Sukoshi kurutta [ΩHiguelΩ/¤Ku...

By CelaenaMuguiwara

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"Felicitaciones Hiro Hamada, participante en el concurso de robótica anual de San Fransokyo. En esta ocasión... More

Prólogo - La cosa más linda
Un poco loco
La danza Azteca de los celos
Espejos al pasado
Un viejo amigo
Falling in love with you
La canción correcta
A fuego lento
Amor y enfermedad
Extra(?)
Heridos de dudas de amor
You are perverter too
Burbujas
:0
Última demanda
La gran explosión
~Amar es liberar~
❤1K 😱
El surrealismo en tus ojos
Sukoshi Kurutta

Labios compartidos

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By CelaenaMuguiwara

Leo y Kubo habían pasado casi dos semanas como un par de tórtolos profundamente enamorados. Iban cogidos de la mano en todo momento, Leo olvidó los prejuicios de la gente junto con los propios, y Marco a cierto músico que antes rondaba todo el tiempo en su cabeza. El segundo sonreía gustoso ante la compañía del japonés.

Salían mucho, a ningún lugar en particular. Solo se sentaban en algún lado y aprovechaban para contarse cosas de su vida, jugar entre ellos y explorar aún más las manos del contrario, sus ojos, los gestos que hacía cada que fruncía el ceño o reía.

A pesar de que sus paseos a ningún lado se habían vuelto cosa de casi todos los días esto no se volvía rutinario. Probablemente porque después de ellos siempre terminaban regresando al hotel de Leo, a la cama específicamente.

Ambos estaban relucientes. Leo sentía que, después de tanto tiempo, de lo mucho que se resistió a ello, las magulladuras que había hecho Miguel en su corazón inconscientemente, empezaba a sanar.

-Voy por un helado- dijo Kubo, planteándole un pequeño beso en la mejilla -¿Quieres?- Marco lo miró de lado, con una sonrisita burlona.

¤Es tan infantil¤

ΩLindo, la palabra es lindoΩ

-Si- contestó Leo sonriendole dulcemente al muchacho para luego revolver su cabello tiernamente.

¤Uff, mírate, si hasta pareciera que no eres un maldito pedófilo metiéndote con un chico de 16 años¤

Leo se sonrojó, había olvidado completamente aquello.

¤¿Se te había olvidado?¤ Marco bufó ¤Ya nos cargó el payaso, yo no quiero ir a la cárcel Leo, así que más vale que su abuelo no se entere, por que la neta a estas alturas no puedo desistir de esos hermosos muslos que tiene, y Uff, ese trasero ¿No te dan ganas de morderlo?¤ preguntó el hombre haciendo un movimiento con las manos como si estuviese estrujando algo.¤Yo si y mira que...¤

De repente dejó de hablar. Sus ojos se quedaron en punto fijo, mirando la escena que se presentaba ante ellos.

"Te amo"

Era Miguel, sin duda era Miguel y aún con el antifaz Marco y Leo apostarían lo que fuera porque el muchacho que estaba a su lado, a quien le dedicaba esas palabras que él tanto había querido escuchar era Hiro.

Ni siquiera se dio cuenta que estaba llorando hasta que las lagrimas comenzaron a mojar sus puños.

Marco tampoco hablaba, en ese momento había desaparecido, o quizá todo lo contrario. Loe lo sentía dentro suyo, o eso suponía, porque ese dolor no podía ser cosa de una sola persona.

Se paró instintivamente, como zombi, ya no sabía si era Marco el que manejaba el cuerpo, no le importaba. Se acercó rapidamente cuando vio que el mitad japonés estaba a punto de hablar y simplemente gritó un "hola" con una sonrisa falsa.

Ambos saltaron por la sorpresa.

-¿Leo?, ¿Qué haces aquí?-

-Vine con Kubo, no importa, ¿Qué hacen?- los abordó, aún con la sonrisa en el rostro.

Se sonrojaron ante la pregunta -N-Nada- Miguel cayó en cuenta de que le acababa de declarar su amor a Hiro. Volteó a ver al chico, de reojo, quería observar su reacción, pero solo consiguió ponerse más rojo al notar que el de tez blanca hacía exactamente lo mismo.

