el incidente sólo habían sido el detonante; además de que la hipótesis del científico había tenido éxito, hacía un tiempo que el cuerpo de Leo se había desecho de los rastros de toxicidad que llevaba consigo, por medios naturales así que ya no podía decir que la existencia de Marco se debía a aquello.

-Tengo que despejarme- dijo el chico, parándose del sillón para tomar sus llaves, su chaqueta y luego de casi cuatro días de aislamiento total, salir del cuarto de hotel.

Las acciones de Marco eran más para proteger a Leo que para dañarlo, se basaba en lo que sabía del chico para intentar hacerlo felíz, pero lo único que conocía la personalidad del otro era todo aquello que al poblano le disgustaba de sí mismo ya que eso era de lo que estaba hecha la contraparte. El miedo a volver a perder la confianza de alguien como había ocurrido con la gente de su pueblo, sumado al terror de dejar ir a alguien como había tenido que hacer con la chica fantasma de la que se había enamorado hacía muchos años atrás, era lo que había hablado por Leo al momento de alejar a Kubo para siempre.

Marco se mordió el labio preocupado

¤Leo...¤

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Nos ahogaremos juntos

Miguel casi no dormía, salía de su cuarto muy de vez en cuando y solo tocaba en la guitarra canciones que le daban un poco de sentido a lo que había ocurrido hacía unas noches atrás; cuando había tenido la mismísima Vía Láctea entre sus manos, derritiéndose por su toque y llorando por sus besos.

Eran cosas que recordaba con una sonrisa, porque mierda, después de toda una vida de creer que jamás iba a poder amar lo había encontrado, había descubierto a esa persona por la cual estaría dispuesto a decirle a su familia que era bisexual, a la que le dedicaría todas sus canciones, por la que regresaría al mundo de los muertos para traerle una de esas flores naranjas de Cempasúchitl solo para ver como luciría el pelinegro con ella en el cabello.

Pero la película en la mente de Miguel tenía que continuar, y al final del día, sin importar cuanto cantara, culminaba con esa dolorosa escena.

Y lo que antes había hecho sonreír a Miguel ahora causaba sus lagrimas, porque las estrellas de la Via Lactea se volvían polvo entre sus dedos, las canciones versos obsoletos y las flores anaranjadas se marchitaban con un olor a viejo que solo podía significar que el tiempo se había acabado y él no había podido detener el reloj para retener a Hiro un poco más.

En aguas que todos quieren probar

Había decidido no acercarse más a la universidad en la que sabía trabajaba el mitad japonés, no habría razón por la cual ir. Ya no. Ya no despertaría recostado en el suelo con la guitarra en mano esperando a un chico al cual había hecho enojar por unas palabras absurdas y apresuradas, por lo que, de igual manera, Hiro ya no estaría ahí para tranquilizarlo después de una pesadilla.

-Solo Hector Rivera sabrá cuanto te extraño...-

Porque esos sentimientos se los llevaría a la tumba

Miguel ni siquiera tenía ganas de ver a Leo. Era su mejor amigo, y como le había dicho a Hiro el no podía odiarlo, pero si lo veía estaba seguro que tendría ganas de soltarle un puñetazo, mientras le gritaba: "¿Por qué mierda me besaste?"

Pero ideas como esa se iban rápidamente de su cabeza, recordando que al final sabía que aunque hiciera eso no recuperaría a Hiro.

En esta ocasión Miguel ya no iría detrás del muchacho rogándole por probar el elixir de sus labios nuevamente, y no porque no quisiera, sino porque sabía que no debía hacerlo. Porque Hiro le había dejado muy claro que él tenía sus metas, su sueños, un plan de vida, en el que al parecer él no figuraba; y a Miguel le importaba una mierda sus propios sentimientos si de esa manera podía ayudar a Hiro a cumplir sus sueños.

Sin importarnos como es el final

Algún día vería el nombre "Hiro Hamada" en el periodico, sonreiría verídicamente y con honestidad...

Soltaría na carcajada alegre exclamando "¡Lo lograste!" y le presumiría a todos que él tuvo el privilegio de tenerlo como amigo.

De la misma forma esperaba que en el futuro Hiro escuchase una canción en la radio y lo recordara con una sonrisa.

Estaba seguro que algún día definitivamente sería una sonrisa la que asomara por su rostro al pensar en la ida del mitad japonés, porque gracias a eso ambos habían logrado sus sueños.

...

.

Pero ese día no era hoy.

No hay otras vidas tierra nada más...

