ESQUIZOFRENIA | MIKAYUU

By Alex-More

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Yuuichiro tiene un problema mental que no puede controlar por sí mismo. No lo entiende bien y la mayoría de l... More

PRÓLOGO
CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 1

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By Alex-More


Últimamente he tenido éste sueño.

Despierto en una habitación blanca de cuatro paredes, no hay ventanas ni puertas por las cuales salir o pedir ayuda en consecuencia.
Miro hacia arriba y veo una pequeña bombilla que al sentir mi presencia empieza a parpadear de manera molesta.

Me levanto, pero al hacerlo noto que tengo cadenas sosteniendo mis tobillos restringiéndome el caminar.
Quiero gritar por ayuda, pero no tengo lengua para gritar palabras claras, y en vez de eso sólo sonidos extraños provienen de mi boca.

La luz de la bombilla se empieza a marchitar y mis ojos empiezan a ver cada vez más oscuro. Sé que empiezo a sudar frío porque puedo sentir un leve suspiro en mi nuca que hace resaltar la humedad de ésta.

Quiero gritar y esconderme, pero ya no tengo boca para pedir ayuda, ni piernas para huir.

Sé que la pared frente a mí en realidad es un espejo y la sombra gigante que veo reflejada en realidad no está delante mío. Tengo miedo a voltear y darme cuenta de la razón verdadera de esos suspiros que cada vez se vuelven más calientes y hambrientos.

Cierro los ojos sintiéndome invadido de un sentimiento abrumador, de un peso enorme llenando mi pecho y de una incapacidad de respirar que pronto dará inicio a mi muerte...

Y entonces despierto.

- De nuevo en la realidad-. Largó un suspiro mientras se quedaba estático en la misma posición de su cama intentando estabilizar su respiración y tratando de sentirse menos asqueado por el sudor de su espalda.

Desde hace un mes había estado teniendo éste tipo de sueños, mejor dicho, había tenido éste definido sueño desde hace un mes. Sin razón aparente aquel hombre rubio empezó a tener pesadillas tal cual niño de 6 años después de ver una película de terror en plena madrugada.
Sólo que no había visto ninguna recientemente.

Sabía que algo iba a suceder, éste tipo de cosas pasaban por una razón en particular ¿no?, O al menos trataba de convencerse de ello mientras se alistaba para un nuevo día de trabajo.

No quería admitirlo, pero su trabajo le causaba una mezcla de pudor y felicidad que era difícil de explicar a los demás. Se había ganado su puesto sin ninguna ayuda, y eso le hacía sonreír cada vez que se miraba al espejo.

Se arregló por última vez aquel mechón de cabello que era imposible de dejar aplacado y decidió dejarlo así, al menos algo lo distinguía de los demás. Pasó su mirada por aquél buró de madera algo vieja y tomó la cámara de alta calidad situada a un lado de una fotografía enmarcada mostrando un par de chicos. Una melena rubia y otra pelinegra.

Partió hacia donde debía de empezar con su trabajo. No era algo muy difícil, pero era algo desagradable para algunos. Era fotógrafo para un periódico, personas, monumentos, acciones simples y monótonas eran retratadas por él usualmente. Pero éste día era diferente a la mayoría.

En situaciones raras o "especiales" (como él solía llamar) como ésta, tenía que hacerse cargo de las fotografías para una nota de asesinato. Y sin dudarlo, él diría que éstas eran sus favoritas.

Siempre se encontraba a policías y agentes merodeando antes de entrar a la escena del crimen y poder retratar aquel cuerpo, que muchos se habían negado de fotografiar, pero él no, a él realmente le daba igual toda la sangre u órganos extirpados que tuviera que ver. Sentirse cerca de la policía le hacía sentirse alguien muy importante; además que de vez en cuando algunas de sus fotografías eran útiles para investigaciones en curso, y le llenaban de orgullo.

En verdad es que en el fondo él quería dedicarse a ser un agente policíaco, tal vez un detective que estuviera a cargo de grandes casos que tuvieran sangre y tripas. Sin embargo, sólo podía soñar con eso por el momento. Ahora tenía que encargarse del último trabajo al que había sido asignado.

Condujo hasta una calle algo cerca del centro y se bajó portando su cámara en el cuello. Muchos policías rodeaban el lugar y la cinta amarilla definía los límites del lugar.

"Un hombre ha sido encontrado muerto hoy a las 6:05 AM, en la calle Nosborn, sin rasgos aparentes de lucha y sin ojos."

Recordó lo que le había dicho su jefe tan sólo algunos minutos antes de que partiera hacia ése lugar. La mañana era fría y la humedad se empezaba a notar en el viento que circulaba con cierta inquietud.