-¿Ah, si?- comentó el hombre, una mano apretada en puño atrás de su espalda. Desvió la mirada al suelo un segundo y Hiro recordó las palabras que Chilaquil le había dicho.
Se mordió el labio nervioso, Leo estaba enamorado de Miguel, profundamente enamorado del chico, temía que hubiese lastimado sus sentimientos...

-Oye Miguel no me sale una parte de Malagueña salerosa, ¿El concierto ya es la próxima semana no? ¿Me ayudas? Es urgente...- dijo, sosteniendo duramente la mano del menor, para llevarlo consigo.

-S-Si claro- aceptó el músico -pero...- miró una vez más al sanfransoqueño, quien desviaba la vista nervioso. Miguel se soltó del agarre de Leo y sostuvo la del otro. -Ven a mi concierto.- buscó su mirada hasta que los ojos chocolate lo chocaron con los suyos directamente. -Les daré tu nombre y estarás en primera fila- Le comentó con palabras suaves, esperando a que las que pronunciara el mitad japonés no fueran un rechazo, provocado por sus actos.

El de tez clara asintió, con una pequeña, pero bien visible, sonrisa.
El otro devolvió el gesto, se alejó aún mirando a Hiro y por fin se volteó para ir con Leo.

-Ya traigo el helado...- la sonrisa de Kubo se deformó, hasta que el menor término mordiendose el labio.

-¡Lindo!, discúlpame cariño pero tengo que ausentarme, ¿Vas al concierto? Si es así me avisas, ¡Nos vemos!- se despidió, dejando al extranjero con los dos helados en la mano.

Kubo no tenía por qué preocuparse...
Esos días habían sido preciosos, sabía que Leo y Marco lo amaban, aunque nunca lo hubiesen puesto en palabras, no era necesario, el japonés lo supo en sus besos, en sus manos, en su risa. Lo sabía. Él lo amaba...

¿No?

Solo se iba porque tenía que, no porque quisiera en realidad...

¿No?

Le había dado su primera vez, su confianza, creía en él plenamente y sin titubeos.

Él no le haría daño...

