Lonely Soul.

By IAmCrazyAndYou

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En mundo donde al parecer nadie la quiere cerca, Valery deberá comenzar a buscar su rumbo. Toda su vida rodea... More

Lonely Soul.
1: Valery Smith
2: Williams y su maldita costumbre.
3: Rutinas y algo más.
4: Cosas que pensar.
5: Sorpresas.
6: Noche de descubrimientos.
7: Billar, desafío y ojos de cachorrito.
8: Recuerdo con sabor amargo.
9: Algo más que solo billar.
10: Viejo amigo.
11: Batalla interior.
12: Visita caótica.
13: Algo de diversión.
14: Un trago llamado Adams.
15: Reconoce lo que sientes.
16: Confusión.
17: Pelea, celos y algo que solucionar.
18: ¿Qué quieres que hagas?
19: ¿Cuestionar o sólo sentir?
20: Un alma rota.
21: Preparativos y buenas nuevas.
22: Una noche especial.
23: Confesiones de una chica solitaria.
24: Una vieja pasión.
26: Déjame montar tu Harley.
27: Charla de amigas.
28: Buenas nuevas y un mal presentimiento.
29: El regreso de Smith.
30: Un momento de desesperación.
31: Una gatita con garras.
32: Eres digna amiga de Smith.
33: La previa antes de salir.
34: La promesa del equipo Blair.
35: Festejos, reencuentros y alcohol a montón.
36: Una gran resaca.
37: El incio de algo bueno.
38: Un pedacito de ti.
39: Deja ir a la chica.
40: Aventura de amigas.
41: Cena, conversaciones y una decisión importante.
42: Problemas de pollera.
43: Provocaciones.
44: Angustia en medio de la noche.
45: Cassandra Wilson y John Smith.
46: Primer día.
47: La hija de Cassie
48: El apoyo que necesitaba.
49: Mi cable a tierra.
50: Siempre seremos tu familia.
51: Lo mejor que me ha pasado.
52: Equipo Blair al poder.
53: Un poco de pintura.
54: Un idiota encaprichado.
55: Wells.
56: Ampliando fronteras.
57: El mundo es un pañuelo.
58: Una charla de negocios.
59: Familia, carreras y mucha diversión.
60: Día de chicas, consejos y revelaciones.
61: Te amo.
62: Un regalo de corazón.
63: La hija de John Smith.
64: Fuera de mi vida.
65: Desde donde estén.
66: ¡Cumpleaños feliz!
67: Campeona de campeones.
Epílogo.

25: Trotolitos atrapados.

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By IAmCrazyAndYou


Mi sonrisa era gigante al momento en que atravesé la puerta de la cocina. Cameron sólo se había despedido de mí desde la entrada, con un par de miradas dirigidas a la parte superior de la mansión. Su actitud había cambiado un poco; sin embargo, al momento en que le pregunté, negó todo con una gran sonrisa en sus labios. Por esta vez lo dejaba pasar, pero volvería allí en algún momento.

—Buenas tardes. —Saludé a todos los presentes que me miraron.

—Parece que alguien decidió que era momento de regresar —Emily tenía una postura recta, con la ceja arqueada, mientras analizaba cada uno de mis movimientos. La chica estaba viendo a que se tenía que enfrentar—. ¿Qué es lo que te alejó de la casa toda la mañana y te tiene de tan buen humor?

—Cosas de la vida. —Sonreí y le guiñé un ojo a la inquisidora en la que se había convertido mi amiga. Ian observaba todo desde su lado, intentando ocultar la diversión que Emmy le causaba con todas sus preguntas.

—Sabemos que no tiene que ver con Simón porque el chico estuvo toda la mañana intentando localizarte —Emily seguía insistiendo, intentando encontrar todas y cada una de las respuestas que necesitaba—. Sinceramente creo que se le rompió un poco el corazón cuando le dije que no tenía idea de donde te encontrabas.

—Eres una exagerada... —Puse los ojos en blanco para restarle importancia a sus palabras, pero moría por saber algo de él. Me encantaba enterarme que me había estado buscando— Hablando de Simón... ¿Alguno sabe dónde está?