Miguel se paró del cómodo sillón dejando su guitarra a un lado y sin detenerse en pensar lo que hacía se dirigió a su cuarto a acomodar todo lo necesario.
~~~~~~~~~~~~~~

¤Leo¤

El poblano ni siquiera hacía el intento de escuchar.

Era curioso, tanto tiempo escondiendo su amor por Miguel, su gusto por los hombres, sus sentimientos por Kubo, y al final todo había salido a la luz en un sólo día.

Regresaría a su pueblo y la gente lo miraría al caminar, los hombres le gritarían groserías y parecería de nuevo ese chico asustado que se hacía del baño encima hacía tanto tiempo. Quizá en esta ocasión Nando estaría de su lado -Ja- eso sería aun peor, ver como el antiguo héroe del pueblo ahora se tenía que esconder detrás de su hermano mayor por el miedo de ser juzgado.

"Realmente importa lo que los demás piensen"

Esa voz dulce y tierna, que lo había escuchado, querido y esperado después de tanto tiempo resonaba una y otra vez en sus oídos, como el susurro melancólico de haberse enamorado del recuerdo de algo que nunca fue...

Y que nunca será.

-¡Sal de mi cabeza!-

¤Leo¤

Marco se mordía fuertemente el labio, mirando la escena como algo que nunca creyó que volviera a pasar.
Porque sí, ya había pasado antes, cuando Leo asustado le dejó a él los recuerdos de haber atacado a sus amigos cuando el Charro negro se apoderó de su cuerpo.

¿Tendría que quedarse con los dolorosos recuerdos como en aquella ocasión?

Caminaremos juntos.

¤Leo...¤

El nombrado que ahora se sostenía fuertemente la cabeza como sí un fuerte dolor lo azotara escuchó atento lo que su contraparte podía decirle.

Cerró los ojos, y se vieron nuevamente dentro de su cabeza, como cuando Marco apareció ese día del accidente, solo que esta vez era un escenario completamente diferente.

Leo abrió los ojos como platos, mirando entre preocupado y consternado al muchacho frente a sus ojos.

Estaba ahí sentado, con una pierna doblada contra su pecho sosteniendo su brazo derecho mientras la otra se mantenia extendida, con su característico traje de charro negro rasgado en algunas partes por uñas, lesiones que parecían haber sido causadas por las propias manos de la personalidad.

Ω¿Qué?...Ω

A diferencia de como Leo esperaba los ojos de Marco no habían perdido brillo, por el contrario, parecían un par de luces doradas con características gatunas en la oscuridad de su mente.

¤Dime...¤

Un escalofrío recorrió la espalda del poblano, como la primera vez que escuchó la voz en su cabeza que lo había hecho creer que se había vuelto loco.

Marco miró con una sonrisa maliciosa que el poblano no había visto desde hacía mucho tiempo.

¤¿Quieres borrarlo?¤

Ω¿Qué?Ω repitió Leo.

¤Lo que escuchaste¤

El muchacho estaba confundido, sabía a lo que se refería Marco pero no quería captarlo porque era algo tan malditamente tentador que podría terminar cediendo.

¤Ya te lo había comentado antes pero creo que los gritos desesperados del mocoso de ojos pequeños no te dejaron escuchar con claridad¤

Hubo un silencio.

Leo ya no podía desvariar tratando las palabras de Marco como algo que se podría confundir, estaba siendo muy directo.

La personalidad se incorporó lentamente y con cuidado, como si le costara trabajo ponerse de pie; pero nunca borró esa sonrisa felina de su rostro que no podía expresar nada más que burla por parte de quien la viera.

Sus pasos resonaban con un eco sonoro dentro de la mente de Leo, quien abatido por la incertidumbre aunque quisiera no hubiera podido retroceder ni un paso atrás, aún cuando tenía al otro prácticamente cara a cara, invadiendo completamente su espacio personal.

Marco puso un dedo por debajo del mentón de Leo y lo levanto fuertemente para que lo mirara directamente a los ojos, se relamió los labios cual gato a punto de devorar a su presa y acerco los mismos al oído del chico.

¤Puedo borrarlo...¤

Si tropezamos no nos dolerá.

El cuerpo de Leo se estremeció por completo. Era exactamente lo que el poblano suponía que diría la contraparte.

¤Tranquilo...¤ siseó en su oreja ¤No dolerá¤

El dueño del cuerpo ya no pudo más y tuvo que retroceder un par de pasos atrás, viendo asustado la mirada dorada penetrándolo.

¤Yo me quedaré con todos los recuerdos dolorosos, jamás recordarás lo que pasó con Kubo y tus sentimientos por Miguel quedarán intactos.¤

Era como retroceder unos meses atrás, otra vez estaba esa mano enfundada en un traje negro pidiéndole cerrar un trato con el mismísimo diablo para hacer el dolor a un lado.

¤Después de todo No existen cuerpos, mentes nada má
~~~~~~~~~~~~~~

Mientras tanto Miguel se moría de la impaciencia, ya habían pasado casi cuatro horas desde que le había mandado el mensaje a su amigo y Miguel no quería esperar, no podía, estaba seguro de que si se quedaba un segundo más iría corriendo a por Hiro, lo besaría en contra de su voluntad y jamás se volvería a separar de su lado.