¿No?...

~~~~~~~~~~~~~~

-¿Pensé que no querías participar en esto?- preguntó animado y un poco confundido Miguel, mientras cerraba la puerta del actual hotel de Leo.

-Si bueno, cambié de opinión- fue lo único que contestó Leo, secamente, mientras se acomodaba la guitarra sentado en el sillón.

-Lo supuse desde que empezaste a practicar recientemente...-

- Si... Quería que fuese una sorpresa-

Hubo un silencio y luego el músico se tiró a un lado de su amigo, suspirando. -Leo-

-¿hm?- preguntó bajo el otro sin dejar de mirar sus dedos sobre la guitarra.

-Estoy enamorado-

Sus ojos que habían permanecido con un brillo dorado, se volvieron tristes retomando su tono original. -Yo también...- dijo quedo, la voz le tembló un poco.

-¡Es cierto!, ¿Cómo vas con Kubo?- exclamó el muchacho, golpeando con su hombro el del contrario.

Leo no sabía que contestar, no sin decirle toda la verdad, así que solo calló y Marco habló por él.

-Bien, bien. Ya hemos pasado a tercera base-

Se acomodó contra el sillón y sonrió pícaro, mirando intensamente a su amigo. -¿Tu ya llegaste al menos a segunda con el genio?-

Miguel estaba boquiabierto. ¿Leo hablando sin tapujos sobre sexo? Algo estaba mal...

-Oye, ¿Quién eres y que le hiciste a mi amigo?- dijo riendo el músico.

-Soy Marco, mucho gusto, soy la segunda personalidad de Leo, o su gemelo malvado como prefieras verlo. Leo está adentro durmiendo, necesita descansar un rato- contestó el hombre, con una mirada seria que le provocó escalofríos al moreno.

Miguel se quedó callado, creando un silencio tenso que poco después rompió Marco cuando se echó a reír. -¡Es broma Miguel!, ay te crees todo...- devolvió su vista a la guitarra y rasgueó quedito para escuchar lo que tocaba.

El otro rio nervioso. Su amigo se veía diferente desde hacía un tiempo pero simplemente Miguel no lo había querido ver, ahora que estaba en mejores términos con Hiro y no había muchas cosas que lo distrajeran se daba cuenta.

-¿Pero entonces no has llegado a segunda base?- insistió. El músico tragó duro y solo negó con la cabeza. -¿No eras un Don Juan y quién sabe qué?- comentó sarcástico el otro, y luego se concentró nuevamente en los acordes que tocaba en la guitarra.

-O será que...- de repente miró al músico con un brillo extraño en los ojos. -¿No sabes como complacer a un chico?- sus orbes eran penetrantes, de cierta forma cautivadores.

-¿Qué estás diciendo?- exclamó Miguel, restándole importancia a lo que su amigo insinuaba.

El poblano no dejaba de mirarlo. -Yo te podría enseñar-

En ese momento el mexicano abrió por completo los ojos y se colorearon sus mejillas. -N-No, no creo que sea necesario. Investigaré por mi cuenta-

Le soltó una risita -Vamos Miguel, cómo si no lo hubieras hecho ya con Chilaquil- esperaba su reacción, observando de reojo, realmente tenía curiosidad sobre que tan lejos había llegado con su amigo.

-¡Pero nunca lo hicimos!, tuvimos unos que otro rose pero jamás pasamos más allá- comentó nervioso el chico.

-¡Lo sabía entonces no lo haz hecho aún con un hombre!- casi gritó el poblano, el músico se acercó rapidamente a taparle la boca y mientras estaban en esa posición Leo volvió a reír, poco después lamió la mano con la que lo tapaba, provocando que el otro quitara inmediatamente esta.

-¿Qué haces?-

-Te ví besandote con Hiro-

Un silencio extraño reinó la habitación. Miguel no entendía la razón por la cual esa afirmación sonaba a reproche.

-Así es-

Fue lo único que dijo el músico.

En ese momento el poblano se veía dubitativo, preguntandose si debía actuar o no. Se acercó a Miguel nuevamente. con aquella mirada que le ponía los pelos de punta al mexicano. Estaba más cerca de lo normal, sin embargo en lugar de pegar sus labios con los contrarios, siendo esto lo que esperaba el músico por la corta distancia a la que se encontraban Leo sonrió y simplemente dijo: -Ayudame a prácticar Malagueña- para alejarse y recuperar su lugar.

Miguel estaba mareado. Se quedó un momento quieto sin responder nada y decidió que sería mejor que le enseñara los acordes a su amigo.
~~~~~~~~~~~~~~~~

Su abuelo últimamente estaba más sobreprotector y cariñoso de lo normal. Complacía los caprichos de Kubo y pasaba más rato con él, jugando otelo o simplemente viendo la tele. De vez en cuando el jovencito japonés practicaba su "magia", a escondidas del mayor ya que prefería que este no recordase cosas innecesarias si lo veía utilizarla.

Ese día en particular solo estaban viendo la tele. Su abuelo comía palomitas a gusto, recostado en el sillón y Kubo hacía lo mismo pero abajo, sentado en el suelo a un lado de su abuelo. Llegaron a comerciales y el chico decidió que tal era momento de anunciar que saldría dentro de unos días. -Mar...¡Leo!- se corrigió rapidamente- me invitó a su concierto- 

No obtuvo más respuesta que el sonido de las palomitas tronando en la boca del mayor. Se notaba serio, como pensando si debería revelar algo o no. Finalmente suspiró y le sonrió apenas a su nieto. -De acuerdo-