Ignoré con todas mis fuerzas el calor que comenzaba a trepar por mi cuello, dejé de lado el rubor que seguramente estaba apareciendo, y esperé por una respuesta de alguno de los dos individuos que me observaba como si me tratara de una atracción de circo.

—Creo que Simón está en el sauce —Ian salió en mi rescate, mientras Emily seguía en su estupor por mi reacción anterior—. Al parecer ese árbol está atrayendo a cuanta persona se enreda con sus ramas que llegan al piso.

—Es un buen lugar para escaparse —Sonreí y volteé directo hacia la puerta que daba al fondo—. Ahora, si me disculpan, me retiraré a ver al chico escondido en el árbol.

— ¡Detente ahí, Valery Smith! ¿Por qué me abandonas una vez más? ¿Es que a caso no te bastó con dejarme tirada toda la mañana por mi cuenta? —Emily estaba cruzada de brazos, aparentando indignación con mi accionar, cuando sólo tenía curiosidad por todo lo que había estado haciendo sin ella— ¿Qué clase de amiga eres?

—La clase de amiga que te deja en manos del chico que te gusta —Cuando el rostro de Emily se puso del color de un tomate supe que no molestaría más—. ¿Qué? ¿No debía decirlo? ¡Lo siento! ¡No era mi intención que Ian supiera que te gus...!

— ¡YA VETE! —Las mejillas de Emmy no daban más de color y sabía que me lo sacaría en cara en cuanto estuviéramos solas. Pero ahora me había salido con la mía.

Sentí una gran satisfacción de dejar completamente sonrojada a mi amiga, sólo por el hecho de haberme puesto incomoda momentos antes. Era momento de que lo sintiera en su propia piel. Completamente alegre por los acontecimientos que había tenido el día, lo único que me faltaba era ver a Simón. No me extraño enterarme que estaba debajo del sauce, era un lugar tranquilo para estar y a él le agradaba esa paz. Sin embargo, nunca creí que podría estar solo, quizás acompañado por los chicos.

Cuando corrí las primeras ramas del árbol, pude ver claramente su silueta. El sol nos iluminaba a través de la pequeña ventana que las ramas habían armado, a medida que comenzaba a caer. Era simplemente impresionante verlo con aquella luz. Tenía los ojos cerrados, como disfrutando de la brisa otoñal sobre su rostro y una expresión de tranquilidad que me daban ganas de no molestar.

Su cabeza giró en mi dirección, como si hubiese sentido mi presencia, y sonrió ampliamente. Era perfecto. Mi corazón se aceleró ante su atenta mirada, mis labios dibujaron una gran sonrisa, igual que la suya, mientras me acercaba a donde se encontraba recostado. Tomé asiento a su lado, sin decir nada, sin que el momento se interrumpiera, disfrutándolo y grabándolo en mi memoria junto a otros que ya había comenzado a acumular.

Comencé a deslizar mis dedos en su cabello, dejándome llevar por aquel momento, Simón volvió a cerrar los ojos. Los pequeños rizos comenzaban a abundar en su cabeza, señal de que estaba un poco más largo que un tiempo atrás. Memoricé cada una de sus facciones, como sus pestañas largas hacían sombras sobre sus pómulos. Definitivamente tenía una belleza que muchos envidiarían y que muchas querrían conquistar. Sin resistirme demasiado, me agache hasta depositarle un beso en la mejilla, lo que lo llevó a sonreír ampliamente.

—Mmm... Creo que ese no era el sitio adecuado... —Su comentario me hizo sonreír. Era todo un provocador.

— ¿Y dónde me sugieres que te lo dé? —Pregunté, siguiendo el juego que acababa de iniciar.

—Tal vez aquí. —Señaló sus carnosos labios mientras me miraba con sus ojos repletos de picardía.

—Tú no cambias. —Negué con la cabeza, aunque no me resistí mucho a su pedido.