Se abrió paso con su identificación y tuvo de frente aquél cuerpo que sin ojos mantenía en su rostro una mueca de sorpresa y de dolor que resaltaba con esos largos labios rojos. Miraba hacia arriba como si mirara hacia su futuro hogar, y depositadas en su cuello se acentuaban las marcas de que algún objeto punzante había atravesado la delgada y blanca piel.

Apuntaba y fotografiaba, enfocaba y retrataba, nunca le había tenido asco a la sangre, en realidad le atraía demasiado ese color rojizo el cual tomaba. Era un trabajo realmente hecho para él.

— Ya es el cuarto caso en los últimos dos meses, ¿qué pasa con éste tipo?—. Escuchó decir a un hombre gordo que portaba un uniforme policial.

Sabía que éste era el cuarto caso, él los había fotografiado todos en cuestión de minutos.

Todas las veces eran iguales, heridas variadas en el cuello o en los costados del abdomen, sin signos de pelea o forcejeo y sobre todo, la marca de aquel asesino que empezaba a darse a relucir en la ciudad; ambos ojos extirpados de sus órbitas, sin dejar rastro de su paradero.

— ¿Hay alguna novedad sobre el caso?—. Logró escuchar a un tipo alto decir.

Sabía que esto no iba a ser fácil de resolver, era extraño, no dejaba pistas, ni huellas, ni algo que pudiera dar un indicio de si era un hombre o una mujer quién lo hacía. No dejaba ningún rastro que se pudiera seguir.

Después de terminar su trabajo, Mikaela fue a entregar las fotos tomadas a la oficina de su empresa y pudo ser libre al menos ése día.

Pasó el día paseando por las calles nubladas y de mal clima de la ciudad en la que vivía, fotografiando alguna que otra cosa que le llamaba la atención, y por si faltara algo, tratando él mismo de resolver el misterio del nuevo asesino en serie. Sin ninguna pista contundente ni algo que le pudiera ayudar, sólo era un niño tratando de jugar en un mundo de adultos.

Al final del día el rubio regresó a pie hasta su pequeña casa, su auto se había quedado sin combustible a dos calles del destino; no se le hizo difícil caminar un poco para llegar al pórtico de lo que era su hogar, después de todo al siguiente regresaría a cargar más combustible, ¿no?

La entrada era estrecha, con una puerta alta de color blanco y a cada lado de los escalones que daban a ella había dos pares de arbustos algo mal cortados y más crecidos de lo que deberían.

Iba a dar el primer paso para subir los pocos escalones hacia la entrada cuando sintió como su tobillo era jalado hacia abajo por una fuerza sacada de la nada. Su mundo dió vueltas y cuando volvió a abrir los ojos era capaz de ver los focos deslumbrantes en el cielo oscuro que extrañamente se movían agitadamente frente a él.

Era casi media noche, media noche en la cual nadie pasaba por esa calle tranquila y mínimamente transitada, media noche en donde todos deberían estar durmiendo resguardandose en la calidez de sus hogares. Pero no ese rubio, en ése momento hacía más frío como nunca antes había sentido. Un frío que calaba hasta los huesos.

Trató de levantarse haciendo una mueca, su tobillo dolió, tal vez torcido no podía asegurarlo, no pensó mucho en ello ya que ése dolor se complementó con uno mayor cuando otro jalón interrumpió sua pensamientos llevándolo hacia la esquina de los escalones, ahí donde se juntaba el concreto con la forma de vida.

Unas manos frías rodearon su cuello, era un agarre tembloroso que pronto empezó a apretar, extraño, quería llegar a juntar sus manos destruyendo el delgado cuello, pero al mismo tiempo se sentía el sudor de miedo en las palmas de ambas exremidades.

Quería gritar y no podía, cualquier manera de comunicación con el mundo exterior  estaba siendo impedida por el hombre sobre  él. Apreaba su cuello sin piedad y mantenía una pierna en su estómago forzándolo a sentir ése dolor.  No le permitía escupir el aire dentro de sí. Presión en el estómago y obstrucción en la garganta.

Sus ojos empezaron a segregar  agua salada, como si de alguna  manera eso pudiera ayudar al que próximamente sería  un cuerpo moribundo. Abrió los ojos en un momento de desesperación encontrándose con esos dos orbes esmeralda brillando en la oscuridad de la noche, destacándose ante el negro de todo alrededor suyo.

El esmeralda se encontró con el zafiro haciendo una danza en donde las vueltas eran el movimiento principal. Entonces el negro se volvió el color más abundante en el espectáculo y el sonido se dejó de emitir en toda esquina

— ¿Mika?—.

וו×

Hola, ¿me tardé no? Bueno, espero que todo esté bien en sus vidas.
Para quienes se lo preguntan, ésta historia está siendo re-subida y corregida. Además que estoy dando un diferente enfoque, pero no cambiando la historia original.

Besos.

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