Continuaron viendo su película sin algún otro contratiempo.
~~~~~~~~~~~~~~

Miguel estaba más nervioso de lo normal. Los tres días anteriores al concierto había estado practicando mas o menos cinco horas al día, hasta que Leo le exigía descansar la garganta.

Siempre se ponía muy nervioso al momento de pararse ante público, sin importar cuantos años lleva haciéndolo esto no cambia, pero no odia la sensación por completo, ya que cree que, probablemente, si esto dejara de pasar sería señal de que le perdió el gusto ala música.

A pesar de todo su amigo poblano se había pasado todas esas horas practicando con él. En algunas ocasiones hacía comentarios extraños que Miguel no acababa de entender o movimientos que invadían demasiado su espacio personal.

Pero sin importar cuantas horas se había pasado con la guitarra en mano en ese preciso momento tenía las manos frías, las piernas temblando y el corazón desbocado. Sabía que no se debía solo a la presión que el público imponía, sino a un mitad japonés que se encontraba justo ahí en primera fila, con sus ojitos de ajolotito esperando porque abrieran ya la cortina y se presentara el muchacho.

-¡Hey!- el poblano se acercó con rápidas zancadas hacia él y le dio un golpe de puño cerrado en la cabeza -¡Te van a ver!-

-Ahí estáaaaaaaa-

Miguel se deshizo cual gelatina en los brazos de Leo buscando consolación.

-Ya no quiero-

Su amigo levantó una ceja, profirió un suspiro y sobó la cabeza del músico. -Ya verás que todo va a salir bien-

Miguel abrazó más fuerte a su amigo antes de separarse definitivamente de él.

Los teloneros habían logrado captar la atención del público con sus canciones, sin embargo las personas ya estaban ansiosas por escuchar a Miguel Rivera, por lo que después de cinco piezas del grupo presentador la cantidad de aplausos que estos recibían iban disminuyendo.

-Es momento de entrar- Anunció Chilaquil, plantándose ante ambos chicos con un intercomunicador de diadema.

El músico sintió un escalofrío recorrer su espalda, se puso tenso y nuevamente las manos se le pusieron frías, mientras los teloneros se despedían, agradeciendo por el apoyo y anunciando la entrada de MIguel.

Leo se percató del pánico escénico que le estaba dando a su amigo, por lo que rodó los ojos, contó hasta tres y soltó un monumental grito de mariachi. El otro lo volteó a verlo sorprendido por ello, obteniendo como única respuesta un sonrojo, instintivamente sonrió.

Sabía que a su amigo las multitudes lo hacían sudar frío, en una ocasión Leo había vomitado antes de presentarse, y aún así ahí estaba, dándole ánimos y consejos para que no se pusiera nervioso.

Respiró profundo tres veces, miró al poblano, y soltó un grito de mariachi igual de potente que el de su amigo, acompañado por un rasgueo de guitarra. Finalmente se abrieron las cortinas.

A Hiro le brillaron los ojos cuando vio a Miguel parado sobre ese escenario con su traje rojo y su guitarra blanca. Ya conocía la canción, se la había cantado por primera vez en la universidad, cuando recién se estaban conociendo. Recordarlo pintó de rojo sus mejillas.

Miguel parecía un niño en dulcería, sonreía brillantemente ante los gritos de sus adimradores y bailaba al rededor del escenario sin fallar una sola nota, simplemente no le podías quitar la vista de encima.

La canción terminó y todos aplaudieron candidamente. Hubo vitorees y una cuantas insinuaciones que hicieron reír al mexicano.

Después de un par de canciones Miguel presentó a Leo y al mitad japonés se le revolvió el estomago.

Esa semana había estado pensando en lo que había sucedido con Miguel. Realmente quería estar con él, pero tenía miedo. En un inicio el mexicano le había dicho que lo amaba, a los pocos días de conocerlo, y estaban las palabras de Chilaquil, por no mencionar también a Leo...

¿Podía confiar en que no era solo un simple capricho del músico?

Además estaba el problema de la distancia.

Había demasiado en contra y poca seguridad de que todo saliera bien al final.

Sin embargo, ahí estaba el mexicano, sonriendo, bailando y cantando de un lado a otro mientras a él le daba una crisis existencial.

El concierto ya estaba más o menos avanzado y los ánimos habían ascendido lo suficiente como para que las mujeres comenzaran a lanzarle su ropa interior al músico. En ocasiones el poblano cantaba con él, en otras salía solo al escenario.

Kubo no podía quitar sus ojos del mexicano vestido con traje azul y no perdía de vista el detalle de que en ocasiones sus ojos se volvían dorados, por ejemplo en todas las veces que le guiño un ojo mientras mandaba un beso al aire, haciendo que el japonés moviera la mano como queriendo atraparlo. Leo lo miraba durante las canciones de amor y sonreía ampliamente cada que el extranjero tenía las mejillas rojizas. Era un buen día.

  ~~~~~~~~~~~~~~~~  

Pasaron casi dos horas cuando Miguel dijo que sería todo por ese día.