Me agaché con la intención de que se tratara de un corto beso, algo rápido que nos permitirá volver a la tranquilidad que nos había rodeado momentos antes. Pero Simón tenía otros planes. Él me tomó por la cintura, obligándome a acercarme más a su cuerpo, dejándome justo encima de su cuerpo. Terminé por apoyarme en su pecho, sin poner demasiada resistencia, y entregándome por completo a lo que mis instintos demandaban en ese momento. Sus labios devoraron los míos con tanta intensidad que en un momento me sentí abrumada por tal muestra de afecto.

Ante la falta de oxígeno, ambos nos apartamos, sólo un poco, con la intención de recuperarnos. Nuestros labios finalmente se separaron y una gran sonrisa atravesó mi rostro, sin que pudiera evitarlo. Aún no creía que las cosas estuvieran tan bien entre nosotros. Simón se dedicó a mirar cada rincón de mi rostro con tanta intensidad, que pronto me encontré con los ojos cerrados y las mejillas sonrojadas intentando ocultar lo vulnerable que me sentía.

—Te extrañé toda la mañana —Su voz era sólo un susurro que despertó un gran escalofrío en todo mi cuerpo. Yo también lo había extrañado—. ¿Qué fue lo que te tuvo tan ocupada como para no volver hasta recién?

—Cosas... —Dije, aún negada a revelarle la razón por la que no había estado. Si tan sólo supiera... — ¿Y qué hiciste para matar el tiempo?

—Cosas... Pero nada emocionante porque no estabas cerca. —La picardía se instaló en sus preciosos ojos verdes y no pude evitar sonrojarme. Quien sabe lo que esa cabeza se encontraba pensando para tener esa mirada.

Cuando torció su sonrisa, pude imaginarme un par de cosas a las que hacía referencia. Sentí mis mejillas calentarse al darme cuenta del lugar al que apuntaban mis pensamientos, haciendo que Simón riera de mi reacción. Maldito bastardo, hacia donde me llevarían mis pensamientos. Golpeé su hombro, logrando que riera aún más, e intenté apartarme de la extraña posición en la que nos encontrábamos. Sin embargo, no fui demasiado lejos. Simón me tomó por la cintura y volvió a acercarme a su pecho, sin dejarme posibilidades de moverme. Me tenía inmovilizada, justo sobre él, con sus brazos que me rodeaban la cintura.

Un suspiro salió de sus labios cuando deposité un pequeño beso en su pecho. Sus brazos me rodearon con mayor fuerza y su caricia se trasladó a mi espalda. Cerré los ojos disfrutando de su muestra de afecto. Definitivamente se estaba a gusto así.

— ¿Y si hacemos algo? Podemos ir a dar una vuelta —Abrí los ojos al escuchar el sonido de su voz. Simón aún me tenía presionada contra su cuerpo, con la única diferencia de que esta vez me observaba directamente—. Tal vez podríamos ir al billar o salir por ahí a tomar algo...

— ¿Quieres que vuelva a patear tu trasero? —Sonreí mientras me sentaba para estar más cómodos y que pudiera ver mis gestos con toda claridad. Su risa no tardó en llegar, provocando que sus preciosos ojos verdes se iluminaran.

—Estás muy segura de ti misma, Smith. —Retrucó mientras se incorporaba para tener nuestras miradas igualadas.

—Siempre que se trate de ganarte, Hilton —Arqueé una ceja para ponerle énfasis a mis palabras, haciendo que Simón riera—. ¿Y luego qué?

—Lo que tú quieras, cariño, lo que tú quieras. —Simón se acercó y me besó en los labios.

—Sólo si antes vamos a dar una vuelta en tu Harley. —Pestañeé varias veces, haciéndome la coqueta, cosa que definitivamente no era muy yo, sólo para conseguir mi objetivo.

—Hecho —Sonrió un poco antes de ponerse de pie y tenderme la mano para ayudarme a levantarme—. Sabes... Ahora que lo pienso, creo que sales conmigo sólo por mi motocicleta.

—No lo dudes nunca, campeón. —Le di un beso en la mejilla y comencé a caminar en dirección de la casa mientras me reía.

—Vaya, ese sí que es un alivio. —Pude imaginarlo negando, antes de alcanzarme y entrelazar nuestras manos.