Miguel estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no se percató que la fila ya había avanzado hasta que la mujer en ventanilla prácticamente le gritó para que pasara.

-¿Y bien?-

Miguel buscó entre sus bolsillos hasta sacar su billetera, sacó unos cuantos billetes de un alto valor y se los entregó. La mano le tembló cuando lo hizo pero al final lo había logrado, repitiéndose una y otra vez en las mismas palabras.

~~~~~~~~~~~~~

ΩNo...Ω

Fue un susurro

¤¿Qué dijiste?¤ repitió Marco con el ceño verdaderamente fruncido ante la respuesta del chico.

Ω¡Que no!Ω

Esta vez había gritado, golpeando la mano que el otro le ofrecía.

Marco lo miró incorporándose, sus ojos nunca habían transmitido tanta furia.

¤¡¿Por qué no?!¤ se acercó unos pasos más a Leo, quien le sostuvo firmemente la mirada. ¤¡Puedo sentirlo Leo! Lo siente en cada parte de mi cuerpo, el dolor que cae en tus hombros porque le rompiste el corazón a un niño por querer estar con la persona que siempre haz amado, ¡Lo puedo sentir Leo! ¡¿Por qué no lo quieres olvidar?!¤

Eres sangre tibia y yo... ¡Me siento vivo!

El poblano apretó la quijada, hizo sus manos puños y soltó un puñetazo que le volteó la cara a Marco.

Ω¡Porque es mentira!Ω

El contrario se sobó la parte lastimada, un hilo de sangre salía de su boca. Estaba tambaleándose pero aún así se mantuvo firme con los dos pies en el piso, alzó la vista y fue su turno de regresar el golpe.

¤¿No te duele Leo?¤

A pesar de haber sentido el dolor en esa zona lo cierto era que los golpes de Marco no eran tan fuerte como el habría esperado así que sin tomarse mucho tiempo para recuperarse lanzó un contraataque

¤¡Si maldita sea, si me duele!¤

En esta ocasión Marco había caído al suelo, a penas y tenía la fuerza suficiente para hincarse.

¤¡¿Entonces por qué?!¤

Tomó fuertemente las piernas de Leo, jalando de sus ropas para que lo mirara. Sus ojos ya no reflejaban furia ni enojo, era otra cosa; le estaba exigiendo desesperadamente una respuesta, pero no porque quisiera explicarse algo no, era como si Marco ya lo supiera eso que Leo aún no entendía.

¤¡¿Por qué Leo?! ¡¿POR QUÉ?!¤

Ω¡PORQUE LO AMO!

¡Porque hace tiempo que lo único que ronda por mi cabeza son sus lindos ojos mirándome como si fuera la persona más especial de todo este maldito planeta, siendo que yo fui un maldito cobarde que lo lastimó.

Porque no es el sentimiento egoísta que tu describes, no es que tenga un peso de conciencia por haber dañado a alguien, es el dolor de haberlo lastimado a él, es sentir que por mi culpa él está sufriendoΩ

Marcó sonrió de lado y lentamente soltó al chico.

Durante las últimas horas se había estado preguntando que es lo que él, Marco, sentía por Kubo, y al descubrir que era algo mucho más fuerte que lo que sentía por Miguel se estremeció del terror, el miedo fue tanto que tuvo que encontrar una forma de sacarlo, rasguñando sus ropas para poder sentir el aire entrar a sus pulmones.

El trato que hicieron había sido para ayudar a Leo a enamorar a Miguel, ¿Pero eso de qué servía ahora si al final ambas personalidades habían caído por otra persona? Él ya no tenía un propósito para estar ahí, ni siquiera el de llevar consigo las inseguridades de Leo porque ahora había otra persona que las hacía desparecer con un simple rose de manos.

Una luz blanca comenzó a iluminar al susodicho, que asintió complacido y lo miró una última vez. Con sus grandes y felinos ojos dorados.

Hubo un brillo cegador y Marco desapareció.

Leo comprendió...

Ya no amaba a Miguel.

~~~~~~~~~~~~~~~~~

Transformaremos mundos

Miguel tomó lo que la chica le ofrecía a cambio del dinero y se fue a sentar donde las bocinas del lugar le indicaban que tenía que aguardar hasta que lo llamaran.