-Queremos despedirnos con esta canción. -

Como si supiera donde se encontraba entre el público Hiro sintió los ojos del mexicano clavándose en su cuerpo.

-En el pasado, cuando no existían mapas, nuestros antepasados conocían el camino a casa gracias a las estrellas, ellos se tatuaban las constelaciones en la mano para que estas los guiaran a casa-

El público hizo silencio escuchando las palabras del mexicano que se miró la mano unos segundos y regresó la vista al muchacho mitad japonés.

-Y pensé... ¿Qué necesito tatuarme para llegar a ti?-

Sostuvo la guitarra, colocó las manos en posición y tocó un acorde.

-No encontré nada que me convenciera por completo, así que decidí que fuera al revéz-

Hizo sonar su guitarra nuevamente con un acorde diferente.

-No sabremos si la distancia le gane al amor, pero si llega a pasar... Entonces... Si en algún momento deseas regresar a mi, está es la canción que te llevará de vuelta a casa-

Hiro estaba rojisimo de la vergüenza y la gente, muriéndose en gritos de emoción, no entendía que esas palabras solo se dirigían a una persona.

-Malagueña salerosa- presentó la canción y todos ovacionaron.

Inició su rasgueo, mientras se movía de un lado al otro del escenario rompiendo apenas contacto visual con Hiro.

Miguel no lo estaba dejando morir solo con sus crisis existenciales, él también temía a la distancia, también  atrasaba el reloj intentando alargar cada minuto.

-Que bonitos ojos tienes, debajo de esas dos cejas, debajo de esas dos cejas, que bonitos ojos tienes...-

Se detuvo y volvió a buscar al extranjero con la mirada. Este se estaba cubriendo el rostro con las manos, completamente quieto con la multitud al rededor moviendose de un lado a otro, coreando la canción. Pensando en que tal vez... Miguel también quería pasar el resto de su vida con él.

El mexicano sonrió socarrón, se mordió ligeramente el labio y volvió a cantar. -Ellos me quieren mirar, pero si tu no los dejas, pero si tu no los dejas ni siquiera parpadear-

El genio quitó sus manos de su rostro rehuyendo de la mirada del otro, completamente rojo y con el ceño fruncido.

Chilaquil detrás de bambalinas reía fuertemente, después de todo, al chino si le gustaba su amigo, no necesitaba más prueba que esa para darse cuenta.

-No la cagues Miguel- pensó en voz alta y dejó de ver la escena para mandarle un mensaje a su novia.

-Malagueña Salerosa-

Durante el falsete muchos al rededor del extranjero chiflaron, aplaudieron y gritaron, Hiro solo se preguntaba si la voz realmente podía mantenerse tanto tiempo en una nota.

A pesar del barullo Miguel no quitaba los ojos del genio.

Terminando el marichi dio un giro, sin dejar de tocar. "Si no estuviera cantando probablemente se encontraría riendo" pensó el extranjero, porque esa sonrisa no podía ser tan malditamente grande y burlona.

-Besar tus labios quisiera, besar tus labios quisiera malagueña salerosa-

Instintivamente Hiro se tapó la boca y en esta ocasión Miguel si soltó una pequeña carcajada, no lo suficientemente potente para que se escuchase por el micrófono.

Se acercó a la orilla del escenario, las personas gritaron en esa sección, justo en la que se encontraba el pelinegro, que no pudo seguir evitando los ojos del moreno.

-Y deci....-

Se agachó y tomó el mentón del chico, él no puso resistencia y entreabrió los labios esperando...

¿Esperando qué?

-...rte niña hermosa-

El músico soltó la barbilla del mayor, se incorporó y regresó al centro del escenario.

Todos al rededor de Hiro estaban gritando y sarandeando al pobre muchacho que ya tenía suficiente consigo mismo para evitar desmayarse.

-Que eres lin~-

Otra voz interrumpió el canto de Miguel, era Leo, con su traje de mariachi azul, saliendo desde el otro lado del escenario.

-Linda y hechicera, que eres linda y hechicera-

Marco ya no pudo aguantar más, sus manos estaban apretadas en puños aunque su sonrisa falsa deslumbrara a todos lo ahí presentes.