Ambos caminamos hacia la entrada trasera de la casa, seguros de que Emily e Ian se había movido de allí. Lo cierto es que todos sabían, era de público conocimiento, que entre ese par había algo pasando. No importaba que, ni cuan avanzado estuviera, algo estaba ocurriendo allí. Para mi mala suerte, nunca los había tomado por sorpresa. Sólo se dejaban ver tonteando, coqueteando, incluso un poco melosos con las miradas, pero nada más.

Hasta ahora.

Encontrar a Emily apoyada contra la mesada mientras Ian la acorralaba fue un gran shock. Incluso darme cuenta de que se estaban devorando a besos no había ayudado. Mierda que estaban disfrutándolo. Ninguno de los dos se percató de que con Simón acabábamos de entrar, ni que estábamos grabando esta imagen en nuestra retina para cuando nos recriminaran nuestras demostraciones públicas de afecto. La venganza es tan dulce. Volteé para ver a mi compañero, observando la misma escena que yo, y vi exactamente lo mismo que estaba pasando en mi interior. Era hora de interrumpir a los tortolitos.

Como buena amiga que soy, y claramente me encontraba en mi mejor momento, me aclaré la garganta de la manera más ruidosa que pude. Vi el instante en que Emmy se percató de nuestra presencia porque su columna se puso rígida mientras se apartaba bruscamente de Ian. Ella comenzó a empujarlo, sin decir nada, y el chico, tan embobado que estaba, no entendía nada. Definitivamente no sabía ni donde estaba parado. Emily lo tomó por el rostro y le obligó a vernos, lo que hizo que su mandíbula fuera al piso cuando nos vio.

—Pero mira... —Comenzó a decir Simón, pero Ian ya se había recuperado.

—Ni se te ocurra decir algo, Simón —Ian levantó un dedo y lo apuntó, una clara señal de advertencia. Emily estaba pasando por todos los tonos de rojo que podían existir, mientras Ian ponía su cuerpo entre ella y nosotros—. Sea lo que sea que esté pasando por tu cabeza no lo digas.

—Oh, vamos primo, sólo les iba a pedir que se consiguieran una habitación. —Simón se encogió de hombros, fingiendo que no había dicho nada que los pudiera incomodar. Aun cuando vio a Ian soltando unas cuantas palabrotas y a Emily hacerse más chiquita atrás de Ian para esconderte.

—Te voy a matar, idiota, te voy a asesinar, cortar en pedacitos y te daré de comer a los perros callejeros. —Ian estaba con las manos hechas puños y los dientes apretados.

—Tranquilo, campeón, tranquilo —Dije levantando las manos, en un intento de señal de paz—. Él sólo esta devolviéndoles el favor, de todas esas veces en las que ustedes interrumpieron algún buen momento nuestro —Le guiñé un ojo a Ian, quien ahora me miraba con un gesto de incredulidad tremendo—. Es la primera vez, así que no se admiten reclamos.

Por primera vez temí por mi vida frente a mi amiga. La mirada que Emily se encontraba dándome no era para nada bonita y comenzaba a intimidarme un poco porque sabía que ella se vengaría de este mal momento que le estaba haciendo pasar. Nos encontrábamos teniendo una discusión con la mirada, cuando sentí una mano en la parte baja de mi cintura, era Simón recordándome nuestros planes. Miré por última vez a Emily y me encogí de hombros para restarle importancia a todo y logrando que se enojara un poco más.

—Vayamos a buscar nuestras cosas así nos vamos —Le dije a Simón mientras sonreír ampliamente. Esto todavía no había terminado—. Y le damos luz verde a los tortolitos para que continúen con sus actividades.

La carcajada de Simón fue sólo una porción de mi sonrisa. La mirada de "te voy a matar y no es un juego" de Emily y los ojos abiertos de par en par de Ian fueron lo que terminaron de instalarla en mis labios. Misión cumplida.

Entré en mi habitación para preparar un bolso para con las cosas que necesitaba para salir de paseo con Simón. Me emocionaba viajar en la Harley, más aún con la idea que se estaba formando en mi cabeza para contarle a Simón sobre mi pasado con el motocross. Había llegado el momento de explicarle que había estado haciendo esa mañana y contarle un fragmento más de mi vida.


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