Leo agradeció profundamente que la puerta de la habitación de hotel de Kubo se encontrara abierta porque de otra forma probablemente la habría tumbado. Entró sin pedir permiso dejando sumamente sorprendido a cierto japonés que se encontraba precisamente en frente de la puerta.

-¡Kubo!-

Se abalanzó a los brazos del de tez clara, tomó su rostro y unió sus bocas en un beso efímero que a penas y duró un segundo.

-¿Leo?- preguntó confundido el muchacho mientra veía como el otro se hincaba.

¿A caso traía rosas en las manos?

-Yo... No lo merezco y lo sé.
Fui un cobarde, un hombre que prefirió drogarse un rato con el aroma de los lirios que aguantar el dolor de unas cuantas espinas para llegar a la rosa-

Miguel decidió enviar un último mensaje a su mejor amigo antes de apagar el celular.

Hubo un silencio en el que Kubo no sabía que hacer, mientras que su abuelo afilaba los cuchillos dispuesto a salir en cualquier momento de la cocina para matar al mexicano.

-Pero ya no huiré más- Leo se incorporó, aún con las rosas en las manos. -Me tomó mucho tiempo darme cuenta... Estaba obsesionado por algo que jamás se daría y no me di cuenta de cuando las emociones que me hacías sentir se hacían más profundas, hasta convertirse en sentimientos que terminaron enraizándose .- tomó la mano del japonés y la besó.

...

El mundo se detuvo.

Nadie dijo nada, no se escuchó ni un solo ruido afuera de la habitación, ni siquiera sus propias respiraciones. Pero a pesar de ello Kubo no pudo evitar abrir los ojos como platos y rezar a todo aquel que lo escucharan porque no hubiese oído mal.

-¿Qué?- preguntó el japonés con los ojos llenándosele de lagrimas.

Leo unió sus miradas, a Kubo ya no le cabía duda de que había escuchado bien. Los ojos de Leo tenían un ligero toque de dorado en la parte inferior y un poco de la sonrisa felina de otra persona, que él conocía perfectamente, se había quedado en el gesto que le estaba mostrando.

Lo había logrado.

¡Lo había logrado al fin!

-Te amo- repitió.

El japonés soltó un sollozo.

Aún cuando ese mismo día en la mañana se había mantenido firme sin llorar, sabiendo que no regresaría a México después de pasadas las seis de la tarde, y que no volvería a ver a Leo, Kubo no había soltado ni una sola lágrima.

Se mordió el labio, para evitar que su llanto se hiciera más sonoro, pero ahora que lo había escuchado directamente de sus labios... Que había visto en sus ojos que había alcanzado su cometido enamorando por completo a Leo, lo que involucraba la parte que representaba Marco.

Ahora que lo tenía ahí, frente a él, sujetando sus manos con un ramo de rosas a un lado...

Kubo saltó colgándose del cuello del chico que lo abrazó por la cintura fuertemente.