Todo había ido bien, su mente había logrado distraerse con la presencia de Kubo en la parte central del público.

Hasta que vio al músico conquetearle descaradamente al mitad japonés.

Se supone que Leo entraría en la repetición de esa canción, como último número, Miguel se sorprendió al verlo salir, por lo que descolocado, dejó de cantar.

-Como el candor de una rosa-

El poblano pasó bailando en frente de su amigo, distrayendo completamente su atención de Hiro. Miguel volvió a tocar, intentando seguirle el ritmo a su compañero, de manera que continuaron cantando a dueto.

El genio pelinegro se removió incómodo desde su lugar, mientras la gente a su alrededor, principalmente el público femenino se encendía con el número que se planteaba ante ellos.

Hiro solo sabía que Marco y Miguel estaban demasiado cerca.

-Y deci...-

Leo le guiñó un ojo a su compañero desde el lado izquierdo del escenario para luego comenzar a zapatear en el reluciente piso de madera. La gente le seguía el ritmo con las palmas mientras Miguel sonreía aceptando el reto silencioso. Él no dejaría de hacer el falsete y Leo no dejaría de zapatear.

Kubo miró al mariachi azul con ojos brillantes y una enorme sonrisa en el rostro observandolo bailar.

-...rte niña hermosa-

Inevitablemente Miguel tuvo que cortar el falsete por la falta de aire y Marco terminó el pequeño solo con un último taconazo. El pequeño auditorio resonó por los aplausos y los muchachos soltaron un grito de mariachi.

-Eres li...-

Esta vez fue el turno de Miguel, quien zapateaba alegre desde su lado del escenario, dando giros de vez en cuando y resaltando los acentos en la música, mientras ondeaba su sombrero con una mano.

-¡Si señor!- gritó el moreno, encendiendo aún más al público.

Hiro jamás se había visto tan interesado en la danza folclórica.

-...nda y hechicera, eres linda y hechicera como el candor de una rosa-

Chilaquil comenzó a chiflar viendo el espectáculo que sus amigos armaban afuera, definitivamente arrasarían en el sigiente destino.

Los dos chicos se acercaron, con las manos en la espalda sujetando el sombrero mientras zapateaban al ritmo de la canción, mirándose fijamente, con el reflector apuntándolos directamente en el centro.

-Como el carmín...-

Comenzó Miguel con el falsete.

Los ojos de Leo se volvieron dorados, reluciendo como los de un gato.

-Carmín...- Le siguió el poblano.

De repente todo cayó en el silencio, o eso pareció para Hiro y Kubo.

Marco puso su brazo izquierdo al rededor de la cintura de Miguel, atarayendolo hacia sí mismo, el músico dejó de bailar dejando caer el sombrero por la sorpresa, asimilando desconcertado las acciones de su amigo.

El mariachi azul sonrió maliciosamente, tomó al otro por el mentón. Chilaquil palideció y pidió que bajaran el telón inmediatamente.

-De una rosa-

Terminó de cantar el poblano al tiempo que unía sus labios con los del moreno, para segundos después colocar su sombrero enfrente de sus caras tapando la escena de la vista del público.

Para cuando el telón cayó ya era demasiado tarde, la gente ya había visto lo ocurrido, y aquello fue notorio en el atronador grito que se escuchó del otro lado de las cortinas, mismo que hizo despertar a dos chicos de su ensoñación.

Hiro recordó ese mismo día hacía una semana, con burbujas cayendo a su alrededor mientras unos carnosos labios morenos se apoderaban dulcemente de su boca.

Esos labios...

No eran suyos.

++++++++++++++++++++++++

:D

Don't kill me please

Me tardé un siglo, lo sé, pero tuve un examen y se me atravesó un fic riren riquisimo. Pero ya estoy aquí, con un capítulo corto pero ufff como me moría de ganas de escribirlo.

¿Alguien más se pregunta quién sería el seme entre Miguel y Leo/Marco?

Es algo interesante 7u7

Bueno eso es todo. Nos acercamos al final!!!! Quedan aprox unos dos o tres capítulos mas un epilogo super cortito.

Recuerden las palabras del sabio abuelo de Kubo, él lo sabe todo :0

L@s amo <3

Celaena fuera

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