-Yo también te amo-

Se estaba deshaciendo en lágrimas.
~~~~~~~~~~~~~

Inventaremos mares que cruzar

Después del emotivo momento de reencuentro Leo ahora tenía la mejilla roja, Kubo lo había perdonado, pero no antes de plantarle una fuerte cachetada, aún con su corta estatura el poblano tenía que admitir que el chico tenía la mano pesada.

El abuelo de Kubo lo había invitado a quedarse a comer y él con la mejillas rojas porque el hombre hubiera presenciado toda la escenita aceptó.

Era cierto que la parte pícara de Marco se había fucionado con él, pero a Leo todavía le faltaba experiencia para llegar a ser tan descarado como esa personalidad.

Habían terminado de comer y el moreno se había ofrecido a tirar la basura que se produjo así que salió con la gran bolsa del hotel y su celular en el bolsillo.

Podía acostumbrarse a eso.

Miguel probablemente se pondría feliz por él.

...

Miguel.

Leo le entregó la basura al hombre que hacía el aseo del hotel y se quedó pensativo unos minutos después.

Miguel era su mejor amigo, aún después de darse cuenta de que su amor por él se había convertido en una obsesión él le seguía queriendo muchísimo y no dejaba de pensar en el mal que sus acciones habían hecho en la relación del músico con Hiro.

Si nos perdemos nada pasará

De repente recordó que tenía mensajes sin leer y recargándose contra la puerta de la habitación comenzó a leer.

"Te conozco y sé que si hablas con Hiro al final terminarás culpándote por nuestra separación pero era algo que tarde o temprano tenía que pasar..."

Empezaba mal.

"Como sé que no podré convencerte de que esto no es culpa tuya entonces al menos déjame decirte que aprendí muchas cosas gracias a ello..."

Leo comenzaba a darse cuenta hacia donde iba la conversación y empezó a preocuparse, sacudiéndose de hombros contra la puerta de madera.

"Antes yo creía que amar venía en un sólo sentido...

Que sólo podías demostrarlo estando cerca de esa persona especial, susurrándole cosas hermosas al oído...Que el peor dolor que el corazón podía sentir es de cuando lo rompen.

Que las estrellas eran para siempre."

Revisó de reojo la hora en la que Miguel había enviado el mensaje, hacía dos horas atrás...

"Pero estaba equivocado.

Leo.Mi corazón sufre más porque él no logre cumplir sus sueños. No son sentimientos egoístas, ya no.

Mi corazón sufre, ríe, siente vive por él y no por sí mismo."

Dos horas ahora figuraban mucho tiempo desde que se había mandado un mensaje.

"Leo...

Ahora sé que amar también saber renunciar a alguien cuando lo único que le puedes hacer es daño"

¿Cuánto tiempo se hacía desde donde estaba al Politécnico?

"Mi avión parte a Santa Cecilia a las seis"

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Miguel se repetía las mismas palabras una y otra vez para evitar salir corriendo al encuentro de Hiro...

"Amar es liberar"

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-¿Entonces tú...?-

-No lo veré más- interrumpió Hiro, terminando la frase que su amiga colombiana trataba de decir.

Hubo un silencio.

En realidad Hiro no tenía ni un solo ápice de ganas de estar en el laboratorio en ese instante. Había ido porque era testarudo y orgulloso, y si había decidió olvidarse de Miguel de una vez por todas mejor empezar ahora.

-Que ingrato-

Esperaba todo tipo de respuestas por parte de Honey, pero definitivamente esa no era una de ellas.

-¿Qué...?-

-Si vas a llorar no lo hagas aquí porque no te voy a consolar por algo que tu provocaste-

Sintió una puñalada en el corazón por las palabras de la rubia e inmediatamente su cerebro comenzó a trabajar para explicar sus acciones.

Se paró bruscamente del banco dándole la espalda a su amiga. -Era necesario...-

-No no lo era- respondió con voz firme la muchacha.

El pelinegro comenzaba a desesperarse, ¿Por qué no lo podía entender? -Tenemos diferentes metas, diferentes estilos de vida, diferente perspectiva del amor.- apretó los puños -Un amor que nació de una mentira jamás será lo suficientemente fuerte como para resistir la distancia-

La rubia tenía el ceño fruncido y la frente en alto, aún estaba sentada. -Entonces que poco valoras a Miguel-

Eres sangre tibia y yo... Me siento vivo

-¡Sólo soy uno más Honey!- la encaró al fin -¡Un chico que está lo suficientemente roto como para atraer su atención; que le tuvo tanto miedo al amor que hizo todo por aferrarse a él cuando sintió que sus palabras eran verdaderas!-

Nuevamente reinó el silencio pero ninguno de los dos se dejó ganar por la mirada acusatoria del otro, aún con la tensión.

-¡Y aunque lo fueran!- se le quebró la voz- Aunque dijera la verdad y yo quedara como el malo del cuento estoy bien con eso. Porque yo no le puedo pedir que dejé todo solo por mí, y por más que lo quiera sabes que mi vida no está aquí-

Había bajado la mirada tratando de esconder sus ojos entre su flequillo. Pero a pesar de esa escena de vulnerabilidad Honey no cedió ni un poco.

-Si las palabras no te convencen entonces veamos las acciones- se incorporó y Hiro se hizo un paso hacia atrás. -Por más que una persona sea altruista siempre hay un límite. Miguel no es el tipo de personas que dejan el orgullo y las apariencias a un lado sólo por hacer sentir bien a alguien. Lo que pasó ese día en el concierto fue coqueteo puro, cualquiera lo sabe, y a él no le importó prácticamente bajarse del escenario para sacarte una sonrisa, sabiendo que eso puede poner su carrera en riesgo.-

-Pero antes... en la universidad- refutó el pelinegro.

-Era diferente, no habían tantas personas que lo conocieran y lo que estaba haciendo era un juego de niños, parecía más bien una broma entre adolescentes que una declaración de amor.-

La chica suspiró y relajó el gesto, colocando su mano sobre el hombro del chico. -Deja de escudarte en excusas sin sentido. Lo he visto, Hiro... Nadie mira con esos ojos a alguien que no ama.

Él te persiguió para explicarte lo que había ocurrido aún cuando no había nada que explicar...- el mitad japonés se mordió el labio dubitativo

-Estás haciendo lo mismo que Tadashi subestimando los sentimientos de Miguel...- esto último hizo reaccionar al chico, que sintió las palabras como puñaladas.

- Estas subestimando al mismo amor Hiro.-

¡Me siento vivo!

Sin previo aviso Honey tomó entre sus brazos al pelinegro, por la sorpresa del momento este no contestó el contacto.

Los brazos de la rubia permanecían firmemente entrelazados por atrás de su cuello, sus ojos estaban fuertemente cerrados intentando brindarle un poco de fuerza a su amigo.

Tiempo atrás ella le había fallado.

Me siento vivo

Aún sabiendo los sentimientos del menor por Tadashi ella decidió no ceder, aún con todo lo ocurrido y todo el dolor de su corazón por haberlo perdido no se arrepentía de ello.

Al principio se atormentaba con su falta de culpabilidad por la felicidad que ella y el Hamada mayor tenían costa de la de Hiro.

¿Cómo podía sonreír tanto a lado de Tadashi si estaba lastimando a un amigo?

Me siento vivo

Después cuando Tadashi se fue, Honey se prometió a sí misma cuidar de Hiro porque además de que era su amigo... Honey sentía que se lo debía.

Pero no era así.

Eres sangre tibia y yo... Me siento vivo

Durante el tiempo que comenzó a sanar mental y psicológicamente se había percatado de una extraña mirada que no había notado antes, acompañada de un olor a frutas por el constante consumo de chicle.

Cuando comenzaron a acercarse más la colombiana se enteró de que Gogo se sentía culpable de amarla, porque era la novia de uno de sus mejores amigos y aquello no era correcto.

Honey lo supo entonces.

Encontró la respuesta en esos ojos de mirada intensa, en el ocasional sonrojo disimulado, en el dulce beso con sabor frutas.

Nadie nunca debe sentirse culpable por amar.

Me siento vivo

La mejor forma de honrar a Tadashi para ella era dejándose de atormentar por haberlo amado.

Se separó del muchacho con los ojos aguados y sonándose la nariz.

-La distancia más dolorosa no es la física Hiro. El amor navega muros, escala mares, derriba montañas.- le sonrió con dulzura acariciando la mejilla del chico. -El amor es capaz de viajar por las estrechas paredes del cable de la computadora para darte un vuelco al corazón.

La distancia más dolorosa es la que tu pones en medio de ti y otra persona, porque a veces puede estar tan cerca y aún así sientes que desaparecerá para siempre si pestañeas.-

Hiro no se había dado cuenta de que estaba llorando hasta que sintió como su amiga latina limpiaba las pequeñas gotas de sus ojos.

¡ME SIENTO VIVO!

El ruido de algo chocando contra la ventana interrumpió la conmovedora escena. Sonaba como si una paloma se hubiera atorado entre las cortinas metálicas así que rápidamente y limpiándo las evidencias de llanto Hiro se acercó dispuesto a liberarla.

Grande fue su sorpresa al acercarse a la ventana y percatarse de que lo que había chocado contra ella no era una paloma, era... ¿Una grulla?

-¿Las grullas vuelan?-

Honey se acercó a ver lo que había en la ventana, abriendo las persianas metálicas. Al observar del otro lado de esta pensó que Hiro tenía que ordenar su top de "rareirosidad".

¡La grulla no sólo volaba sino que estaba hecha de papel!

No hubo tiempo suficiente para preguntarse que tan fuerte estaba el viento afuera para que un origami llegase al segundo piso de una universidad, o si la cosa en verdad volaba, ya que unos segundos después de que la rubia abriera la persiana el papel se metió como si tuviera vida propia, cayendo sobre la mano de Hiro.

Ambos miraron el pedazo de papel rojo sumamente sorprendidos, sin atreverse a tocarlo.

-¿Deberíamos abrirlo?-

Pregunto con cautela la colombiana acercando su mano a la grulla para desdoblara, pero a pesar de intentarlo parecía como si los dobleces se negaran a ceder, así que Honey tuvo que desistir por miedo a romperla.

Entonces se percató de unas letras pintadas sobre las alas del origami, en las que se leía la palabra "Hiro". Ambos amigos se miraron nerviosos, la misma pregunta se estaba formulando dentro de sus mentes, y solo podrían comprobar su hipótesis de una forma.

-Abrelo- le dijo la ojiverde a su amigo, devolviendo la figura de papel a las manos del chico, que mordiéndose el labio con un poco de temor sobre lo que ocurría se dispuso a hacerlo.

Los dobles cedieron al primer intento, revelando unas letras que se notaba habían sido escritas apresuradamente.

Transformaremos mundos.

Los ojos de los dos científicos se agrandaron ante lo que se leía en el interior, sólo bastó una mirada firme de Honey para que Hiro asintiera rotundamente, tomara el papel entre sus manos y saliera corriendo.

La colombiana apretó sus manos en puños y sonrió. -¡No lo dejes ir!- asintió para ella misma y rápidamente tomó el celular entre sus manos.

-¿Gogo?-
~~~~~~~~~~~~~~~~~

Faltaban cuarenta minutos para que su vuelo saliera.

Cuarenta largos minutos en los que Miguel hacía lo posible por mantener su trasero sobre la silla porque sus caminatas en círculos por la sección de espera comenzaban a incomodar a la gente.

Su corazón le gritaba que corriera, que saliera corriendo de ese lugar para emborracharse una vez más en los labios de Hiro, teniendo la esperanza de que después de la cruda el chico permaneciera entre sus brazos. Pero justamente esa actitud impulsiva y pasional lo habían llevado a ese momento, así que por primera vez en su maldita vida Miguel tenía que escuchar a su cerebro antes que a su corazón y amarrarse a esa silla con los hilos de la esperanza de algún día volver a verlo.

Miró su reloj de mano.

Treinta y cinco minutos.

Suspiró con pesadumbre, ojalá el tiempo pasara más rápido...
~~~~~~~~~~~~~~~~

Hiro había bajado corriendo el primer piso y prácticamente tropezando el segundo solo para poder tomar un taxi. ¿Y para qué? Para que el estúpido taxi se quedara atorado en el interminable tráfico de la ciudad de México.

¡Maldición!

Un nudo se le quería formar en la garganta, producto de la frustración que sentía.

Se bajaría del carro en ese preciso momento si supiera que de esa forma podía llegar más rápido, pero esa no era una opción, el aeropuerto quedaba a casi una hora caminando, tiempo que se reducía a la mitad en auto, pero tal como lo veía, en ese momento daba lo mismo si se iba en lancha, no llegaría a tiempo.

Inventaremos mares que cruzar

"Por favor no te vayas"

En su mente no dejaba de sonar esas palabras, junto con el eco de la música estridente de su propio llanto afuera de la puerta de hotel en la que había dejado a Miguel aquella noche.

Le había mentido.

Le había dicho tantas mentiras....

Se había dicho tantas mentiras.

Hiro tenía muchos planes para su futuro, sus sueños eran visibles, él creía, palpables, no tenía ni pizca de duda de lo que quería hacer con su vida.

No hasta que llegó Miguel.

Tan lleno de vida y luz que Hiro creyó que ni siquiera las estrellas que el mexicano decía ver en sus ojos podrían igualarlo.

De repente no podía evitar echar un vistazo al futuro y verse en los brazos del músico, ahora ese futuro parecía escurrirsele entre los dedos.No quería que eso ocurriera, él amaba a Miguel, lo amaba como nunca amó a nadie, ni siquiera a Tadashi.

Lo que sentía por Tadashi era amor, pero amor temeroso, con miedo a los prejuicios y al rechazo; con dolores en el pecho que pensaba jamas se irían.

El amor que sentía por Miguel... era diferente.

Miguel lo hacía sonreír cuando la situación lo único que parecía meritar era el llanto, Miguel jamás lo subestimo, y aunque durante un tiempo fue un sentimiento temeroso el sabor de los labios del muchacho habían sido suficiente elixir como para darle la fuerza de retar al mundo besándolo en frente de gente que despreciaba el amor.

Si nos perdemos nada pasará

Y ahora le daba el valor suficiente para bajarse del coche y echarse a correr entre los carros para evitar que se fuera de su lado.

Veinte minutos

~~~~~~~~~~~~~~

El sonido de la voz de la azafata pidiendo que fueran haciendo una fila para entrar al avión fue como música para los oídos de Miguel, al que ya le dolía todo el cuerpo por permanecer rígido en su lugar para dejar de lado el impulso de ir con Hiro.

Pero ahí parado hasta su mente le jugaba sucio, por cada cabello despeinado que pasaba veía a Hiro y su corazón tratabade convencerlo una y otra vez de que regresara con el mitad japonés.

Podrían hablar por Whats; hacer video-llamadas cantándole y así no sería un estorbo para cuando el chico tuviera demasiado trabajo como para mantener una conversación, el podría escuchar su voz del otro lado del celular hablándole apasionadamente sobre un nuevo invento mientras practicaba la guitarra, o para tranquilizarse antes de entrar al escenario.

¡Podía!

Podía...

...

Negó con la cabeza, ya había tomado su decisión.

Ahora lo entiendo...

Pero eso no evitaba que quisiera postergar su ida, hasta el último segundo cediendo a cada avance significativo su lugar en la fila, para darle a su corazón una oportunidad de hacer las cosas estúpidamente impulsivas que solía hacer, o a su mente de retractarse de irse.

¿Pero cómo hacerlo?

Cómo hacerlo cuando había sido el mismo Hiro el que puso esa distancia, el que decidió por su cuenta, y acertivamente, que Miguel no necesitaba formar parte de su vida.

"Aún si yo te amara"

Se apretó fuertemente el brazo y miró hacia atrás, ya no había nadie para cederle el lugar.

Lo quería, lo quería tanto que estaba dispuesto a *morir en un mar de flores* solo para verlo a él vivir con la frente en alto y con sus sueños cumplidos...

Pero eso no quitaba que doliera.

La azafata por fin le pidió su boleto y Miguel no tuvo voz para pronunciar gracias cuando se lo regresaron.

~~~~~~~~~~~~~~

Diez minutos.

A esas alturas los pasajeros ya estarían esperando porque cerraran la puerta del avión, pero eso a Hiro no le importaba, estaba dispuesto a tirar la maldita puerta si era necesario.

Sudaba hasta por las orejas, sentía que el aire de los pulmones se le iba, daba profundas bocanadas de vez en cuando sin pensar que eso sólo aumentaba el dolor en su abdomen. Los ojos le lloraba por la tos que le llegaba a cada metro que avanzaba y la garganta le ardía como mil demonios.

Pero no dejaría correr.

Ya solo le faltaba una cuarta parte del trayecto.

De repente el sonido de una moto hizo que perdiera el equilibrio, cayendo sobre su trasero contra el espacio que había entre la banqueta y la calle. Se incorporó, dispuesto a seguir corriendo, cuando sintió alguien deteniéndolo por el hombro, se volteó para exigirle que lo soltara, sorprendiéndose ante la persona que yacía enfrente suyo.

-¿Vienes o no enano?- preguntó Gogo, mientras le ofrecía la mano desde encima de su hermosa motocicleta amarilla.

Eres sangre tibia y yo... Me siento vivo

Había muchas, MUCHAS cosas que preguntar, como por qué demonios le habían dejado a la coreana viajar con su moto y a ellos no les habían permitido pasar la maquina con la que Honey hacía sus "bolitas explosivas" (según Fred). Pero no era el momento.

Contento Hiro estrechó fuertemente la mano de su amiga que de un tirón lo subió detrás suyo.

La chica bajó la ventanilla de su caso y le advirtió al genio: -Agarrate- antes de salir velozmente disparada hacia el aeropuerto.

Nueve minutos.

La moto zumbaba esquivando autos a su paso, saltándose tan hábilmente las luces rojas de los semáforos que a Wasabi probablemente le daría un infarto.

Estaban a nada, por la velocidad de la moto llegarían en la mitad del tiempo.

Ocho minutos

Honey derrapó con destreza frente del aeropuerto. Apenas sintió Hiro la moto se había detenido se bajó de ella y emprendió de nuevo una carrera hacia el interior del aeropuerto.

Siete minutos

Lo lograría.

Hiro sentía el corazón salírsele del pecho de la emoción.

No se detendría por nada.

Me siento vivo

Seis

Cuando lo viera no le importaría, saltaría sobre él y le plantaría un beso en los labios, en esos labios que tanto le gustaban, que había estado a punto de perder.

Cinco

Respiraba agitadamente cuando llegó a la sala donde las personas esperaban antes de entrar al avión, miró hacia todos lados buscando al mexicano y sintió un enorme terror invadirlo cuando descubrió que no estaba ahí.

Cuatro

Vio como la azafata asentía hacia un hombre para indicarle que quitaran el estrecho pasadizo que se tenía que cruzar para llegar al avión.

Hiro no lo pensó.

Tres

Sin importarle el grito enojado de la mujer al ser derribada el genio se adentró al pequeño túnel.

Le diría.

Definitivamente le diría, así tuviera que derribar a tres azafatas más sacaría a Miguel de ese avión.

Le tenía que decir...

Dos

Un profundo escalofrío le caló hasta los huesos cuando sintió el piso bajo sus pies moverse.

No...

Corrió como pudo hasta el final del túnel con las palabras queriendo salir de su garganta.

Uno

-¡TE AMO!-

Justo frente a sus ojos y en cámara lenta el avión empezó a moverse.

Había

llegado

tarde.

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FIN

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¿FIN?

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Holaaaaaaa

Pues aquí está el final de esto jajaja, en verdad quería que este capítulo saliera bien así que después de años y años de súplicas al fin le dije que sí xd ok no, por fin conseguí una beta reader!

Los "*" que están en la historia los puse porque hago una referencia a una creencia japonesa llamada "Hanahaki" en la que se cree que cuando tienes un amor no correspondido te crecen flore en los pulmones que se dan hasta matarte de asfixia :"D

Y pues nada, decirles que esperen al epilogo, y como siempre gracias por leer!!! :3

LOS AMOOOOO

Celaena fuera

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